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Chile :: 17/11/2010

En Chile no hay Izquierda

Alejandro Lavquen
Entrevista con el historiador Gabriel Salazar :: "La tarea es construir otra Izquierda, pero no dentro del Estado sino fuera de él"

Gabriel Salazar Vergara (73), Premio Nacional de Historia 2006, presenta el libro Mercaderes, empresarios y capitalistas (Chile, siglo XIX), Editorial Sudamericana, que cuestiona el orden portaliano [Gobierno oligárquico mercantil instituido a principios del siglo XIX por el ministro Diego Portales] desde su origen.

Salazar aborda el tema desmitificando una parte de nuestra historia: así podemos darnos cuenta de por qué, cuando nos acercamos al Bicentenario, no son muchas las cosas que han cambiado en cuanto a abusos y usura. Gabriel Salazar es profesor en el Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile. Entre sus obras destacan: Labradores, peones y proletarios (1985); Violencia política popular en las Grandes Alamedas (1990); Los pobres, los intelectuales y el poder (1995); Historia contemporánea de Chile (1999, con Julio Pinto V.); Historia de la acumulación capitalista de Chile (2002); Construcción de Estado en Chile, 1800-1837 (2006) y Ser niño huacho en la historia de Chile (2007) [huacho: huérfano]

¿Por qué comienza su libro con la historia un tanto novelada del mercader Juan Antonio Fresno?

“Más que nada porque con documentos pude reconstruir la historia de un gran mercader desde su intimidad. Cómo llegó a Chile, de dónde venía, con quién se casó, cómo acumuló su fortuna. La idea era mostrar a los capitalistas desde su interior. Mostrar a esa clase social desde sus relaciones humanas, conocer sus problemas, sus miedos”.

¿Tiene que ver también con una nueva manera de escribir la historia?

“Desde luego, es una manera de hacer historia económica no tan preocupado del modelo, las estadísticas, la estructura, sino desde la perspectiva del ser humano. Porque los mercaderes y capitalistas también son seres humanos. Trato de mostrar cuál era su lógica empresarial. Si explotaban, por qué lo hacían, cómo lo hicieron. Me interesaba mostrar ese aspecto de la clase patronal”.

¿Cómo ha evolucionado la clase que usted analiza?

“El mercader es un tipo de empresario cuya lógica acumulativa no es producir sino comprar barato lo ya producido para venderlo caro. Es un intermediario que no desarrolla las fuerzas productivas. Y como compra barato, castiga al productor. En el fondo es un explotador de los empresarios productores. El empresario es un concepto más amplio, el mercader uno más específico; y el capitalista tiende a ser definido como aquel que gana dinero a partir del dinero. Es un banquero, un financista que utiliza la usura, el crédito. Hoy el crédito impera”.

Usted habla de la “construcción dictatorial” del orden portaliano, realizada por mercaderes. ¿Por qué construcción dictatorial?

“De hecho el Estado que se construyó después de 1830 -constitucionalizado en 1833-, fue producto de un golpe militar contra un grupo social y político que era mayoría, los liberales. Un golpe que se da con extraordinaria crueldad no desemboca en otra cosa que en una dictadura. La batalla de Lircay fue sangrienta. A los militares que cayeron prisioneros los asesinaron a hachazos, como fue el caso del coronel Tupper. Y estando Portales en el gobierno, realizó una represión brutal, con fusilamientos, exoneraciones, relegaciones y exilio. Descabezó al ejército cuya oficialidad, en su gran mayoría, había luchado en la guerra de Independencia y era liberal. Dio de baja a más de doscientos oficiales sin derecho a pensión. También inició la represión contra los sectores populares. Fue una dictadura de punta a cabo”.

¿Encontraron resistencia quienes fundaron el orden portaliano?

“Sí. Recordemos que el golpe de Estado fue de un ejército que comandaban José Joaquín Prieto y Manuel Bulnes, un ejército mercenario que se reclutó entre inquilinos de fundos más algunas tropas que Manuel Bulnes trajo de La Frontera, donde combatían a los mapuche. El financiamiento lo aportaron Diego Portales y sus amigos mercaderes. Este ejército mercenario derrotó al ejército constitucional que comandaba Ramón Freire.

Después de la batalla de Lircay y de la represión brutal, siguieron encontrando oposición. Hubo cerca de siete motines militares y civiles entre 1830 y 1837. El último fue el que liquidó a Portales. Recordemos también la oposición posterior de la Sociedad de la Igualdad. En 1851, guerra civil. En 1859, guerra civil otra vez. El Estado portaliano encontró una oposición terrible, no sólo civil sino militar”.

El capital extranjero

Usted plantea que en diferentes épocas el orden portaliano colapsa, pero es salvado por políticos y militares. ¿Estamos condenados al renacer cíclico de ese orden?

