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Mundo :: 30/06/2006

Entrevista con Mike Davis: La pobreza urbana y la lucha contra el capitalismo

Socialist Worker
Un trabajador socialista británico entrevista para la revista Socialist Worker a Mike Davis, uno de los principales especialistas mundiales en clases, urbanización y medio ambiente

Tu último libro describe el crecimiento de las barriadas. ¿Qué tan extenso es este fenómeno?

La ONU estima que más de mil millones de personas viven en las barriadas. Estas están definidas como áreas urbanas de tenencia irregular y de viviendas deficientes, que carecen de una o más infraestructuras esenciales, tales como la electricidad o sanidad. Este número se duplicará en los próximos 15 o 20 años.

Todo el crecimiento futuro de la población mundial ocurrirá en ciudades, un 95% del mismo en ciudades del ‘Sur Global’ y la mayor parte en suburbios. Pero los pobres urbanos son un grupo mucho más numeroso que los habitantes de los suburbios –el número total es al menos de dos mil millones.

Dado el nivel de pobreza urbana, ¿por qué la gente del ‘Sur Global’ migra a las ciudades?

Las personas anhelan la modernidad y se arriesgan. Sabiendo muy bien que las probabilidades están contra ellos, la población rural, especialmente adolescentes y adultos jóvenes, se irán a la ciudad si perciben que aun hay una pequeña posibilidad de mejoría y una nueva vida.

Objetivamente, las oportunidades de empleo a veces son peores en la ciudad, y el costo de vida es casi siempre más alto. Pero las oportunidades educativas son mayores.

¿En qué se diferencia la vida de los nuevos habitantes de la ciudad de la que tuvieron las generaciones anteriores?

Además de la empinada cuesta de la vida en las modernas barriadas y la pobreza urbana, lo que es novedoso es la desconexión estructural y permanente de muchos habitantes de la ciudad respecto de la economía formal.

Más de mil millones de personas a duras penas alcanzan a subsistir, o menos, en el “sector informal” de las ciudades del tercer Mundo, como vendedores ambulantes, servicio doméstico, mendigos y similares.

¿Tan extensas son las áreas del planeta que están viendo el crecimiento urbano sin un desarrollo económico real?

La urbanización, especialmente en África, se ha desconectado de la industrialización y aun del desarrollo económico en sí mismo. Los factores que hacen que la gente se vea expulsada de las áreas rurales (tales como la mecanización y la competencia de importaciones) ahora actúan independientemente de los factores de atracción hacia las ciudades (como el crecimiento del empleo)

Los ’80 fueron especialmente catastróficos. La deuda del Tercer Mundo y los programas de ajuste estructural empujaron a la gente del campo hacia las ciudades al mismo tiempo que el sector público urbano y el gasto en infraestructura estaban siendo eliminados. El “Planeta de los suburbios” actual es una obra del imperialismo neoliberal.

¿Estos desarrollos cómo dan forma a la batalla contra el capitalismo?

Pienso que deberíamos conceder que el marxismo revolucionario ha subestimado los procesos de “pauperización absoluta”. La clase obrera informal de ahora –la gran cantidad de habitantes de las ciudades permanentemente excluidos de la esperanza de un trabajo formal o seguridad residencial- es similar en algunos sentidos al de la clase trabajadora clásica.

Ésta, como Marx escribió, usa “cadenas revolucionarias” –no tiene interés en la perpetuación de la desigualdad capitalista. Pero a diferencia de la clase obrera industrial, está exiliada de la producción social y las posibilidades de auto organización y cultura ofrecidas por la industria moderna.

Creo que estamos asistiendo a una búsqueda de nuevas fuentes de poder por parte de los pobres urbanos.

Esto es particularmente cierto en los países latinoamericanos, tales como Venezuela, Bolivia y Argentina, donde hemos visto a habitantes de los suburbios periféricos hacer un uso excepcional de su poder para interrumpir el comercio de la ciudad, para usar a los dioses del caos como aliados.

Pero la conciencia política de las barriadas latinoamericanas debe mucho a la presencia de destacados líderes activistas procedentes de grupos de trabajadores desindustrializados –por ejemplo los anteriores mineros del estaño que migraron hacia las ciudades bolivianas de La Paz y El Alto. Ellos representan el recuerdo vivo de generaciones de luchas de clase.

En otras situaciones, tales como las de África o del sudeste asiático, la competición darwiniana en el sector informal –con enormes cantidades de personas hacinadas en unos pocos huecos de supervivencia- favorece el racionamiento del sustento por jefes étnicos o religiosos, políticos corruptos y populistas farsantes.

Pero aun donde estas tendencias que excluyen a los grupos parecen más arraigadas, no deberíamos volvernos fatalistas. Los pobres no andan silenciosamente por la noche –este es un mundo urbano donde la agitación y la rebelión están por todos lados.

