lahaine.org
Mundo :: 31/08/2010

Texto del Partido Comunista Internacional acerca de las últimas catástrofes ambientales

Partido Comunista Internacional
Las manos del capitalismo están detrás de las inundaciones en India, China y Pakistán

Texto del Partido Comunista Internacional acerca de las últimas
catástrofes ambientales

Las manos del capitalismo están detrás de las inundaciones en India,
China y Pakistán

En China, en la provincia nororiental de Guanzu, debido a las lluvias
torrenciales, los desplazamientos de tierra y los aludes de lodo han
causado 337 muertes y 148 desaparecidos (la Repubblica 10-8) mientras
que en el condado de Zhoqu, un tercio de cuyos habitantes son
tibetanos, los muertos son más de 700 y los desaparecidos más de 1000;
en la India las lluvias han provocado, en la región de Jammu &
Kashmir, el Himalaya indio, violentos aluviones que han golpeado en
particular la ciudad de Leh en Ladakh, provocando no menos de 165
muertos y otros 400 heridos, quizás más de 1000 personas desplazadas
(il manifestó 10-8) y de esto los periódicos europeos han hablado
porque es la zona que habitualmente frecuentan los turistas europeos
que van a hacer trekking de alta montaña y alguno esta vez ha muerto
en el fango. Pero el número final de muertos aún no ha sido
proporcionado.

En Pakistán no para de llover y una gigantesca ola de inundación
recorre desde hace casi tres semanas la cuenca del río Indo –que corta
el país de Norte a Sur- provocando un aluvión desastroso: 1600 muertos
confirmados hasta el momento (la Repubblica 17-8), 20 millones de
personas desplazadas, entre ellos 6 millones de niños, además el 10%
de la población del país perdió los cultivos y una quinta parte del
territorio nacional ha sido devastada.

La situación es gravísima en la provincia nororiental de
Khuber-Pakhtunkwa, donde las inundaciones han destruido aldeas, casas,
puentes, campos de cultivo, para después llegar a la parte central del
país, el Punjab, y después a las llanuras de Sindh, en el Sur, que
constituyen el granero del país, todavía completamente inundado. Por
otro lado el aluvión amenaza la siembra durante la mitad de septiembre
y esto quiere decir carestía para algunas decenas de millones de
pakistaníes. No hay agua potable y muchos puentes se han derrumbado,
muchas calles se encuentran impracticables y por tanto las mismas
ayudas inmediatas que servirían para la mera supervivencia aún son
dificilísimas. La disentería, la gastroenteritis y el cólera han
comenzado ya a difundirse. Una auténtica catástrofe.

Los meteorólogos afirman que se trata de las inundaciones más graves
en un siglo provocadas por las lluvias del monzón, las más fuertes y
continuas en los últimos años. Pero es indudable que en Pakistán, como
en todas partes, el territorio ha sido devastado debido exclusivamente
a la falta de planificación racional del desarrollo agrícola y de los
recursos forestales. Y por otro lado también resulta indiscutible que
en Pakistán, como en todas partes, también en la civilizadísima
Europa, es absoluta la ausencia de planes de prevención de las
consecuencias previsibles de las lluvias, ¡mientras que no falta nunca
una valoración casi inmediata de los daños en términos de millones de
dólares!

Por otra parte toda la vida de los hombres en este planeta y en parte
también la del medio ambiente depende de la economía capitalista y de
la espasmódica búsqueda de beneficio que sistemáticamente destruye
–en cualquier parte del mundo- cualquier cosa (bosques, cursos
naturales de los ríos, subsuelo, etc.) que resulte un obstáculo al
beneficio ciego e inmediato acabando al mismo tiempo con la memoria de
las tradiciones agrícolas más antiguas y del conocimiento y defensa
del territorio que las generaciones precedentes poseían. Estos son
algunos de los motivos por los sucesos naturales, por lo demás
cíclicos y estacionales, como las lluvias monzónicas, completamente
previsibles, se transforman en la época del capitalismo en desastres
de proporciones cada vez más devastadoras.

