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Venezuela :: 25/05/2015

Venezuela: la huelga en Polar y el laberinto del desabastecimiento

Marco Teruggi
La fábrica Polar simboliza desabastecer, bajar la productividad discrecionalmente, subir los precios, inflar el contrabando

“La Polar es esto que ves aquí”, dice un trabajador, y señala un cartel con el oso de la empresa rodeado de consignas pintadas con aerosol: “Salario justo”, “Contrato ya”, “Viva Sintraterricentro”; y cerca de allí, contra el paredón de la planta, un grupo de treinta trabajadores que visten camisa azul están comiendo pan con queso alrededor de una mesa de plástico. “No es Miguel Cabrera tomando cerveza, es esto”, y enseña un recibo de pago: 629,85 bolívares netos por una semana de trabajo. Menos de lo que cuesta comprar una caja de cerveza en el mercado. Y por esa agencia de distribución, la de Turmero, pasan unas 250 mil cajas de cervezas por semana, como mínimo. Son seis las agencias en huelga. Todas por el reconocimiento del nuevo sindicato y del contrato colectivo.

La huelga comenzó el 7 de abril, por incumplimiento por parte de la empresa del auto de servicios mínimos, declarado el 23 de marzo por la Inspectoría Nacional del Ministerio del Trabajo. Auto fijado porque Empresas Polar se negaba a discutir el contrato colectivo presentado por el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Territorio Centro Llano Polar (Sintraterricentro), el nuevo sindicato elegido en 21 agencias por 82% de los trabajadores el 15 de diciembre de 2014.

Tampoco reconocía, y así lo sigue haciendo, la existencia del nuevo sindicato. Ofreció 40 mil bolívares a los trabajadores para desafiliarse. Y ese 30 de diciembre declaró que el contrato colectivo que refrendaba era el presentado por el sindicato que llevaba 32 años defendiendo los intereses de la empresa en nombre de trabajadores y trabajadoras.

No reconoció tampoco el derecho a huelga. Mandó a trabajadorxs tercerizadxs y del sindicato empresarial a confrontar; luego, a un centenar de motorizadxs de la construcción, que llevaron a algunos dirigentes a la cárcel de Tocorón, para intimidarlos, presionarlos hasta desistir. Después buscó el desgaste: prohibió el ingreso a los baños, al comedor, quitó los cestaticket, negó el derecho al servicio funerario.

“Piensan que la dignidad de uno tiene precio, que somos unos muertos de hambre, nosotros somos pueblo y nos hemos mantenido aquí a punta de la pura verdad”. Ésas son algunas de las cosas que cuentan Rafael Torrealba, Marco Bermúdez, Johan Nieves. Trabajadores, delegados algunos, que están en su turno de huelga, el primero de los tres de cada día, que se suceden de lunes a lunes sin descanso.

Reivindicaciones y mucho más

Son seis las agencias en huelga. Todas por el reconocimiento del nuevo sindicato y del contrato colectivo. Por los derechos de trabajadores y trabajadoras de una empresa que maneja de forma casi monopólica los principales rubros de alimentación y bebida en Venezuela.

La negación por parte de Lorenzo Mendoza ha sido total. Hasta realizar despidos ante el crecimiento y afiliación sindical. Así pasó, por ejemplo, en el estado Carabobo: 50 trabajadorxs en la calle en noviembre, y 124 en marzo. Todxs tercerizadxs de Ven-Logística, una empresa perteneciente a la Polar, pero registrada bajo otra figura jurídica, que al día siguiente de echar a los trabajadores cambió de nombre y pasó a llamarse Inversiones y suministros 8207 C.A.

Sus trabajadorxs se habían afiliado al sindicato. Pedían, y así lo siguen haciendo, ser parte de la nómina de Polar para estar enmarcados dentro del contrato colectivo. No trabajar más como fantasmas de lo que han denominado “centros de distribución clandestinos”.

Estos centros clandestinos han sido una estrategia para varios beneficios de la empresa: evadir impuestos, quitarle derechos a lxs trabajadorxs, y tener capacidad de no verse afectados inmediatamente por huelgas como la de Turmero, desviando los productos hacia esas plantas de almacenamiento. Salirse del control del Estado, de las leyes, enredar para confundir y lograr mayores beneficios a costos de derechos laborales. Y más, para jugar en la guerra económica sin ser descubiertos.

