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Black and Blue: ¿Quién nos protege de la "protección" de la policía de Nueva York?

Artistas apuntan a la brutalidad policial: La exhibición "Black and blue"


Me siento en un sillón frente a un tele de los años ochenta. Se arriman otras personas, atraídas por las imágenes relucientes y la alarmante voz del reportero.

"Charles Thomas, de nuestro equipo noticiero, está cubriendo los acontecimientos del momento desde el lugar de los hechos. ¿Charles, qué hay de nuevo?".

"Larry, es irónico que todo esto esté ocurriendo el Día de las Madres, ya que la mayoría de los que están en la casa MOVE en este momento son madres y sus hijos. Según la información que hemos obtenido, la policía sigue revisando el vecindario evacuado para comprobar que todos los vecinos se hayan ido...".

Miramos noticias previas al bombardeo de la casa MOVE en Filadelfia en 1985, un ataque militar que asesinó a 11 personas (casi todas madres y niños) y arrasó una manzana entera de casas. Ahora que miro el helicóptero soltar la bomba sobre la casa, me parece que estoy otra vez en la sala donde hace 16 años me quedé pegada a la pantalla que mostraba en vivo ese crimen tan bárbaro.

Trato de acercarme a la tele, pero el sillón está clavado al piso. Nos encontramos en una galería; estamos mirando la obra "MOVE" un de Pat Ward Williams. Aunque yo había oído de la obra, nada me preparó para su impacto escalofriante. En las tres paredes alrededor, describen el bombardeo en tono frío y oficial informes policiales y documentos judiciales. Detrás de la televisión está un diagrama de la manzana, dibujado con tiza blanca sobre un fondo negro, que nos lleva al lugar. Después, la artista me cuenta que muchas de las imágenes grabadas que vemos aquí (por ejemplo, la madre de un miembro de MOVE que aún estaba dentro de la casa, advirtiendo de la masacre que estaba por ocurrir) no salieron en las noticias, ni en vivo ni nunca.

Esta pieza es parte de una extraordinaria exposición, "Black and Blue, Un examen de la violencia policial", organizada por Nina Felshin en la Galería Ezra & Cecile Zilkha de la Universidad Wesleyan en Middleton, Connecticut (dos horas al norte de Nueva York).

Fuera de la galería, un sistema de sonido inmenso está rodeado por barreras policiales (una obra de Adam de Croix), inscritas con nombres y fechas de personas asesinadas por la policía. Prende el sonido el DJ Ski Hi, director de música de la revista Stress Magazine, y pone su grabación "Black and Blue: ¿Quién nos protege de la protección' de la policía de Nueva York?", una mezcla de canciones de hip hop (rap) sobre el tema, entre ellas la de KRS-One del mismo título. La encargada de la exposición contrató a Ski Hi para crear la mezcla; me parece una idea estupenda, pues las mejores obras sobre la vida en las zonas sitiadas salen de los DJs de música hip hop.

Pronto el ritmo de la mezcla "perturbaÊla paz" y atrae a grupos de estudiantes e incluso a padres que están de visita en la universidad.

Qué bueno que la galería sea bien grande, porque cada obra crea su propio mundo, un mundo bastante ruidoso. Por ejemplo, lo primero que me impacta de la obra "Correcciones históricas", de Dread Scott, es el ruido de las cachiporras automáticas que golpean cuatro esferas de plástico con gorra. En medio de ellas está una silla eléctrica de tamaño natural; en el fondo, un mural fotográfico del linchamiento y la quema de un negro por una regocijada turba blanca. Mientras tanto, oímos la radio de la policía de Middletown, con transmisiones en vivo. Frente a todo este cuadro vivo sobre el terror oficial, miramos las caras de tres negros jóvenes, en fotos transparentes. Desde detrás de unas rejas de fierro, nos miran frente a frente, sin rastros de temor. Cuando uno camina al otro lado, los ve sin rejas, dando un vistazo a un futuro liberado.

