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Mamma Soul de Chile: Nuestra arma es la voz

Punto Final

El grupo "Mamma Soul" (o alma de madre), conocido por su música en el mundo juvenil, participó en la Caravana por la Verdad y la Justicia. Estas siete mujeres de entre 22 y 31 años se dan el lujo de cantar temas que ya suenan a nivel internacional, de vestirse indistintamente con ropas anchas o sensuales, y de participar en política impulsadas por el sentimiento. También se dan el lujo de hablar sin trabas de lo que cuesta ser mujer y joven en estos días, de la doble carga de una madre soltera, de recuerdos infantiles en tiempos de clandestinidad, de dolores y miedos aún no superados.

Claudia Valdés, más conocida como Moyenei o Chorne, tiene estilo afro y es líder del grupo. Se encarga de escribir letras, y de retomar a Violeta Parra y a Gonzalo Rojas para instalarlos en un discurso que rescata la memoria, la intuición y el sentimiento. También canta y hace la percusión. Respecto de sus influencias afro, dice: "El papá de mi abuela fue hijo de un zambo del valle del Elqui. Es fuerte la sangre negra, porque mi hijo, que pertenece a la quinta generación, también es mulatito". Para ella, es clara la condición mestiza de los chilenos: "Somos una fusión de español, árabe, latino, chino, negro, de todo. La cueca está en un ritmo de 6 por 8, el mismo que se encuentra en músicas árabes, africanas y gitanas, el mismo de la rumba y el flamenco". Y agrega: "En nuestro grupo, las influencias de rap, hip-hop, blue, rythmym blues, funk y acid jazz están pasadas por un filtro latinoamericano".

Las integrantes de Mamma Soul ponen en primer plano lo femenino, y lo defienden. Durante sus tres años de vida se han mantenido como grupo exclusivamente de mujeres. Tres son madres. Su disco "Fe" tiene en portada un dibujo que representa una multicolor lucha entre espermios por entrar en un óvulo. Ellas tienen una visión propia del feminismo actual: "En una primera etapa, el feminismo dio una muy buena lucha por la igualdad de los seres humanos femeninos y masculinos, pero siento que se ha ido desvinculando de su origen y se ha vuelto separatista. No somos militantes del feminismo, pero compartimos el principio de una lucha por igualdad de condiciones", señala Michelle Espinoza, guitarrista y voz.

Por su parte, Gabriela Ahumada, también voz y tecladista, se refiere a las posibilidades y desafíos de la mujer joven en Chile, a partir de sus experiencias. "Como mujer y música una tiene que fabricarse las posibilidades con mucha dificultad. Hay que traspasar barreras y adversidades. No tenemos ley de divorcio, así que las mujeres separadas somos adúlteras y vivimos en un absurdo. Tampoco tenemos derecho al aborto. Esas luchas las estamos dando en este grupo, a la vez que nos apoyamos entre todas".

Misti-K (o Mística) Vásquez es "MC" (master of ceremony), que en el mundo rapero significa llevar la batuta en canto y letra a la hora de presentarse. Dice con ironía que cuando llegan los políticos a las poblaciones prometen nuevas posibilidades para las mujeres jóvenes, "pero la verdad no es así y, como mujer, una se tiene que fabricar a sí misma, para lo cual hay que tener hartos cojones". Y añade: "Si nos pusiéramos a contar la cantidad de amigas que se han quedado como dueñas de casa o sometidas, no acabaríamos nunca. Lo triste es que no pudieron hacer lo que querían con sus vidas", manifiesta con tono serio esta ex participante del colectivo "Reacción Rebelde" y del grupo "Enigma Oculto".

Moyenei relata su vivencia de madre joven: "Cuando recién eres madre estás feliz con la vida de tu hijo, pero también existe una vida profesional por delante. La profesión de música es muy mal mirada y se gana poco. En nuestro grupo, tres somos mamás solteras y paramos la olla. O sea, somos macho y hembra en esta sociedad, y en eso la igualdad no existe. En los trabajos, aunque hagamos el doble, nos pagan menos por ser mujeres. Cuando nuestros hijos son guagüitas tenemos que lavar pañales, darles teta, limpiarles el culo, enseñarles valores, enseñarles a hablar y a hacer monitos, cocinar, comprar gas, hacer aseo, tender camas y trabajar haciendo música. Es decir, tenemos que tener ocho brazos".

Gabriela Ahumada la apoya: "Además, como músicas, nosotras no tenemos derechos laborales. No tenemos isapre, seguro de cesantía, ni un montón de cosas que hacen de esto algo aún más difícil". Michelle, alhajada con unos grandes aros, acota: "Ni Dios lo quiera que tengamos una enfermedad, porque no hay nadie que nos ayude para comer. Ahora somos jóvenes, estamos bien y tenemos buena salud. Pero qué va a pasar cuando tengamos 50 años".