Los defensores ambientalistas del capitalismo, mientras lanzan desde
hace tiempo alarmas cada vez más frecuentes sobre los cambios del
clima provocados por las emisiones de CO2 debidas al desarrollo
“salvaje” de la economía ya en los países llamados “emergentes” ya en
aquellos de industrialización antigua, afirman que la economía
capitalista se puede reformar sin cambiarla en sus fundamentos: se
puede volver “sostenible”. Están convencidos de que es posible
controlar el desarrollo de la economía de mercado, de la economía
capitalista, impidiéndola superar aquellos límites que, una vez
sobrepasados, provocan crisis económicas, desastres ambientales,
carestía y guerras devastadoras.

El hecho es que en cualquier “desastre ambiental”, en cualquier
“catástrofe natural” se debe señalar que sus consecuencias, sobre todo
las desastrosas, son imputables en la mayoría de los casos a la
actividad humana y precisamente a la actividad económica capitalista y
a su correspondiente “gestión política” por parte de la única clase
que obtiene de esta actividad todos los privilegios sociales: la clase
burguesa. No hay un desastre ambiental o devastación del territorio en
la cual no haya causas ligadas al beneficio y, por tanto, a la
corrupción, al mal hacer. Las ganancias inmediatas, fáciles,
protegidas por los poderes económicos y políticos son el objetivo de
cualquier empresario, también por los más honestos y legales. No es
cuestión de diferenciar si lleva la empresa de manera honesta o no
porque el verdadero motor de la actividad económica y financiera del
capitalismo no es el burgués, el jefe de la empresa, el patrón… sino
el mercado ante cuyas leyes el burgués, el jefe de la empresa, el
patrón se deben inclinar so pena de su ruina económica y social.

El mercado tiene leyes que no se explican según la voluntad de tal o
cual sino que son todos sin excepción los que, para mantener sus
privilegios económicos típicos de los burgueses en la sociedad
capitalista, tienen que someterse a sus leyes, a las leyes del
valor, del beneficio capitalista, de rentabilidad y competitividad
empresarial.

Las desastrosas inundaciones como las que están devastando Pakistán,
India o China, pero que han sometido a una dura prueba también a la
muy civilizada y organizada Alemania, son en gran parte la
consecuencia de una auténtica guerra de saqueo que el capitalismo
lleva a cabo bajo cualquier cielo no sólo contra la gran mayoría de la
población humana diseminada en todo el mundo sino también contra el
medio ambiente. Aunque el desarrollo económico y científico que
caracteriza a la sociedad burguesa es inmensamente más fuerte y
potente que aquel de las sociedades de clase precedentes non tiene y
no tendrá nunca el poder de plegar las fuerzas naturales a sus propios
intereses y deseos. Erupciones volcánicas, terremotos, maremotos,
huracanes, ciclones, glaciaciones o desertificaciones suponen
fenómenos que el hombre de la sociedad moderna apenas ha comenzado a
reconocer y a analizar, pero se encuentra imposibilitado de manera
objetiva para conocer sus causas mas profundas y sus complejas líneas
de desarrollo debido a la visión distorsionada y del todo miope del
mundo que le circunda, porque se encuentra inmerso en la mezquina y
superficial realidad de la mistificación mercantil y supersticiosa
generada por el modo de producción capitalista que pone en el centro
de la vida económica y social de la humanidad –y por tanto de su
capacidad cognoscitiva- la producción de valores ficticios, como de
hecho son las mercancías, y la consciente producción de ignorancia y
superstición como de hecho lo es la producción para el intercambio
mercantil y la acumulación de dinero. Aquello que el capitalismo está
determinado históricamente a hacer, pasado el periodo de revolución
feudal y contra el despotismo asiático, es utilizar los
“descubrimientos”, las “innovaciones”, las más avanzadas “tecnologías”
sólo en función de la producción y reproducción capitalista,
bloqueando cualquier posible desarrollo científico y de conocimiento
que no sea de manera inmediata, o en un periodo breve de tiempo,
transformable en beneficio capitalista. Aquí se encuentra la causa de
la incapacidad de la burguesía de organizar la vida económica y social
en función de la vida de especia y de su desarrollo, en vez de en
función del mercado y del beneficio capitalista. Es un hecho que el
capitalismo obtiene mucho beneficio de las destrucciones y de las
catástrofes y non de las medidas de prevención, le vienen bien las
devastaciones y las catástrofes. Hemos llamado al capitalismo economía
de la desgracia ¡Con cualquier “catástrofe natural” tal afirmación
obtiene una trágica confirmación!