Cerca de allí, una colección de trofeos de oro de fantasía, grandes y chiquitos, llenan una mesa. A primera vista, parecen esos trofeos ubicuos que siempre se ven sobre la chimenea de una sala o en el corredor de una escuela. Pero cuando uno se fija en los logros que premian, siente escalofríos. Muchas de las piezas tienen figurillas grotescas, como un chota en cuclillas con la pistola extendida para tirar, y grabados siniestros. "El premio conmemorativo Michael Stewart de servicio meritorio y logros sobresalientes en el campo de orden público y relaciones comunitarias" recuerda el asesinato policial de Michael Stewart, un artista de pintas de Nueva York. Otros trofeos premian a un agente con el "Primer lugar" o "Tercer lugar" por matar civiles. Estos objetos tan siniestros los creó el artista Carl Pope, pero los inspiró la vida real. Las notas de la exhibición presentan un artículo de la revista New York Times sobre el escándalo de la policía de Los Angeles, con una oración subrayada en amarillo: "Los agentes premiaban con una placa a los compañeros que mataban a pandilleros".

La obra de David Thorne, "listos para invitarlos a quedarse la noche", se trata de los que gozan de la buena vida en Estados Unidos, los que no tienen ni para malvivir y la policía que impone esta situación. Pone en contraste dos reportajes. En 1994, la policía mató a balazos a un desamparado, Marcelino Carniel, en el parque frente a la Casa Blanca, que "se quedó parado con un cuchillo a más de 3 metros de ellos". En ese tiempo, Clinton escribió un memo al personal de la Casa Blanca para que invitaran a pasar la noche en la Recámara Lincoln a los grandes donantes de su campaña. Tres años más tarde, se conoció el memo y causó escándalo.

El artista escribió en una almohada blanca los nombres de todos esos huéspedes adinerados, y colgó arriba una serie de fotos de las noticias del asesinato del desamparado. En medio de todo, está inscrito en un cuadro de tela un cuento de hadas: "Al fines del siglo, en un lugar que se llamaba Mimilandia, los de billete dormían bien a gusto, y a los de abajo los 'dormían' para siempre".

Varias obras de la exposición ya se han presentado. En una pared está pegado un letrero de la calle (creado por Jenny Polak y David Thorne para el proyecto artístico Repo History) que conmemora el asesinato policial de tres jóvenes de Nueva York. Cubren otra pared afiches y otras obras sobre la brutalidad policial, entre ellos unas potentes piezas de Robbie Conal, un artista de afiches de Los Angeles; la famosa portada de la revista New Yorker de Art Spiegelman sobre los "41 tiros" a Amadou Diallou; y afiches de Dread Scott y David Thorne sobre la tortura al haitiano Abner Louima en una delegación neoyorquina. También se encuentra un afiche de reclutamiento para el Departamento de Policía de Nueva York (DPNY) que decía: "La mayoría de la gente no haría este trabajo ni por un millón de dólares". Pero lo han rayado (como muchos de esos afiches en el metro de Nueva York) para que diga: "La mayoría de la gente no cometería un asesinato ni por un millón de dólares; el DPNY lo hace por mucho menos".

En una pantalla pasan los impactantes Anuncios de Servicio Público creados para el Proyecto Vidas Robadas. Estos videos de 30 segundos salieron en los canales de televisión BET y MTV, con la participación de padres de personas asesinadas por la policía y de artistas como Chuck D., Wyclef Jean, Reg e. Gaines y Danny Hoch.

Cuando salió por primera vez la obra "Testigo", un proyecto artístico multifacético de Brad McCallum y Jacqueline Tarry, llenó los nichos de la catedral de San Juan el Divino en Nueva York; los artistas han llevado diferentes versiones a veinte lugares de la calle en esa ciudad. En esta galería, despliegan la obra en un cuarto oscuro de techo alto. Proyectan la imagen hermosa de Iris Báez en la pared, a 20 pies de alto. Unos estudiantes están pegados a una pequeña bocina, donde escuchan la voz de Iris. Cuenta ver a los policías asfixiar a su hijo frente a la casa.


Salgo de allí muy impresionada. Noto que una señora mayor tardó mirando las obras y le pregunto: "¿Qué le parece?" Contesta: "Es histórico. Como madre, siento mucho por Iris Báez". Es una maestra negra de primaria de Brooklyn, y viene acompañada por su hija, una estudiante de Wesleyan. Cuenta que la semana pasada, una alumna de segundo grado les dijo a los maestros que otro alumno le había tocado las partes privadas. Las autoridades de la escuela inmediatamente avisaron a la policía. "Quieren que resolvamos los problemas entre nuestra comunidad llamando a la policía ¡contra un niño de segundo grado! Esa es su solución para todo. Pero tenemos que buscar una solución propia".

