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Medio Oriente, EE.UU. :: 10/10/2014

Bombardeo de EEUU en Siria abre nueva guerra en Medio Oriente

John Catalinotto
Sería un grave error si alguien en el movimiento estadounidense contra la guerra creyera que EEUU está haciendo algo progresista al enfrentarse con ISIS en la región

La máquina militar estadounidense ha abierto una nueva campaña de bombardeos, y ahora dentro de los límites de un estado soberano, Siria, sin invitación del gobierno de Damasco. Cada escalada solidifica la nueva guerra de EEUU contra los pueblos de esa región.

EEUU está bombardeando bajo la cubierta de lo que el presidente Barack Obama llama una “guerra contra el ISIL.” ISIL es una de las siglas que se utilizan para la organización que se autodenomina Estado Islámico, también conocido como ISIS. Obama admite que esta guerra puede durar años y hace la dudosa afirmación de que será librada sin tropas de combate estadounidenses.

Aviones de combate y barcos estadounidenses comenzaron los ataques dentro de Siria el 23 de septiembre. Esta agresión no tenía la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU ni de la OTAN. El único “apoyo internacional” de Obama es su “coalición” de lacayos de la OTAN y las monarquías árabes, que son tan represivas y reaccionarias como el Estado Islámico.

El 23 de septiembre, el 'New York Times' informó que las fuerzas estadounidenses desataron “un torrente de misiles crucero y bombas guiadas de precisión desde aire y mar sobre Raqqa, la capital de facto de los militantes [en el norte de Siria] y a lo largo de la porosa frontera de Irak”.

Estas “bombas de precisión” supuestamente volaron edificios que ISIS utilizaba como sede, destruyeron algunos equipos y mataron a algunos combatientes ISIS. Además, mataron al menos ocho civiles. La mayor parte de las armas pesadas que ISIS posee son de fabricación estadounidense, muchas de estas capturadas en Irak.

En días siguientes, los aviones de guerra de EEUU, con mínima participación de los aliados, bombardearon refinerías de petróleo en Siria que se encontraban en las zonas administradas por ISIS. También informaron que aviones estadounidenses bombardearon posiciones ISIS en una batalla entre ISIS y las fuerzas kurdas que tiene lugar en la región kurda de Siria, cerca de la frontera con Turquía.

El ejército de EEUU nombró a cinco estados árabes – Bahréin, Jordania, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos – que participaron en los ataques. Informes posteriores aclararon que el Pentágono ejecutó casi todos los ataques con bombas y cohetes. Los otros estados – monarquías y dictaduras que disparan o incluso decapitan a sus propios disidentes civiles – estuvieron allí como figurines para esta imposición de los intereses estratégicos y económicos de Estados Unidos.

Después el perpetuo socio menor de Washington llegó a bordo. Londres se había unido antes a las agresiones de EEUU contra Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia. Hace un año, los británicos tuvieron que abstenerse de unirse al ataque de EEUU en Siria cuando el Parlamento británico negó su aprobación.

Esta vez, Londres se unió al llamado de guerra contra ISIS cuando el Parlamento votó “sí” el 26 de septiembre para apoyar a EEUU. Pero limitó esta aprobación a los ataques aéreos contra Irak, no en Siria. Australia, Francia, los Países Bajos, Bélgica y Dinamarca también se unieron, pero las potencias europeas dijeron que se quedarán fuera de los bombardeos en Siria y no suministrarán tropas en tierra.

Militarismo EEUU enfrenta contradicciones

El surgimiento de ISIS controlando grandes zonas de Irak y Siria desafiando las posiciones de EEUU, ha puesto a Washington en un mar de obvias contradicciones que ahora se debaten en programas televisivos y páginas editoriales de los medios corporativos.

