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Concierto de Manu Chao en Milán se convierte en masivo acto contra la próxima cumbre del G-8 en Génova

Cien mil manos levantadas y cien mil gargantas juveniles respondieron afirmativamente en la madrugada del pasado jueves a la invitación de "hundir la Cumbre del G 8", la reunión de los principales líderes mundiales, que tendrá lugar en Génova dentro de un mes. Manu Chao, el "clandestino" de la música mundial, cumplió 40 años de edad con un concierto gratuito que llenó la plaza del Duomo milanés y que agregó nuevas preocupaciones a las autoridades italianas por los desórdenes que pueden producirse en la capital de Liguria.

El canciller italiano, Renato Ruggiero, había sugerido el jueves que Manu Chao, cuya popularidad en Italia es enorme e "in crescendo" en todo el mundo, oficiara de mediador gracias a su influencia sobre los jóvenes de los movimientos antiglobalización y las autoridades, para garantizar que la protesta sea pacífica. Pero Manu Chao, nacido en Francia, hijo de padres republicanos españoles exiliados y con un corazón latinoamericano, como siempre confirma en las letras de sus canciones, respondió en una entrevista publicada ayer por el diario La Stampa, propiedad de la Fiat, que "yo no acepto etiquetas y respondo solo por mí mismo, no soy mediador de nadie".

Manu Chao está en gira para presentar su nuevo compact disc "Próxima estación...esperanza", que se está vendiendo a millones en Europa y América latina. Su concierto en Milán se convirtió en un manifiesto antiglobalización, en un escenario impresionante de cien mil jóvenes que cantaban, bailaban y agitaban banderas con el rostro del Che Guevara y de partidos y grupos de izquierda.

El cantante, que en sus comienzos integró el exitoso conjunto Mano Negra, hizo subir al palco levantado frente al Duomo (catedral) de Milán en la plaza central de la capital próspera del norte italiano, a un grupo de gitanos inmigrados y a los "monos blancos", así llamados por los overoles de ese color que lucen en las manifestaciones antiglobalización.

Uno de ellos gritó por los micrófonos: "Debemos hundir al G 8" y la multitud respondió con un sí, mientras aparecían cartelones de tela en los edificios altos contra la reunión cumbre del próximo mes en Génova. En la Cumbre del G 8 participarán el presidente norteamericano George W. Bush y los líderes de Alemania, Japón, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá, los principales países capitalistas de la Tierra, más la Rusia del presidente Vladimir Putin.

Manu Chao cantó sus más famosas canciones y el concierto concluyó con jóvenes de países y colores de piel diferentes que subieron al palco y se abrazaron en nombre del "respeto por la igualdad y la fraternidad". El concierto tuvo su momento más álgido cuando Manu Chao cantó "Clandestino" y su nuevo éxito "Me gustas tú", con muchas referencias latinoamericanas.

El canciller italiano Ruggero respondió el jueves al cantante francoespañol afirmando que "es necesaria mucha paciencia" para anudar un diálogo con los contestadores. A su vez, el arzobispo de Génova, cardenal Dionigi Tettamanzi, considerado el más "papable" de los purpurados italianos en un futuro cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II, apoyó también como "necesario" el diálogo con los jóvenes "por la situación social y cultural" del mundo actual. El alto prelado consideró positivamente que haya una creciente reflexión popular de "las grandes injusticias que se perpetran en el mundo". Un sondeo reveló, además, que el 84 por ciento de los italianos está a favor de una línea de diálogo de las autoridades con los movimientos de protesta antiglobalización.

Nota de Julio Algañaraz, desde Roma, Italia, del diario "Clarín" de Buenos Aires. Reproducida por SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. 23 junio 2001.

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