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Anti Patriarcado :: 30/11/2015

Resistencia feminista contra el reformismo

Ann Hansen


Este texto forma parte del fanzine “Guerra al patriarcado, guerra a la tecnología asesina: Recopilatorio de declaraciones, ensayos y comunicados del Grupo Acción Directa y La Brigada de Mujeres Incendiarias” publicado por Distribuidora de Peligrosidad Social en Julio del 2015. Por razones obvias, reproducimos prólogo y ensayo indicado. Incluimos al final de la entrada el link para su descarga.


Prólogo

La principal razón por la que hemos decidido editar este compilado de textos en castellano ha sido por nuestro asombro al ver dos luchas que jamás habíamos visto aunadas, en un mismo texto: el feminismo y la lucha ecologista anti-desarrollista. Las interacciones que hemos venido viendo entre ellas no eran muy esperanzadoras: mientras que los referentes del anarcoprimitivismo (todos hombres heterosexuales) y muchos de sus más acérrimos seguidores incluían comentarios transfóbicos y sutilmente homofóbicos sin que pareciera importarles, y consideran cualquier lucha que no fuera anti-industrial como “izquierdismo” incapaz de hacer otra cosa que no sea retroalimentar el sistema vigente, no ha sido extraño ver entre las reivindicaciones feministas (radicales y no) la reproducción asistida para mujeres solteras y parejas lesbianas vendida como un avance social, así como infinitas peticiones estatales en pro del aborto dirigido por el estado sin cuestionarte en absoluto el modelo médico hegemónico, y amén del desarrollismo que emanan muchos de sus textos teóricos.

Tras involucrarse en las luchas indígenas en defensa de la tierra y participar en la escena punk de Canadá, las integrantes de Acción Directa y la Wimmin’s Fire Brigada (o WFB, que por primera vez traducimos al castellano de forma algo libre pero más sencilla: “Brigada de las Mujeres Incendiarias”) demostraron que el feminismo y el ecologismo radicales son una misma cosa, que una no puede conseguir nada sin la otra. Y lo que es igual de importante o más: que lo demostraron practicando la acción directa radical y violenta contra aquellas empresas e instituciones que fomentan la destrucción del medio ambiente y la opresión patriarcal. Una experiencia que hasta la actualidad no ha sido apenas recogida en castellano (1), pero que trata de uno de los grupos armados anarquistas más activos de nuestra historia reciente, y uno de los que trazó unas líneas argumentativas tremendamente impactantes, novedosas y completamente vigentes en nuestros días.


Lejos de querer fomentar la espectacularidad de la lucha armada setentera y alimentar eruditismos estériles, esperamos con esta edición plasmar la idea de que la lucha contra el heteropatriarcado y sus alianzas también pasa por proteger con saña a la Madre Tierra, Mother Earth, Ama Lurra, Mutter Erde, Pacha Mama, Tellus Matter o simplemente Gea, que no por casualidad siempre se representa y nombra en femenino.


(1)    Probablemente haya más textos en nuestro idioma, pero sólo hemos registrado dos: uno sobre el juicio a Acción Directa en la revista autónoma madrileña Sabotaje 1 (1985), y otro sobre las acciones de la WFB en el fanzine anarcofeminista barcelonés Luna 13 (2008).



RESISTENCIA FEMINISTA CONTRA EL REFORMISMO
Por Ann Hansen

(Este texto bien podría aplicarse al ámbito disidente sexual oficial, sustituyendo “feminismo” por “movimiento LGTB” y “mujeres” por “comunidad LGTB”, tanto en América del Norte como en Europa, incluyendo el Estado español)

La mayoría de las mujeres blancas del movimiento han asumido el grito de un mismo salario para un mismo empleo, más guarderías y centros estatales, leyes anti-pornografía y anti-violaciones más duras, más subvenciones estatales para los grupos de mujeres, y un programa de discriminación positiva en las empresas. Estas peticiones se llaman reformas, porque en sí mismas no implican que el patriarcado en su totalidad se vaya a destruir en el caso en que se lleven a cabo. Se han dado a conocer ante los gobernantes masculinos mediante los canales estatales legalmente sancionados (es decir, peticiones, presión a los miembros del Parlamento y la Asamblea Legislativa, y apoyo a los partidos en el gobierno).


