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El huracán Manu Chao

El vendaval Manu Chao arrasó en la villa de Don Diego ante un público entregado en cuerpo y alma al cantante parisino. Con una Plaza del Gas abarrotada y la cercana Plaza Ernesto Erkoreka repleta también de público siguiendo el concierto en una gran pantalla, la actuación se convirtió, como se esperaba, en el evento musical estrella de Aste Nagusia.

Ya se venía especulando desde hace meses sobre la importancia y magnitud que iba a tener el que Chao actuase en Bilbo, y más en la Plaza del Gas apoyado por una gigantesca pantalla. Un panel que sirvió para poner a bailar a todo el mundo a pie de calle, a pesar del retardo de sonido.

La psícosis colectiva acarreada a lo largo de toda la semana no llegó a ser tal, dado que las laderas del Gas mostraban ciertas "calvas" y dentro de la excitada multitud tampoco había un agobio sobredimensionado. Tras las desorbitadas previsiones, mucha gente decidió quedarse abajo, en las inmediaciones del ayuntamiento. Un muestrario de personas de todas las edades tenían la curiosidad de ver a ese hombre del que en las últimas semanas tanto se había hablado. En muchos casos la curiosidad fue más grande que las ganas. De tal forma, lo que a las 18.00 eran dos mil personas, una hora antes del concierto se convirtió en un llenazo hasta la bandera, aun así se permitió el desplazamiento a través del recinto.

Personas llegadas de numerosos puntos del Estado español, así como del francés y de otros países de Europa, convirtieron el "botxo" del Gas en una fiesta multicultural, donde las fronteras no existían y el buen rollo y la fiesta patchanga era lo que dominaba. Así las cosas, el tranquilo Manu que bebía una copa de vino y disfrutaba de unas aceitunas la misma tarde en la rueda de prensa que ofreció en el Kafe Antzokia, se convirtió a la noche en un autentico huracán de aire fresco y mestizo, un aire al son de las notas que desprendía su magna banda, ecos de países como Colombia, Portugal, Bolivia o Cuba, entre otros, estaban presentes en todo momento.

Y sí, el concierto fue bueno. A pesar de que mucha gente se esperaba encontrar a un Chao "clandestinizado", su actuación fue una revuelta a la época de Mano Negra dejando a un lado los temas de su último trabajo ''''Próxima Estación: Esperanza''''. A las 12.00 en punto se abrió una actuación que duró dos horas y cuarto casi sin parangón.

20.00 en La Habana, Cuba; 21.00 en Managua, Nicaragua; 22.00 en Buenos Aires, Argentina; 23.00 en Manila, Filipinas; 24.00 en Bilbo, Euskal Herria,... Radio Bemba emitiendo. Con una radio dando las horas de diferentes ciudades del planeta y a ritmo de dub, apareció Manu y toda la banda que le sustenta, sin duda un grupo que le viene como anillo al dedo, y como bien dijo a la tarde, hasta la fecha la mejor banda que ha tenido funcionando sobre un escenario. Un robusto y contundente bajista que a su vez ejercía también de corista, un versátil batería, un guitarrista que presentaba un cariz sumamente rockero, un teclista solvente, un gracioso acordeonista, un percusionista eléctrico y una sección de vientos --trompetas y trombón-- del todo descomunal y que sonaba a las mil maravillas.

Junto a ellos, un vocalista afro como segunda voz de apoyo, una especie de clown que cantaba y a su vez animaba a un público exaltado. En la mitad un Manu Chao que no paró de dar saltos recordando la época más brillante de Mano Negra. Entre la potente sección de vientos y las programaciones no tardó en llegar ''''Casa Babylon'''' que puso a bailar a toda la plaza, un ''''King Of The Bongo'''' rápido y veloz, la fronteriza ''''Welcome to Tijuana'''', la significativa ''''La Primavera'''', la preciosa y solitaria ''''Minha Galera'''' con un Manu frente al micrófono y la complicidad al unísono.

Así fueron cayendo numerosos temas nuevos, como fue el caso de ''''Clandestino'''' y ''''Desaparecido'''' --muy coreadas-- y de la época de Mano Negra hasta encadenar tres seguidas hacia el final del concierto, como fue el caso de los ya clásicos ''''King Kong Five'''', ''''Mala Vida'''' o ''''Noche de Acción''''.

A día de hoy, Manu Chao se ha convertido en el artista adorado por toda la familia, y aunque él lo afirme y funcione mediante una multinacional, lo que anteriormente se movía más en círculos alternativos, a día de hoy ese alternativismo, nomadismo o incluso militancia se ha convertido en un magno acontecimiento.

Para muchos Chao significa un rutilante apellido que lleva la fiesta en sus venas, un motivo más de alegría, de pasatiempos, de ocio si se quiere. Por otro lado, está la militancia, el creerse la movida. Que si la antiglobalización, que si las O.N.G''s, que si el grupo revolucionario, el pedirle dinero para tal y cual, el mensaje explicito, el pasquín que le acerca el trotamundos, el músico de la calle...

Red Palante!


(Tomado de Bittakora)

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