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Medio Oriente, EE.UU. :: 22/08/2015

Descubra cual es el verdadero ejército de defensa israeli: el congreso del régimen estadounidense

Jeffrey St. Clair
Los mecanismos de la máquina asesina del régimen sionista siguen funcionando con total impunidad, cada masacre envalentona cada vez más a los culpables

Todo comenzó una tarde más bien triste en Cisjordania. Nada fuera de lo común. Una vez más se sepulta a un joven palestino lleno de porvenir muerto demasiado pronto. Bajo la sombra aplastante del Muro y en la mira de los soldados israelíes, más de 200 personas, en duelo marchan por la calle pavimentada que desciende hasta el viejo cementerio, en el pueblo de Beit Ummar. Se oyen gritos airados acusando a los soldados de una enésima inútil muerte.

Las exequias se realizan en honor de Jafaar Awad, un estudiante. Apenas dos meses después de haber sido liberado de una cárcel israelí, en la que se agravara su enfermedad por la falta de atención médica, cayó en coma. No tenía más de 22 años al morir convirtiéndose así en el último de una larga lista de prisioneros palestinos muertos en las manos negligentes de los carceleros israelíes. Mientras su familia se reunía alrededor de su tumba, el Ejército de "Defensa" de Israel (ADI) lanzaba varias bombas lacrimógenas al cortejo fúnebre, dispersando a la estupefacta concurrencia. Se escuchan armas automáticas, la concurrencia en duelo se deja ametrallar. Varias personas son heridas, entre ellas el primo de Jafaar, Ziad Awad. A él lo hieren en la espalda, la bala impacta en su columna vertebral. Conducido al hospital Al Ahli de Hebron, muere a causa de las heridas. Tenía 28 años.

Algunas horas después del asesinato de Ziad por los francotiradores israelíes, la ADI emite una declaración apenas detallada en la que explica que los soldados israelíes atacaron al grupo como respuesta a las piedras que les arrojaban.

Estoy sorprendido de ver que el ADI se tome todavía el trabajo de justificar un asesinato que se ha convertido en moneda corriente: frente a muchachos que lanzan piedras, o juegan con guijarros, saltan a la cuerda, soplan burbujas o cubren con tierra una tumba a cielo abierto. No tienen más elección que abrir fuego

Los palestinos no tienen ningún recurso ante estas masacres: no existe ningún tribunal que discuta la legitimidad de esos fusilamientos, ninguna manera de obtener alguna compensación por las facturas médicas, el dolor, el sufrimiento o los días de trabajo perdidos, ninguna manera de obtener justicias para los muertos. ¿Cuántas perdidas, miseria y humillaciones deberá seguir aún sufriendo el pueblo palestino?

El Estado de Israel no fue nunca tan violento, el precio de sangre pagado por los palestinos no ha sido nunca mayor. En 2014 las fuerzas israelíes han matado más de 2.300 palestinos y han herido a más de 17 mil. Estas cifra constituyen el peor balance desde la intensificación de la presencia de Israel en Cisjordania y la Franja de Gaza luego de la guerra de los seis días de 1967. El hecho más cruento cometido por Israel en la Franja de Gaza en el último verano fue el desplazamiento forzado de 500 mil palestinos. Lo peor, según un informe de la ONU titulado “Vidas desgarradas”, más de 100 mil quedaron sin techo. La cantidad de detenidos en prisiones israelíes está en franco aumento. A fines de febrero de 2015, más de 6.600 palestinos se hallaban presos en las cárceles israelíes y en centros de detención del ADI. Todo un record de los últimos tres años. Los mecanismos de la máquina asesina siguen funcionando con total impunidad, cada masacre envalentona cada vez más a los culpables a cometer otras.

¿Quién podrá detenerlos? No lo será ciertamente el principal inversor del Estado israelí. Porque los militantes del ADI, los más ardientes, siempre alertas, inquebrantablemente leales, se encuentran en el Congreso de los Estados Unidos de América. Existe una salvaje sincronización en la alianza entre un país que ordena bombardear bodas con drones y el que ametralla cortejos fúnebres.

La ayuda anual proporcionada por el Congreso de los EEUU llega a los 3 mil millones de dólares. El verdadero debate que se plantea en los despachos aún más austeros es el de saber si esta generosa contribución, que equivale a la mitad de la ayuda militar de los EEUU al mundo será suficiente para saciar la sed israelí de nuevas armas. Aun cuando el mismo Israel sabotea regularmente la política de los EEUU en Medio oriente, el presidente Obama califica esta ayuda de “sacrosanta”

Bajo este ángulo, la financiación anual de los EEUU a Israel, que constituye un tercio del presupuesto militar israelí, parece ser una contribución dineraria a una organización de gangsters más que una subvención a un país cliente.

A nadie sorprenderá saber que Tom Cruz y Tom Cotton, dos de los más fervientes defensores de Israel, son ambos diplomados en leyes de Harvard en donde fueron alumnos del nido sionista de Alan Dershowitz. Pero tampoco son casos aislados. Las posiciones defendidas por Ted Cruz, un “iota” de Elizabeth Warren, la voz de la sabiduría progresista (más que “Medea de la Human Rights Campaing”, supongo) cuando se trata de defender el escandaloso comportamiento de Israel. En efecto Warrren no duda, como la mayor parte de sus pares, en trabajar horas extras para demostrar su fidelidad a toda prueba hacia el estado de Israel.

El famoso lobby judío ya no tiene necesidad de lobbystas. Hoy en día los miembros del Congreso, llegan precondicionados para mostrar su grado de devoción a la causa de Israel. [Casi] no necesitan ser sobornados con dinero de los Comités de Acción Política, ser comprados con prostitutas o ser sometidos a chantajes con la ayuda de fotos comprometedoras. Cuando Israel hace asesinar a un científico iraní, usa armas químicas en Gaza, tortura prisioneros, mata a un joven estadounidense partidario de la paz, abre fuego sobre un cortejo fúnebre o es hallado frente a un flagrante delito de espionaje al presidente de EEUU, el Congreso estalla en gritos defendiéndole sin que nada sea cuestionado y envía otro giro a Tel Aviv.

Frente al más largo y más viejo de los crímenes de guerra que el mundo haya conocido, la capital permanece inerte, sin la menor ética, sin pasillos colmados del equivalente político de los OGM. ¡Páseme el Round Up de Monsanto!

Counterpunch - Traducción: Susana Merino para michelcollon.info. Revisado por La Haine

 

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