Algunas mujeres creen que las reformas las liberarán, independientemente de la destrucción del capitalismo. Para ellas reformar el patriarcado es una gran esperanza, en especial en América de Norte, si las mujeres son blancas y están dispuestas a competir con personajes públicos masculinos. Algunas feministas radicales ven las reformas como victorias a corto plazo que sirven como trabajo preliminar para un movimiento revolucionario que destruya el patriarcado. Con demasiada frecuencia su trabajo sobre las reformas inmediatas oscurece sus aspiraciones revolucionarias y determina los métodos que emplean. Por ejemplo, para cambiar las leyes que frenan la pornografía, sus métodos a menudo implican el diálogo con representantes del gobierno, escribir cartas y hacer peticiones. Si todas y cada una de las mujeres hicieran sólo eso como herramienta hacia la reforma de la ley, entonces sus aspiraciones revolucionarias secretas permanecerían eternamente en ese punto.


Todo lo que la mayoría de las reformas consigue, ya ocurran dentro de un contexto radical o capitalista, es el acomodamiento de unas pocas mujeres blancas que están dispuestas y tienen la capacidad de integrarse en las instituciones del dominio masculino. Esto significa aceptar los valores y principios corporativos del mundo. Si una mujer busca poder y dinero en la vida y es agresiva, ambiciosa y competitiva, entonces sí, habrá un lugar para ella en este mundo corporativo. Puede obtener “libertad e igualdad” con sus colegas masculinos a pesar de que en realidad estas aptitudes se consideran como avaricia y poder desde la perspectiva de la gente pobre.


En Europa y América del Norte hay un margen de beneficios suficiente para las mujeres acomodadas blancas y de clase media como para que el movimiento feminista no se considere una amenaza potencial. Esas mujeres de clase media esperan alcanzar el mismo salario por el mismo valor de trabajo, más subsidios estatales para las guarderías y centros de día, la demanda del aborto, anti-pornografía y anti-violaciones más duras y programas de discriminación positiva que puedan ofrecer trabajo a las mujeres en todos los campos profesionales.


Nunca habrá un margen de beneficios tan amplio en el mundo occidental como para aliviar la pobreza de las mujeres de color, de las mujeres indias, de las mujeres del Tercer Mundo – porque, básicamente, por definición la fibra del patriarcado y el capitalismo está enraizada en hacer riqueza para unos pocos explotando a la mayoría, y en deshumanizar a las mujeres y a la naturaleza y convertirlas en productos a la venta para obtener beneficios. Este sistema de explotación se mantiene y protege por el parlamento, el sistema legal y las fuerzas policiales. Es una contradicción en términos creer que esas instituciones puedan contener canales legítimos que destruyan el sistema de cuya protección se encargan.


Si las mujeres no desarrollan métodos y objetivos revolucionarios, los principales cimientos del patriarcado se mantendrán intactos, permitiendo que gobiernos, instituciones y empresas que encarnan el sistema de valores masculinos queden indemnes. Seguirá habiendo puestas de sol nubladas por la polución, vertidos de petróleo, gente hambrienta y ordenadores al cargo de la mente. El patriarcado quedará intacto, con unas pocas mujeres elegidas para la estructura del poder.


