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Venezuela :: 19/12/2015

Con un comandante al frente

Marco Teruggi
Mantener el diálogo directo con los sectores organizados, cogobernar, construir el vínculo entre poder instituido y poder constituyente, hacer más poder el poder popular

Ante nosotros se ha abierto un tiempo que se acerca como un disparo. Lo saben los movimientos sociales, las comunas, los chavistas de a pie, los cinco millones seiscientos mil votos nuestros, los chavistas que esta vez no votaron -un millón novecientos mil- y que de a poco y de a golpes irán sintiendo los vidrios bajo los pies. En cada declaración de la derecha quedan más claro sus planes, lo que se esconde detrás del cambio y la manito. Todavía faltan los actos, todos los intentos que harán. Ya tienen armada la lista de leyes a derogar, y el intento de revocatorio presidencial. Entre su inteligencia para construir hegemonía y su odio de clase enceguecedor estará parte de su dilema. Esto recién comienza, la etapa cambió, como si se le pudieran ver los huesos a la historia, al enfrentamiento de clase en su más alto nivel: la revolución enfrentada a la contrarrevolución. Solo dos salidas posibles.

Recién comienza, sí. El momento más difícil del proceso bolivariano. Marcado por el desgaste impuesto con la guerra económica. Los ataques mediáticos destinados a las neurosis de masas. Los miedos. Los flujos y reflujos propios de todo movimiento popular, la realidad de la organización popular que nunca será perfecta, ni acabada. Para diferentes etapas políticas corresponden diferentes formas organizativas. Y en estos 16 años chavistas han habido centenares de experiencias organizativas diferentes (realizar un listado histórico al igual que una radiografía actual demandaría un trabajo de largo aliento) para saldar deudas históricas y avanzar en los objetivos de la transición: la construcción del Estado comunal. Entre las cosas que han tenido en común, una ha sido resaltante: el diálogo directo -o el intento del mismo- con Hugo Chávez. Hablar mano a mano con él. Como fue el caso del Movimiento de Pobladores, para nombrar una imagen que emerge con claridad. Entre las razones de la búsqueda de ese diálogo estuvo siempre la confianza en el Comandante y el señalamiento de los círculos burocráticos, la las estructuras intermedias ineficientes, las resistencias por transferir, abrir, ceder.

Ese camino buscó continuar Nicolás Maduro. Con el Gobierno de Calle primero. Los Consejos Presidenciales de Gobierno Popular después. Para mantener ese diálogo directo con los sectores organizados, para cogobernar, construir el vínculo entre poder instituido y poder constituyente, hacer más poder el poder popular. Por una necesidad suya y de la organización popular. No hay comuna que no pida ese puente, que no manifieste su dificultad/imposibilidad para trabajar con alcaldías, gobernaciones, gabinetes estadales de ministerios, ministros etc. De lo local a lo nacional, el salto por arriba de las estructuras intermedias, el corazón burocrático. Ese que ha resultado ser uno de los más cuestionados después del 6D. Porque la arrechera/bronca ha encontrado su punto de señalamiento, y ese es. Entre otros. Como también parte de la conducción del Psuv. No hay que adivinarlo. Se dice, en las calles, en las asambleas populares que se van multiplicando en las barriadas, campos y plazas Bolívar.

Y el tiempo. Ese disparo dado hace tres años con el inicio de la guerra económica, y que ya viene de frente. ¿Qué hacer, ya, con el corazón burocrático, con ese entramado poderoso que impide, resta votos, apoyo, sabotea el protagonismo popular, le aporta aguas a la guerra económica? Lo primero: escuchar al pueblo. Sus diferentes organizaciones, sus verdades sin toldos rojos, viandas, aguas, cornetas, cámaras, felicidad de vivienda, propaganda ya casi estéril. Comprender lo acumulado, lo arrastrado, dicho por quienes no cambiarán de franela, harán acuerdos, se subirán a barcos, aviones y helicópteros. Que duela. Que quemen las palabras dichas para hacer de la revolución más revolución, única posibilidad de que no gane la contrarrevolución -aquella que borrará a todas las partes del chavismo salvo, y no es seguro, a los traidores enriquecidos. Por allí. Como aprendimos desde los inicios de militancia: es preferible equivocarse con el pueblo que acertar con los burócratas. Y ese pueblo, una de sus tantas expresiones, fue quien se movilizó al Palacio de Miraflores. Con autocrítica: “Chávez nos decía que hiciéramos parlamentarismo de calle y no lo hemos hecho”. La voz: Mariela Machado, una dirigente popular que carga en ella la fuerza chavista.

Allí estaba. Y se acercó Nicolás Maduro. A hablar ante todos y a llamar a una reunión con 200 voceros. A construir el puente, comenzar por diagnosticar la actual situación de los sectores populares, termómetro que tienen los movimientos populares. Comprender qué se ha venido arrastrando que tanto ha dañado, cómo se le mintió, dónde se falló, y sobre todo cómo seguir, con los cargos de los ministros puestos a la orden desde el martes por la noche, a menos de un mes de que la Asamblea Nacional quede con mayoría calificada de la oposición, que buscará desde allí construir el Golpe de Estado. Construir propuestas de conjunto. El tiempo, sí. Y la necesidad de la conducción política, más clara que nunca, puesta en él, Nicolás Maduro, centro de los ataques mediáticos desde marzo del 2013, quien demostró -una vez más- su capacidad como dirigente, como conductor de una fuerza de la cual se sabe su potencia inmensa, así como sus diferentes visiones a lo interno.

La actual etapa tiene a su comandante. Debe tener también y sobre todo una conducción colectiva, con epicentros en las variadas formas de organización -un Psuv revisado con furia, un Gran Polo Patriótico como espacio real y democrático de múltiples confluencias, Consejos Presidenciales de Gobierno Popular efectivos, movimientos sociales con plataformas unitarias- en diálogo directo con el presidente. Seguramente se deberán rever algunas de las formas organizativas. En esta etapa habrá que inventar, retomar la esencia salvaje, autónoma y rebelde del chavismo constituyente, articulada con organicidad. Todos debemos ser mejor, hacer más. Reconocer, en este caso, que escribir es vital aunque nunca suficiente. Otra vieja lección aprendida en los inicios de militancia.

https://comoelvientoenlanoche.wordpress.com

 

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