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Venezuela :: 23/05/2017

Claves para comprender lo que sucede en Venezuela en el espejo de la historia latinoamericana

Guillermo Cieza
Si en las movilizaciones de la derecha solo se ven jóvenes ricos, rubios y de ojos claros y en las del chavismo negros, mestizos y originarios pobres, ya hay un primer indicio

En Venezuela, en el último mes, se han producido acciones violentas que han dejado un saldo de 45 fallecidos y más de 900 heridos. La derecha y una feroz ofensiva mediática internacional han culpado de esas víctimas a la represión del gobierno de Nicolás Maduro. Sin embargo, el análisis de las causas y circunstancias de los asesinatos y fallecimientos en cada caso puntual ratifica el perfil de los cuatro primeros muertos de esta serie luctuosa, iniciada con las movilizaciones del 19 de abril de 2017.

-La joven Paola Ramírez fue asesinada cuando un dirigente opositor perteneciente al partido Vente Venezuela disparó contra un supuesto “colectivo chavista” y le impactó por error.

-Almelina Carrilo fue asesinada cuando participaba en una manifestación chavista y un abogado opositor le lanzó una botella de agua congelada desde un edificio.

-Neumar Sanclemente era un Guardia Nacional Bolivariano asesinado intentando dispersar una guarimba.

-Carlos Moreno de 17 años fue asesinado en un robo común, no participaba de la movilización.

Ese perfil es el mismo de las víctimas de las guarimbas de 2014, donde sobre 41 fallecidos solo en seis casos se han identificado responsabilidades de fuerzas represivas del gobierno. Los demás son asesinatos de la oposición, victimas de armas de fuego o explosivos caseros portados por los manifestantes de la derecha o delitos comunes que pretendieron ser presentados como políticos. La combinación de ofensiva diplomática, guerra económica, ahogo financiero, violencia paramilitar, actos de terrorismo de corte fascista, y la campaña mediática que se despliega contra el Gobierno y el pueblo bolivariano, parece inexplicable, pero no lo es tanto si lo miramos en el espejo de nuestra propia historia latinoamericana.

Chile

Tratando de explicar lo que sucede en Venezuela, es frecuente la comparación con lo sucedido con el gobierno de Salvador Allende, en Chile, derrocado en 1973.

Hay coincidencias evidentes. En distintas actividades de formación, en diferentes puntos del territorio venezolano con un público popular, proyectamos la parte 3 (El Poder Popular) de la magnifica película “La Batalla de Chile” de Patricio Guzmán. Este capitulo hace referencia a distintas iniciativas surgidas desde los cordones industriales y comités campesinos, como fueron los almacenes comunitarios, destinados a enfrentar la acaparación y el desabastecimiento que promovía la derecha para desestabilizar al gobierno de la Unidad Popular. Pasaban pocos minutos para que, con la espontaneidad que caracteriza al pueblo venezolano, surgieran los comentarios a viva voz: “igualito de lo que esta pasando aquí”, “esconden los alimentos como los escuálidos”, etc.

No había que agregar nada sobre esa película, la vivían todos los días. Sin embargo agregaría que para explicar mejor lo que está sucediendo en Venezuela hay que apelar además a la referencia de otras historias latinoamericanas.

Paraguay

En la Argentina, cuando salimos de los espacios militantes mas informados y nos encontramos con compañeras y compañeros de base, bombardeadas por las redes mediáticas, explicar lo que sucede en Venezuela es complicado. Quienes mayoritariamente se informan por los 8 canales de televisión abiertos, con la honrosísima excepción de las intervenciones de Pedro Brieguer en un reducido segmento de C5N (en el resto de la programación C5N están en línea con el resto de los canales), nos preguntan por qué seguimos defendiendo al proceso bolivariano.

Personalmente celebro cuando en un espacio de asamblea, reunión o experiencia formativo, participan compañeras de origen paraguayo. Porque para quienes conocen la historia del Paraguay, para quienes han conservado su historia trasmitida desde generaciones apelando al refugio del idioma guaraní, saben lo que significa el hecho de que un pueblo y un país pueda ser demonizado y castigado por su pretensión de ser diferente, por haberse convertido en “un buen ejemplo” para los pueblos, y “un mal ejemplo”, para los gobiernos oligárquicos vecinos y las potencias imperiales.