Las reformas también tienden a afianzar la existencia del sistema al aparentar que resuelve las contradicciones de su ideología de libertad y democracia, y su realidad de explotación social, política y económica.
Aunque sólo se pueden resolver a través de la revolución, las reformas difuminan esas contradicciones ante las clases medias. Las reformas ayudan al patriarcado, son su cara más amable. Los programas de discriminación positiva colocan a las mujeres en trabajos tradicionalmente masculinos; más guarderías permiten que más mujeres se unan a la fuerza laboral y leyes anti-pornografía y anti-violaciones más duras dan la ilusión de que las mujeres están protegidas de los aspectos más violentos del sexismo. Esas reformas conseguirán que algunas mujeres privilegiadas obtengan más poder y libertad dentro del mundo patriarcal, pero la estructura patriarcal y los valores que están arraigados en el materialismo y la avaricia permanecerán intactos. Seguirá habiendo miles de indios esterilizados y las mujeres del tercer mundo, las inmensa mayoría de las mujeres, seguirán siendo tratadas principalmente como objetos sexuales, seguirán empobrecidas o hambrientas, y la sociedad humana continuará encarnando sólo la peor característica de la destrucción de la vida de la psicología masculina.


Además, esas reformas crean una apariencia falsa de igualdad que se puede usar como arma contra las mujeres pobres que sólo viven la pobreza, la violencia y la degradación. Las mujeres de clase media, beneficiarias de las reformas, pueden volverse en contra de las pobres, reivindicando que la clase media tiene trabajos, guarderías y aborto y por lo tanto el problema de las mujeres pobres reside en su pereza e incompetencia.


También los beneficios de la reforma para las mujeres de clase media son una ilusión, porque la igualdad dentro del patriarcado en realidad es la transformación del hombre en réplicas femeninas que han aprendido a disfrutar de las nocividades de la avaricia y el poder. Para desempeñar trabajos dentro del patriarcado, tenemos que abandonar a nuestros hijos en guarderías institucionales y hacernos cargo de tareas que respaldan los valores de la dominación masculina.


Debemos rechazar ser cómplices en la perpetuación de nuestra propia opresión suavizando nuestro conflicto con el patriarcado. En vez de eso, deberíamos visibilizar y atacar esos conflictos y contradicciones con una visión estratégica que nos lleve hacia la liberación total.

Las contradicciones entre la ideología capitalista/patriarcal y la realidad diaria de explotación y destrucción de la vida no se pueden resolver sin una transformación total, porque esas realidades son genuinas del sistema. Para entender por qué el reformismo no nos liberará, tenemos que entender la naturaleza de la bestia – este sistema internacional que nos esclaviza. Debemos dejar a un lado las gafas de color rosa y deshacernos de los cuentos de hadas de la clase media que nos enseñaron que nuestra sociedad es un lugar estupendo y todo termina siempre bien. En realidad, el capitalismo y el patriarcado tienen su origen en la explotación y la cosificación de la vida. El capitalismo es un sistema económico basado en la obtención de beneficios para los ricos y el patriarcado es un sistema en el que los valores masculinos – esto es, competición, poder y agresión – dominan y niegan los demás valores.

La liberación no se puede conseguir solamente a través de la destrucción del patriarcado – nuestros métodos deben ser los propios de una lucha por la liberación. Pocas feministas claman contra el gobierno por ser el obvio y potente bastión del patriarcado que es; es decir, que los que dirigen el gobierno son os responsables de las leyes e instituciones que mantienen el dominio masculino. Además, la mayor parte de esas mujeres todavía creen que, pidiéndole ayuda a esos mismos líderes políticos masculinos, las mujeres podrán conseguir la liberación. Las mujeres no pueden esperar a conseguir la liberación a través de gobiernos patriarcales. La mayoría de las que pueden esperar que el gobierno y las empresas hagan esos cambios son unas pocas feministas que sólo quieren retocar algunas leyes y redistribuir un poco la riqueza.

