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Brasil :: 06/08/2016

Las Olimpíadas son la culminación de una tragedia política

Mario Hernández
La que Lula imaginó como la eternización de los años dorados del PT :: Entrevista con Ricardo Antunes, sociólogo marxista del trabajo

M.H.: Llegó la hora de los Juegos Olímpicos. Alguna vez Luis Ignacio da Silva dijo "llegó nuestra hora. Tenemos una economía organizada y pujante, Brasil vive un momento excelente en un clima de libertad y democracia. Las puertas de Río están abiertas para la mayor fiesta de la humanidad". Eso fue un 2 de Octubre de 2009, parece un tiempo muy lejano, mucho más que los 7 años ocurridos desde la votación en Copenhague, Dinamarca, donde Río de Janeiro superó a Madrid por 66 a 32 para confirmarse como la primera ciudad sudamericana organizadora de una cita olímpica. ¿Cómo está viviendo el pueblo brasilero estos Juegos Olímpicos?

R.A.: En primer lugar es preciso decir que las Olimpíadas en 2016 son la finalización de una tragedia política que Lula imaginó una década atrás serían el círculo virtuoso de su gobierno. Lula imaginó que con La Copa de las Confederaciones en 2013, después la Copa del Mundo en 2014 y finalmente las Olimpíadas en 2016, los años dorados del PT llegarían a una situación de eternización y lamentablemente es lo contrario.
En 2013 Brasil fue campeón de La Copa de las Confederaciones, pero fue la época de las rebeliones en todo el país al que siguió un ciclo huelguista espectacular que denunciaba el fin del mito lulista. La población trabajadora, las periferias empezaban a comprender que el mito del proyecto lulista comenzaba a finalizar.
La Copa del Mundo fue un fracaso deportivo total, Brasil fue eliminado por Alemania con un vergonzoso 7 a 1 y ahora las Olimpíadas encuentran a Brasil en una crisis muy profunda. Me preguntás cómo está viviendo el país esta situación, es muy complejo, por un lado el país está dividido y hay un proceso de impeachment que llega a su fase final. Los noticieros en este momento están comunicando que el Senado brasileño quiere anticipar aún más la finalización del proceso a fines de agosto para intentar hacer sobrevivir al gobierno de Temer, o sea, es más que un pequeño golpe porque dejaría de llevar adelante una serie de acciones antes que el proceso finalice.
La población vive un proceso dual, por un lado la tragedia política. El gobierno de Dilma cayó y no tiene condiciones de volver, pero la población también sabe que el gobierno de Temer es muy malo, que ascendió a través de una traición por eso configura una especie de golpe político contra la presidenta electa. La población sabe que el gobierno actual está marcado por una profunda corrupción, el PMDB comete actos de corrupción hace más de 40 años, es el principal partido que controla la corrupción brasileña hace décadas y la idea de una elección directa, de una anticipación de las elecciones es la que la población brasileña ve con más simpatía.
Hace pocos días se hizo una encuesta y más del 60% de la población no quiere ni a Dilma ni a Temer, quiere nuevas elecciones. En mi opinión esta es la única salida, un plebiscito popular que consulte si quieren que regrese Dilma o una elección. Probablemente un 99% pediría la anticipación de las elecciones directas, porque la población sabe que el gobierno de Temer, aunque es herencia del gobierno de Dilma, es aún peor.
Por otro lado, la constatación de la tragedia social brasileña, los transportes públicos no funcionan, Río de Janeiro y todo el país vive una situación de violencia total. En Natal durante los últimos 2 o 3 días hubo más de 80 atentados contra el transporte público y otras instituciones públicas. Además, está la parte propiamente deportiva de las Olimpíadas, seguramente habrá muchos grupos de hinchas pero también hay otra gran parte de la población que no es hincha de los deportistas brasileños porque sabe que las Olimpíadas enriquecen a las corporaciones, a las transnacionales, provocan más riqueza a los grupos ricos en medio de una situación en la que Río de Janeiro hace meses que no le paga a los trabajadores públicos, a los funcionarios ni a ningún sector. La situación es muy complicada, usando una metáfora, es un circo armado en medio de una vida social que se encuentra en llamas.

M.H.: Por otra parte hay algunas cifras preocupantes, durante mayo la policía mató 40 personas, lo que supone un aumento del 135% comparado con el mismo período de 2015. En el Estado de Río de Janeiro en su totalidad, la cifra ascendió de 44 a 84 asesinatos, es decir un 90% y las estadísticas de violencia policial en las favelas lo ratifican, porque desde su confirmación como sede de los Juegos en 2009, las fuerzas de seguridad del Estado de Río de Janeiro mataron a más de 2.500 personas en la ciudad.  A esto se agrega ahora este dato de la detención de 12 supuestos terroristas que simpatizaban con el Estado Islámico. ¿Qué nos podés comentar al respecto?

