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Venezuela :: 19/06/2016

En Venezuela, crisis es oportunidad

Nehuen
En medio de la crisis económica, desde las bases, surge un particular fenómeno que los medios concentrados de comunicación no tienen la intención de mostrar

Mientras los principales medios de comunicación del continente montan una feroz campaña de deslegitimación y demonización del gobierno venezolano; desde las bases, el pueblo chavista ensaya respuestas y alternativas para enfrentar la guerra económica.

Largas colas, góndolas semi-vacías, peleas por algún producto, intentos de saqueo. Todo ello nutre la agenda informativa de los medios concentrados del continente e, incluso, de otras latitudes. Esta campaña forma parte de la estrategia de presentar a Venezuela como un "estado fallido", sumergido en una profunda crisis humanitaria. La fórmula de la guerra económica y el bombardeo mediático está acompañada de maniobras para agudizar la ingobernabilidad, la violencia paramilitar y el caos en el país. El intento de la oposición y el empresariado por provocar el desgaste y el descontento popular, a través de privar al pueblo de alimentos; y la desestabilización del gobierno de Nicolás Maduro, adjudicándole exclusivamente la responsabilidad al Estado, comenzó hace años y se profundiza con el correr de los días.

En ese escenario complejo y hostil, el pueblo chavista, protagonista de mil batallas, se empeña en consolidar el poder popular y materializar una de las últimas directrices que dejó Hugo Chávez en el Plan de la Patria: "Comuna o nada". Las organizaciones sociales y el movimiento popular revolucionario se encuentran abocados al desafío de combatir la cultura rentista que la actividad petrolera inculcó en la sociedad venezolana y de concretar una de las principales tareas que quedó pendiente en estos años de chavismo: el control popular de la producción, la distribución y el abastecimiento de alimentos.

Ciudad Zamora

Una pintada tricolor anuncia la llegada a uno de los nuevos urbanismos de Cúa, en la región de los Valles del Tuy, Miranda: "Ciudad Zamora, territorio chavista". Los resultados conseguidos en los últimos comicios dan cuenta de la pertenencia política-identitaria de los vecinos: un 92% optó por los candidatos del PSUV, a pesar de ser la segunda elección que el oficialismo perdió en 17 años.
"Este es un urbanismo que se construyó hace 3 años. Yo trabajé en la construcción de las viviendas y ahora me dedico a la parte de infraestructura, al mantenimiento de todo esto", señala Jairo, uno de los adjudicatarios de los apartamentos de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Aníbal, vecino de Ciudad Zamora y ex diputado de la Asamblea Nacional, señala que fueron los mismos beneficiarios quienes aportaron la mano de obra para la construcción de sus viviendas: "La Misión Vivienda tuvo como beneficiarios a la población que estaba asentada en los cerros, en ranchos de madera, de chapa, que cuando llovía se derrumbaban. Se los ubicaba primero en un refugio y luego se les asignaba un apartamento". Según datos oficiales, la misión lleva entregadas más de 1.048.000 viviendas en 5 años.

Aníbal señala que el territorio del urbanismo "está controlado por el poder popular". En Ciudad Zamora viven alrededor de ocho mil personas en 2.500 unidades habitacionales, aunque todavía queda pendiente la finalización de la construcción de una nueva etapa. "Queremos que no se construya más, que la tierra que quede se use para cultivar y abastecer a la comunidad. Sino, ¿qué va a comer esta gente?", se pregunta, en función de la problemática del abastecimiento alimentario. Jairo es uno de los que puso manos a la obra en ese sentido. Se encarga de darle talleres de agricultura urbana a los niños y a las niñas del urbanismo, quienes sostienen una pequeña huerta en las inmediaciones del predio de la escuela de la comunidad. "Esto ya está dando sus frutos. El otro día un hombre estaba plantando una yuca y su nieta de seis años le dijo 'no, abuelo, así no se planta, la estás poniendo al revés'", cuenta Jairo.