Paraguay fue arrasado en el siglo XIX por la Guerra de la Triple Alianza inspirada, por Gran Bretaña y ejecutada por Argentina, Brasil y Uruguay. Asesinaron a cuatro quintas partes de la población masculina. El Paraguay que fue destruido era la primera potencia de Sudamérica, pero además el país con más justicia y educación, con menos pobreza del continente.

Aquel país ejemplo de libertad y vida apacible, que había estado al margen de las guerras de su época, fue transformado por las versiones de los principales diarios de aquellos tiempos en un país de bandidos y asesinos, en una dictadura feroz que amenazaba a su pueblo y a todo el continente.

Cuando decimos que lo que ocurre en Venezuela es igualito a lo que sucedía en Paraguay cuando se estaba preparando la Guerra de la Triple Alianza, no es necesario explicar mucho más. Basta cambiar algunos nombres. La potencia imperial es ahora EEUU, los que rodean a Venezuela como una tenaza son Colombia, Brasil y Guyana. También Perú, Argentina y Panamá pueden ser parte de la invasión genocida. Al experimento socialista de Venezuela le ocurre lo mismo que le ocurrió al Paraguay de las “estancias de la Patria”, de Gaspar Rodríguez de Francia y los López. No atacan a esos gobiernos y procesos populares por sus defectos, sino por sus virtudes.

Cuba

La feroz campaña mediática realizada contra el bolivarianismo, tiene como uno de sus antecedentes la campaña realizada contra Cuba en los primeros años de la Revolución.

“…la campaña contra el gobierno alcanza una intensidad jamás vista en la historia, las agencias que monopolizaban el mercado mundial de noticias pusieron en marcha esa catarata de basura informativa que dura hasta hoy, preparando el terreno para la cadena de agresiones que iba a culminar en Playa Girón”. Rodolfo Walsh.1961

“Desde el anciano Repetto hasta Rogelio Frigerio, todos los que en la Argentina creían políticamente oportuno pro­nunciarse contra Cuba, hablaban –hasta hace poco ex cáthedra. El método tenía sus inconvenientes. Obligaba a generalidades teóricas que estaban, por así decirlo, remanyadas. Supongo que fue entonces cuando surgió la idea de mandar algunos enviados especia­les que pudieran decir, al menos, que estuvieron en la calle Zanja, o comieron en la Bodeguita del Medio. Con eso y algunas postales del Morro, se lograba la atmósfera necesaria para poder mentir con la im­punidad del 'yo estuve'". Rodolfo Walsh. Publicado en La Habana.1961

“¿Hace falta seguir? ¿Hace falta explicar que el artículo, la serie, todo lo que escriba sobre Cuba este señor Chirusi es la versión nove­lada de una imaginaria aventura?” Rodolfo Walsh, 1961

“El pensamiento colonial utiliza el monopolio de la difusión para derramar una catarata de discursos, declaraciones, manifiestos, conferencias, editoriales, solicitadas, pastorales, etc., para confundir a la masa. En el caso de Cuba, sólo se difunden groseras tergiversaciones, embustes y planteos arbitrarios.”… “Hay una sucesión de trampas. Todos los datos son falsos, al punto que la mentira de ayer es desmentida por la mentira de hoy. Entrevista con John William Cooke de Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero.1961.

En el campo del pensamiento de la izquierda y el progresismo hay una opinión unánime que rechaza las “tergiversaciones y embustes” que se difundieron contra Cuba en la década del 60. Pero cuando esas mismas “tergiversaciones y embustes” se aplican en la actualidad a Venezuela, no faltan los que las consienten, los que las aprueban con declaraciones oblicuas, los que en nombre de la revolución perfecta se suman al coro de la derecha.

Las opiniones sobre las revoluciones, o aún sobre las rebeliones populares, sobre todos los gigantescos e imperfectos esfuerzos de los pueblos para resistir y cambiar la sociedad, tienen escaso valor cuando se juzgan hechos pasados. Lo que permite medir la calidad de un intelectual, un comunicador o una fuerza política son sus definiciones cuando la realidad quema, donde salir a enfrentar la prensa de guerra de la derecha significa arriesgar prestigio, figuración académica, [invitaciones] y reconocimiento politico. La orientación de las argumentaciones, por derecha o por izquierda, es menos importante que la decisión de apoyar a condenar un esfuerzo popular en problemas, rechazando o avalando invasiones imperiales o golpes de la derecha.

