lahaine.org
Venezuela :: 12/10/2016

Heridas y espejos

Guillermo Cieza
En tiempos de escasez, cuando regresan los mendigos y se agitan los fantasmas de la IV República, el único camino de avance es seguir confiando en el pueblo

Heridas

Una golondrina no hace verano, ni tampoco la aparición de un mendigo anuncia la llegada de los tiempos de penuria. Pero aquel pedigüeño que encontré en el metro de Caracas fue premonitorio. Ocurrió en el mes de enero y debo reconocer que su presentación fue conmovedora. Si se lo miraba bien se podía advertir que el hombre no arrastraba males muy diferentes a los que padecemos la mayoría de los mortales. Pero cómo mirar así a quien nos apabullaba con sus dotes actorales y una verba exuberante, condimentada con la terminología médica apropiada para ilustrarnos sobre sus múltiples enfermedades.

Reprimí mis deseos de aplaudirlo y aporté mi contribución que me liberaba de la mirada de Dios Padre que devuelve multiplicado lo que damos, o dejamos de dar en esta vida.

Mi generosidad fue retribuida en exceso con un “gracias licenciado”, titulo que no merezco por estudios realizado, pero que acepté con gusto y del que me apropié con descaro hasta que bajé en la estación siguiente.

La certeza de que aquel hombre era apenas una avanzada la tuve en el mes de julio cuando regresé a Caracas. Sus colegas se habían multiplicado. En el recorrido de Plaza Venezuela a La Rinconada, nos enterábamos de historias dolorosas y padecerse insufribles. En el tren de Caracas a Cúa asistía a una colorida renovación del elenco.

Por cuestiones de no discriminar clientela los sufrientes no culpaban al gobierno ni a la oposición, apenas a la situación por todos conocida, a remedios que no se consiguen, a difuntos muy queridos e insepultos por falta de reales, a costosos tratamientos médicos, o a la penosa circunstancia de haber salido recién de la cárcel y después de dos días sin comer tener que padecer la angustiosa disyuntiva de pedir ayuda al pasajero o volver a malandrear en ese preciso instante.

Aceptando que la masividad ha conspirado contra el nivel de las actuaciones y que he visto algunas poco profesionales, lo que puede denotar que apenas se limitaban a contar sus penurias, debo reconocer que en conjunto las presentaciones son aceptables Me he preguntado de donde salió tanta gente, qué escuela fue capaz de formar en tan poco tiempo a esta legión de comediantes.

He masticado una respuesta posible cuando andaba preocupado por la proliferación de los bachaqueros, por aquellas personas pobres que en su expresión más elemental se chupan horas y soles haciendo colas en comercios que venden a precios regulados para comprar productos que revenderán a precios multiplicados a otros pobres.

¿Donde aprendieron el oficio? ¿Por qué miles de pobres coincidieron en la ocurrencia de ponerle cabeza y tiempo a esa actividad cuando empezaron a menguar los ingresos que recibían por múltiples ocupaciones? Sí, después vinieron las mafias, los grandes corruptos y los empresarios golpistas aportando una logística que hasta les evitaba hacer la cola. Pero eso fue después, después que miles de pobres tomaron la decisión de sobrevivir a expensas de sus compañeros de infortunio.

Quien ha trabajado en el Estado sabe que hay oficinas y firmas que se convierten en una alcabala donde hay que pagar una vacuna para que el trámite siga su curso. Y que suele suceder que veces servidores públicos que se sienten molestos por distintas razones descargan toda su furia contra los humildes vecinos que van hacer una consulta o pedir un certificado. La crisis no sensibiliza a los corruptos, ni apacigua a los maltratadores. Por el contrario, eleva las tarifas y aumenta el destrato.

Habiéndonos involucrado con otros compañeros/as en proyectos de articulación entre productores y consumidores, nos ha tocado vivir experiencias donde volvieron a resonar frases de la IV República como “A mi no me den, pónganme donde haiga”. Y ese lugar donde “había” recursos, contactos e información era uno de los Consejos Comunales del urbanismo donde vivíamos.

Ayudado por esas referencias, me animo a redondear una respuesta. En la crisis volvieron a aparecer, en carne viva, las heridas del pasado. Su presencia no es inesperada. Siempre estuvieron allí.

La mendicidad, el bachaquerismo, la corrupción, el maltrato, el parasitismo, siempre estuvieron en la conciencia popular colectiva. Arrinconados por 17 años de revolución, pero presentes, insepultos.

En la búsqueda de responsabilidad por estas lacras no corresponde acusar a las víctimas sino a los victimarios. Esas fueron las secuelas de más de quinientos años de capitalismo, de siglos de humillación y de maltrato. Así como padres maltratadores crían hijos violentos, una burguesía antinacional, lumpen y parasitaria dejó sus secuelas en un pueblo que fue educado a su imagen y semejanza.

El milagro de la revolución no es negar el barro, sino transformarlo en luces y ese largo sendero que llamamos transición no se camina en línea recta y sentido ascendente. A veces se transforma en una ciénaga donde el pasado nos atrapa y amenaza con devorarnos.

El capitalismo es el peor enemigo de la revolución. Pero el capitalismo no es solo la agresión imperial o las acciones de la derecha. Es también la escoria que anida en la estructuras del viejo Estado para alimentar a la burocracia, a los cansados y a los trepadores. Y, hagámonos cargo, también vive en nosotros, en nuestro propio pueblo, aún en sus expresiones más democráticas y representativas.

En tiempos de escasez vuelven a aparecer las heridas sociales y los mendigos para recordarnos de donde venimos.

Las acechanzas del pasado

El carácter profético del liderazgo de Chávez radicó en su confianza ilimitada en las capacidades y posibilidades del pueblo venezolano de protagonizar una revolución. El pueblo en que confío Chávez a finales de los noventa era más limitado, mucho más capitalista, que el que hoy tenemos después de 17 años de gesta bolivariana.

Nadie podría negar que Chávez, pata en el suelo, llanero y soldado, fuera un auténtico hijo del pueblo, un genuino representante de la venezolanidad popular. Creer en el pueblo, en sus capacidades redentoras, era creer en sí mismo.

Sin embargo hubo en Chávez una vocación permanente por elevar su mirada asociando las mejores tradiciones nacionales y valores populares con las mejores experiencias de lucha, de reflexión política ideológica y de organización de los trabajadores y pueblos del mundo.
Cuando hablaba de la Comuna, por ejemplo, reivindicaba a los Únumas originarios, y a los comuneros andinos de la rebelión de 1771, pero también hacia una referencia a la Comuna de Paris y los procesos comunales en China. Ocurría lo mismo con otros temas que abordaba.
Hablando de feminismo, por ejemplo, reivindicó a Manuela Sáenz, “la generala del Libertador”, arrimando a Rosa Luxemburgo y recomendando su lectura.

Su condición de ser un genuino representante de la venezolanidad popular no se transformó en un límite, sino en un punto de arranque. Indagando otras vivencias, aprendizajes, historias y gestas populares, apostó a universalizar su pensamiento político.

En el recorrido inicial de Muammar Gaddafi, hay algunos parecidos con Chávez. La prensa occidental, por ejemplo solía burlarse de las “excentricidades” del líder libio que en sus múltiples recorridos, vivía en carpas o tiendas de campaña.

Para el pensamiento occidental promovido por la burguesía, pero acompañado por sectores de la izquierda, que un Jefe de Estado recurriera a esos lugares de alojamiento ilustraban su desvarío. No tenía la misma percepción el pueblo libio que cuando se inició la revolución, en 1969, era nómade en un 94%. Precisamente alfabetizar y asentar al pueblo, fueron las primeras tareas de esa revolución.