No sólo Jairo y los niños están abocados a la siembra. Es lunes por la mañana y en los espacios verdes del urbanismo, se puede ver a Luisa y a Doris, dos señoras cincuentonas que, machete y escardilla en mano, están limpiando sus cultivos. "No sabía mucho de agricultura, pero es que está todo muy caro", señala Doris, en relación a la especulación con los alimentos y al alza de los precios. "Aquí tenemos yuca, auyama, tomate, ají dulce, pimentón, moringa. Vamos a ver cómo lo cercamos para que no lo estropeen los niños". A principios de junio finalizó el Plan de 100 días de Siembra Urbana impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Agricultura Urbana, al que se plegaron vecinos, instituciones educativas, instituciones civiles y militares. El saldo fue de más de 270 toneladas de alimentos producidos en pequeña escala en diferentes espacios urbanos venezolanos.

El Deleite, Nueva Cúa

En Nueva Cúa, municipio Urdaneta, los agricultores buscan articular su capacidad productiva con las necesidades de la comunidad, proyectar de conjunto con los vecinos de Ciudad Zamora el autoabastecimiento del urbanismo. La idea es proveer de vegetales y frutas directamente a los vecinos, a precio mayorista, eliminando los intermediarios. Alexander, Alexis, Yoseimi y Wilfredo son algunos de los campesinos que se encuentran trabajando en El Deleite. En su parcela sembraron cinco hectáreas de auyama (zapallo), caraotas, maíz, lechosa, mango, limón; y con la comunidad están organizando el transporte para ir a buscar a Yaracuy unos 15 mil palos de yuca.

Alexander formó parte de la "invasión" de esas 20 hectáreas que antes eran monte y desde hace unos años se han puesto a producir. La toma del terreno estaba avalada por la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario del 2001, que combate el latifundio y establece que el uso, goce y disposición de las tierras agrarias están sujetas a su función social, es decir a la productividad agrícola. En 2012 consiguió su Carta Agraria, el reconocimiento formal del Estado a su trabajo en la parcela.

"El verano ha estado fuerte. Me han quedado pocas matas de limón", señala Alexander, refiriéndose a la estación seca, que este año tuvo muy pocas lluvias y afectó no sólo a la producción agrícola sino a también a la generación de energía hidroeléctrica en el Embalse de Guri. "Tenemos proyectos presentados de sistema de riego, pero están parados porque unas escuálidas del consejo comunal no lo quieren firmar", plantea. "Tengo todos los papeles, la Carta Agraria, créditos bancarios que he pagado. Y nos falta un tractor, no lo hemos recibido, ni ayuda del Estado. Le han dado a algunos consejos comunales de por aquí, pero a nosotros nada". La burocracia del Estado heredado de la IV República y la corrupción de algunos funcionarios se convierten en un obstáculo concreto para las iniciativas autogestivas que se proponen combatir la guerra económica.

Wilfredo, a su vez, trabaja para una de las principales empresas cerveceras en Caracas; pero cuando sus turnos de trabajo se lo permiten, va hasta la parcela de El Deleite a dar una mano. "Yo trabajo en Las Mercedes, en Regional. Trabajo con escuálidos. El otro día que se armó la bronca en la Avenida Fuerzas Armadas en Caracas, Cisneros pidió que le preparen su avión para irse del país. Pensaba que ahora sí se ponía arrecha la vaina", afirma, mientras clasifica semillas de maíz. "Así hacía mi abuelo. La tanda anterior no las clasifiqué y algunas no salieron". La Organización Cisneros reúne un conglomerado de medios de comunicación, inversiones inmobiliarias y empresas de productos de consumo, y es señalada junto a otros personeros del gran empresariado venezolano como una de las principales impulsores de la desestabilización y la guerra económica.

Caujarito

José forma parte de la Comuna Ezequiel Zamora de Caujarito, municipio Cristóbal Rojas. "Le pusimos Ezequiel Zamora por un prócer venezolano. El tenía un lema que era `Tierra y hombres libres´. A partir de este proceso y de que Chávez se declara feminista, lo redefinimos como `Tierra, mujeres y hombres libres´", señala. Él forma parte del Consejo Comunal Santo Domingo, uno de los 9 consejos comunales urbanos que junto a otros 3 rurales conforman la comuna. En Santo Domingo está asentada la base de misiones, una estrategia para concentrar territorialmente la ayuda social en las áreas más vulnerables y con mayor indefensión. Sin embargo, José cruza cotidianamente la carretera para ir hasta los cerros y ayudar a los productores agrícolas a trabajar sus parcelas.

