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Canibalismo global
José Ignacio Herranz - Militante de Batasuna

En 1916 Lenin escribió "El imperialismo, fase superior del capitalismo" cuyo título expresa sobradamente su mensaje. Siempre me quedó la duda filosófica de si el capitalismo es simplemente un modo de producción posterior al feudalismo o si sus orígenes estaban más allá. Una canción de Skalariak puso música a mis pensamientos, y los acontecimientos actuales confirman mis sospechas: el capitalismo es la fase superior del canibalismo.

Dicen que algunos de nuestros antepasados practicaron el canibalismo. En la actualidad una pequeña parte de la humanidad engorda a costa de la miseria del resto del planeta. Nuestros antepasados no tenían demasiadas alternativas; la crueldad o la moral eran conceptos desconocidos. Sin embargo sus descendientes hemos llegado (hablo en general) a niveles insospechados de crueldad y sadismo. Nunca la miseria, el saqueo, la masacre y el genocidio han estado tan científica y meticulosamente planificados. Nunca ha habido tanta riqueza y poder en tan pocas manos, tanta miseria y horror. Y nunca se han utilizado tantos medios políticos, económicos y militares para que esto siga siendo así. Después del bombardeo (si EEUU lo define como acto de guerra, que así sea) del 11 de septiembre contra Nueva York, los mayores caníbales del planeta han puesto en marcha su maquina de picar carne humana.

Que un facha como Berlusconi diga que la cultura occidental es superior a las demás demuestra que ésta es una idea muy extendida en nuestras sociedades. Nos lo han enseñado desde la infancia: la historia es una carrera en la que los más listos, nosotros blancos y europeos, nos hemos adelantado. Sin embargo analizando la historia real se llega a otra imagen, y para describirla me voy a valer de una idea que leí en un libro de Justo de la Cueva: la historia del capitalismo es como una partida de póquer en la que, cuando a los pobres les han salido buenas cartas, los ricos han sacado las pistolas y se las han quitado.

El despegue económico de Europa se produjo principalmente por el saqueo de oro y plata de América y el genocidio de sus habitantes, además del negocio esclavista. Dice Eduardo Galeano que en 150 años la población nativa de Sur y Centroamérica fue reducida de 70 a tres millones y medio, producto directo de la esclavización y las matanzas. El Siglo de Oro español se elevó sobre la esclavitud y el genocidio. Un símbolo de la industrialización europea como es la maquina de vapor de Watt fue financiada en parte con capital acumulado con el tráfico de esclavos. Antes de la invasión inglesa un habitante medio de la India estaba mejor alimentado que un habitante medio de Inglaterra. Tras la colonización y supeditación de la economía de la India a Inglaterra las proporciones se invirtieron y agrandaron. Y hasta hoy.

Los ejecutores de tanta matanza y saqueo tienen calles y plazas con sus nombres y lugares destacados en la historia oficial de cada país. Al fin y al cabo, en gran parte, somos lo que somos gracias a ellos. Extendieron su religión, su civilización (y los intereses económicos de sus élites dominantes) bajo la bendición de las iglesias respectivas, reyes y parlamentos. Es normal que nos creamos superiores. La ocultación de esa parte aterradora de nuestra historia y un nivel de vida cada vez más diferenciado son las bases materiales de esa creencia.

El 11 de septiembre es un día triste. Es el aniversario de la muerte de Salvador Allende, el fin de un intento de construcción pacífica del socialismo y la instauración de un dictador, Pinochet, au- pado y mantenido por los EEUU (en concreto Kissinger, ¡premio Nobel de la paz!). En las fechas siguientes se produjeron 30.000 muertos por la represión. En Argentina otro tanto de lo mismo, 20.000 asesinados, incluidos los 15.000 desaparecidos. Son dos ejemplos. Hay más. Hiroshima, Nagasaki, Indonesia, Vietnam, Colombia, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Granada, Libia, Sudan, Serbia, Irak... Los muertos directos por el terror USA se cuentan por millones, los indirectos producidos por la miseria que han instaurado en el planeta son un océano. No son los únicos matarifes de la historia pero hay que reconocerles su éxito cuantitativo y cualitativo.

