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Mundo :: 03/02/2016

Nigeria: Las consecuencias dramáticas del cambio climático

Drew Povey
Lago Chad: un descenso conjugado con el avance del Sahara hacia el Sur

A veces el cambio climático suele ser visto como algo que podría ocurrir en el futuro. Pero ya está ahí y está destruyendo la vida de millares de personas en Nigeria. Por supuesto, los ricos pueden escapar a sus efectos, pero invariablemente la clase obrera y los pobres sufren las consecuencias dramáticas del cambio climático.

Los datos, recogidos sobre todo por la agencia meteorológica nigeriana, muestran que la temperatura ha aumentado 1,1°, mientras que las lluvias han descendido 8,1 cm en los últimos 105 años, desde 1901. Sin contar las lagunas secas, el avance del desierto, la erosión de las costas, el desplazamiento de las lluvias y los desarreglos en los cultivos.

El clima global se recalienta porque la humanidad utiliza una gran cantidad de carbón, petróleo y gas natural desde hace más de 200 años. Estas sustancias contienen mucho carbono y cuando se queman, el carbono se mezcla con el oxígeno del aire y produce dióxido de carbono (CO2). Cuanto más se extiende el dióxido de carbono en la atmósfera, más dificulta la evacuación del calor al espacio, lo que provoca el alza de las temperaturas en tierra.

No sólo la tierra se vuelve más caliente, sino que las estaciones cambian; así, algunas regiones sufren una falta de agua cuando otras son ahora víctimas de inundaciones y de tormentas tropicales (como por ejemplo el huracán Katrina que devastó el Mississippi en 2005).

Lago Chad: un descenso conjugado con el avance del Sahara hacia el Sur

El lago Chad era la mayor extensión de agua del continente africano y su desaparición está teniendo un enorme impacto sobre las poblaciones colindantes. Una de las principales razones de la pobreza en el Norte, y también del auge de Boko Haram, es el cambio climático.

Según las Naciones Unidas, el lago Chad ha disminuido un 95% entre 1963 y 1998. A causa de su sequía, la gran mayoría de los granjeros y pastores ha emigrado hacia regiones más verdes donde entran en competición por los recursos de la tierra con otras comunidades ya presentes, desencadenando confrontaciones en los alrededores de la ciudad de Jos y en otros lugares. Algunos han emigrado a Kano, Abuja, Lagos y otras grandes ciudades y viven de trabajos domésticos o de pequeñas chapuzas en la economía informal.

Lo que queda de las comunidades ribereñas del lago Chad, como los Doron Baga, son alcanzados debido a la velocidad a la que se evapora el lago. Los Doron Baga, inicialmente instalados en sus riberas, están ahora a 20 km de la orilla.

El descenso del lago Chad se conjuga con el avance del Sahara hacia el Sur, lo que destruye las tierras roturables de Nigeria. El Sahara progresa 10 km al año y las dunas de arena caracterizan la desertificación en curso de Estados como Yobe, Borno, Sokoto, Jigawa y Katsina.

En los mercados urbanos del Sur, en Onitsha, Enugu, Lagos, Ibadan, Ilorin, Benin y Ondo, los pescados del lago constituían lo esencial de las ventas. Como las capturas se reducen, los precios aumentan y las y los trabajadores de estas ciudades sufren al igual que quienes lo venden.

En 1993, la región del lago Chad producía más de la mitad del mijo y más de un cuarto del sorgo de Nigeria. Evidentemente, la reducción de la producción engendra un aumento de los precios y una mayor pobreza.

Modificación del régimen de lluvias

Hay destacados cambios en la estación de lluvias y los campesinos no pueden ya prever las precipitaciones, ni saber con precisión cuándo deben sembrar. Esto tiene ya un impacto sobre la seguridad alimentaria, sobre todo en el Sur de Nigeria donde se practican principalmente cultivos pluviales. El campesinado, que tradicionalmente planta después de la primera o segunda lluvia (marzo o abril), sufre grandes pérdidas cuando las lluvias, como consecuencia del cambio climático, se retrasan más allá de lo normal o la corta estación seca (vacaciones de agosto) llega prematuramente.

Ahora, las centrales hidroeléctricas de Kanji, Jebba y Shiroro producen mucho menos energía por el hecho de la excesiva sequía que reduce los volúmenes de agua. Esto tiene un impacto sobre cerca de un tercio de la electricidad producida en el país.

En cambio, el número de días de lluvia ha descendido en un 53% en el Nordeste y las precipitaciones han aumentado en el Sur, ocasionando inundaciones y grietas que han destruido los campos, sobre todo en los Estados de Edo y de Anambra. Uno de los mayores impactos de este cambio es la agravación de los episodios extremos del clima, como la sequía, las inundaciones, las tormentas, las violentas borrascas de viento, las tempestades, los deslizamientos de tierra, las avalanchas y los tsunamis. Se estima que la frecuencia y la potencia de los vientos y de las tormentas no sólo han aumentado, sino también, y sobre todo, han matado a 199 personas y destruido las propiedades a un nivel de 85 mil millones de Naira (395 millones de euros) entre 1992 y 2007.

Entre 1950 y 1970, se registró un aumento de 50 cm del nivel del mar en las costas nigerianas. Las inundaciones de 3400 km2 de las tierras bajas del delta del Niger han ocasionado el desarraigo de muchas comunidades. El delta podría perder más de 15.000 km2 de tierra de aquí al año 2100. Lo que afectaría al 80% de la población, esto es 14 millones de personas desplazadas.

Pero estos cambios no son ineluctables. Son causados por las prioridades que se da la sociedad y, por tanto, pueden ser cambiadas. Las movilizaciones que han tenido lugar con ocasión de la COP 21 de Paris son un comienzo.

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