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Concierto de Rage y Ozomatli en Los Angeles contra la brutalidad policial
Obrero Revolucionario #1074, 15 de octubre 2000

Cuando corrió la voz de que Rage Against the Machine y Ozomatli iban a terminar el concierto que empezaron en la protesta contra la Convención Nacional Demócrata pero que la policía paró, todo mundo se puso trucha y los boletos se agotaron en un dos por tres. Antes de cumplirse el mes del truncado concierto, los dos combos tocaron de nuevo dos noches en el auditorio Grand Olympic del centro de Los Angeles. Un concierto de esos no se puede perder.

Yo fui al concierto del miércoles y al entrar vi mucha gente que estaba en el concierto anterior, y que venía por más. Esta vez nadie quedó defraudado: una vez más, los dos conjuntos nos hicieron vivir una experiencia musical tremenda a los 7000 aficionados que llenamos el auditorio. Pero antes, nos tocó pasar por una barricada de guardias de seguridad que nos recordó lo que pasó un mes atrás, cuando la policía le echó encima los caballos a 15.000 personas por el crimen de ir a un concierto de protesta.

Entrar al auditorio era como entrar a la cárcel. Los guardias de seguridad (muchos son policías) nos gritaban, nos empujaban contra la pared y nos cacheaban. Pensando en lo común (y terrible) que es que nos traten como a delincuentes para entrar a un concierto, oí a un chavo que se volteó y dijo: "Hace un año pasé por lo mismo, pero fue en la cárcel". Sin embargo, los guardias y la policía no nos iban a aguar la fiesta.

Ozomatli empezó la rumba serpenteando como de costumbre con tambora, trompeta y percusión por entre el público, y se ganó la admiración de los fans de Rage cuando se metió al "mosh pit" camino al escenario pues ahí se concentran los más gruesos seguidores de Rage y es un sitio superintenso.

Durante 40 minutos, Ozo puso a todo mundo a bailar con una combinación de canciones de su último disco y rolas nuevas que entrelazan rebeldía y la onda internacional de Los Angeles. A la mitad, Ozo preguntó cuántos fueron al concierto de protesta contra la convención e invitó a todos a protestar contra la brutalidad policial en las manifestaciones del 22 de octubre y vistiéndose de negro.




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Esperando la salida de Rage, la tensión era palpable. El Olympic es un viejo auditorio de peleas de boxeo y Rage salió con la energía de un joven boxeador dispuesto a ganar y a darle duro al sistema. Los dos sets de Rage los grabaron para un disco y un video, y ese día la música rebosaba una increíble energía. Todo el que ha ido a un concierto de Rage sabe que es algo muy físico. En el "pit" y en los asientos, nosotros éramos música, un remolino de cuerpos y notas. Miles gritaban la letra con Zak, en una de sus más apasionadas presentaciones. Tom Morello daba saltos sobrehumanos, chorreaba sudor y no perdía un compás. La diferencia entre Tom y su guitarra se desvaneció, y la hizo gritar, quejarse y cantar melodías sorprendentemente dulces.

Rage comenzó con la canción Bulls on Parade, contra la onda política reaccionaria de los "valores familiares" y las guerras injustas: Armas en vez de comida, casas, zapatos/ alimentar al animal caníbal de la guerra, en vez de atender las necesidades humanas /paso por los escombros de una biblioteca /ahora cementerio de la mente... Alaban la familia, con los bolsillos llenos de metralla.

Rage tocó 13 canciones y después volvió y nos regaló otras cuatro. Tocó un par de canciones de otros artistas (Microphone Fiend de Eric B. y Rakim, y I'm Housin' de EPMD), y B-Real y Sen Dog del conjunto Cypress Hill subieron al escenpario a acompañar la canción How I Just Kill a Man. Como a la mitad del set, al final de War Within a Breath (el himno de Rage, que conecta el levantamiento zapatista con los chavos latinos de L.A.), Zack cogió impulso y se botó de cabeza a los brazos de los chavos de abajo, saltando por encima de los megaguardias de seguridad y de un espacio de más de tres de metros. Zack no se lanza al público con frecuencia, pero cuando lo hace realza la conexión (la confianza, el cariño y el respeto) entre el conjunto y su público. Fue muy suave ver a los chavos duros y tatuados de los barrios gruesos de L.A. agarrar con cuidado a Zack y devolverlo al escenario pasándolo de brazos en brazos.

