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Europa, Estado español, EE.UU. :: 23/05/2017

John Maynard Keynes y sus pícaros discípulos del siglo XXI

Máximo Relti
Si las ideas keynesianas han demostrado ser un auténtico fiasco, ¿por qué son dominantes en la "izquierda" europea?

Michael Roberts es un conocidísimo economista británico situado en el campo teórico del marxismo. Ha sido, además, un agudo analista de la economía y de la sociedad contemporánea en el curso de los últimos 40 años. Es autor de libros tan conocidos como "La Gran Recesión: un análisis marxista" o "La larga depresión. Cómo ocurrió, por qué ocurrió, que ocurrirá a continuación". Este último título publicado en el 2016.

En un artículo publicado recientemente en su blog [http://lahaine.org/fF6v], Michael Roberts mantiene que la teoría económica keynesiana se ha convertido en la ideología dominante en el seno del movimiento obrero y en el campo de la llamada "izquierda" política europea.

"Keynes es el héroe económico de los que quieren cambiar el mundo; para poner fin a la pobreza, la desigualdad y las continuas pérdidas de ingresos y puestos de trabajo en las crisis recurrentes".

No obstante - apunta Roberts -cualquier persona mínimamente interesada en temas relacionados con la economía sabe que el análisis económico keynesiano es erróneo, empíricamente dudoso y sus recetas para "corregir" los "errores" del capitalismo han demostrado ser un estrepitoso fracaso.

Pese a ello, explica Michael Roberts, en los EEUU los grandes gurús que se oponen a las teorías neoliberales de la escuela económica de Chicago, son keynesianos. Tales son, también, los casos delos economistas Paul Krugman, Larry Summers y Joseph Stiglitz, o los ligeramente más "radicales" Dean Baker o James Galbraith.

En Inglaterra - indica Roberts - los líderes de la izquierda del Partido Laborista situados en torno a Jeremy Corbyn y John McDonnell, socialistasconfesos, se inspiran en economistas keynesianos como Martin Wolf, Ann Pettifor o Simon Wren Lewis para sus análisis y propuestas políticas. En Europa, mandan los neokeynesianos como Thomas Piketty.

En España, en el campo del keynesianismo y neokeynesianismo rampante destacan los profesores Vicenç Navarro y Torres López, que han servido de eficaces asesores económicos de Pablo Iglesias y su partido Podemos. El pensamiento de izquierdas se encuentra, pues, acosadopor las doctrinas reformistas del keynesianismo militante, en el campo de la economía contemporánea.

Las corrientes keynesianas y neokeynesianas sostienen que "lo que falla en la economía"no es el sistema capitalista en sí mismo, sino la desigualdad que las políticas neoliberales generan. El enemigo no es, pues, el sistema capitalista, sino esta desigualdad. Eso es lo que sostienen, por ejemplo, Stiglitz, Kwak, Piketty o Stockhammer, y en España, los dos economistas antes citados. Hay que reconocer que esta tesis reformista, es decir, aquella que propugna una reforma de los aspectos más lacerantes del capitalismo, pero no la eliminación de este sistema económico, ha encontrado un amplio eco tanto en los medios de comunicación - hecho cuyas razones pueden deducirse perfectamente -, como en el mundo del movimiento obrero y en los partidos europeos adscritos a una confusa y difusa "izquierda". Ciertamente que no se puede negar - puntualiza Michael Roberts - la horrible importancia del aumento de la desigualdad, pero esta hay que entenderla no como un fenómeno independiente, sino como parte del mismo desarrollo del sistema capitalista.

LAS RAZONES DEL "ÉXITO" DEL KEYNESIANISMO: LA "TERCERA VIA"

Pero si las ideas keynesianas han demostrado ser un auténtico fiasco, ¿por qué continúan siendo dominantes en los sectores sociales y políticos citados? La verdad es que las corrientes keynesianas dominan porque ofrecen una mágica "tercera vía", ubicada entre la revolución socialista y la barbarie.

En los años 1920 y 1930, al producirse la Gran Depresión, Keynes temía que el mundo al que él pertenecía - la sociedad burguesa - tuviera que enfrentarse a la revolución marxista. El socialismo, como una alternativa al capitalismo, podría acabar con "su mundo" encantador, y ello, irreversiblemente, terminaría abriendo las puertas a lo que él estimaba era "la barbarie", o sea, la llegada al poder de los bárbarosproletarios. De manera que Keynes quiso crear la esperanza de que, a través de determinadas y tibias reformas del "capitalismo liberal", se podríahacer funcionar al sistema sin necesidad de una revolución socialistaprotagonizada por "los de abajo".

La propuesta de Keynesencantóen aquellos años a algunos líderes del movimiento sindical laborista y a los "liberales" que deseaban poner en marchaalgunos cambios, para que, en definitiva, nada cambiase. Sin embargo, las propuestas de Keynes no fueron capaces de neutralizar al sindicalismo revolucionario, ni tampoco a las organizaciones politicas de la izquierda existente. Esa fue la razón por la que las burguesías de determinados países europeosse vieron impulsadas a recurrir a la creación del fascismo como fuerza de choque contra la resistencia obrera y, paradójicamente, a aplicar aspectos concretos de las recetas keynesianas bajo dictaduras fascistas como la alemana y la italiana.

EL KEYNESIANISMO CASI 100 AÑOS DESPUÉS

La cuestión es que hoy, casi 100 años después, vuelve a replantearse la famosa disyuntiva de "reforma o revolución". La diferencia entre la situación existente durante la primera mitad del siglo XX y la actual consiste en que entonces existía un movimiento obrero potente y con objetivos claros, así como unos partidos políticos de izquierdas, ideológicamente coherentes, y con voluntad de cambiar las bases sobre las que se sostiene esta sociedad. En la actualidad, sin embargo, ese panorama se ha esfumado totalmente.

Y a ese desarme ideológico de las organizacionespopulares y sindicales no ha sido ajenoel propio John Maynard Keynes.Durante decenios, la idea de que el capitalismo era progresivamente "reformable" fue penetrandocon profundidad en los sectores que se reclamanban pertenecientes a la "izquierda", en los líderes de los grandes sindicatos integrados en el sistema, en sectores de la intelectualidad y también en franjas de asalariados a los que el boom de las economías occidentales de las últimas décadas les hizo creer que habían perdido ya, definitivamente, su condición de proletarios. Quién hubiera dicho que, a la postre, iba a ser la propia crisis económica global del capitalismo la que empezaría a poner a cada uno en el lugar en el que le correspondía.

KEYNES NO FUE NUNCA UN MENTIROSO.SUS DISCÍPULOS, SÍ

La verdad es que Keynes no fue nunca un mentiroso, ni quiso engañar a nadie, a diferencia de lo que sucede con sus actuales discípulos, que envuelven su discurso económico con una fraseología que pretenden presentar como "revolucionaria" y "anticapitalista". Él era un burgués intelectual, perfecto conocedor de cuál era la trinchera donde le correspondía ubicarse. Y no lo escondía. En una ocasión dijo muy claramente: "la guerra de clases me encontrará siempre en el lado de la burguesía educada."Y en otra, refiriéndose a las organizaciones de izquierda, dijo de ellas que:

"prefiriendo el barro a los peces, exaltan al proletariado grosero por encima del burgués y de los intelectuales que, cualesquiera que sean sus defectos, son la sal de vida y llevan en sí las semillas de todo progreso humano".

En la medida en que fue envejeciendo, y que los efectos de la crisis del 29 fueron atenuándose, Keynes fue rescatando aquel añorado y viejo capitalismo del"laissez faire",en tantos aspectos similar al que hoy vivimos. En 1944 escribió a Friedrich Hayek,padre del neoliberalismo y mentor ideológico del thatcherismo, alabando su libro, "El Camino de servidumbre", en el que se sostiene que la planificación económica conduce inevitablemente al totalitarismo: "moral y filosóficamente me encuentro - le decía Keynes aHayek- de acuerdo con prácticamente la totalidadcon su libro; y no sólo de acuerdo con él, sino en un acuerdo profundamente conmovido".

¿Volverán en el futuro los actuales "radicales"keynesianos también a sus auténticos orígenes doctrinales? ¿Terminarán convirtiéndose como el maestro en "ortodoxos' gladiadores" del "laissez faire"cuandoconcluya la "Larga Depresión"? "La verdad es -dice Michael Roberts en su artículo citado - que por esas fechas todos estaremos muertos, si antes no hemos acabado con el modo de producción capitalista. Y ello requerirá una transformación revolucionaria. Las chapuzas reformistas de los supuestos fallos del capitalismo 'liberal' no 'salvarán' a la civilización, a menos a largo plazo". Toda una terrible premonición.

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