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Brasil, Brasil :: 23/11/2016

João Pedro Stedile: "Ya vivimos un estado de excepción"

Paulo Moreira Leite

Es lo que afirmó el coordinador nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), de Brasil. En entrevista al portal de noticas Brasil 247, Stedile afirmó que los actos cometidos por el Supremo Tribunal Federal (STF), “que rasgan la constitución al decretar prisión en segunda instancia, y poner en tela de juicio los derechos laborales”, colocan al país en una situación “muy grave”.

Durante la entrevista, caracterizó a la invasión policial de la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF) como “una burrada espectacular de la articulación de la derecha”. “Un nuevo hecho real de abuso de autoridad, de prepotencia de las armas usadas, revela como las fuerzas conservadoras se sienten libres para cometer todo tipo de atropellos ilegales, ahora, durante el gobierno golpista, que también es ilegal”, manifestó.

Paulo Moreira Leite (Brasil 24/7).– Claramente, la invasión de la Escuela Nacional Florestan Fernanades no fue el primer ataque sufrido por el MST a lo largo de su historia. Tampoco fue el más violento. ¿Cómo podemos interpretar este ataque, frente a la actual coyuntura?

João Pedro Stedile.– El ataque de la Policía Civil a la Escuela Nacional Florestan Fernandes fue una burrada espectacular de la articulación de la derecha del gobierno [del estado de Paraná, Beto] Richa con la derecha del gobierno [del estado de São Paulo, Geraldo] Alckmin, y cometieron una serie de atropellos legales, intentando buscar dos militantes del MST de Paraná que estarían en la Escuela, sin ninguna orden judicial. Un nuevo hecho real de abuso de autoridad, de prepotencia de las armas usadas, revela como las fuerzas conservadoras se sienten libres para cometer todo tipo de atropellos ilegales, ahora, durante el gobierno golpista, que también es ilegal.

Vivimos una coyuntura que puede avanzar para la consolidación de un estado de excepción, es decir, una nueva dictadura. ¿Usted ve una salida para evitar eso? ¿Un acuerdo, una transición?

De hecho ya vivimos un estado de excepción por varias circunstancias, que comenzaron en la pose ilegitima, que impuso un proceso de impeachment sin que hubiese crímenes. El acompañamiento del STF y la votación del Senado no dan ninguna legitimidad. Al contrario, ellos mismo no tuvieron coraje de quitarle los derechos políticos a la presidenta. El propio impostor Michel Temer reveló a los empresarios americanos en Nueva York el motivo del golpe: retomar un plan neoliberal para salir de la crisis económica. Por otro lado, todos los días asistimos un estado de excepción en los actos del STF, que rasga la Constitución al decretar prisión en segunda instancia, y al poner en tela de juicio los derechos de los trabajadores. Sin mencionar las actitudes de los actores de la autodenominada “República de Curitiba”, que se comportan así, como una república por encima de la Constitución brasileña. Y eso es muy grave.

La idea de que la recuperación de las luchas populares pasa por un frente de izquierda es una de esas propuestas que está en boca de todo el mundo. Se menciona la reforma política, la reforma tributaria: todo el mundo cree que sabe lo que es, pero nadie sabe explica cómo se hace.
¿Cuál es su opinión al respecto?

JPS.– Como usted dijo, no es difícil tener propuestas, el problema es tener fuerza popular para construirlas. Desde el punto de vista político, sólo recuperaremos un estado democrático con la realización de una profunda reforma política, que devuelva al ciudadano el poder político por el voto, que hoy fue secuestrado por los medios [de comunicación] y por las fuerzas del dinero. Como el actual Congreso también fue electo por la fuerza de los medios de comunicación y del dinero, solamente la elección de una asamblea constituyente, soberana y exclusiva podría corregir. Por otro lado, precisamos ampliar al máximo el debate en la sociedad sobre la necesidad de un nuevo programa que consiga enfrentar la crisis económica y social, que resuelva los graves problemas de la población que vendrán, con una reforma tributaria, reforma democrática de los medios de comunicación y la retomada del crecimiento con inversiones en la industria nacional y en la agricultura familiar. Por lo tanto, todo eso sólo será posible si antes hay una recuperación de la lucha de masas y, con eso, la clase trabajadora retomar su papel en la lucha de clases, realizando grandes movilizaciones de masas, para cambiar el rumbo del país, como aconteció en la década de 1960, y después en la década de 1980.

En horas difíciles, como la actual, es siempre bueno recordar que la historia nunca termina. ¿Usted espera una retoma de esa lucha en breve?

JPS.– El plan neoliberal del gobierno golpista es un plan contra la clase trabajadora, porque los capitalistas que quieren salir de la crisis cargando el peso de la crisis sobre los trabajadores. Y para eso están siendo hasta didácticos. Precisan aumentar el desempleo, como forma de derrotar politicamente a la clase, y retirar los derechos laborales históricos, que están en la CLT [Consolidación de Leyes de Trabajo] y en la Constitución. Por otro lado, precisan apoderarse de los recursos públicos que antes iban para la educación y salud. Ahí está la PEC [Propuesta de Enmienda Constitucional] 241 que cambio para 55 en el Senado, justamente para eso. Y precisan apoderarse de recursos naturales para apropiarse de la ganancia extraordinaria que ellos generan. De ahí viene la privatización del presal, el código de minería, la venta de tierras para capital extranjero. Y el último punto del su programa es el re alineamiento de forma subordinada de nuestra economía a los intereses de los capitalistas estadounidenses. El problema es la contradicción entre ellos, y eso nos ayuda. Es que ese plan es contra el pueblo y por lo tanto va a aumentar los problemas. Y no va a sacar a la economía de la crisis. Así, espero que la clase trabajadora comience rápidamente a moverse. Creo que algunas categorías más organizadas, ya comenzaron a reaccionar, como los petroleros, profesores, etc. Es otra señal positiva, es la movilización de la juventud con el movimiento de ocupación de las escuelas. Aunque ellos no afecten al capital y a los golpistas directamente, pero nos ayudan a concientizar a la población. Todos los padres de esos jóvenes están participando de los debates y precisan autorizar a sus hijos para que puedan quedarse en las escuelas ocupadas. La juventud, en todos los procesos histórico de transformación, representa el termómetro de la sociedad, el indicativo de que habrá lucha, habrá movilización. Soy un optimista. Sigo al filosofo ruso, que decía, que el pueblo cuando lucha, aprehende en veinte días lo que dejó de aprender en veinte años.

Usted fue una de las principales voces en la resistencia al golpe que derrocó a Dilma Rousseff. Dos meses y medio después, pregunto: ¿cuándo fue que vislumbró que seria muy difícil resistir?

Sufrimos una derrota política, pero fue una disputa en varias batallas, en varios frentes y a lo largo de todo el año. Y es por eso que no hubo un momento específico. Durante el desarrollo de esta lucha, los movimientos populares construyeron una unidad en la defensa contra el golpe, que fue muy importante, que es el Frente Brasil Popular. Sin embargo, no hubo movilización de la clase trabajadora en las calles. Y la fuerza popular sólo se expresa en la movilización en las calles. La militancia y la juventud fueron para las calles, pero el pueblo no. Y hay muchas evaluaciones diferentes para explicar por qué el pueblo no se movilizó, que va desde la permanente campaña de la Rede Globo a favor del golpe, hasta la política económica nefasta del 2015, que apartó a la clase trabajadora de base y formación política de clase durante los gobiernos Lula-Dilma. Entonces no sabemos cuando, pero sabemos porque perdimos.

Usted integra las luchas populares desde 1979, por lo menos. Era posible imaginar que, a finales de este proceso de más de 30 años, los movimientos populares y los partidos de izquierda estuviesen tan debilitados?