Es escalofriante ver morir varios miles de personas en un momento, como ocurrió en Nueva York, pero ¿quién llora en Europa y EEUU por el millón de muertos en Irak a consecuencia del bloqueo? ¿Quién condena las muertes de civiles en los bombardeos yankis y británicos sobre Bagdad? ¿Quién critica el genocidio checheno?

Poner coches bomba y secuestrar aviones dicen que es terrorismo, pero a bombardear ciudades lo llaman guerra (y justa). De lo acontecido se deduce que por un lado el diccionario del capitalismo llama terrorismo a la guerra de los pobres, y guerra al terrorismo de los ricos. El lenguaje también es parte de la guerra y la dominación.

Así mismo, el fin justifica los medios, los derechos humanos y el derecho internacional sólo sirven cuando interesen y no molesten a los intereses de las élites del capital, y la ONU es un monigote que sólo vale para justificar las masacres que hacen «los buenos». No lo digo yo («diosmelibre»), lo dicen todos los gobernantes de Europa Occidental votados democráticamente. Los mismos que llevan décadas hablando de derechos humanos, civiles e internacionales; condenando la violencia como injustificable y pregonando la paz y el derecho a la vida como bien máximo. No han mostrado las pruebas contra Afganistán ni contra ese nuevo mito demoníaco llamado Bin Laden (ayer fueron Milosevic, Hussein, Gadafi, Fidel Castro...). En este caso no les interesa juzgar a nadie. Y si a ese tal Bin Laden le juzgaran en un tribunal internacional, como a Milosevic, no sería por carnicero, sino por no haber masacrado al servicio del capital occidental y sus aliados. La lista de genocidas «buenos» impunes es kilométrica. Sin ir más lejos sólo hay que mirar a Israel o Turquía.

Pero el «Caníbal Mayor» ha decidido salir de caza, y ellos, sumisos y babeantes, se suman entusiastas al saqueo. Todos intentarán sacar tajada; Putin con Chechenia, Aznar con Euskal Herria, Turquía con los kurdos. La Internacional Caníbal funciona y la impunidad esta garantizada. El capital es Dios y USA su profeta. El Mercado Libre es el altar donde todo puede ser sacrificado. Y ojito, porque algún día el nivel de vida y los derechos de papel que disfrutamos hoy día en Occidente pueden llegar a ser un estorbo para la tasa de ganancia de los caníbales, y serán llevados al altar de los sacrificios.

En el antiguo Imperio Romano la plebe recibía con entusiasmo a sus emperadores y generales victoriosos. Traían encadenados a los vencidos y las riquezas saqueadas. Había circo y pan gratis para los ciudadanos de Roma. En USA la popularidad de cada presidente ha subido con cada campaña militar contra el «malo» de turno. Excepto la de Vietnam, donde los fiambres, lisiados y tronados volvían a casa por miles, el resto de invasiones y matanzas ha sido una fuente inagotable de popularidad presidencial y beneficios para sus élites económicas.

En Europa la Guerra del Golfo, es decir, la destrucción de Irak, que tiene continuación en el genocidio actual, fue un espectáculo pirotécnico aséptico que observamos con regocijo en la tele. Al fin y al cabo, decían, Hussein era una cabrón y, lo que es peor, se quería quedar con el petróleo. Y es que sabemos, o intuimos, que nuestro modo de vida depende de que alguien mantenga el caos actual. Somos beneficiarios coyunturales del saqueo del planeta, y eso se nos nota a todos, incluso a quienes nos decimos de izquierda y progresistas.

No sé si lo que he dicho nos hace culpables o inocentes, pero no seré yo (que desayuno, como y ceno todos los días, tengo coche, vídeo y ordenador) quien intente convencer de mi inocencia a un habitante de un país empobrecido, consciente de la riqueza que se les está saqueando y de quién la está disfrutando.

Los genocidas al por mayor, carniceros en masa y terroristas profesionales, es decir, directivos de bancos, multinacionales, FMI, BM, OTAN y demás sectas, así como sus representantes políticos y gubernamentales afilan sus dientes para masacrar, como aperitivo, a los habitantes de un país pobre y con turbante. No hay esperanza para un mundo justo, libre y en paz mientras estos caníbales nos sigan imponiendo su capitanibalismo. Socialismo o barbarie.

Gara

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