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Medio Oriente :: 30/07/2005

Maoístas iraníes: Cómo entender la participación en las elecciones.

Un Mundo que ganar
Presentamos una versión abreviada del artículo, "Cómo ver la participación en las elecciones en general y en estas elecciones en particular", próximo a salir en el número 23 de Haghighat, periódico del Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta).

En las recientes elecciones, los poderes gobernantes pidieron que el pueblo eligiera sus propios opresores para cuatro años más. A diferencia de la monarquía del cha, la República Islámica ha usado con éxito las elecciones y la represión policíaca y militar para contener la actividad política del pueblo. Para sacar el máximo provecho de esta herramienta, con anticipación el gobierno hizo un plan concreto y consciente. Por ejemplo, el segundo proyecto Khordad [las elecciones presidenciales del 23 de mayo de 1997 en que ganó el "reformador" Mohammad Jatami] extendió este plan en una situación en que las masas están desorientadas políticamente. Lo usaron para pacificar a los vacilantes opositores políticos al gobierno. Éste logró atraer a unos antiguos opositores a su sucio juego de "elegir entre el mal y el peor", a colaborar y cooperar con el gobierno y obtener cierta legitimidad a los ojos de los observadores internacionales.

Después del desenmascaramiento de los reformadores del gobierno (la facción de Jatami), cayó dramáticamente la participación de las masas en el circo electoral. En las recientes elecciones, según las cifras oficiales, el abstencionismo alcanzó el 40%, lo que es una cantidad importante, pues el gobierno movilizó todas sus fuerzas para seducir a la ciudadanía. Derrochó enormes cantidades de dinero, regó promesas falsas y sorprendentes y enfiló todo su aparato de propaganda hacia este fin.

Los candidatos se rivalizaban entre sí y al mismo tiempo obedecían a una división de trabajo entre sí con una meta común. Cada candidato se dirigió a cierto sector social y lanzó lemas orientados a su sector respectivo. Cada uno traficó con sus temores y tendencias específicos. No obstante, mucha gente, sobre todo aquellos que votaron en las elecciones de 1997, boicoteó éstas. Muchas mujeres y jóvenes las boicotearon. Los estudiantes las boicotearon y fomentaron el boicot lo más que pudieran. Ése fue un elemento muy positivo de las elecciones presidenciales en comparación con las anteriores, sobre todo porque el gobierno los bombardeaba constantemente con propaganda e influían los intelectuales vacilantes. Pese a la dispersión y falta de organización, no abandonaron el boicot.

Se ha denunciado que Mahmoud Ahmadinejad ganó las elecciones mediante las amenazas y hostigamiento del Basij [los paramilitares del gobierno] y la Pasdarán [la Guardia Revolucionaria] y la compra de votos. El fraude era tan obvio: el gobierno envió helicópteros a las aldeas y compró votos con comida y dinero. Repartió credenciales falsas en el Basij para que sus integrantes pudieran votar varias veces. No obstante, la cantidad de personas que votó fue mucho más baja que en 1997, pero sí votó una buena cantidad de personas. Algunas personas que no votaron en las elecciones parlamentarias del año pasado o no votaron en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, votaron esta vez. Unas personas que votaron por Alí Akbar-Rafsanjani lo hicieron para decir "no" a Ahmadinejad, o viceversa.

Eso demuestra que no basta que las masas den la espalda a las casillas. Es importante que tomen conciencia política del papel de las elecciones en la consolidación del sistema de opresión y explotación. Muchas veces no han ido a las casillas, pero mientras que no tomen conciencia de la naturaleza y el funcionamiento de los poderes gobernantes y no vean la posibilidad de tumbar al gobierno con la dirección de un partido revolucionario, el gobierno las puede jalar constantemente al circo electoral de elegir entre el mal y el peor.

La participación en las elecciones es un programa, ideología y herramienta que usan las clases dominantes para legitimar y estabilizar su poder. Una tarea importante de las fuerzas conscientes de la izquierda y del movimiento revolucionario y de los intelectuales progresistas que luchan contra el gobierno es luchar por aislar y neutralizar el proceso electoral y los engañosos planes que el gobierno propaga entre las masas. Las elecciones son una oportunidad para aislar al gobierno. El boicot consciente y organizado de las elecciones es una importante forma de elevar el nivel de la conciencia política revolucionaria de las masas.

En estas elecciones, los candidatos difundieron millones de discos compactos y casetes para denunciar y destruir los unos a los otros. De un lado, las facciones del gobierno propagaban la falsa idea de que había diferencias fundamentales entre los candidatos, pero al mismo tiempo de verdad querían destruir los unos a los otros porque se han agudizado sus contradicciones internas. Es importante analizar ambos lados del problema.

¡Ahmadinejad llamaba a Rafsanjani un capitalista y a sí mismo un hombre pobre, y Rafsanjani llamaba a Ahmadinejad un fascista y a sí mismo un demócrata! Así es el vil carácter que ambos tipos. Se han apoderado de la economía del país y la han dividido entre sí. Todos ellos han jugado un papel para establecer y consolidar el gobierno fundamentalista religioso fascista. En el caso de la contienda entre los poderes gobernantes, no resuelven sus contradicciones y divergencias mediante las elecciones sino mediante compromisos y otros mecanismos. No obstante, dan la apariencia de ventilar sus contradicciones y de resolverlas mediante el voto del pueblo. Eso no quiere decir que no haya contradicciones y grietas en el seño de los poderes gobernantes de la República Islámica. Al contrario, tienen contradicciones agudas y no podían unirse antes de las elecciones en torno a un programa común para proteger su dominio. Las elecciones han agudizado las contradicciones.