 Advierto en el líder libio, que había realizado estudios en Inglaterra y al que llegó la influencia del acontecimiento mas destacado de la época, “el mayo francés”, la misma preocupación por conectar el experimento revolucionario que lideraba, que recuperaba las mejores tradiciones libias, con otras experiencias en otros puntos del planeta.

Allí se presentaba el dilema de que para el pueblo libio, salvo el período del dominio del imperio otomano, el invasor había sido ejércitos europeos. Empezando por los de la Roma imperial y, más cercano en el tiempo, de Gran Bretaña e Italia. Así como en Venezuela es indiscutible que el bolivarianismo, desde los tiempos de Simon Bolívar, está enfrentado a EEUU, la revolución libia se hizo contra Occidente, contra Europa y sus títeres locales.

No siendo fácil reivindicar a Europa, aún en sus mejores tradiciones, Gaddafi elegía buscar ejemplos en America Latina, un lugar del mundo que por haber estado desconectado de la historia nacional ofrecía menos rechazo.

La búsqueda de Gaddafi no duró mucho más de dos décadas. La depresión de los 90, que dejó a los experimentos transformadores de Libia y de Cuba en la soledad más absoluta, se llevó puesta a esa revolución.

La monstruosidad de la invasión de la OTAN y el hecho que Libia mantuviera en ese momento parámetros de bienestar social por encima de los países vecinos, no debería callar la evidencia de que cuando los imperialismos occidentales decidieron arrasar ese país, la revolución del 69 había quedado reducida a una triste caricatura. Por eso pudieron invadir y caotizar el país.

La derrota de Libia estuvo precedida por un proceso de casi 20 años donde Gaddafi mantuvo su postura de sostener las tradiciones nacionales, pero ya no eligió las mejores, ni se preocupó por universalizarse. Empezó a privatizar el petróleo que su propia revolución había estatizado, y su familia se convirtió en uno de los mas poderosas empresarios del rubro. Que la familia del Jefe de Estado sea una de las mas ricas del país y que tenga grandes inversiones en petróleo, no llama la atención, ni puede juzgarse como una excentricidad en la historia de Libia y de todos los países de la región.

Podría arriesgarse que la revolución libia, en un momento de enorme fragilidad y aislamiento, fue secuestrada por lo peor de su propio pasado. Ese secuestro fue la antesala a la invasión, que también remite al pasado. El territorio que hoy conocemos como Libia ha vivido la mayor parte de su historia en condición de invadido

Espejos

 Por alguna razón que no comprendo, se insiste en mirar el proceso bolivariano en el espejo de la experiencia chilena liderada por Salvador Allende.

Hay puntos en común, como la decisión imperial de “hacer crujir la economía” y la promoción de la escasez y el desabastecimiento. Pero me parece difícil que hoy en Venezuela las Fuerzas Armadas se presten a un golpe de Estado.

Coincido con quienes a la hora de identificar la estrategia del Imperio, proponen mirarnos en el espejo de la Revolución Nicaragüense. Allí hubo presión mediática y económica, demonización y aislamiento internacional acompañado por una fuerte actividad paramilitar. La suma de esas políticas de agresión múltiple, más los errores cometidos por la propia dirección sandinista, promovieron la desmoralización popular. La derecha local y el Imperio recuperaron el gobierno por vía electoral.

Con sus más y sus menos, todos esos elementos están presentes en el proceso venezolano.

 Si este año hubiera elecciones, y por suerte no va haberlas, debemos reconocer que ganaría la oposición y probablemente por un margen más amplio que el del 6 de diciembre de 2015.

Pero habría que agregar a esta certeza la evidencia de que la derecha dejó pasar su mejor momento y que no supo o no pudo ponerse de acuerdo para pedir el revocatorio de Maduro con tiempos y plazos suficientes para que la elección se hiciera en 2016.

Sin revocatorio y sin elecciones de gobernadores para este año la derecha se ve privada de su mejor terreno de confrontación, que es el electoral, y mirando hacia el futuro las posibilidades mejoran para el gobierno. Es difícil pronosticar que pueda haber salarios más bajos, mayor escasez y menos ingresos por la exportación de petróleo. Como ocurrió en los últimos meses lo más probable es que se mantenga un impulso ascendente de la economía.

La derecha no ha construido un discurso alternativo al de profetizar el caos y de proponer que la solución es que se vaya Maduro. No ha tomado ningún compromiso, no ha hecho absolutamente nada por afrontar la crisis. Si la percepción de mejoría empieza a extenderse y a consolidarse, y la decisión sobre quién gobierna se traslada a las elecciones presidenciales de 2019, no es aventurado suponer que el chavismo pueda superar su momento más difícil.

En esa dirección de razonamiento y de expectativas, me parece pertinente echarle una mirada al espejo de Libia, sobre todo por la amenaza de que lo peor del pasado nos atrape.

La ausencia física del Presidente Chávez ha provocado objetivamente un empobrecimiento de la revolución bolivariana. Este es un hecho objetivo e irremediable, un liderazgo de esa calidad es difícilmente reemplazable. Pero creo que la cuestión del empobrecimiento político del discurso y de las prácticas del proceso bolivariano excede a la desaparición de Chávez. En lo referente al discurso cada vez parece menos presente la pretensión de universalizar las conclusiones políticas y cada vez mayor la propensión al encierro en lo propio, en lo local, en la venezolanidad. En lo referente a la prácticas la obediencia a la cadena de mandos o a la capacidad de comunicar parecen cada vez mas valoradas por sobre el impulso de prácticas transformadoras que expresen creatividad y pensamiento crítico. Desde esa lógica es preferible quien garantiza un número de asistentes para las convocatorias o un buen vendedor de potes de humo, que quien desarrolla su critica y aporte revolucionario desde una práctica exitosa.

Digámoslo de forma grosera: hay discursos y prácticas del chavismo que hoy tienen amplia difusión pública, credenciales partidarias y de influencia territorial que, nadie se atrevería a negar, son genuinamente venezolanos. El problema es que cada vez se parecen más a la política cuartorepublicana, y cada vez menos a la irrupción transformadora que propuso Chávez. Me animaría a sugerir que cuando más mencionan y ensalzan a Chávez, menos se le parecen.

En el proceso muy complejo que transita la revolución bolivariana, hay conceptos que se siguen reivindicando, se sigue hablando de Comunas, Golpe de Timón, Socialismo. Creo que es un merito del Presidente Maduro hacerlos presentes, manteniendo vivo el imaginario transformador. Pero hay prácticas en el gobierno y el partido que van rebajando su identidad, contribuyendo a que pierdan su carácter subversivo. A modo de ejemplo podemos seguir hablando de economía comunal, pero la propuesta de constituirse en un experimento que aspiraba a extenderse y regular a todo la sociedad, queda rebajada cuando solo se la contempla y atiende como un nicho de “economía social”, como una muestra de algo muy hermoso y visitable, pero despojado de su contenido original.

Tiempos de escasez

En tiempos de escasez, el propio pueblo reconoce que en muchas oportunidades no ha estado a la altura de sus responsabilidades. Esa sana autocrítica recupera las mejores tradiciones revolucionarias venezolanas, en las que se inscribe Chávez, asumiendo la necesidad de hacerse cargo, de asumir responsabilidades.

El retorno del pasado, que se expresa en la reaparición de viejas heridas sociales y en el regreso de viejas prácticas políticas, nos compromete a hacernos cargo de no delegar la discusión sobre el rumbo futuro de la revolución bolivariana. Discusión que debe seguirse en el plano de las ideas, pero que es mucho más efectiva cuando se concreta en practicas de referencia y cuando se aporta que esas prácticas, que existen en todos los lugares de la Patria, sean visibilizadas, comunicadas, articuladas.

En tiempos de escasez, cuando regresan los mendigos y se agitan los fantasmas del pasado cuartorepublicano, el único camino de avance es seguir confiando en el pueblo.

Valles del Tuy ,14 de octubre de 2016.
La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal