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Mundo, Argentina :: 17/03/2013

Bergoglio, la pobreza, los derechos humanos y la teología de la liberación

Hélène Sallon / Michael Löwy
Entrevista con Michael Löwy, sociólogo brasileño, analiza las relaciones del papa Francisco I con la teología de la liberación y su supuesto progresismo

Las relaciones con la teología de la liberación del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, primer papa originario de las Américas, provocan controversia. Bergoglio no ha dejado de denunciar el neoliberalismo, la corrupción, el clientelismo político y la pobreza. Él mismo, por lo demás, se declara muy influido por el arzobispo de San Salvador Óscar Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 a causa de sus manifestaciones públicas contra el ejército salvadoreño y a favor de los derechos humanos. Sin embargo, las concepciones sociales de Bergoglio, y su falta de compromiso contra la dictadura argentina (1976-1983) lo sitúan fuera de esa corriente.

Se le reconoce al papa Francisco I un fuerte compromiso con los pobres y a favor de un papel social de la Iglesia. ¿En qué se diferencian, sin embargo, sus concepciones sociales de las de la teologíaa de la liberación?

La posición de Jorge Bergoglio es la tradicional de la Iglesia: los pobres se consideran un objeto de atención, de compasión y de caridad. La concepción católica tradicional del pobre se traduce en actos de caridad mediante la asistencia social y las diversas ayudas a los más necesitados. Eso puede llegar hasta a una crítica de las condiciones económicas responsables de la pobreza. Ese tipo de críticas se pueden encontrar en Juan Pablo II, y también en el cardenal Bergoglio.

Para la teología de la liberación, los pobres tienen que ser los sujetos de su propia liberación, los actores de su propia historia. Salta a la vista la diferencia con la concepción tradicional de la Iglesia. Para la teología de la liberación, se trata de participar, a través de las comunidades de base y a través de las pastorales populares (pastoral de la tierra, pastoral obrera…), en las luchas y en la autoorganización de los pobres (obreros, parados, campesinos sin tierra, indígenas…) por su liberación. La emancipación de los pobres implica un cambio radical de sociedad. La teología de la liberación implica, así pues, la denuncia de las violaciones de los derechos del hombre y de las dictaduras militares, llegando incluso hasta el apoyo y la ayuda a quienes las combaten, como ha sido notoriamente el caso en la América Latina de los 70 y los 80 del siglo pasado.

A diferencia de ese manifiesto compromiso político de a teología de la liberación, el clero conservador puede intervenir más o menos en privado y hacer gestiones con los dictadores para pedir clemencia. De esa forma pretende Jorge Mario Bergoglio haber pedido y obtenido de la dictadura militar argentina la liberación de dos jesuitas encarcelados y torturados.

La controversia afecta al papel desempeñado por Jorge Mario Bergoglio durante la dictadura argentina. Para muchos, es culpable de haber cerrado los ojos, como toda la Iglesia argentina, a los crímenes de la dictadura, y algunos llegan a decir que él mismo estuvo implicado en la represión. ¿Qué piensa usted?

En la época de la dictadura militar argentina, que causó entre 1976 y 1983 decenas de miles de muertos y desaparecidos –diez veces más que bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile—, Jorge Mario Bergoglio se distinguió por una gran discreción. De su boca no salió la menor condena, ni siquiera la menor crítica de la dictadura. Peor aún: Jorge Mario Bergoglio era el superior de la orden de los jesuitas, y con esa autoridad retiró en mayo de 1978 la licencia religiosa a dos jesuitas que se habían comprometido mucho con los derechos de los pobres. Poco después, esos dos jesuitas, habiendo perdido la protección de la Iglesia, fueron detenidos y torturados en la siniestra escuela militar de la ESMA. Se ha acusado a Bergoglio de haber denunciado a sus dos antiguos colaboradores ante los militares, pero él siempre ha rechazado esta acusación. Queda el hecho de que al retirarles el apoyo de la Iglesia, permitió la intervención de los militares.

Para algunos, esta neutralidad impostada guarda relación con su voluntad de conservar la unidad de los jesuitas, alborotados por la teología de la liberación. Él tenía como divisa “mantener la no-politización de la Compañía de Jesús”. ¿Le resulta a usted comprensible esa posición?

No sólo los jesuitas; a todo el clero está obligado a mantenerse al margen de las posiciones políticas. Claro está que eso no ha impedido nunca a la Iglesia y a los jesuitas adoptar manifiestamente posiciones conservadoras y sostener a monarquías y dictaduras… La novedad ha sido la aparición de la teología de la liberación, con religiosos, religiosas, jesuitas y clero regular –a veces, incluso obispos— comprometidos con luchas sociales, con sindicatos obreros o campesinos, y aun con movimientos revolucionarios.

Igualmente, la pertenencia a la Compañía de Jesús no ha sido obstáculo para que muchos jesuitas se comprometieran con la emancipación de los pobres, con los derechos humanos y con palucha contra las dictaduras. Ignacio Ellacuría, el gran teólogo jesuita (1930-1989), tomó posición por la paz en el Salvador en los años 80 y fue asesinado por el régimen militar salvadoreño.

El propio Jorge Mario Bergoglio no ha dudado a la hora de meterse en una batalla política contra el gobierno argentino de centroizquierda de Cristina Kirchner, oponiéndose a una ley que autoriza el matrimonio homosexual. Esa oposición frontal de Bergoglio al gobierno de Cristina Kirchner en cuestiones como el aborto o el matrimonio gay también es política.

 Le Monde, 15 marzo 2013.

 

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