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Mundo :: 01/03/2007

Turquía: Hrant Dink. Cuando "la hermandad de los seres humanos" es motivo de asesinato

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Los tiros que mataron al escritor y activista Hrant Dink en Estambul el 19 de enero encendieron una hoguera por todas partes del país. Unos días más tarde, el 23 de enero, más de 100.000 personas se tomaron las calles de Estambul y acompañaron la procesión del entierro a la céntrica plaza Taksim. Miles más tomaron parte en actos y procesiones en ciudades por todas partes de Europa y dondequiera que haya obreros inmigrantes y otra gente de Turquía.

Altos funcionarios del gobierno, como el viceprimer ministro, el ministro del Interior, el gobernador de Estambul y el jefe de las fuerzas de seguridad del país asistieron al entierro. Pero muchos, de hecho la mayoría de las personas en las calles están muy convencidas que la sangre de Dink está en las manos de hombres como éstos.
Dink llevó toda su vida fuera del orden establecido de Turquía. Nacido en una familia armenia en la ciudad turca de Malataya en 1954, creció en un orfanato armenio en Estambul, donde conoció a su futura esposa Rakel siendo ambos niños. Durante el levantamiento revolucionario de masas que estremeció a Turquía en los años 1970, se unió a los comunistas revolucionarios quienes se habían inspirado por la Revolución Cultural de China. En los medios de comunicación turcos se ha informado extensamente que era un activista del Partido Comunista de Turquía/Marxista-Leninista, el precursor de actual Partido Comunista Maoísta de Turquía y el norte de Kurdistán. En ese entonces, también adoptó una firme posición contra el racismo turco y el nacionalismo estrecho armenio, posición que mantuvo el resto de su vida. Fue uno de muchos miles arrestados cuando los altos generales del país llevaron a cabo un golpe de Estado en 1980 e instalaron una junta militar.
Los gobernantes de Turquía nunca han dejado de soñar con recobrar la gloria de los días del Imperio Otomano, cuando por siglos dominaron una gran parte del mundo, de la costa atlántica del norte de África a la mayor parte del Medio Oriente y parte de Europa. Pero a su vez, hoy se han subordinado a las potencias occidentales y sobre todo a Estados Unidos. Dink escribió acerca del "Estado profundo, la red de fuerzas militares y de seguridad que ejerce el verdadero poder político en Turquía" desde 1923, cuando un golpe de Estado militar encabezado por Kemal Ataturk estableció la Turquía moderna. Nunca dejó de denunciar los crímenes cometidos a nombre de estas fantasías de imperio turco, en particular la matanza organizada de más de 1.5 millones de armenios en 1915. Según el tristemente célebre artículo 301 del código penal turco, es un crimen "insultar la identidad turca", por ejemplo, hacer referencia a este episodio sangriento. Cada año el gobierno juzga a intelectuales turcos bajo las estipulaciones de esta ley, por ejemplo en 2006 al novelista Orhan Pamuk, justo antes de recibir el premio Nóbel.
Los medios informativos del mundo destacaron declaraciones de diversos funcionarios de gobierno de que es intolerable que se dé muerte a personas simplemente por lo que piensan y que pedían conciliación entre los turcos y armenios. Pero fue el sistema estatal turco que estos hombres controlan que juzgó repetidamente a Dink por denunciar constantemente el genocidio de los armenios. Se le declaró culpable en 2005 y le dieron una sentencia de seis meses de prisión, la cual se suspendió. Pero la máxima corte de Turquía aprobó la sentencia. También reafirmó el artículo 301, lo que dio cancha libre el gobierno para seguir empuñando este garrote pesado contra los intelectuales más famosos. Cuando el periódico armenio-turco bilingüe que dirigía, Agos, publicó editoriales contra la sentencia, a él y a tres periodistas más se les dieron seis meses más de sentencia suspendida por "tratar de influenciar a las cortes" mientras su sentencia previa estaba en apelación. Según la ley, las cortes podrían decidir a mandarlo cumplir ambas sentencias si "insultara la turquedad’ de nuevo. En 2006 de nuevo lo mandaron comparecer ante un juez por cargos de que había criticado las palabras del himno nacional turco, "Feliz es quien es un turco... sonríe sobre mi heroica raza". Estos cargos nuevos estaban pendientes cuando se le dio muerte delante de las oficinas de su periódico.
Para colmo, las noticias sobre el juicio lo hizo un blanco prominente de los escuadrones de la muerte de extrema derecha que operan con impunidad en el país. Es sabido que los asesinos fascistas como los tristemente célebres "Lobos Grises" trabajan de la mano con la policía secreta del país y persiguen a cualquiera que llegue a ser una figura popular de oposición al régimen. El año pasado pescaron en flagrancia a algunos asesinos fascistas (quienes tenían vínculos con la policía secreta) en el bombazo de una librería kurda nacionalista en Diyarbakir, y durante años han sido asesinados muchos autores y periodistas. El gobierno ha mostrado abiertamente su carácter sanguinario en muchas ocasiones: en el verano de 2005 el ejército masacró a 17 líderes y miembros del Partido Comunista Maoísta a los cuales cercaron en el campo cerca de Dersim, Kurdistán turco.
Poco antes de su muerte, a Dink lo mandaron comparecer en un encuentro con el gobernador auxiliar de Estambul. Cuando llegó, el gobernador auxiliar anunció que por casualidad dos de sus parientes estaban de visita y quisiera que asistieran a la reunión con Dink. Lo que ocurrió le dio escalofríos a Dink. El gobernador auxiliar casi no intervino, y de hecho la reunión la dominó una advertencia poco velada del mayor "pariente": sabemos que usted no es un tipo malo, Sr. Dink, pero tenga entendido que hay muchos elementos exaltados quienes están fuera de control y si usted está al tanto de lo que le convenga, dejará de hablar en público sobre el genocidio de los armenios y sus otras declaraciones contra la "turquedad’.
Dink comentó a sus amigos que no estaba preocupado por su persona aunque tomaba en serio las amenazas a causa del peligro a sus seres queridos. Pero ¿a dónde ir? Había ido a dar conferencias varias veces en Europa, pero después de cuatro días del invierno europeo, ya no aguantaba la "falta de la luz del sol", por lo que quería decir más que el tiempo. En cuanto a Armenia dijo que si fuera allá, aún se le amordazaría, pero de manera diferente. Dink criticó el chovinismo nacional turco pero también luchó contra los términos nacionalistas en que se expresa buena parte de las críticas armenias populares a Turquía, que tienden a limitar el debate a "turcos" contra "armenios". Todos nosotros, los kurdos, los turcos, los armenios, los griegos étnicos, los judíos y muchos más construimos este país con nuestro sudor y sangre, ¿por qué debo dejarlo, por qué no quedarme y luchar?, dijo.
Se quedó. A pesar de repetidas amenazas contra su vida, Dink continuó y hace poco asistió a una conferencia de intelectuales y otras figuras prominentes en Turquía opuestos a la "solución militar" del gobierno turco al "problema" del Kurdistán. En diciembre de 2006 asistió al simposio "Los deberes de los intelectuales hoy" organizado por el Movimiento de la Juventud Democrática de Turquía encabezado por los maoístas.
El valor de Dink ante el implacable tambor oficial del chovinismo gran turco y su firme defensa de la unidad de todas las nacionalidades, igual ante la muerte, se hicieron eco en millones de personas. Miles portaron mantas en el entierro con las palabras: "Todos somos Hrant Dink" y "Todos somos armenios", en un país donde por siglos una de las maldiciones más comunes ha sido "hijo de puta armenio". El hecho de que los principales representantes del gobierno que durante décadas sólo han azuzado el racismo contra los armenios y contra los kurdos, ahora tratan de hacerse pasar por anti-racistas mostró a qué grado la efusión de simpatía de las masas por Dink los ha puesto a la defensiva.
Aun cuando el asesinato de Dink no lo organizaran directamente elementos del gobierno, tal como creen una enorme cantidad de personas de Turquía y algunos de los medios de comunicación más tradicionales en el extranjero, cuando menos los gobernantes militares del país instigaron el crimen. Fomentaron un ambiente en que era todo menos inevitable, y dieron a entender a los perpetradores que en alguna medida se aceptaría su crimen. Las autoridades han acusado a un joven desempleado de 17 años de edad del nordoriente de Turquía del tiroteo, y a cinco jóvenes más con conspiración. Todos confesaron rápidamente, que no es de extrañarse en un país en que la tortura es parte del sistema jurídico y los jueces dan sentencias exprés sobre la base de las "confesiones". Las autoridades sostuvieron que no pudieran haber prevenido el asesinato porque no habían estado vigilando al supuesto jefe del crimen, Yasin Hayal. Pero Hayal era un conocido nacionalista fascista quien se declaró culpable de volar el restaurante McDonald’s en 2004, y la MIT (policía política) y sus soplones vigilan a todo mundo. Cuando lo presentaron ante el juez, Hayal coreó: "¡Orhan Pamuk, sé inteligente! Sé inteligente", o sea, una advertencia al novelista de que los escuadrones de la muerte no piensan detenerse con Dink.
En uno de sus últimos artículos Dink escribió: "Miro a mis alrededores y veo que todas las palomas conviven con todas las personas en este país, y hoy me siento como ellas. Me siento tan ansioso como ellas, pero también tan libre". Es evidencia de la clase de fuerzas quienes dominan a Turquía y al mundo hoy que el asesinato era la única respuesta que tienen a un hombre quien vivió la vida con tales sentimientos.

 

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