JPS.– No considero que estemos debilitados. Acumulamos mucha fuerza popular en varios aspectos. El problema es que la lucha de clases funciona en ciclos y a pesar de haber elegido al gobierno de Lula en el 2002, eso no representó una retomada del movimiento de masas. Y es por eso que no tuvimos fuerza suficiente movilizada para frenar el golpe, que también sucedió porque la burguesía consiguió una amplia hegemonía en el Congreso, en los medios y en el poder judicial. Entonces, era apenas una cuestión de tiempo, ella retomar el control del Poder Ejecutivo. Casi lo logra en las elecciones de octubre del 2014, y después pasó a conspirar abiertamente contra el gobierno de Dilma.

Haciendo un balance de ese período histórico, pregunto: ¿dónde fue que erramos? En una entrevista publicada por la revista Carta Mayor, en el 2015, usted decía que hace muchos años la izquierda sólo pensaba en elecciones.

JPS.– Hubo muchos errores de parte de los gobiernos de Lula y de Dilma en sus programas, que no tuvieron coraje para proponer reformas estructurales, como la reforma tributaria, de enfrentar la deuda pública que es la principal forma de los bancos acorralar los recursos públicos, la reforma agraria y la democratización de los medios de comunicación, sea en su estrategia de mantener una conciliación de clases con sectores conservadores. Hubieron muchos errores por parte de los movimientos populares (estoy hablando en sentido amplio que envuelve a todas las formas de organización popular, como partidos, movimientos, sindicatos, etc.) en nuestras actividades internas. Muchos de nosotros nos quedamos apenas esperando por el gobierno, o presionando apenas por políticas públicas. Dejamos de lado el trabajo de base y la formación política de nuestras bases. Y no conseguimos construir nuestros propios medios de comunicación de masa.

¿Cómo evaluar la importancia de los años Lula y Dilma, desde el punto de vista histórico?

JPS.– La principal conquista de esos mandatos fue haber frenado el neoliberalismo y haber realizado una política soberana, volcada para los países del BRICs y del Hemisferio Sur. El programa neodesarrollista basado en el crecimiento de la económica a travez de la industria, en la retomada del estado con políticas públicas para las mayorías y la distribución de ingresos a través del salario mínimo, fueron importante y necesarios. Sin embargo, insuficientes para consolidar transformaciones estructurales en la sociedad brasileña. Como Lula acostumbraba a decir, en su gobierno todos ganaron, pero los banqueros ganaron mucho más, y con eso tuvimos mejorías en las condiciones de vida de la poblacional con el aumento del empleo y los ingresos y y elevación del consumo, pero fue acompañada por una brutal concentración de la tierra, de la riquezas y de las ganancias en el país.

Observando otros países y otros movimientos, ¿usted capta ejemplos que podrían ser discutidos y aprovechados?

El conocimiento es universal y, por lo tanto, las experiencias positivas de propuestas de salida y políticas públicas que fuesen positivas en otros países deben ser estudiadas y aprovechadas.

Ahora, la economía del planeta está dominada por el capitalismo, por las grandes corporaciones internacionales y por el capital financiero, que está en crisis. Por eso estamos enfrentando problemas parecidos, con causas parecidas, en todos los países del mundo. Aquí, en América Latina estamos enfrentando, en todo el continente, una crisis económica y política grave. Durante el período anterior, había tres proyectos en disputa permanente en nuestro continente: el proyecto neoliberal comandado por los Estados Unidos, y liderado por México, Colombia, Chile, Perú; el proyecto neodesarrollista, que tenia como mayores representantes a Brasil, Argentina y Uruguay; y el proyecto de Alba, de integración continental antiimperialista comandado por Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba, Nicaragua. Sucede que ahora los tres proyectos están en crisis, y por lo tanto, exige procesos de debate sobre programas, estrategias y movilización popular, en todo el continente.

Brasil 24/7. Traducción para Brasil de Fato: María Julia Giménez. Extractado por La Haine

 

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