Desarrollar métodos de lucha surgidos de la resistencia no significa que rechacemos los objetivos a corto plazo. La liberación es un proceso de larga duración que se va construyendo sobre victorias logradas poco a poco; cuando luchamos porla demanda del aborto, o contra la pornografía, debemos hacerlo dentro de un contexto revolucionario. Esto significa analizar el problema desde una perspectiva radical y usando tácticas que reflejen nuestro rechazo al control de un sistema masculino legal, político y económico. Por ejemplo, en vez de pedir un mismo salario por un mismo trabajo – una demanda que refleja la aceptación de la existencia del sistema económico patriarcal – las mujeres deberíamos desarrollaron nuevos medios de supervivencia que no exploten la tierra y sí estén en armonía con ella, como expropiaciones, cooperativas y colectivos.


Una mujer libertada en esta sociedad es una mujer en una resistencia total y constante, que se opone a los límites y obstáculos que la restringen. Una mujer liberada debe romper totalmente con el patriarcado: fundar sus propias comunidades y grupos de acción a nivel cultural y político. En vez de malgastar su energía en pedirle ayuda a los protectores masculinos, una mujer liberada desarrolla tácticas de resistencia que no puede controlar el gobierno, como okupaciones, boicots, distribución de información, difusión ante la población, pegada de carteles, pintadas, expropiaciones, fiestas recaudatorias, y otras acciones directas. Si unificamos todo esto dentro de un movimiento, las tácticas de resistencia serán más efectivas al llevarnos al enfrentamiento con el gobierno y a las corporaciones. Si nuestro trabajo se basa en entender que el patriarcado debe ser destruido, entonces no nos sentiremos estafadas como si creemos que un cambio de ley por aquí, una comisión gubernamental por allá, mejorará la situación de las mujeres. Nos centraremos sin descanso en visibilizar y atacar al gobierno por proteger y encubrir a los gobernantes y violadores de la gente y de la tierra.

Una vez dedicadas a la lucha y la resistencia, las mujeres comenzarán a arrebatar de las manos del patriarcado la iniciativa del cambio social.
En la situación social actual, el gobierno y las multinacionales toman las decisiones que determinan el curso de los acontecimientos. Por ejemplo, el gobierno federal continúa aprobando mega-proyectos que contaminan la tierra y a los que debemos responder.


Si la iniciativa del cambio descansa en las manos de feministas y radicales, entonces debemos analizar y entender cómo el estado canadiense y las multinacionales trabajan. Tenemos que entender el papel que juega Canadá en la red imperialista, los intereses estratégicos de la economía que mantiene a Canadá económicamente estable y las debilidades políticas que podemos aprovechar. Una vez hayamos hecho esto, entonces podremos desarrollar estrategias de acción que tengan continuidad y que no sean una reacción a los síntomas más claramente obvios del sistema. De esta forma podemos, a largo plazo, socavar la estructura principal del sistema.


Provistas de un análisis feminista militante y tácticas de resistencia, las mujeres podemos desarrollar una continua ofensiva contra los bastiones del patriarcado – los megaproyectos de las corporaciones, el ejército y las instituciones gubernamentales. Mientras esas instituciones continúen controlando la sociedad humana, la pornografía, las violaciones y la cosificación de las mujeres continuará.


Si miramos a nuestro alrededor, se nos parará el corazón ante el terrible y mortífero futuro que se nos presenta, por lo que debemos recurrir al nuestros espíritus, emociones y sensualidad que nos permiten conectar con toda vida viviente. Mediante un reencuentro con el espíritu de la vida, reavivaremos el espíritu de revuelta. Una revuelta ante bosques devastados, ríos contaminados, la mortífera cultura de esta sociedad, la masacre de las personas del tercer mundo y el genocidio de la gente india. Un profundo sentimiento de revuelta ante la muerte y un amor correspondiente a la vida nos dará el poder para resistir y hacer los sacrificios que se requieran para salvar la tierra. Seguramente no haya una labor mayor que evitar la destrucción de la tierra y la miseria y el sin sentido de la vida moderna actual.

https://distribuidorapeligrosidadsocial.files.wordpress.com/2011/11/guerra-al-patriarcado-guerra-a-la-tecnologc3ada-asesina.pdf

 

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