La más importante contradicción que trastorna fuertemente la unidad de los poderes gobernantes de la República Islámica es el problema de las relaciones con Estados Unidos. Nunca lograron ponerse de acuerdo con el gobierno estadounidense. Por eso, no se pusieron de acuerdo entre sí al respecto ni definieron las relaciones internas a partir de tal acuerdo. Así se ve que el alineamiento interno del gobierno depende de las potencias mundiales. Las relaciones entre las facciones de la República Islámica no se deciden mediante las elecciones ni se deciden dentro del país. Dependen de los tejemanejes internacionales tras bambalinas.

Se dice que Estados Unidos dio a entender que sería más fácil si la República Islámica hiciera un gesto dramático tal como la dimisión de Jamenei, pero las dos facciones conservadoras (la banda de Rafsanjani y la de Jamenei) no se pusieron de acuerdo. El triunfo en las urnas de Ahmadinejad es un reflejo de estos problemas no resueltos. La desorientación de los poderes gobernantes en las elecciones se debía a factores regionales e internacionales y no a diferentes planes y programas sobre la libertad política o justicia económica, tal como pregonaban con tanta demagogia. Le debe su propia existencia a las potencias imperialistas; sin ellas, no podrían seguir en el poder un solo día. En estas elecciones, los máximos dirigentes títeres de la República Islámica esperaban y esperaban hasta el último momento que Europa, Estados Unidos y Rusia se pusieran de acuerdo sobre Irán de modo que conocieran su propia suerte. La contienda entre Ahmadinejad y Rafsanjani fue una manifestación de esta realidad: la República Islámica esperaba la respuesta de Estados Unidos.

No queda muy claro qué pasó en las negociaciones tras bambalinas pero al parecer, los dirigentes del gobierno pensaban que tenían dos alternativas. Si Estados Unidos hubiera estado dispuesto a negociar y abandonar su plan de cambiar el gobierno de Irán, Rafsanjani, el tipo más poderoso de los gobernantes, hubiera subido al Poder para resolver los problemas con Estados Unidos. De otro lado, si Estados Unidos se hubiera empeñado en cambiar el gobierno, una persona como Ahmadinejad hubiera subido al Poder. Como, al parecer, Estados Unidos no estaba dispuesto a cambiar de plan, en medio de las tensiones se barajó el nombre de Ahmadinejad.

En la nueva situación internacional y mesooriental, Estados Unidos opina que ya pasó la fecha de caducidad de la República Islámica y quiere eliminar a algunos grupos o bandas en el seno de los poderes dominantes. Ante esta situación, las facciones de la República Islámica se rivalizan acerca de cuál grupo debilitar o eliminar de plano.

La agudización de la rivalidad por Irán entre Estados Unidos, Europa y Rusia ha agravado la crisis interna de la República Islámica. El futuro de estos criminales islámicos lo determinarán los criminales internacionales. No obstante, no es fácil que estos ladrones internacionales se pongan de acuerdo acerca de Irán ni cómo repartirlo y compartirlo. En este contexto, es muy notable que Rusia mostrara su agrado con los resultados de las elecciones y Francia apoyara un papel político de Rusia en Irán. Hoy, el alineamiento y realineamiento internos de la República Islámica los determinan factores políticos internacionales de mucho mayor relieve. Sin ver esto, es imposible conocer la verdadera naturaleza de su contienda.

Se agudizarán las fracturas y las contradicciones en el seño de las clases dominantes, no porque los otros candidatos piensen que Ahmadinejad ganó por fraude contra la banda de Jamenei sino porque las bandas del gobierno se conspiran los unas contra las otras y cada una quiere sacrificar a las demás y no a sí misma. Una posibilidad es que las bandas a que les toca eliminar podrían lanzar propaganda populista sobre la soberanía nacional y de apoyo a los pobres. Irán está en una encrucijada de contradicciones mundiales y por eso la situación es aún más compleja.

Únicamente lanzando un movimiento revolucionario para derrocar al gobierno que movilice cuando menos un sector de las masas de obreros y gente trabajadora se podrá destruir el circo electoral del gobierno. Será necesario elevar el nivel de lucha consciente de las masas para que las masas organizadas hagan añicos las casillas y no se dejen embaucar u obligar a votar.

De fondo, es necesario recordar una experiencia revolucionaria. Hasta 1980, el Perú era un país en que un alto porcentaje de la ciudadanía votaba (tal vez de 70 a 80%). Después del inicio de la guerra popular bajo la dirección del Partido Comunista del Perú (en 1980), la participación de las masas en las elecciones iba cayendo de forma considerable y constante con el avance de la guerra popular. Una guerra popular es el nivel más alto de la lucha de clases, pero no obstante el PCP veía la importancia de desenmascarar el engaño electoral de los poderes dominantes. En las jornadas iniciales de la guerra popular, una actividad política del partido en el seño de los obreros y campesinos fue la movilización popular para quemar las casillas. Únicamente una lucha revolucionaria organizada y consciente puede aplastar los engañosos juegos de las elecciones del opresor.

18 de julio de 2005. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

 

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