José es colombiano y vive hace unos 6 años en la región de los Valles del Tuy. Tiene en claro que la producción tiene un sentido estratégico para la lucha política y para la consolidación de la revolución, y su propósito es articular a los productores de la zona en una lógica que trascienda lo mercantil. "La gente tiene que ver que nosotros somos la solución a sus problemáticas; no nosotros, sino nuestros actos", dice. "Yo vivía en la ciudad. Mis padres sí vivían en el campo, pero de jóvenes tuvieron que migrar a la ciudad. Yo escuché a Chávez planteando que hay que hay que volver al campo y entendí el mensaje. Tardé en hacerlo, pero lo entendí".

Maira es otra vecina de Caujarito, no forma parte de la comuna pero también es productora y se encuentra abocada a garantizar el control popular de la producción y el abastecimiento. Es formadora en piscicultura y agro-ecología y participa de la Caravana Nacional de la Sardina, una iniciativa que se propone llevar pescado barato a lo largo y ancho del territorio venezolano.

"Los Valles del Tuy eran el granero de Venezuela. Luego fueron urbanismo tras urbanismo, y eso se fue perdiendo", comenta Maira. La tendencia a la concentración urbana no es un fenómeno exclusivo de esta región del estado Miranda, sino que ha sido uno de los elementos distintivos de la conformación de la estructura económica venezolana durante el siglo XX. Desde mediados de la década del '30 hasta los '70, se dio una masiva migración de los campesinos hacia los centros urbanos, conformando un verdadero ejército industrial de reserva y engordando los cordones marginales que rodean las grandes ciudades; y, a su vez, provocando profundas secuelas en relación a lo productivo.

"Armamos bolsas, combos de alimentos que garanticen una alimentación nutritiva a nuestro pueblo. Hay familias que están comiendo pura pasta, y eso trae los problemas de malnutrición. Nosotros les damos vegetales para su sopa, para la ensalada, frutas; y les añadimos la proteína: carne de cerdo o res y queso duro", explica Maira. Y agrega que los bolsones van del productor al consumidor: "Nosotros articulamos con productores de Táchira, Mérida, Lara; y distribuimos en diferentes comunidades. Va del productor a la casa de la gente. Así, sumado a la harina, el arroz y el azúcar que distribuyen los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), evitamos que la gente tenga que ir a hacer colas. Y el que las hace es porque es bachaquero". Así se denomina al último eslabón de una organización delictiva montada en torno al abastecimiento y a la distribución de los alimentos, cuyos cabecillas son los grandes empresarios venezolanos que han dejado de producir y están dispuestos a achicar sus márgenes de ganancias en pos de su objetivo principal que es derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Los bachaqueros son la representación de los "hambrientos" a los que hace mención la oposición, son los que violentan las colas y buscan generar miedo, y son "el pueblo" que tanta dificultad tienen para movilizar los sectores golpistas.

En medio de la crisis económica, desde las bases, surge un particular fenómeno que los medios concentrados de comunicación no tienen la intención de mostrar. Las organizaciones sociales y los movimientos populares en Venezuela se encuentran empeñados en la dura batalla que les presenta el problema alimenticio, la falta de alimentos, la especulación de empresarios y de cadenas de supermercados. Saben que no es una tarea sencilla, que es remar contra la inercia del rentismo y contra las debilidades estructurales del sistema productivo venezolano, que implica pelear contra la burocracia y la ineficiencia de las instituciones estatales y con la negligencia de funcionarios poco comprometidos con este desafío estratégico. Entienden que de su esfuerzo depende buena parte de la defensa de lo conquistado y de la posibilidad de seguir avanzando; pero tienen en claro que sólo el pueblo salvará al pueblo.

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