Argentina

También lo ocurrido en la Argentina en la década del 70 puede ayudarnos a interpretar lo que ocurre en Venezuela

La consigna de que “las luchas de los derechos humanos son de todos”, parte de la valoración correcta de que esas luchas no deben partidizarse, pero también puede inducirnos a la idea propuesta por la nueva derecha de que cualquier sector de la sociedad argentina puede hacerse cargo de la bandera de los derechos humanos. Algo así como que los derechos humanos son algo totalmente ajeno a los proyectos de país en disputa y la lucha de clases.

Desde esta mirada el genocidio cometido por la dictadura habría sido provocado por un súbito ataque de locura de mandos militares que por causas ocultas se lanzaron a hacer desaparecer personas, torturar, asesinar y robarse bebés.

No fue eso lo sucedido. Desde finales de los 60 se empezaron a producir en el país enormes puebladas populares (la mas conocida fue El Cordobazo), que pusieron límites a las pretensiones de la dictadura de la autotitulada “Revolución Argentina” de eternizarse en el poder politico. También por esos años empezaron a desplegarse organizaciones politico-militares de izquierda, que alcanzaron un cierto nivel operativo y ganaron simpatías en el pueblo. A principio de los setenta los militares se vieron obligados a aceptar el regreso del líder político de oposición, Juan Domingo Perón, que volvió al país en el marco de gigantescas movilizaciones populares (no menos de dos millones de personas en Ezeiza).

La defección política del gobierno de Perón no paralizó la movilización popular, que trasladó su escenario principal a las fábricas, donde los trabajadores protagonizaron en los años 74-75 el pico mas alto de las luchas sindicales en la historia del país, batiendo récords mundiales en la conflictividad obrera. Esas luchas no solo fueron importantes por su cantidad, sino también por su calidad, ya que se organizaron al margen de la burocracia sindical y apelando a las bajas programadas de producción y otras formas de control obrero.

En todo ese período las organizaciones políticas populares más avanzadas, que alcanzaron masividad e influencia política, propusieron el horizonte estratégico del Socialismo.

Resumiendo podemos decir que el ciclo de luchas 1969-1976, puso en cuestión la hegemonía de las clases dominantes en la Argentina, y que su respuesta fue acorde con el desafío planteado. Esa respuesta incluye al genocidio, pero no se limita a la violación masiva de derechos humanos. La dictadura produjo una gigantesca apropiación de recursos por parte de la burguesía local, expresados en la quita a los trabajadores de conquistas sociales, convenios laborales, salarios y puestos de trabajo. La dictadura también refundó el proyecto de país, promoviendo la matriz neoliberal.

El caso argentino se diferencia del bolivariano porque en ese país la víctima fue un proceso popular y no un gobierno popular. Debemos recordar que durante el Gobierno de Isabel Martínez, que fue derrocado, ya se habían tomado las primeras medidas económicas de corte neoliberal y se produjeron alrededor de 3000 asesinatos políticos a manos de las 3 A. Las experiencias se parecen porque la ofensiva que se ejerce contra el pueblo y gobierno bolivariano no pretende enmendar errores o recuperar la democracia, sino castigar el atrevimiento de intentar un experimento politico-social de horizonte socialista. Y además va a promover una gigantesca apropiación de la burguesía local y el imperio de las abundantes reservas petroleras y mineras del país.

Nicaragua

Cuando se alude a que Venezuela está entrando en un escenario “nicaragüense”, nos estamos refiriendo a la experiencia vivida en ese país entre 1979 y 1989. Los sandinistas llegaron al gobierno mediante la lucha armada. Derrocaron al gobierno de Somoza e intentaron poner en marcha un proyecto popular que tropezó desde el primer momento con enormes dificultades. Nicaragua fue sometida a fuertes presiones económicas, pero además a una agresión militar sistemáticas que protagonizaron los “contras”, entrenados y financiados por EEUU.