¿Por dónde creen ustedes que van las luchas de las mujeres jóvenes en Chile?

Moyenei: "Ese es un tema importante y profundo. Nacimos, justamente para construir un espacio que no existía en el campo de la música. En un momento me pregunté por qué en Chile no existían grandes mujeres pianistas, bateristas, directoras de orquesta o arregladoras. La respuesta, simplemente, es que nosotras, como género femenino, no habíamos tenido el tesón necesario y no habíamos luchado por conseguir eso. Humildemente, Mamma Soul quería ser parte del principio de una cadena mucho mayor. Fue bueno que después de nosotras hayan empezado a aparecer grupos de niñas de 10 a 12 años que dijeron, ¡si ellas pudieron, nosotras también podemos!".

Michelle: "¡Claro! Y de hecho, comenzaron a armar bandas. No es que la música sea machista, pero circunstancialmente en Chile ha habido más hombres que mujeres en esto. Ahora se han empezado a formar grupos musicales y de teatro con niñas contagiadas por este 'se puede hacer'. Porque no es un problema de capacidad de las mujeres, es un problema de creérselas".

Natalie Santibáñez: "El problema de no creérsela marca la personalidad chilena. Tiene mucho que ver con una falta de identificación, y con el hecho que en el colegio nos enseñan a no sobresalir, a pasar piola".

Mamma Soul ensaya en un galpón en el barrio Bellavista. La salita que las acoge está adornada con variados posters, entre los que se distinguen la cantante Lauryn Hill, Bob Marley y aquel poster típico de la mujer guerrillera salvadoreña con el fusil al hombro y la guagua colgando del pecho.

OSCUROS AÑOS VERDES

Es insoslayable preguntarles por sus recuerdos de la dictadura. Misti-K y Moyenei comienzan a rapear a dúo una canción que habla de ese período: "Somos los hijos de los que fueron asesinados. En nuestro pecho la herida sigue sangrando, no voy a perdonar. No voy a olvidar, sólo quiero justicia, sólo quiero la verdad". Cantan con suave voz y moviéndose con cadencia antes de responder.

Gabriela: "Somos una generación que vio sufrir a nuestros hermanos, a nuestros primos. Yo viví el dolor a través de mis padres. Vi a mi padre irse en un viaje extraño y desde niña escuché hablar de Pinochet con mucho odio y dolor. Viví y sentí el miedo, me crié con él. Nací un 11 de septiembre del 72, así que las fechas me siguen como un karma. Para mí, lo más fuerte fue vivir el secuestro de mis profesores José Manuel Parada y Manuel Guerrero. Ellos fueron mi marca mayor".

Moyenei: "Yo tengo un recuerdo ambiguo de lo que fue la dictadura, ahora tengo 23 años. Me acuerdo de gente de la que aprendí la palabra 'unidad'. Y el significado de las palabras 'lealtad' y 'compañero'. Personas que trabajaban ocho horas diarias y que al final de su trabajo se iban a su respectivo regional, su comunal o su núcleo. En mi caso, mi mamá y mi papá eran trabajadores súper heavy del Partido Socialista. Trabajaban doce horas diarias y casi no los veía". Y prosigue, con la memoria a cuestas: "De repente me tocó el dolor de no ver regresar a mi papá. Me dijo: '¡vamos a tirar unas plantillas y nos juntamos a las cuatro!' Fueron las ocho, las diez. Y vinieron a avisar que lo habían asesinado. Después de un mes todavía no podía creer que mi papá estaba muerto. Soñaba que estaba vivo. El era constructor civil, pero se daba su tiempo para la gente. Me pasaba en las poblaciones con él, y le doy las gracias por conocer eso. Los recuerdos de ese tiempo son ambiguos, porque conocí el lado romántico de la lucha y también viví el dolor de perder a la persona que más amaba en el mundo".

Misti-K también entra al debate: "Yo tengo 22 años, y a mí no me gusta hablar del tema. Nosotras somos como un libro viejo que en cada hoja tiene un recuerdo y a veces hay cosas que son muy dolorosas. Me acuerdo cuando yo y mi prima veníamos del consultorio con una caja de leche, nos bajamos de la micro y los milicos nos pararon y nos toquetearon. Nos hicieron cagar la leche con los fusiles. En otra ocasión a mi mamá le mataron a su mejor amiga. Y así, puras calamidades". Michelle: "Somos hijas de asesinados, directa o indirectamente. Nos sentimos representadas por la Moyenei. A todos nuestros padres y familiares los mataron también un poco, y siento que ha costado mucho que cada persona se crea una persona digna. Todavía tenemos miedo a algunas autoridades y a los militares. Con los carabineros recién se nos está acabando el miedo. Nos ha costado 'ene' sacar esta costra de la herida. Las generaciones quinceañeras pueden llevar adelante los grandes cambios. Nosotras todavía estamos medio atontadas con este cuento"

LUIS KLENER HERNANDEZ

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