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Medio Oriente, Medio Oriente :: 13/07/2016

Siria: las predecibles actuaciones del Estado Islámico

Pedro García Hernández

En medios occidentales causa expectación la reciente cadena de atentados, fundamentalmente contra civiles, de grupos organizados del Estado Islámico (EI), pero esas acciones eran predecibles desde Siria hace cinco años.

A partir del 2011, el EI o Daesh, por su acrónimo en árabe, irrumpió como principal fuerza de choque terrorista contra Siria, desligándose casi de inmediato de Al Qaeda, una suerte de mito creado por los medios de propaganda.

En menos de dos años, ocuparon algo más de un tercio del territorio sirio, sobre todo zonas desérticas de escasa población pero símbolos de la milenaria civilización como Palmira, Raqqa o Deir Ezzor.

De igual forma, aliados con otros como el Frente al Nusra o el Ejército de la Conquista, atacaron los suburbios de Damasco, lograron desarticular de alguna manera al movimiento palestino en zonas como Yarmuk, en la afueras de la capital siria y consolidaron puntos de abastecimiento de armas y hombres en las fronteras norte con Turquía y el sur, Jordania.

Hasta mediados del 2014 parecía que ejecutaban a la perfección los planes destructivos liderados por EEUU y secundados regionalmente por Turquía, Arabia Saudí y Qatar destinados a la aniquilación de Siria, "un mal ejemplo de tolerancia y desarrollo social y económico en el Levante", según sus conceptos injerencistas.

Pero la realidad cambió esos proyectos. Siria, aún con imperfecciones o errores, demostró firmeza como Estado y nación, resistió la embestida como nunca antes en el Medio Oriente y de esa manera cambió las reglas de un juego brutal y dramático.

Poco a poco, estabilizando alianzas con Rusia, Irán y el movimiento de resistencia palestino Hizbolá, el gobierno encabezado por Bashar al Assad demostró que podía defender la nación.

El Daesh, amparado en el rimbombante acertijo de Califato musulmán para Iraq y Siria, comenzó a ser derrotado en el terreno de combate, perdió posiciones e influencias y sus esgrimidos y falsos conceptos "religiosos" demostraron su verdadera faz política y extremista.

Todo estaba pensado, y las pocas improvisaciones en la realidad desde el punto de vista táctico y estratégico, permitieron activar "las células terroristas dormidas" del Daesh en Europa, Turquía, Iraq o la propia Arabia Saudí, y en caso de que en el terreno las cosas cambiaran.

Pocas dudas pueden existir de que el EI o Daesh actúa ahora para presionar a sus "padrinos" a costa, mayoritariamente, de centenares de muertos y heridos en tierras de musulmanes.

Esa lógica, lamentablemente brutal y carente de todo principio religioso, demuestra el doble rasero de EEUU y sus aliados, tanto en Europa como en la región del Levante.

El terrorismo parece incontrolable, pero a la luz de los hechos, el EI trata de demostrar lo contrario y ataca al mundo occidental y a otros, no en el frente militar propiamente dicho, sino para sembrar el pánico en las sociedades civiles.

Si la lucha contra el terrorismo estuviera unificada, consolidada y actuara de manera coordinada, el Daesh no tendría los mecanismos de comunicación y divulgación que por miles, funcionan en internet y las redes sociales a través de hackers y otros piratas informáticos.

Es muy posible que los servicios de inteligencia estadounidenses, europeos, israelíes, turcos o saudíes, entienden con claridad lo que sucede y asumen otras variantes para encaminar al Daesh y mantenerlo, sin desviaciones propias y de prepotencia, en el camino original: destruir a Siria como nación.

Prensa Latina

 

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