Tú también has sido un destacado opositor de George Bush, quien en estos momentos parece estar padeciendo una profunda crisis política. Cuánto de esta crisis se debe a factores domésticos y cuánto a la guerra y ocupación de Irak?

A pesar de la inminente desaparición de las calles del movimiento contra la guerra, y de la traición de los Demócratas –algunos, como Hilary Clinton, son más halcones que la Casa Blanca- la ocupación de Irak se ha vuelto profundamente impopular. Poco más de un tercio de los votantes siguen apoyando al presidente.

Al mismo tiempo, la coalición Bush descompone internamente a medida que la derecha cristiana se enfrenta a los partidarios seculares de Bush, los Republicanos tradicionalistas luchan con los empresarios que proponen un trabajo más barato, y finalmente los libertarios rebelan contra el diseño legislativo orwelliano sobre la seguridad interior.

Pero los problemas republicanos no son necesariamente oportunidades democráticas. La principal respuesta del liderazgo Demócrata ante la crisis de la Casa Blanca ha sido moverse aún más a la derecha con la esperanza de cosechar votos Republicanos.

Gran parte del electorado de Estados Unidos –desde la inmigración latina hasta la juventud - son huérfanos de las dos partes del sistema. Sólo un 21% del electorado votó en las últimas elecciones de California, un mínimo histórico.

En estos momentos la inmigración parece ser el único gran tema en los Estados Unidos

El evento político verdaderamente sísmico más reciente ha sido el surgimiento, como fuerza pública, de una clase obrera inmigrante hasta ahora invisible. Las demostraciones de los derechos de los inmigrantes en abril y mayo movilizaron cerca de cuatro millones de personas y fue ciertamente la más numerosa en la historia de los Estados Unidos, haciendo parecer pequeña las monstruosas protestas antibélicas de 1970.

Los organizadores quedaron atónitos por la concurrencia en las calles de una docena de ciudades, así como de la huelga general en los barrios latinos de California. Las demostraciones fueron también diversas, con amplios contingentes asiáticos en Los Ángeles, la flamante presencia irlandesa en Chicago y la significativa participación musulmana por todas partes.

Los sindicatos progresistas tales como el de los empleados de servicios y el de trabajadores hoteleros, junto con las celebridades radiofónicas de habla hispana y algunos líderes religiosos, jugaron roles organizativos importantes.

Sería un error atribuir esta revuelta simplemente al proyecto de ley que amenaza convertir a los trabajadores indocumentados y sus familias en criminales. Internamente, la “Guerra al Terror” implicó una erosión radical de los derechos de todos los inmigrantes, legales e ilegales.

El expolio político, jurídico y económico se ha realizado con una urgencia que trasciende la mayoría de las divisiones previas entre los grupos inmigrantes.

Históricamente, el radicalismo de los Estados Unidos, con la importante excepción de la batalla por la liberación de los negros, recapitula la revuelta de los trabajadores inmigrantes –alemanes e irlandeses en la década de 1880, eslavos, finlandeses e italianos en el 1900, judíos en los años ’30, etc.

Como en Europa, una desafiante nueva izquierda –tremendamente diversa en su origen étnico- está surgiendo de estas crecientes batallas contra maquilas, malas escuelas, patrullas fronterizas y la guerra imperialista.

La tragedia de Nueva Orleáns desatada por el huracán del año pasado pareció ser el principal detonante del cambio de suerte de Bush. ¿Qué pasó entonces?

La secuela del Huracán Katrina ha sido la política deliberada de limpieza étnica en Nueva Orleáns y parte de la costa del Golfo de Mississippi. Cientos de miles de obreros negros, junto con comunidades enteras de Nativos Americanos y mestizos (Cajuns), perdieron sus casas y sus maneras de ganarse la vida.

Como dijo un enojado amigo Cajun, “las élites están tratando de pisotear nuestras malditas almas”. Lágrimas de cocodrilo han sido derramadas, pero ha habido una carencia sorprendente de respuestas por parte de los sindicatos y de líderes negros en el Congreso respecto de la muerte de los negros de Nueva Orleáns.

Localmente existe un enérgico contraataque de militantes barriales y Acorn, una organización nacional de propietarios de cuello azul, pero no es un movimiento nacional.

En otras palabras, la situación de los Estados Unidos es compleja y paradójica. Por un lado, la atrofia de las protestas antibélicas así como la ausencia de solidaridad efectiva con Nueva Orleáns. Por otro, expresiones extraordinarias de la unidad y militancia inmigrante. La esperanza, como siempre, es que la nueva generación de la izquierda estadounidense encuentre rápidamente la unidad y una voz nacional.

Traducción para sinpermiso.info: Camila Vollenweider

 

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