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Colombia :: 05/05/2016

Una cosa es ponerle fin a un conflicto armado, y otra es construir una sociedad en paz

Mario Hernández
Entrevista con el sociólogo colombiano Renán Vega Cantor. La derecha se esta apropiando de los símbolos de lucha de la izquierda, como las marchas, movilizaciones

Mario Hernández: El pasado 23 de marzo estaba prevista la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, situación que no se dio. No se firmaron los acuerdos y quisiera que nos comentaras por qué sucedió esto.

Renán Vega Cantor: El gobierno colombiano quería que la firma del acuerdo se hiciera el mismo día que Obama estaba en la Habana, para que tuviera una repercusión publicitaria internacional y que Santos pudiera ser considerado al Nobel de la Paz. Esto sin considerar a la contraparte, sin comprender que no es una rendición sino una negociación. Y sin comprender el poder que tienen las organizaciones paramilitares de extrema derecha que han estado ligados a las Fuerzas Armadas de Colombia y a los grandes poderes del país. Esas fuerzas han estado actuando de manera abierta en los últimos meses asesinando líderes sociales y representantes políticos. Esto llevó a que se considere que no hay garantías en este momento, hasta tanto se hayan desarticulado estas fuerzas y se compruebe el compromiso del Estado colombiano

Paralelamente el gobierno colombiano abrió una vía de diálogo con la otra fuerza insurgente, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). ¿Cómo se está desarrollando?

Ese diálogo tuvo unas conversaciones secretas que se desarrollaron durante alrededor de 3 años y concluyen el 30 de marzo pasado con la firma de un acuerdo que da comienzo a la negociación pública con el ELN. Es un hecho histórico porque es la primera vez que el ELN se sienta en una mesa de negociación con el Estado colombiano de manera independiente, es decir, que van a negociar como interlocutor válido, con sus propios proyectos. Es importante que esto se haya dado porque la demora del ELN y el gobierno colombiano en dar comienzo a esta negociación realmente hacía más complicada la otra. Es muy difícil pensar que las cosas que se acordaron con las FARC, por ejemplo, la creación de una "Comisión de la verdad" se vayan a repetir con el ELN. Al ELN en el camino hacia los acuerdos, le va a tocar sumarse a estas decisiones.
De todas maneras, hay dos o tres puntos diferentes al acuerdo que se lleva a cabo en La Habana, que tienen que ver con la participación de la sociedad en la construcción de la paz, que es una de las exigencias que siempre tuvo el ELN, para que el diálogo no solo se haga de cara a la opinión colombiana, sino que distintos sectores de la sociedad con sus propuestas participen en el diálogo de paz.
También hay otros puntos que marcan el cuestionamiento del modelo económico, algo que el gobierno nunca ha querido discutir. Los otros puntos de la agenda son exactamente iguales a los que se están discutiendo en La Habana, el fin del conflicto armado y su implementación. Ahí se destaca un punto central que es la cuestión del paramilitarismo. Porque mientras avanzan los diálogos, la extrema derecha no esta interesada en que éstos prosperen y ha acudido otra vez a la paramilitarización de la sociedad colombiana, algo que nunca ha desaparecido pero que estaba quieto en algunas regiones del país; ahora se habla de la reactivación.
Este es un punto vital para firmar cualquier acuerdo que le ponga fin al conflicto armado, que tiene que ver con la seguridad que van a tener los combatientes desmovilizados incorporados a la vida política civil, para desarrollarse con garantías. Este es un elemento decisivo y entre otras cosas, es por lo que se ha retrasado la firma de los acuerdos en La Habana.

En los últimos cuatro años se han producido 116 asesinatos de militantes de la Marcha Patriótica que es un grupo que actúa legalmente en la vida política colombiana con algún tipo de vinculación con las FARC. Esto me recuerda a algo que ya sucedió en la historia de Colombia, no hace muchos años atrás, también en el marco de un diálogo de paz.

Por desgracia lo que usted dice es cierto. La Marcha Patriótica es una agrupación que desde hace algunos años vincula a algunos sectores de la oposición política en el país, no tiene ningún vínculo orgánico con las FARC, pero está de acuerdo con los diálogos y han sido asesinados muchos de sus dirigentes. Recientemente se ha efectuado esa masacre y en los últimos dos meses ha habido más de 30 asesinatos en todo el territorio colombiano. Este incremento está relacionado con el temor que suscita el diálogo entre el bloque contrainsurgente, la posible firma de un acuerdo y lo que éste podría generar.
Se trata de crear una situación insoportable para que se suspendan las conversaciones y las posibilidades de un acuerdo pero, sobre todo, que no haya garantías para que se pueda realizar política sin armas, que es uno de los objetivos de este acuerdo. Además, el paramilitarismo y los sectores ligados a éste, no solamente actúan por la vía armada, sino que también lo están haciendo por la vía legal porque hay funcionarios del Estado colombiano que están realizando casi una campaña presidencial y una de los puntos centrales de su campaña es la denuncia de las supuestas dádivas que el Estado le habría dado a la insurgencia, lo cual no tiene nada que ver con la realidad.
También del sector ligado al antiguo presidente de la nación Álvaro Uribe Vélez, agrupados en un partido que se llama Centro Democrático que no oculta sus simpatías con todo el proyecto de la extrema derecha y que de alguna forma estuvo relacionado con el paro armado que se realizó hace pocas semanas.