Una de ellas es la ambivalente relación de Washington con ISIS, al-Qaida y otros grupos similares. EEUU armó y elogió a estas organizaciones en la década de 1980 en Afganistán y más recientemente en Libia contra Muamar Gadafi y en Siria contra Bashar al-Assad. Arabia Saudita es la sede de la ideología fundamentalista de al-Qaida y sus ricos gobernantes financian a estos grupos.

Otra contradicción aparece cuando se ven las fuerzas de la región que están realmente luchando con “botas en el terreno” en contra de ISIS. Está el ejército sirio de Al-Assad, a quien EEUU ha satanizado y tratado como un enemigo.

También la organización Hizbolá en el Líbano, mejor conocida por resistir la agresión israelí.  Y están las organizaciones guerrilleras kurdas: el YGP (Unidades de Protección del Pueblo Kurdo) con sede en la región kurda de Siria y el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) basado en el Kurdistán en Turquía.  Hasta ahora, EEUU ha definido los tres grupos como “terroristas”, sin embargo, son los enemigos principales de ISIS.

Hasta ahora, el plan de la administración para poner “botas en el terreno” consiste en que Arabia Saudita entrene a 5.000 combatientes del llamado Ejército Libre de Siria.  Esto parece absurdo, y sería ridículo, pero recordemos lo que Washington hace cuando se enfrenta con un problema insoluble: hace un problema más grande.  En este caso resulta en mandar tropas estadounidenses y su armamento más grande.

¡Alto a la guerra estadounidense!

Sería un grave error si alguien en el movimiento estadounidense contra la guerra creyera que EEUU pudiera estar haciendo algo progresista al enfrentarse con ISIS en esa región.  Todas las declaraciones de Obama sobre rescatar a minorías religiosas, hacer una intervención “humanitaria” y detener las atrocidades de ISIS, ya han sido expuestas como pretextos para la protección y expansión de los intereses petroleros en Erbil, en el Kurdistán iraquí y para la reinstalación de tropas y bases estadounidenses en Irak.

La gran alianza “anti-ISIS” de Obama está compuesta por las antiguas potencias coloniales de Europa por un lado, y por el otro, las tiranías árabes que asesinan y encarcelan a sus propios disidentes.  Aunque se odie a ISIS, hay que admitir que estos estados, y especialmente EEUU, han matado a millones de no combatientes en la región durante los últimos 23 años.  ISIS tiene un largo camino por recorrer para igualar las masacres por bombas y sanciones de los Estados Unidos.

Uno de los líderes revolucionarios más respetados en la región, Hassan Nasrallah de Hizbolá en el Líbano, argumentó en contra de que el Líbano entrara en la coalición encabezada por EEUU aunque Hizbolá lucha contra ISIS.  En declaraciones el 25 de septiembre, Nasrallah señaló que EEUU “es la fuente del terrorismo en el mundo ... es el máximo partidario de la entidad sionista terrorista ... fabricó o jugó un papel en la organización de estos movimientos terroristas Takfiri ... [es] el lado que atacó a Japón con bombas nucleares, cometió atrocidades en la guerra de Vietnam, ha apoyado a Netanyahu en la guerra de 50 días contra Gaza y no es elegible moralmente a presentarse como combatiente de terrorismo o como líder de una coalición internacional para atacar al terrorismo”.

Desde Damasco el 24 de septiembre, el Partido Comunista de Siria emitió una declaración llamando el bombardeo estadounidense una “violación flagrante del derecho internacional que viola la soberanía nacional de un estado independiente ... bajo el pretexto de luchar contra organizaciones terroristas.  Las mismas organizaciones fueron creadas en los laboratorios de los círculos de inteligencia imperialistas, especialmente las agencias de inteligencia británica y estadounidense, con la contribución activa de los círculos sionistas, para crear un pretexto para la intervención y agresión imperialista global contra los países de la región”.

Las/os anti-imperialistas en EEUU deben ser tan firmes como sus camaradas en el exterior que mientras luchan contra ISIS en el terreno, reconocen el papel reaccionario de la coalición imperialista estadounidense y su asalto criminal dentro de Siria.

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