La agresión paramilitar prolongó el desangre del pueblo nicaragüense. Los sandinistas perdieron miles de militantes y buena parte de sus mejores cuadros en la lucha por el tomar el poder y los siguieron perdiendo en las batallas contra “los contras”. El proceso popular de Nicaragua fue sometido a un descalabro económico, a un debilitamiento de sus conducciones políticas y a un progresivo desánimo de la población, harta de tantas penurias económicas y de tanta guerra. Finalmente la derecha retomo el gobierno por elecciones con el triunfo de Violeta Chamorro en 1989.

Las presión combinada de acción diplomática, guerra económica y acción paramilitar sobre el pueblo y el Gobierno que protagonizan un proceso transformador emparentan a los procesos del bolivarianismo y el sandinismo. La circunstancia de que una franja importante de la población, no menor del 30%, como consecuencia de esas presiones y también de los errores de los gobiernos empieza a retirarse de la política, o al menos de la adhesión activa al oficialismo, también es coincidente.

Para no poner en un mismo plano los diferentes elementos que se combinan en una situación compleja creo que hay que resaltar que, al igual que lo ocurrido en Paraguay y en Nicaragua, el gobierno y el pueblo de Venezuela están pagando la osadía de intentar un proyecto diferente, más justo y más humano.

Ser de izquierda o votar a la izquierda es aceptable mientras no se supere la marginalidad política, pero cuando fuerzas de izquierda alcanzan triunfos y relativos avances en la tarea de transformar la sociedad, la respuesta de la derecha local y de las potencias imperiales es contundente. El precio por desafiar al sistema capitalista y al orden imperial se paga con la demonización, la muerte y múltiples penurias económicas

En esas circunstancias tan duras, no es sorprendente que una parte del propio pueblo empiece a preguntarse si vale la pena tanto esfuerzo. También es cierto que en esas circunstancias es muy importante que los gobiernos y las fuerzas que lideran el proceso cometan lo menores errores posibles. Porque los errores desmoralizan y mucha veces desde la sobreactuación de los errores, se justifica la pasividad o la defección.

Algunas conclusiones

La propuesta de buscar claves en nuestra propia historia latinoamericana para ayudarnos a comprender lo que sucede en Venezuela, no pretende ocultar que el proceso bolivariano tiene sus propias originalidades.

Es evidente además que los mecanismos y presiones para acorralar y desestabilizar a un gobierno popular no son los mismos que en la década del 60 y el 70. Pero existen continuidades y coincidencias que siendo resaltadas aportan a la comprensión política.

Finalmente debe reconocerse que mas allá de las opiniones de los intelectuales, comunicadores o fuerzas políticas existen las opiniones y síntesis políticas que van construyendo los propios pueblos.

Si para los primeros solo habría que llevar un registro de sus opiniones, para que en el futuro sean valorados por lo que dijeron o dejaron de decir en los momentos críticos, cuando la realidad ardía, para las opiniones que van construyendo los pueblos corresponden otras observaciones.

La primera sería no apresurarse en las caracterizaciones, porque esas síntesis, esas valoraciones, se construyen por caminos diferentes, en forma más lentas y por procedimientos mucho más complejos. En esa construcción debe valorarse que la propia condición de oprimidos y ninguneados permite identificar, olfatear, a sus iguales en el continente. Pueden sentirlos por su forma de hablar, por el color de su piel y también por sus enemigos.

Si en las movilizaciones de la oposición venezolana solo se ven jóvenes ricos, rubios y de ojos claros y en las del chavismo negros, mestizos y originarios pobres, ya tienen un primer indicio. Si Macri, aborrece a Venezuela, el gobierno chavista no puede ser tan malo. Si Chávez fue enemigo de EEUU y Maduro sigue siendo acosado, algún interés patriótico debe estar defendiendo. Los de abajo, a diferencia de las clases medias que viven cambiando de opinión, construyen posiciones lentas, pero sólidas y que permanecen en el tiempo.

Han pasado 150 años desde que la Revolución Paraguaya fue aniquilada y no han podido convencer al pueblo guaraní de que aquel esfuerzo no valió la pena.

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