Un concierto de Rage siempre es una experiencia profunda. Siempre me llena de alegría ver que su música siembra odio a la injusticia y ganas de pelear.

Cuando Zack presentó la siguiente canción, todo el auditorio se calló. Primero preguntó cuántos fueron al concierto contra la convención y después dijo que era importante entender lo que pasó ese día. Dijo que la policía era responsable de toda la violencia en ese concierto, aunque los noticieros de TV dijeran otra cosa. "Esos hijueputas atacaron al público. Ninguno de nosotros tenía balas de caucho ni M16 ni macanas ni escudos. Solo teníamos puños, voces, micrófonos, guitarras, tambores y la cabeza. Cuando nos dan duro en la calle por protestar y queremos que el sistema judicial haga justicia, se hace el sordo. Miren lo que pasó con Amadou Diallo en Nueva York: le zamparon 41 tiros y los cuatro policías salieron como si nada. Es hora de un nuevo tipo de acción en este país". Para terminar dijo que todos tenemos el derecho de defendernos de la policía brutal y que se necesita más resistencia contra esa brutalidad. Todo mundo saltó y gritó, y Rage se lanzó a su canción contra la policía racista, Killing in the Name: Antes quemaban cruces y hoy se ponen placas./ ¡Matan en nombre de! ¿Matan en nombre de? Y ahora debemos hacer lo que manden... ¡A la chingada, no haré lo que me manden!

Al final, el público pidió repetición y Rage tocó Kick Out the Jams, de MC 5's, y una versión muy dulce de la canción de Devo It's a Beautiful World, que termina: "Es un mundo hermoso para ti, pero no para mí". También tocó Testify, que yuxtapone imágenes de los horrores de la guerra del Golfo y de los sepultureros del sistema "en la puerta" en L.A. El concierto terminó con una conmovedora versión de Freedom, en la que Zack gritó "Libertad para Mumia" y toditicos los 7000 presentes le hicimos coro. En medio de emocionados gritos del público, Rage acabó el concierto y los cuatro músicos nos dieron una larga despedida con el puño en alto. Todos contestamos de la misma forma, soltando vivas y chiflidos de gracias.

Salimos con la clara sensación de haber vivido algo inolvidable y cuando llegamos a la puerta se nos atizó la cólera al ver 20 policías en equipos de motín, con cascos y escudos, esperándonos. Cerca, debajo de un puente de la autopista, esperaban más y arriba volaban helicópteros.

Era obvio que la policía fue a pavonearse y a amilanar, pero nadie se amilanó y, por el contrario, se oían insultos contra los chotas. Chavos que minutos antes cantaban y bailaban, se le pusieron en las narices a la policía gritando "Fuck tha police!". Los que viven bajo la bota de la delegación Ramparts se burlaban diciendo: "No te les acerques porque de pronto te aparece coca en la bolsa".

En esas, la policía rodeo a un vendedor de hot dogs (un inmigrante) que estaba en una esquina y mandó que se largara. Los que vieron eso se enfurecieron, le gritaron a la policía y muchos se pusieron a hacer cola para comprar hot dogs, como desafío a la policía de que le hiciera algo. En el panorama general de la lucha de clases, esto fue un detalle pequeño, pero demostró el odio a la injusticia y los lazos entre la juventud y los pobres que atizó el concierto.

A la mañana siguiente, los locutores de KROQ, la mayor emisora de rock alternativo de L.A., dijeron que les encantó el concierto pero que los comentarios de Zack "se pasaron". Oyéndolos, recordé la increíble pasión, belleza y fuerza de la música de Rage y del concierto. Pensé en las palabras de Zack y en lo importante que es el hecho de que un artista de esa talla tome partido con el pueblo, como tantas veces lo ha hecho Rage.

Recordé a la policía de motín a la salida y todas las amenazas que Rage ha recibido a lo largo de los años, al igual que otros artistas y músicos progresistas; y pensé que la brutalidad despiadada de este sistema ha arruinado a muchos.

Tenemos que estar listos. Rage es un conjunto lanzado, que mira sin parpadear las tormentas del futuro, que pertenece al pueblo y apoya las luchas populares. El pueblo debe defenderlo y protegerlo, así como a todos los artistas revolucionarios y progresistas. Necesitamos a Rage y tenemos que cuidarlo.

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