R.A.: Son dos cosas para ser analizadas inicialmente de manera separada para después hacer una síntesis. En Río de janeiro actualmente hay casi una muerte por día, hay una confrontación abierta entre la policía militar y los grupos del narcotráfico, en el medio está la población pobre completamente perdida, sin asistencia social. Porque cuando hay un tiroteo entre la policía y el narcotráfico, las personas que habitan en las villas miserias son las que mueren, por eso hay muertes todos los días.
Probablemente tendremos en estos días de las Olimpíadas una situación un poco más controlada porque hay millares de soldados de las fuerzas del Ejército en Río de Janeiro. Lo que pasa es que no van a agredir a los grupos narcos en las favelas y éstos probablemente se queden en calma para evitar una confrontación con las fuerzas militares. Entonces, tendremos una aparente calma.
La cuestión de los terroristas es un grave error del gobierno que para legitimarse implementa una política a través de una Ley recientemente aprobada que había sido presentada al Parlamento por el gobierno de Dilma, que se llama Ley Antiterrorismo. Es una Ley donde la diferenciación entre terrorismo, rebelión, manifestación social es poco clara, entonces una autoridad policial o judicial puede decretar que una rebelión de tipo A, B o C, por ser más radical, tenga la apariencia o la forma de una acción que merece una represión antiterrorista.
No hay ninguna evidencia de que esos individuos que están presos hoy, tengan alguna conexión con el terrorismo internacional. Brasil nunca estuvo en el objetivo  del terrorismo internacional, ni con el Estado Islámico ni con otras organizaciones que realizan prácticas internacionales terroristas. El Estado Islámico tiene su mira contra Francia, Inglaterra, EE. UU., Alemania, y otros países de Europa. Brasil tenía una posición relativamente equidistante.
Lo que hizo el gobierno de Temer fue un error político grave, porque afirmó que hay riesgos de prácticas terroristas en Brasil, y eso puede generar a la vez que el gobierno quede en un lugar de paladín del combate contra algo que realmente no existe. No se sabe muy bien, porque las informaciones no son claras, si es una estrategia de márketing con base en el terrorismo, que es algo muy nefasto, o si es efectivamente real.
Mi intuición me dice que es mucho más posible que sea una estrategia de márketing para legitimar un gobierno que nació de un golpe político. En dos o tres semanas será votado el impeachment y no hay una certeza absoluta si Dilma quedará definitivamente fuera del gobierno, porque Temer necesita de una cantidad de votos seguros en el Senado que hoy tiene, pero con ciertas limitaciones, hay una sombra de incertidumbre allí.
Es una tragedia social, política, un circo creado por los medios incluso a través de las Olimpíadas, donde la tensión social y la violencia son parte de la vida cotidiana. Este es el Brasil actual, que no es solamente responsabilidad del gobierno de Temer, por más golpista que sea, es también expresión de la tragedia que fueron los 12 años del gobierno del PT que imaginó que estaba creando una especie de Suiza en Brasil y actualmente la situación es más parecida a la de la India.  
Ayer di una conferencia en Porto Alegre, una ciudad cerca de Argentina, con una sociedad de las más estructuradas que hay en el Brasil y pude ver decenas de hombres y mujeres miserables, durmiendo en las calles en pleno invierno, un reflejo muy claro y evidente de la miseria social que está en crecimiento en Brasil.

M.H.: El día domingo se vivieron marchas a favor y en contra de Dilma y Temer en todo Brasil. Y los movimientos sociales convocan a un acto el próximo 5 de agosto, fecha en la que se inaugurarán los Juegos Olímpicos. ¿Qué podés comentarnos de estos hechos?

R.A.: El domingo pasado tuvimos una expresión de lo que pasa, el Brasil está muy dividido, más del 60% quieren elecciones directas, pero perdieron fuerza los sectores de las capas medias más conservadoras que tenían alguna base popular en sus manifestaciones a favor del impeachment, había muy pocos en las calles comparado a las manifestaciones de más de un millón de personas de hace dos meses atrás y tampoco son fuertes las manifestaciones por el retorno de Dilma.
La población sabe que el gobierno de Temer es muy malo, que no hace otra cosa que tomar una tras otra, medidas contra la clase trabajadora, para garantizar la ganancia de los bancos. Pero, por otro lado, no cree que sea posible que Dilma regrese al poder porque no tiene más base de sustento en el Parlamento, ni en las calles, ni en su partido.
El gobierno de Dilma no tiene condiciones reales de volver, entonces la mayoría de la población está esperando a ver qué va a suceder. Dilma no tiene condiciones de volver y Temer no tiene condiciones para continuar. Y la Constitución brasileña no permite la anticipación de las elecciones directas sin que renuncien el Presidente y el Vicepresidente, o sin que haya una decisión judicial del Supremo Tribunal Federal electoral. Como no hay una decisión todavía sobre si las elecciones de 2014 fueron o no legales, la situación de no saber qué se puede hacer, es lo que lleva a que no haya grandes manifestaciones de masas en los próximos días.
Habrá manifestaciones pro Dilma por un lado, pro Temer por otro, pero la mayoría no quiere ni el retorno de Dilma ni la continuidad de Temer. En mi opinión lo correcto sería que Dilma, que probablemente no haya participado directamente de la corrupción, a diferencia de muchos otros ex Presidentes, pero tiene una incapacidad política muy fuerte, pusiera la condición de volver para convocar inmediatamente a un plebiscito popular para definir si continúa ella o si se llama a elecciones.
Pero para hacer esto, Dilma tiene que conseguir una votación del Parlamento, y el Parlamento brasileño se encuentra en la situación más degradada de toda su historia, perdió por completo el mínimo respeto popular que pudo tener. La población hoy lo considera el peor órgano institucional, los diputados en su gran mayoría expresan una política completamente involucrada con el conservadurismo, con una bancada de las corporaciones, otra de La Biblia, que está contra el aborto, contra la homosexualidad, contra los derechos de las mujeres; y la bancada de la economía del crimen.
Esta es la situación brasilera hoy, el único consuelo es pensar que esta fase pueda pasar y que Brasil comience a atravesar una fase de cambio profundo porque tal como está, la situación desanima profundamente.

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