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Attaque 77 se mira al espejo

EG. No (Página12).- ¿Y dónde está el punk hoy? ¿Qué bandera llevás en tu corazón? ¿Cuáles son los riesgos de crecer en público? ¿Querés ser famoso? ¿Estás seguro? De éstas y otras cuestiones habla Ciro Pertusi a punto de perpetrar un nuevo attaque masivo a Obras Sanitarias. De cómo una banda de adolescentes ramoneros llegó al nuevo siglo produciendo el rock de guitarras más desprejuiciado de su generación.

Attaque 77 nació hace casi quince años como un grupo punk. Poco después salieron en televisión para pedir que lo hicieran por ellos, y fueron juzgados. No pareció importarles demasiado. “Si estás expuesto, sos un blanco fácil”, dice Ciro Pertusi, el líder. Se permitieron transgredir todo precepto punk con Otras canciones, las de Perales, las de ABBA, las de Erasure. Pero con la santísima trinidad fuerza-melodía-sentimiento al frente de todo, como en cada uno de los diez discos que grabaron. Su público, siempre renovado de adolescentes, eligió por mail la treintena de canciones que tocarán el sábado en Obras. Clásicos como “Espadas y serpientes” y canciones jamás interpretadas en vivo. En la casa antigua que alquilan en Once y que funciona como sala de ensayo, los cuatro Attaque 77 van y vienen, tocan, anuncian que el sábado darán una sorpresa al público antes del show, contestan las preguntas y sonríen. Luciano Scaglione (bajo), Leo De Cecco (batería) y Ciro Pertusi se sientan cómodos para hablar de esto y aquello, mientras Mariano Martínez prefiere quedarse a solas con su guitarra. Y aunque Ciro es el que resume las ideas, comparten un mismo enfoque sobre las cosas básicas: la música, la vida, el punk. Los Attaque sueñan con un mundo unido y libre en comunión con la naturaleza. Una canción perfecta. Un futuro en cualquier parte del planeta. Lo mismo a lo que aspiraban cuando aún no habían entrado a sus vidas la televisión y las giras por Europa.

–Después de catorce años de carrera deben estar hartos de las mismas preguntas...

–Entonces no las hagas.

–O sea que a los Ramones, los dejamos afuera...

–Ahora volvió a ponerse de moda la pregunta de los Ramones. A partir de la muerte de Joey recomenzaron: ¿qué piensan?, ¿qué sienten?... Es inevitable.

–¿Qué es ser punk hoy?

–Creo que el punk es algo que siempre va a existir y no siempre va a tener la misma forma rigurosa con la quese conoció. Puede ser que el punk, hoy, sea otro tipo de música. El punk rompía reglas, se manejaba de un modo libertario y trataba de innovar. El hecho de hacer todo el tiempo lo mismo quizás no responda a su esencia. En la Argentina, los últimos ejemplos punk son El Otro Yo o Babasónicos, que se banca lo que sea, se caga en eso de que “nos debemos a nuestro público” y rompe con todo. Su último disco tiene esa cosa andrógina de llamarse Jessico. Eso me parece más punk. Con eso te ganás más cascotazos y tomatazos que diciendo “aguante viejita”. Si me pongo una remera de los Stones, me corto el flequillo y me meto entre la monada a ver tal o cual grupo, voy a pasar desapercibido. Soy fácil. Si me paro los pelos, me pinto los ojos y voy a ver a Attaque, también. Si sentís la necesidad de marcar la diferencia -pero no por hacerte el llamativo sino porque algo te mueve a vivir y sentir cosas diferentes– y encima te das cuenta de que la corriente va para otro lado, esa es una actitud más punk, porque responde a los viejos valores del punk. Sé vos mismo, hacelo vos mismo, hacé lo que quieras respetando al prójimo. La gente piensa que el punk es sinónimo de uniforme, restricciones, sectarismo, y eso no nos gusta. Hacemos lo que hacemos porque nos gusta y es lo que nos sale, pero eso no significa que nosotros no nos movamos de ésta. En esta conjunción, somos Attaque, pero si nos escuchás por separado, somos otra cosa: Mariano tiene cosas loquísimas, Leo participará en cosas más experimentales en percusión, Luciano tuvo su grupo de covers de David Bowie, yo me enganché con Ariel Pratt para hacer cosas que tienen que ver con su movida. La gente piensa que estamos defendiendo una causa, pero nosotros nos movemos por el instinto y los sentimientos. Y eso es más fiel a una causa punk, si se quiere.

–Formaron Attaque antes de los 20. ¿Cómo ven la historia en retrospectiva?

–Hoy nos paramos y decimos: bueno, si empezáramos de vuelta, lo haríamos de otra forma. Pero nadie tiene el poder del rewind. Nosotros crecimos en público y eso no es recomendable. Es como lo que hoy pasa en los reality shows. No fue igual, pero sabemos algo de las consecuencias de la exposición. Es mejor una carrera como la de los Redondos: se manejaron mucho tiempo en el under y salieron cuando el grupo estaba bien constituido. Eso es óptimo. Ellos deben tener sus puntos también, pero ya de entrada aparecer en TV y estar expuesto, cuando uno no sabe mucho, es medio tontito y hablás pavadas. No es lo mejor.

–¿Y hoy?

–Hay que hacer cosas, moverse todo el tiempo. Todos los grupos lo hacen, salen de gira. Nosotros estuvimos viajando mucho. Fue un año fuerte. Tocamos en Bolivia, México, Panamá, España, Suiza, el interior, Perú y Colombia.

–¿Les conviene más tocar afuera?

–Hay ciertas movidas que hacemos acá que nos rinden más. No nos llenamos de plata. Vamos empatados, o salimos perdiendo. En los ‘90 empezamos a movernos por el interior y eso nos permitió abrirnos, comprender otras idiosincrasias y costumbres. Vimos que la situación del país es terrible, pero que no todo pasa por mantener un status. Hay mucha gente en el interior que vive más tranquila, está mejor sabiendo que no hay guita y tienen más comunicación. Esta es una ciudad, una metrópolis en la que nada queda. Salir al mundo fue lo más importante. Nos dio a entender que podés pasar tu vida en cualquier parte del mundo. Que todas esas cosas que están haciendo, esa sanata de “mejor Argentina”, confunde a la gente y no deberían hacerlo más. La bandera hoy para nosotros, ese mar y cielo azul con el firmamento claro y un sol brillante, se puede encontrar en cualquier parte del mundo. Tu bandera sos vos, mirando esas cosas. La naturaleza, que es el único Dios, nos mantiene vivos y nos propone maravillas como drogas palpables y gratuitas. Estando afuera nos dimos cuenta. El mundo marcha. A nosotros nos pusieron en este sector, pero es verdad que el mundo es tuyo. Nacimos acá, pero andá a cualquier parte, laburá en cualquier parte. ¿Cuál es el arraigo del que hablan? Desde chiquitos nos meten eso en la cabeza. Si en algo tenemos que bajar una especie de línea es en esto. Tuvimos la oportunidad de ver otras cosas y tenemos que decirle a los pibes que hay un mundo para todos, que es de todos.

–En estos quince años aparecieron y desaparecieron muchos grupos. ¿Por qué ustedes siguen juntos?

–Tuvimos buena estrella y un poco de talento. Trabajamos mucho: en lo que hay, en lo que generamos y en nuestra convivencia. Pero hubo mucha suerte. Eso de ser la banda justa en el momento justo, es verdad. Un montón de grupos como nosotros, mejores y peores, desaparecieron. A nosotros nos tocó. Hay que admitirlo. Es así. La cagada es que hay chicos que quieren tocar por la cuestión de llegar. “¿Cómo es que llegaron?”, preguntan. ¿Llegar a dónde? “A tocar y salir en la tele”, responden. Pero, ¿vos qué querés? ¿Tocar? ¿Salir en la tele? ¿Ser famoso? ¿Tener minas? ¿Qué? Cuando empezamos, nosotros no pensábamos en eso. Nos volvía locos escuchar las canciones y esperar que sonaran de determinada forma. Todavía estamos buscando la grabación perfecta. Cada uno tiene su disco preferido: a mí me encanta Otras Canciones porque me parece redondo. No digo que es 10 puntos, pero si viene el barbudo y me dice vamos, lo llevo, elijo ese disco. Siempre estamos persiguiendo la emoción mayor del tema. Eso es lo que nos sigue moviendo y hay muchos chicos que hoy quieren otra cosa, fortalecer el ego y estar ahí. Como en un reality show.

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