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Argentina :: 26/04/2015

Orejeando el futuro

Guillermo Cieza
No es apresurado arriesgar que el próximo gobierno encarnará una opción del modelo noedesarrollista menos distributiva y progresista. Oportunidades de la izquierda

Las elecciones primarias de la ciudad Buenos Aires confirmaron la tendencia de que la sociedad argentina busca por derecha respuestas a las incongruencias del modelo kirchnerista. Las elecciones realizadas el dia domingo 26 dieron un amplio triunfo al oficialismo que gobierna en la Capital de Argentina, el PRO, con el 47%, seguido por ECO, una coalicion de centro derecha con el 22%. El kirchnerismo se posiciono como tercera fuerza con el 18%. Hubo una magra eleccion de la izquierda, pero le alcanzo al FIT para posicionarse como cuarta fuerza con el 2,2%.

Cuando se han producido las primeras elecciones “Paso” [Primarias abiertas, simultáneas y obligatorias] en Salta, Rosario y Mendoza y a escasos seis meses de las elecciones presidenciales, parecen develarse las opciones políticas que continuarán al kirchnerismo. No es apresurado arriesgar que el próximo gobierno encarnará una opción del modelo noedesarrollista menos distributiva y progresista en materia de derechos civiles y alineamiento internacional, más conservadora y represiva.

Scioli [peronista] y Macri [derecha pura y dura] comparten el perfil de empresarios que se involucraron en la política con la perspectiva de ampliar su patrimonio económico y el de sus allegados. Y quien llegó a la política para hacer negocios impondrá esa lógica a su gestión, con el reparo de quienes puedan condicionarlos.

Seguramente Scioli, en caso de ganar la presidencia, encontrará en el kirchnerismo residual y su propio partido algunos condicionamientos porque todos ellos comparten una lógica política que contempla seguir gestionando en el mediano y largo plazo. El justicialismo [peronismo], cada vez más parecido al PRI mexicano, ha gobernado al país durante 37 años y ha acumulado experiencia suficiente para no dejarse seducir por gestiones que hipotequen sus futuras posibilidades electorales.

Los condicionamientos de Macri serán muy parecidos a los que enfrentó De La Rua [presidente de derecha, renunció cuando las puebladas de diciembre de 2001]. Carece de estructura territorial en la provincia de Buenos Aires y no controla a las centrales sindicales, que difícilmente asuman compromisos con un gobierno de cabotaje.

El reemplazo del kirchnerismo por una opción más conservadora no es una anomalía. Comparte el mismo destino de otros gobiernos en Latinoamérica y Europa, que trataron de mantener márgenes de autonomía de las políticas imperiales y sostener políticas públicas de ampliación de la justicia social, sin asumir un tránsito al socialismo, sin adoptar una perspectiva anticapitalista.

En ese contexto del fracaso de las “centroizquierdas”, no es una sorpresa que sus reediciones versión 2015 hayan fracasado, y que la ilusión de una ruptura del justicialismo para confluir con los centroizquierdistas de oposición haya sido solamente eso, una ilusión. Para el kirchnerismo, y aún para sectores más duros dentro de esa corriente, la decisión de no alejarse del justicialismo es de puro sentido común. No necesitan más que irse del gobierno por la puerta grande para regresar dentro de cuatro años reivindicando la versión progresista del modelo al mejor estilo Bachelet.

Quién pondrá mayores limitaciones a las políticas impulsadas por el nuevo gobierno será la resistencia popular que deberá enfrentar el desafío de enfrentar el nuevo escenario desde la situación de fragmentación, confusión y desarticulación organizativa, que es el saldo del gobierno que se va; pero contando con un acumulado en experiencia que le puede permitir recuperarse.

De la misma forma que se perfila el futuro gobierno, lo hacen también los reagrupamientos de oposición.

Habrá seguramente un reagrupamiento de sectores con coincidencias generales con la nueva gestión, pero que quedaron fuera del reparto. En esa lista se ubicaran los perdedores de la contienda electoral, sean Maza [peronista de otro sector], Scioli o Macri, más sectores empresarios cuyos intereses tengan menos preponderancia.

El kirchnerismo reagrupará fuerzas por centroizquierda, tal como lo viene haciendo en los últimos meses para resistir a la ofensiva Sciolista, pero anudando alianzas pensando en 2019. En las últimas semanas exhibió sus muy buenos resultados en la cooptación de organizaciones campesinas (que estuvieron presentes en la actividad de la CLOC), y mostró iniciativa disputando un pedazo del tupacamarizado Partido Radical [de derecha]. El kirchnerismo puede seguir avanzando cooptando nuevos sectores que, diluida la ficción de un nuevo Frente Grande, intenten reeditar la postura del PC chileno (que no acompañó a Bachelet durante el primer período pero si en el segundo), desechando la idea de volver a quedar marginados de la centroizquierda con posibilidades efectivas de llegar al gobierno.

La izquierda expresada en el FIT [trotsquista] será sometida a una prueba de fuego, porque sin ninguna referencia internacional que la valide o reconozca, sin reivindicar experiencias históricas después de los primeros años de la revolución rusa, tendrán la oportunidad de obtener un piso electoral no marginal, desde donde apostar a un proceso de reagrupamiento de la izquierda. El protagonismo, aún el que puede darles una votación del 5%, la pondrá a prueba para vestirse o desnudarse.

Seguramente son una opción electoral. Que sean una opción estratégica es mucho más discutible.

La izquierda independiente, nueva, popular o por venir, quizás por su condición heterodoxa, por su vocación de búsqueda, pero también por su inmadurez ha sido fuertemente presionada por las políticas neodesarrollistas que, apelando al corporativismo, a promover ilusiones estatistas, a aprovecharse de su desmemoria histórica y su voluntarismo, ha provocado no pocas confusiones y desencuentros.

Sin embargo, como espacio no ha podido ser quebrada y ha mantenido un relativo dinamismo que le ha permitido sobrevivir asumiendo, por ahora, papeles secundarios.

En ese estado de debilidad la cuestión de la unidad parece ser una tarea urgente. Una unidad que debería gestarse desde la misma postura que asumió Jesús frente a Magdalena: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

Sin embargo el mayor desafío de la izquierda independiente, nueva, popular o por venir, tiene que ser fortalecer su vinculación con el pueblo, con sus luchas, con su experiencia histórica, con sus sueños y con sus aspiraciones políticas.

La nueva gestión, intentando avanzar contra conquistas populares y con menos margen para ejercer la cooptación y promover la fragmentación política, puede generar condiciones para la animación de la lucha de clases. También para esta izquierda será una oportunidad para probar su acumulado político y expresar sus potencialidades.

Puesta a volar se podrá confirmar si no va mas allá que una perdiz, o tiene otras posibilidades.

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