Mientras unos artistas presentan y platican sobre las obras, un ex alumno de la universidad pregunta por qué la exhibición no muestra las experiencias de los chotas. Pienso para mí: "¿Desde cuándo se le exige a las galerías de arte que representen a todos por igual?" Para cubrir la exhibición, el New York Times mandó no solo un crítico de arte sino también un reportero de la nota roja. Parece que no basta con que la policía prohíba conciertos de los artistas que los critican, sino que el periódico principal de la ciudad le otorga el puesto de crítico de bellas artes.


Al salir de la galería me topo con una muchedumbre de estudiantes, la mayoría blancos vestidos de negro. Hoy, el primer día de la exhibición, es el 22 de octubre, el Día Nacional para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación. Los estudiantes de Wesleyan pensaban hacer algo para este día, pero hace dos semanas un incidente les hizo conocer el problema de cerca. Cuando ocurrió un altercado entre un negro y un blanco en una fiesta estudiantil, la policía golpeó y arrestó al negro; esto le dio coraje a muchos estudiantes, tantos blancos como negros.

Ahora, en frente de la galería, llega el contingente de la "Hermandad de Negros y Latinos", marchando en fila, y una estudiante latina reúne a los presentes. Todos escuchan asombrados a un estudiante arrestado en las protestas del 1º de agosto contra la convención republicana; le tocó mirar a los guardias maltratar y golpear a los arrestados durante diez horas en una cárcel de Filadelfia.

Muchos se sorprenden al oír que hoy hay protestas contra la brutalidad policial en ciudades por todo el país. Doscientos estudiantes marchan a la delegación de la policía de Middletown, donde unos cuentan de sus experiencias con la policía. "La brutalidad policial más dura que siento", dice un estudiante negro, "es que cada día que camino por la calle temo que me maten". Cuenta que la policía invadió una fiesta estudiantil con seis patrullas y hasta perros.

Leen un mensaje del actor Danny Hoch que exhorta a los estudiantes de Wesleyan a protestar contra el incidente. "Quizás piensen que no tiene importancia porque están en Middletown, o porque la mayoría de los estudiantes son blancos.... Pero, si no arman un escándalo contra eso, la policía de Middletown sacará la conclusión que están a favor, y seguirá hasta que un día mate a un alumno. Y ¿qué van a hacer entonces?"

Un estudiante me platica: "Me enseñaron a tener mucho cuidado en la presencia de los policías porque no están aquí para protegerme sino para controlarme. Su ley está en contra de mí. El sistema tiene otra ley para las minorías. Estoy aquí para declarar que no soporto que este sistema siga funcionando como ha funcionado hasta la fecha.

"Llegando voy a pasar a la exhibición. Creo que el arte y la música tienen un papel importante. Yo soy músico, soy D.J. Porque conozco música consciente y positiva, puedo usarla para llevar al público esas ideas, para abrirle la mente y animar a cambiar las cosas. Los negros ya tenemos esa costumbre. La música nos motiva y solidariza. Nos hace reír y regocijar, ahuyenta el llanto".


Sale de la galería muy sonriente Nina Felshin, la encargada de la exhibición. Comenta: "Hubo presión para hacer una presentación excepcional. Cuando al fin lo vi todo armado, me sentí muy orgullosa, porque sé que los críticos no la podrán pisotear.... Para mí, es muy importante que se presenten obras así en las galerías, para que las miren personas que no están comprometidas con esas luchas, y también para que las valoren como arte. Habrá críticos que las juzguen muy duramente, pero ya consta que estos temas llaman la atención de los artistas e inspiran sus obras. Esto tiene un impacto, especialmente cuando las obras tienen gran valor artístico".

Agrega: "Sabía que los estudiantes iban a hacer algo para el 22 de octubre, pero no me imaginaba qué tanto. Estoy realmente impresionada. Me cayó de maravilla que hayan hecho su mitin en frente de la galería; sentí que fue como una colaboración".

Obrero Revolucionario #1084, 24 de diciembre, 2000, en rwor.org

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