“El Estado lo construyó Portales por medio de la violencia y permaneció así hasta 1925. No fue alterado. Lo que ocurre es que en su aspecto económico, que es lo que examino en este libro, el régimen portaliano comenzó a experimentar crisis muy complicadas desde 1860, cada vez más profundas, hasta la gran crisis de 1908-1910. El orden portaliano hizo agua, se derrumbó por el lado económico y no pasó a mayores porque el capital extranjero se convirtió en la práctica en la burguesía capitalista del país. Son los extranjeros quienes mantienen el desarrollo de Chile hasta comienzos del siglo XX.

La crisis la experimentó principalmente la oligarquía portaliana. No le quedaba más remedio que echar mano a los recursos del Estado y por eso da el golpe contra Balmaceda, pues quería seguir profitando de los recursos estatales. Luego, durante el régimen parlamentario, sigue haciendo lo mismo. Hacia 1920 los movimientos sociales se rebelan contra ese régimen e intentan levantar otro Estado. Pero Arturo Alessandri se las arregla para establecer la Constitución de 1925, que en el fondo es la de 1833 con algunos cambios cosméticos”.

A pesar de que la oligarquía mercantil es la que construye el Estado, ¿por qué permite la entrada de capitales extranjeros que se llevan la tajada mayor?

“El capital extranjero comienza a llegar con Bernardo O’Higgins y poco a poco va tomando el control de la economía, sobre todo después de 1860. El capital extranjero inclusive inició un proceso de industrialización que logró desarrollar en gran escala. La industria chilena de 1900, 1906, 1907, fue mucho más importante que la de 1940 y, desde luego, más que la de hoy.

Los extranjeros se movilizaban para instalar y desarrollar industrias. Si no llegaron a industrializar más fue porque el Estado, controlado por la vieja oligarquía mercantil, no protegió la industria. Al contrario, la desprotegió, porque creó pactos de libre comercio, al igual que sucede hoy, con las potencias de la época, y por eso aquella oligarquía liberal, que era mercantil, hizo colapsar la industrialización creada por extranjeros”.

Nace el roto [pobre] chileno

¿En qué aspectos ha variado la condición del trabajador chileno?

“En el siglo XIX, cuando predominó la oligarquía mercantil, antes del desarrollo de la industria por parte de los extranjeros, dominaron en Chile los hacendados y el habilitador minero, un especulador de la minería. Hay un tremendo error. Incluso entre historiadores de Izquierda se considera a José Santos Ossa o a Francisco Puelma como mineros. En estricto rigor eran comerciantes que compraban mineral a los pirquineros [mineros artesanales independientes]. Eran mercaderes, comerciantes. Así se enriquecieron. En el siglo XIX predominaron en Chile los hacendados que explotaban el trabajo de los inquilinos y peones, y los habilitadores mineros que explotaban el trabajo de los pirquineros y del peonaje minero.

El inquilino no podía irse de la hacienda porque tenía familia, pero sus hijos sí. Estos comienzan a vagabundear por el país y constituyen el ‘roto chileno’. El trabajador típico del siglo XIX es el peón. Es un trabajador temporero. Pero cuando se inicia la industrialización, a fines del siglo XIX, aparece la clase obrera. Por eso hacia 1870-1880 la clase obrera hace huelgas para apoyar la industrialización, porque ellos querían que Chile se industrializara, ya que el patrón industrial pagaba salarios en efectivo, mientras que el habilitador minero pagaba con fichas, lo mismo que el hacendado. O sea, en un principio, los obreros protegieron a los patrones para que el Estado protegiera la industria. ¿Pero qué pasó? Estalló la inflación, los salarios bajaron y la clase obrera se volvió contra los patrones industriales”.

Esclavos de la tarjeta de crédito

“Entonces, tenemos en el siglo XIX al peonaje temporero y luego a la clase obrera, que era muy pequeña porque la industria no la desarrollaron en gran escala. La clase obrera crece entre 1938 y 1973, cuando el Estado se preocupa de desarrollar la industria. Pero cuando Pinochet se toma el gobierno, de nuevo favorece al capitalismo comercial. Por eso hoy estamos llenos de malls y las fábricas han desaparecido. No existe ninguna de las grandes industrias que había en los años que precedieron al golpe militar de 1973. Hoy tenemos una gran masa de trabajadores precaristas, como se les llama, o temporeros muy parecidos al peón del siglo XIX.

El trabajador chileno es explotado de dos maneras: en su trabajo, por el que le pagan un salario de hambre, y una vez que le pagan, lo explotan a través del mercado vendiéndole a crédito, y más encima cobrándole por la educación y salud, cosa que antes no ocurría. Por eso hoy la explotación es mucho mayor que antes, que en la otra democracia. Con la diferencia que no se nota porque la gente consume a crédito y cree que no es pobre”.

Llama la atención que los Edwards merecen un capítulo en su libro. ¿Cuál es la razón?

“En ese capítulo estudiamos las familias de mercaderes, no sólo a los Edwards. Estudiamos una docena, más o menos. La familia Edwards fue la más importante, por eso estudiamos su trayectoria como empresa, como un conjunto de empresas. Le seguimos la pista hasta 1930, aproximadamente.