Paro armado que se da casi en paralelo con la celebración de la marcha uribista en contra del proceso de paz, el 2 de abril pasado.

Son esas coincidencias demasiado sospechosas, en política es difícil pensar que existan coincidencias de este tipo. Que con anticipación se haya hecho la convocatoria a la marcha, y que cuando esta se va a realizar, se anuncie un paro armado que duró varios días en varias regiones del país y de alguna forma es la cara armada del proyecto de la extrema derecha.
Con respecto a esta marcha quiero decirle que para los sectores que la convocaron puede considerarse como un rotundo fracaso. Los convocantes aspiraban a que fuera comparable a una marcha que se realizó hace 8 años contra las FARC, en la que participaron millones de personas.
Pero en esa oportunidad la marcha fue organizada desde el Estado, cuando Uribe Vélez era Presidente. Todo el poder del Estado apuntó a esa movilización. Ahora Álvaro Uribe Vélez como Senador, suponía que iba a suceder lo mismo. Los convocantes hablaban de una movilización en todo el territorio colombiano de 8 millones de personas.
La movilización llegó a unas 60.000 personas en todo el país. Desde el punto de vista de una movilización convencional podría considerarse como una cifra significativa, pero teniendo en cuenta los propósitos de la extrema derecha, fue una manifestación ridícula. Pero expresa algo que se da no solo en Colombia sino en varios lugares de América Latina, que la derecha se esta apropiando de parte del repertorio, de los símbolos y de la lucha de la izquierda, entre ellas, las marchas, movilizaciones y este tipo de protestas.

Otro dato, que da el informe publicado por la Fundación Paz y Reconciliación en 2014, donde dice que 83 candidatos a la Cámara y 48 al Senado, estarían vinculados a estos grupos paramilitares.

Eso es prototípico del Senado y de la Cámara en Colombia. Recientemente se dio un hecho bochornoso, en la ciudad de Bogotá, en pleno corazón de la política nacional, fue detenido un carro con un funcionario del Senado que llevaba 600 millones de pesos en billetes. Resulta que ese dinero estaba destinado a bandas criminales, Bacrim, que es el nombre que se les ha dado para decir que no hay paramilitares, que no hay un proyecto contrainsurgente y de derecha, sino que es un proyecto criminal.
Resulta que ese dinero del Senado de la República estaba relacionado con una banda criminal, empezaron a conocerse los nombres de algunos miembros del Parlamento directamente relacionados con la extrema derecha. De este tipo de cosas estamos hablando, que dentro del propio Estado hay sectores que están en contra de cualquier proceso de paz, lo que se entiende desde el punto de vista de sus intereses, pues la guerra les ha resultado muy rentable, les ha significado grandes ingresos provenientes del Plan Colombia, negocios con empresas de armas en EEUU, militarización de la vida colombiana, antidemocracia y por eso están en contra de la posibilidad de que se firme un acuerdo. Por otro lado sería un acuerdo muy limitado.

Dado todo esto que estamos conversando, ¿cómo ves vos la posibilidad de un acuerdo de paz efectivo, entre el gobierno colombiano y las FARC?

Creo que una cosa es ponerle fin a un largo conflicto armado, y otra cosa es construir una sociedad en paz. Y creo que eso ha ido quedando mas claro inclusive para las partes en diálogo. Una cosa es que se llegue a un acuerdo que signifique que se archiven los fusiles y termine el conflicto armado, pero eso no quiere decir que se terminen los conflictos en Colombia, por el contrario, ese hecho significa la reapertura de un sinnúmero de conflictos que han permanecido no solo ocultos sino que se han reprimido de muchas maneras confundiéndolo con el conflicto armado.
Se debería abrir un panorama democrático para que se expresen todas esas voces que han sido acalladas, reprimidas y desaparecidas por el Estado colombiano en el último medio siglo.
Ese podría ser un panorama esperanzador. Pero depende de otros factores, de la voluntad del Estado, de los Estados Unidos de desarmar el paramilitarismo en Colombia, porque éste no se ha organizado de manera independiente, al margen del Estado, ni de las Fuerzas Armadas ni de los EEUU. Si se llega a firmar ese acuerdo, esa va a ser una noticia muy positiva no solo para Colombia sino para América Latina, me parece que por eso es muy importante la participación y presión de los movimientos populares de todo el continente, sobre todo, exigiéndole al gobierno colombiano que cumpla las condiciones en las que se embarcó al establecer estos diálogos que apuntan a generar condiciones y garantías para hacer política, para que a la gente no la maten por pensar diferente. Me parece que Argentina y América Latina pueden desempeñar un papel importante. Cuando me refiero a Argentina, no hablo tanto del gobierno sino de los movimientos sociales y populares.

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