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Mundo :: 05/12/2008

La historia oculta de José Miguel Vivanco

El Quinto
En el 2003, Human Rights Watch desencadenó una campaña aliándose con organizaciones periodísticas de probada vinculación con la CIA

Por P. V.

En materia de Derechos Humanos, a menudo nos pasan "gato por liebre". Ya lo hicieron con Baltasar Garzón, quien para muchos es el único juez que se atrevió a encarcelar a Pinochet y a entablar juicios contra emblemáticos represores y torturadores latinoamericanos.

Pero la verdad es que mientras Garzón se construía su propia leyenda, empujada por su excesivo ego profesional, por abajo levantaba una política salvaje de criminalización contra la izquierda aberzale (izquierda del país Vasco). No sólo encarceló, sino que avaló la tortura y la persecución de cientos de luchadores independentistas vascos.

Para lograr su cometido feroz, se valió de la manoseada "lucha antiterrorista", que se tradujo en asociar a cualquier expresión revolucionaria, social, política y hasta cultural, como parte de ETA (Euskadi Ta Askatasuna); así, cerró bares, encarceló a jóvenes anti servicio militar, llevó a juicio a coros de música, cerró periódicos y muchas otras acciones represivas. Es tal su afiebrada persecución que hasta el día de hoy existe prohibición de expresar en voz alta y en público ciertos nombres que designen organizaciones de la izquierda vasca, al más viejo estilo de la Inquisición.

Pero la historia no es nueva y muchos seudo defensores de los Derechos Humanos no son tales. Un caso emblemático fue Santiago Cantón, relator de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quien fue uno de los primeros en apoyar públicamente al gobierno golpista de Carmona en la crisis del año 2002 en Venezuela, dado que se está hablando de los "defensores de derechos humanos" en general, más aún si se ha partido ejemplificando con el cabrón de Garzón.

Vínculos y amistades de miedo

Hoy es el turno de José Miguel Vivanco, jefe para las Américas de la organización norteamericana Human Rights Watch (HRW), quien fue expulsado de territorio venezolano por expresar declaraciones fuera de toda formalidad y diplomacia; entre ellas, de acusar al gobierno de Chávez de convertir en "títeres" al poder judicial.

Pero lo cierto es que Vivanco es un personaje con vínculos y amistades de miedo. No son un secreto sus buenas relaciones con el Capitolio de Washington, con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), los más recalcitrantes anti chavistas venezolanos o, como guinda de la torta, la mafia cubano-americana.

Su currículum como defensor de los Derechos Humanos es bastante pobre. Llegó como por arte de magia a la OEA, con el pomposo título de asesor jurídico, para luego ascender a procurador del secretariado de la controvertida Comisión Interamericana de Derechos Humanos, todo a pocos años de egresar de la facultad de Derecho.

Más complicados son los rumores y acusaciones que lo relacionan con el régimen de Augusto Pinochet; acusaciones que en julio del 2004 expresó José Vicente Rangel, entonces vicepresidente de la República Bolivariana de Venezuela, quien señaló a José Miguel Vivanco como colaborador de los servicios secretos de Chile bajo la dictadura.

No son nuevas las calumnias en contra Venezuela y Cuba. Desde hace años existe una campaña de ataques; cabe recordar cómo en el 2002, Vivanco y HRW, después de apoyar los propósitos de los grupos opositores más identificados a la embajada norteamericana, mantuvieron un cómplice silencio frente al fugaz gobierno golpista del empresario Pedro Carmona.

En el 2003, Human Rights Watch desencadenó una campaña contra la ley de responsabilidad social en radio y televisión, aliándose con organizaciones periodísticas de probada vinculación con la CIA.

Más siniestra es su desatada "amistad" con la mafia cubano-americana. Ya en abril del 2007, Vivanco participó en Berlín en una conferencia convocada contra Cuba. La Fundación Konrad Adenauer, una declarada organización anticomunista, asociada en el pasado a numerosas actividades anticubanas, fue la que ofició como anfitriona. En la oportunidad, José Miguel Vivanco compartió escaño al lado del veterano agente de la CIA Frank Calzón, director vitalicio del Cuban Freedom Center, de Washington.

Reconocida es además su simpatía por el comentarista de origen cubano Carlos Alberto Montaner, arrestado en La Habana en diciembre de 1960 por portar material explosivo. Lo mismo ha hecho con la tropa mafiosa y terrorista de Miami, entre los que destacan: Huber Matos, vinculado al lucrativo negocio del narcotráfico; Orlando Gutiérrez-Boronat, un ex terrorista fundador del Directorio Democrático Cubano; Ángel Francisco de Fana, quien fue arrestado en California en el año 1995, por poseer un gran arsenal de armas, con las que preparaba un ataque terrorista contra Cuba.

Y finalmente Sixto Reynaldo Aquit, más conocido como "El Chino", uno de los fundadores y creadores del comité de apoyo al terrorista internacional Luis Posada Carriles, quien, entre muchos otros actos, es autor, junto a Orlando Bosch, de la bomba contra un avión cubano, donde perdieron la vida 73 personas en el año 1976.

Vivanco profesa una estrecha relación con la prensa anticubana, encabezada por Pedro V. Roig, director general de Radio y TV "Martí" y quedó expresada en abril de año 2007, cuando el diario "Las Américas", acantonado en Miami y financiado por la inteligencia norteamericana, dedicó y valoró la presencia de José Miguel Vivanco, entre muchas otras figuras "anticastristas" que respaldaron una declaración de unidad entre todos los opositores a Fidel Castro.

 

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