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Europa, Nacionales PP.Catalans :: 23/09/2014

Blanco sobre negro: El "No" escocés y el referendum catalán

La Haine - Mundo
No hay fiesta de la democracia ni voluntad popular expresada "libremente". Hay lucha interburguesa, lucha de clases y acumulación de fuerzas revolucionarias

Ganó el "No" a la independencia en Escocia por un 55% frente a un "Sí" que superó el 45%. Horas después de conocerse los resultados Mariano Rajoy realizó apocalípticas declaraciones, afirmando que "los escoceses han evitado las graves consecuencias económicas, sociales, institucionales y políticas que habría supuesto su separación del Reino Unido y de Europa". Por su parte el líder político de la burguesia catalana Artur Mas celebró la fiesta de la democracia británica, ya que por lo menos allí dejan votar a la gente. "Y estoy seguro de que habrían aceptado el resultado si hubiera ganado el Sí", señaló Mas.

No es verdad. No sólo no lo hubieran aceptado, ni siquiera hubieran aceptado la realización del referendum si hubieran temido verdaderamente un triunfo del "Sí". No ha habido fiesta de la democracia ni voluntad popular expresada "libremente". Lo que ha habido en el Reino Unido ha sido una lucha interburguesa en la que Londres ha salido ampliamente beneficiada. Y por supuesto que el pueblo ha votado y se ha expresado, sobre todo la izquierda independentista lo tomó como una oportunidad y bien hecho está, sin embargo el contexto del referendum ha tenido elementos que hay que destacar y que son útiles para la coyuntura existente en el Estado español.

Correlación de fuerzas

El ministro principal de Escocia Alex Salmond anuncia el referendum en enero de 2012, es decir, cerca de 3 años antes de su celebración. Inicialmente el primer ministro Británico David Cameron acepta el referendum porque sabe que el "No" es mayoritario.

Desde ese mismo momento la maquitaria de propaganda inglesa, consciente de la magnitud del berenjenal en el que se está metiendo, empieza a funcionar a todo gas, machacando a la población con los beneficios del unionismo y las catástrofes varias que supondría una hipotética independencia escocesa.

Hasta hace un año todavía la burguesía escocesa no había abordado la movilización del voto por el "Sí" con seriedad. Todo el mundo sabe que existe una conciencia escocesa, un idioma (el gaélico) y una amplia cultura que hace de caldo de cultivo para una posible y justificada independencia. Pero si eso no se moviliza hacia el objetivo de ganar el referendum, lo que ocurre y ha ocurrido es que la campaña del miedo desatada por Inglaterra surte efecto y la gente acaba comprando el mensaje de "me siento escocés pero la independencia no es necesaria".

La campaña por el "Sí" fue impulsada por la izquierda independentista con determinación y unidad, aunque con medios excesivamente humildes, mientras la burguesía escocesa lo hizo demasiado tarde. Sólo en la recta final empezaron a contrarrestarse los argumentos ingleses, empezaron a verse carteles de "Yes" en las ventanas de las casas escocesas y los puestos de información en las plazas de pueblos y ciudades. Por eso a finales de verano la clase política inglesa se asustó cuando apareció una encuesta que situaba al independentismo a punto de la victoria; lo utilizó para elevar todavía más la alarma y seguir activando el "No". Pero es normal el susto. El "Sí" ganó en Glasgow, la ciudad más grande de Escocia, con fuerte tradición de lucha obrera e internacionalista. No es poca cosa. Sin embargo perdió practicamente en el resto del territorio, incluyendo áreas del norte de Escocia donde el gaélico está mucho más presente.

En la imagen vemos que el área azul es aquella donde ganó el "Sí" y el área amarilla es donde ganó el "No".

Los cálculos de la burguesía inglesa habían funcionado. Ahora no sólo seguirán teniendo al pueblo y los recursos escoceses amarrados por una buena temporada más sino que encima pueden presumir frente al mundo de ser un ejemplo democrático. La victoria es redonda.

Y para los focos de resistencia un aviso: los ingleses tienen su contigente de apoyo en Glasgow también. El día en que se conocieron los resultados del referendum el "No" salió a las calles de Glasgow a celebrar y a enfrentarse a los seguidores del "Sí" que llevaban semanas con un puesto informativo en la céntrica plaza George Square. Cientos de unionistas, muchos seguidores del equipo de fútbol "Rangers", colonos ingleses, borrachos y violentos, provocaron a los independentistas e incluso llegaron a enfrentarse físicamente a la policía, quien inicialmente hizo un cordón de separación aunque poco después se vio desbordada.


En definitiva, bien jugado por parte de la burguesía inglesa. Ahora bien, pongamos la lupa en lo importante: Inglaterra sabía que el sentimiento escocés estaba desmovilizado, que el idioma gaélico es actualmente muy débil en comparación con otros lugares como, por ejemplo, Euskal Herria, Països Catalans o Galiza. No es una fiesta de la democracia, es apostar por el caballo ganador. Es jugar a la lotería cuando ya conoces el número premiado.

En todo caso si bien en términos globales la victoria es del unionismo, el pueblo escocés y en particular la izquierda independentista ha vivido un trascendental proceso histórico, de organización y de toma de conciencia. Estos deben ser los mimbres para continuar trabajando y construyendo. La victoria del "No" en ningún caso es un fracaso, es un resultado que aporta valiosa información acerca del camino a seguir. En realidad ser mayoría es un objetivo alcanzable y eso también ha quedado claro el pasado 18 de septiembre.

Catalunya

La burguesía dominante, en este caso la española, sólo juega a permitir el referendum si el caballo ganador es el suyo. Si sabe que puede perder entonces alude a los argumentos sobre legalidad, imposición y un largo blablabla. El pueblo catalán está mucho más movilizado que el escocés, y su cultura más implantada en ciertos aspectos. Por eso estamos presenciando una lucha entre las burguesías catalana y española, y al mismo tiempo una izquierda independentista presionando a la burguesía catalana para que no ceda, a través de llamamientos a la desobediencia. De la fuerza real que el conjunto de la izquierda indepentista logre desarrollar dependen los beneficios que el pueblo catalán pueda sacar de este proceso.

Por tanto el escenario es claro: no hay fiesta de la democracia ni voluntad popular expresada "libremente". Hay lucha interburguesa, lucha de clases y acumulación de fuerzas revolucionarias.

 

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