La fortuna la forma el segundo Edwards, un gringo nato, Jorge Edwards. Su hijo Agustín Edwards Ossandón, es el que forma el imperio, era un especulador minero y la fortuna que hizo le permitió formar un banco. Fue tan grande la fortuna acumulada por esa familia que la tercera generación ya no es de empresarios: se dedican a la política. Las últimas generaciones giran en torno a El Mercurio, con bastante influencia social, incluso para promover golpes de Estado como hicieron contra Allende, en 1973”.

Un ejército masacrador

Nos acercamos al Bicentenario y el ministro de Defensa dice que la parada militar de este año dará inició a las celebraciones. ¿Tiene relación el orden portaliano con el discurso que alaba “la tradición democrática de nuestras fuerzas armadas”?

“El Estado portaliano de los mercaderes fue siempre sustentado por una minoría. Si hubiese habido elecciones libres, las habrían perdido todas. Portales se dio cuenta que no podría gobernar si el régimen era democrático. Necesitaba un ejército, y como no lo tenía -porque el ejército de entonces era liberal-, armó uno mercenario, que fue el que triunfó en Lircay.

Hay que contar la historia del ejército tal como es. Desde que asesinaron a Manuel Rodríguez, en 1818, hasta 1973, el ejército intervino violentamente masacrando en veintitrés oportunidades. En Latinoamérica es un caso único. No existe otro país donde el ejército haya violentado a su propio pueblo en veintitrés ocasiones. Todas sus intervenciones fueron siempre en la misma dirección: para proteger el Estado mercantil, para proteger las distintas versiones del Estado portaliano y reprimir a sus opositores. Ese ejército le ha servido para reprimir a los rotos y para ganar unas provincias a Perú y Bolivia. Antes, Estado e Iglesia estaban unidos, hoy la verdadera relación es entre Estado y ejército. Es el ejército el que ha permitido dictar las Constituciones de 1833, 1925 y 1980. El ejército es el verdadero dueño del Estado.

Debería hacerse un juicio al ejército, pero sólo están juzgando a unos cuantos milicos sueltos. Debería ser un juicio ciudadano a un ejército que ha masacrado a su pueblo a través de la historia. Decir que el Bicentenario parte con las ‘glorias del ejército’ es simplemente reforzar el mito de quienes han sido unos verdaderos criminales”.

Las Fiestas Patrias siempre han tenido un carácter patriotero. ¿Existe tal chilenismo, o es impuesto y utilizado por la oligarquía?

“Esa es la paradoja: en Chile se celebra el 18 de septiembre, se hacen las ramadas para celebrar al roto chileno, que se supone es el que baila cueca y se emborracha. Y el día 19 se celebra al ejército, que la historia demuestra ha masacrado a los rotos chilenos durante dos siglos. Lo encuentro increíble. Lo que pasa es que como el Estado se la juega por el libre mercado y está comprometido con el mercado mundial, pero no con el pueblo, necesita crear mitos nacionales para legitimarse. Ha tomado la cultura popular y la ha convertido en mito nacional. La nación es un mito más. La nación no existe, lo que existe son los grupos sociales concretos y ahí las masas populares son mayoría; los demás son minorías. Dejémonos de cuentos”.

La Izquierda institucional

¿Y qué pasa con la Izquierda, qué papel juega en esta historia?

“Cuando se construyó el Estado el movimiento social fue excluido, y como no fue el Estado que quería el pueblo, se inicia la protesta. Algunos de estos movimientos se convierten en partidos políticos. Al principio los liberales pelearon desde la calle, pero cuando presentaron candidatos se metieron dentro del Estado y se volvieron oligarquía liberal. Después los radicales hicieron lo mismo. Cada rebelión popular ha producido un partido, que con el tiempo se incorpora al Estado, se oligarquiza y queda todo igual. Jamás se reforma el Estado. Después el Partido Socialista y el Partido Comunista entraron al Estado que Alessandri creó contra el pueblo en 1925. Intentan hacer la revolución desde el interior de un Estado contrario a la revolución. Por eso Allende finalmente termina suicidándose, se había metido en una jaula enemiga de los cambios.

¿Qué vemos hoy? El PS está en la oligarquía y es neoliberal; el PPD es neoliberal y el PC, que estaba afuera, quiere meterse adentro también. Están todos dentro del Estado. Yo creo que no hay Izquierda. La que podría ser, la extraparlamentaria, está jugando a las elecciones. ¡Jugando a tener presidente y parlamentarios en el Estado ilegítimo que construyó Pinochet! La tarea es construir otra Izquierda, pero no dentro del Estado sino fuera de él. Y con el pueblo como soberano. De una vez por todas hay que cortar el hilo reproductor del Estado portaliano”.

(Publicado en Punto Final Nº 694, del 17 de septiembre al 1º de octubre de 2009)

 

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