Eso lo saben lxs trabajadorxs, quienes han visto cómo en los galpones de Inversiones MCLV –es decir, Polar– en Palo Negro, estado Aragua, la empresa dejaba vencer toneladas de alimentos a principios del año 2013. Y cómo al organizarse en sindicato y denunciar la situación fueron atacados, y tres dirigentes sindicales fueron presos. Entre ellos el secretario general, Nérvizon Castillo, durante siete meses. Los demás, despedidos. Y saben también cómo la empresa logra desviar los camiones –que ya no son azules, sino rojos– que no llegan a supermercados, sino a redes de contrabando.

Porque existe un rompecabezas Polar, un juego como un laberinto para desabastecer, bajar la productividad discrecionalmente, subir los precios, inflar el bachaqueo [contrabando hacia Colombia]. Algo que quienes mejor conocen son lxs explotadxs por la empresa, y que están organizadxs por ramas, desde hace poco en conjunto, a través de la Federación Nacional Socialista de Trabajadores y Trabajadoras de Alimentos, Bebidas, Similares Afines y Conexos de Venezuela, para unificar la lucha y lograr un solo contrato colectivo.

Entonces, Mendoza se niega a toda mejora, aunque con el dinero de la venta de una caja de cerveza duplicaría el sueldo semanal de un trabajador o una trabajadora de Turmero. Hacerlo sería ceder a lo que viene creciendo, la organización por planta, rama y ahora unificada que se expande, y en Aragua ya toca las puertas de su planta más preciada, la de San Joaquín, que abastece el 52% de cerveza en el mercado nacional.

“Cuáles valores, cuál familia, principios, si pasa el coleto con los trabajadores”, dice Torrealba. “Ésta es la Polar”, insiste.

Golpear juntxs

Son más de mil ante la Asamblea Nacional, en Caracas. Trabajadoras y trabajadores de Polar Turmero, San Joaquín, Barcelona, Zulia, Caracas; de ex Ven-Logística, ex Inversiones MCLV; delegados de sindicatos nuevos, de la Federación; y también de General Motors, Coca-Cola, Helados Efe. Todas y todos presentes el martes, a 42 días del inicio de la huelga.

“Esto es una demostración de fuerza y denuncia pública a Lorenzo Mendoza, autor de la guerra económica”, es lo primero que se dice con megáfono. En el recinto exponen las situaciones que vienen enfrentando. El no respeto por la incorporación de tercerizadxs –habiéndose vencido el plazo del 30 de abril, dispuesto por la Ley Orgánica de los Trabajadores y las Trabajadoras–, la realidad de cada día de quien, por ejemplo, con  siete años de antigüedad gana 629,85 bolívares netos por semana.

Piden el Laudo Arbitral, que el Ministerio para el Trabajo medie y defina la situación. Se suman a la lucha seis agencias de Carabobo, cinco de Oriente, ocho de Caracas; y también de Helados Efe, de Caracas, y de Pepsi-Cola, de Santa Lucía y Caracas, así cuenta Johan Nieves. Si la empresa no acata los servicios mínimos de esas plantas, la próxima semana todxs irán a huelga solidaria.

La reacción de Polar es predecible: un comunicado acusando a trabajadoras y trabajadores del sindicato de violentxs, de no ser representativxs, y de que todxs reciben “nuevos y excelentes beneficios”. La empresa es la víctima, quienes luchan: culpables. Mientras tanto siguen las agencias paralizadas, el pan con queso ante el paredón pintado, los turnos en la noche, los aportes solidarios de la comunidad, los apoyos de compañerxs, alcaldes, diputadxs.

“La Polar es esto que ves aquí”. Una realidad de mucho para pocos, enriqueciéndose a costa de millones, y presentándose como solución para el país. Pero lxs trabajadorxs saben, y de a poco unen la fuerza de la organización y la unidad a la razón. Y eso a Mendoza le inquieta.

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