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Colombia, Anticarcelaria :: 19/05/2016

Perdonar no es una derrota sino una victoria. Cuando se callen las armas, volveremos a sonreír.

Reflexiones de una prisionera política de guerra.
Reproducimos este escrito de una prisionera política de guerra, reflexiones en medio de un país que se prepara para la paz

El tema en periódicos, noticieros radiales y televisión es el Proceso de Paz con las FARC-EP. Titulares en mayúsculas y de primera plana. Todo un despliegue periodístico, con editoriales, panelistas, invitados. Todos opinan, todos piden a gritos lo mismo:

“¡Que la insurgencia se desmovilice!”

“Que entregue las armas”

“Que liberen los secuestrados”

“Que reparen las víctimas”

Y bla, bla, bla…

Sin embargo, cuando se trata de un trato humanizado y beneficios para los integrantes de nuestra organización insurgente, todos gritan al unísono:

“¡A la cárcel!”

Mi pregunta es ¿la cárcel es la solución?

¿Cuántos muertos han resucitado por tener al homicida condenado a cadena perpetua?

¿Acaso la cárcel cambia a las personas?

La sociedad quiere tapar el sol con las manos pensando que la solución a tantos años de dolor de una patria se soluciona llenando cárceles con personas, pero al fin de cuentas nosotros también somos víctimas:

Llevo 7 años privada de mi libertad y el mundo sigue igual. La única diferencia es que mis hijos han crecido y ahora son ellos las víctimas.

Sí. Víctimas.

Yo al fin de cuentas sé lo que hice y lo que estoy pagando,  pero ellos no entienden por qué están solos y a la deriva. No tienen un hogar, una familia y están expuestos a cualquier cosa, como drogas y otras cosas que los incitan a la delincuencia. ¿Y qué?

La sociedad no se pregunta por qué, por qué están delinquiendo. No! Simplemente los tilda de delincuentes y ya.

Esa es la hipocresía y la doble moral de la sociedad, que juzga sin preguntarse por qué. Esa es la historia generalizada de todos los reclusos y reclusas del país.

Sin embargo, siguen diciendo ¡más cárceles!

Ahora, por otro lado. ¿Quién sostiene las cárceles?

Pues los ciudadanos que pagan impuestos.

Los colombianos son tan incapaces de ver más allá de lo que grita Uribe y unos pocos cínicos, para darse cuenta que no quieren la paz es porque la guerra les da más plata. Eso por un lado, y por el otro porque si van a exigir “la verdad” saben que tienen rabo de paja y salen quemados.

Los periodistas son más terroristas que Bin Laden. A todo le meten petardos. De todo hacen una alharaca, como si no hubieran sido testigos de las atrocidades de la guerra.

Las juventudes sufren de amnesia o nunca han visto la realidad, solo saben escribir en un twitter sin más ni más, que son olas de un mar que no tiene límites ni fondo y se llama ignorancia.

No hacen otra cosa que dar opiniones por lo que dijo alguien en un “hashtag”, sin investigar ni nada.

Así las cosas, aunque las FARC-EP entreguen las armas, mientras la sociedad colombiana no baje las pistolas, ¿para dónde vamos? ¿Cuál paz, si salen los exguerrilleros y en lugar de oportunidades encuentran solo rechazo? ¿Dónde está el futuro de paz?

Todos tenemos que sacrificar algo. La patria ya tiene demasiados muertos! No queremos más!

Pero si la sociedad no baja las armas, ¿por qué exigen que nosotros sí lo hagamos sin ninguna contraprestación?

Corporación Colectivo de abogados Suyana. Colombia.

 

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