Para el capitalismo no existe límite a la explotación del trabajo
humano, en todos los sentidos, llegando a la explotación cínica y
brutal de masas de hombres, mujeres y niños abandonados a la miseria y
a la muerte por hambre, enfermedad o a causa de guerras de rapiña. Y
tampoco conoce límites a la explotación de los recursos naturales que
de época en época pueden representar fuentes de beneficio capitalista
sino que la explotación es igualmente cínica y brutal. Por él mismo o
por las ilusorias predicas ambientalistas el capitalismo no pondrá fin
jamás a esta ciega carrera al beneficio. Lo puede poner únicamente una
sola fuerza social más potente e igualmente mundial: la clase
proletaria internacional en lucha contra la clase burguesa y contra
todos los estratos sociales que viven parasitariamente de la
explotación capitalista, la clase proletaria que es la única fuerza
social que ha demostrado ya poder acaba con la guerra imperialista
transformándola revolucionariamente en guerra de clase, como en el
1917 ruso, aunque los sucesos históricos no han permitido a aquella
primera revolución proletaria expandirse victoriosamente por todo el
mundo y ser también la última y definitiva revolución que abriese a la
sociedad humana las puertas de su historia de especie y a un
desarrollo en armónica relación también con la naturaleza.
Una potente revolución abrió el camino al desarrollo de las fuerzas
productivas y del capitalismo en Europa y en el mundo; pero aquella
revolución, mientras acababa con todas las economías cerradas y
feudales abriendo a la sociedad burguesa la puerta del mundo, llevaba
el desarrollo de la sociedad divida en clase a su grado máximo,
simplificando los antagonismos sociales y universalizándolos, más allá
del cual sólo existe la sociedad sin clases, el comunismo. La misma
sociedad capitalista crea así las bases económicas para el desarrollo
ulterior que históricamente exige un paso revolucionario, aún más
potente y violento de cuantos ha dado la burguesía, la revolución
proletaria mundial. El límite que el modo de producción capitalista no
puede superar es planteado por este mismo: es el modo de producción
capitalista el que no tiene ninguna posibilidad de transformarse en un
modo de producción superior porque por más que se desarrolle a sí
mismo y a las fuerzas productivas que lo definen –capital y trabajo
asalariado- no hace más que reproducir la contradicción y el
antagonismo entre capital y trabajo asalariado y no sale de la carrera
desenfrenada hacia crisis económicas y sociales cada vez más
devastadoras. El capitalismo se nutre de crisis, de desagracias, de
destrucción, de catástrofes, de guerras, de explotación del hombre por
el hombre y del medio ambiente por el hombre, pero la historia de la
sociedad humana enseña que, tras aguantar hasta cierto límite, el
hombre reacciona con extrema violencia y, frente a condiciones
históricas favorables, revoluciona de arriba a bajo toda la sociedad.
Entonces no será más el mercado quien dicte las leyes, quien dicte las
normas del comportamiento humano, porque el mercado desaparecerá
definitivamente y se verá sustituido por una organización social
racional y planificada, capaz de utilizar la energía social y los
recursos naturales de la manera más consciente y previsora teniendo
como finalidad permanente la satisfacción de las necesidades de la
especie en armonía con la naturaleza y esto no momento por momento
sino de generación en generación.

18 de agosto 2010
PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL
Il comunista – le proletaire – programme communiste – el programa
comunista- proletarian

www.pcint.org

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal