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Europa :: 15/02/2016

La bandera de Estados Unidos flota sobre Europa

Manlio Dinucci
Washington y la OTAN acaban de anunciar la decisión de multiplicar por 4 el presupuesto de las fuerzas del régimen estadounidense en Europa

Esta decisión, que contradice todo lo que EEUU había hecho en el marco de su posicionamiento ante China, se explica tanto por el reflejo anti-ruso de los occidentales como por la preparación de una segunda guerra contra Libia.

Al participar, como ahora se acostumbra, en el encuentro de los ministros de Defensa de la Unión Europea, realizado en Ámsterdam el 5 de febrero de 2016, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, elogió el «plan de EEUU para acrecentar sustancialmente su presencia militar en Europa, cuadruplicando los financiamientos». EEUU puede así «conservar más tropas en la parte oriental de la alianza, preposicionar allí armamento pesado, efectuar allí más ejercicios y construir allí más infraestructuras». De esa manera, según Stoltenberg, «se refuerza la cooperación UE-OTAN».

En 1992, inmediatamente después del fin de la guerra fría, Washington subrayaba la «fundamental importancia de mantener la OTAN como canal de la influencia y de la participación estadounidenses en los asuntos europeos, impidiendo la creación de dispositivos únicamente europeos que zaparían la estructura de mando de la alianza», o sea del mando de EEUU.

Misión cumplida: 22 de los 28 países miembros de la Unión Europea, con más del 90% de la población de la Unión, son hoy miembros de la OTAN, que se mantiene bajo el mando de EEUU y que es reconocida por la Unión Europea como «base de la defensa colectiva». Ejerciendo presiones sobre los gobiernos de los países del este de Europa, más vinculados a EEUU que a la Unión Europea, Washington ha reabierto el frente oriental con una nueva guerra fría, rompiendo los crecientes vínculos económicos entre Rusia y la Unión Europea, peligrosos para los intereses de EEUU.

En todo el este de Europa flota, en el mástil más alto, la bandera de las barras y las estrellas, junto al estandarte de la OTAN. En Polonia, la nueva primera ministra Beata Szydlo ha ordenado que en sus conferencias de prensa se ponga la bandera de la Unión Europea, bandera que a menudo queman en las plazas los «patriotas» que respaldan al gobierno en su rechazo a acoger a los refugiados (resultado de las guerras de EEUU y la OTAN), a los que califican de «invasores no blancos».

En espera de la realización de la cumbre de la OTAN, que se desarrollará en Varsovia durante el mes de julio, Polonia ha creado con Lituania y Ucrania (que ya es miembro de facto de la OTAN) una brigada conjunta de 4 000 hombres entrenada por EEUU.

En Estonia, el gobierno anuncia «un área Schenguen militar», que permite a las fuerzas de EEUU y de la OTAN penetrar libremente en el país.

Y en el frente meridional, vinculado al frente oriental, EEUU está a punto de iniciar, desde Europa y utilizando el Emirato Islámico como pretexto, una nueva guerra en Libia para ocupar las zonas costeras más importantes en el plano económico y estratégico. Esta última jugada es un intento de recuperar terreno ya que, en Siria, la intervención rusa en respaldo a las fuerzas gubernamentales ha bloqueado el plan de EEUU y la OTAN tendiente a destruir el Estado sirio, como hicieron con Libia en 2011, mediante el uso de grupos islamistas armados y entrenados por la CIA, financiados por Arabia Saudita, con apoyo de Turquía, entre otros países.

La operación en Libia «bajo dirección italiana» –que, según el Pentágono, requiere «boots on the ground», [botas en el suelo] o sea fuerzas terrestres– ha sido preparada en el marco de un acuerdo de EEUU no con la Unión Europea, en cuyo seno no existe consenso sobre ese tema, sino con las potencias europeas dominantes, fundamentalmente con Francia, Gran Bretaña y Alemania. Estas potencias, aunque compiten entre sí y con EEUU, aúnan sus acciones cuando están en juego intereses fundamentales.

Ejemplo de lo anterior es lo que ha salido a la luz con el escándalo de los e-mails de Hillary Clinton, secretaria de Estado en 2011: EEUU y Francia atacaron Libia principalmente para bloquear «el plan de Gaddafi de utilizar las enormes reservas libias de oro y dinero en la creación de una moneda africana como alternativa al franco CFA», la divisa que Francia impuso a sus 14 ex colonias.

Como demostrábamos en abril de 2011 [1]), el plan libio iba incluso más lejos, pretendía liberar África de la dominación que sobre ella ejercen el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Fue por eso que se procedió a la destrucción de Libia, donde ahora pretenden desembarcar nuevamente las mismas potencias con el pretexto de traer «la paz»

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[1] «La rapiña del siglo: el asalto de los voluntarios a los fondos soberanos libios», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia) , Red Voltaire, 22 de abril de 2011.

Il Manifesto / Red Voltaire

 

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