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Chile y la canción popular

Chile se alza en un canto, sus sufrimientos, país castigado por naturaleza y hambre, erupciones, terremotos, dictadores y falsas democracias.

Para conocer la historia chilena no es necesario visitar bibliotecas; para sentir su sufrimiento, sus pesares, sus creencias, sus ilusiones amedrentadas después de cada rugir del fusil, basta con entregarse al sentimiento de la canción chilena o del canto popular chileno.

Violeta Parra, de la canción chilena, es de una época anterior a la dictadura de Pinochet, ella viene de otras dictaduras, pero más que nada sus canciones apuntan a un constante reproche, cuestionamiento o adoración a esa naturaleza salvaje, violenta, tan violenta como los hombres mismos.

De joven, fervorosa militante política, perteneció brevemente al Partido Comunista, años en los sufrió junto a su pueblo gobiernos de conservadores ocultos bajo ropaje reformista, como el que fuera derribado por las Fuerzas Armadas, reemplazado por otra dictadura militar, derribado este a su vez por el golpe de timón de la Armada de Chile (la marina); gobiernos que entregaron el cobre a los norteamericanos, la compañía de teléfonos a la ITT y descargaron violentas represiones contra los trabajadores organizados arrojando un saldo de incontables asesinatos.

Violeta tiene 22 años cuando su provincia es devastada por un terremoto que diezma a la población y deja sin vida a 30.000 personas. Hay hambre y desesperación. Violeta vivió en carne propia el sufrimiento de su pueblo y lo cantó.

Se retira del Partido Comunista quizás desilusionada, quizás con la necesidad de ser escuchada en los lugares más remotos, en los pueblos más pobres como los de su niñez, familias como la suya, donde un día se tiene algo y al otro día nada, así de simple, así de trágico... Un día, en medio de una profunda depresión, Violeta corta sus venas. Tiempo después muere.

Víctor Jara, más reciente, hizo su trayectoria musical más abierta y más política. Sus letras, acompañadas por hermosos melodías, dejan al desnudo la brutalidad, el ensañamiento, la explotación de los poderosos contra el humilde pueblo trabajador, convirtiéndose así sus canciones, su actitud y sus persona en un símbolo para aquellos que luchaban por el cambio social.

Él le canta a la vida, a su gente, que se convierten en personajes de esta historia: Manuel, Luis Recabarren, Angelita Huenuman, Amanda, María, un labrador, un poeta, todos tiene su espacio en la canción de Jara, todos su vida sacrificada.

Enemigo del fascismo, integrante del grupo folklórico Quilapayún y más tarde su asesor artístico, lucho por defender y apoyar al gobierno socialista de Salvador Allende, quién impulsó la reforma agraria, la estatización de las minas de cobre, de la ITT y de otras empresas en manos de monopolios extranjeros, entre otras obras.

Tras el golpe de estado encabezado por Pinochet fue torturado y fusilado junto a su pueblo en el Estadio Nacional de Chile, donde antes de morir le quebraron las manos y cortaron su aliento por encender le espíritu y el entusiasmo entre los cientos de obreros y estudiantes allí secuestrados.

Zine Juventud Perdida-Argentina


(Tomado de El Latinoamericano)

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