Euskal Herria entre dos estados imperialistas

x Iñaki Gil de San Vicente

1. Nuestra historia moderna es incompresible al margen de las presiones y agresiones crecientes de los Estados español y francés. Decimos historia moderna, es decir, la que, grosso modo, toma cuerpo desde comienzos del siglo XVII, y que coincide con la irrupción definitiva en Europa del capitalismo comercial y colonial. Pero, también antes, es decir, en la larga época precapitalista, nuestra historia ya estaba muy condicionada por poderes estatales circundantes a nosotros. Ahora bien, ni el poder franco y luego carolingio en el norte, ni tampoco el visigodo y musulmán en el sur pueden ser en modo alguno identificados como Estados francés y español, y menos aún como "Francia" y "España". Estas entidades no existían entonces, ni remotamente, aunque sí existía Euskal Herria. Pero sí existía ya para entonces el poder patriarcal que heredado desde la república romana y readaptado y cambiado por las costumbres cristianas, germanas y musulmanas posteriores presionaban fuertemente contra las relaciones de género todavía sobrevivientes en Euskal Herria. No hace falta decir que este conjunto de factores eran --son-- inseparables del proceso de retroceso del complejo lingüístico-cultural y monolingüe euskaldun, precristiano y todavía con fuertes contenidos de cosmovisión preindoeuropea.

2. Interesa insistir en esta cuestión porque es la base para entender muchas cosas actuales. Aunque los Estados burgueses centralizados por y para facilitar la acumulación capitalista aparecieron desde el siglo XVII y sobre todo desde el XVIII, sí es cierto que lo hicieron sobre bases preexistentes, bases de explotación y opresión, de acumulación de fuerzas militares y de sistemas patriarcales, culturales y religiosos de dominación y alienación, y bases de infraestructuras administrativas y de comercio. Euskal Herria tuvo en su contra la terrible desventaja histórica de ser cogida como en un bocadillo o en realidad decir un cepo por dos de esos Estados preburgueses, precisamente los dos más poderosos en lo militar dentro del continente europeo, exceptuando el dominio militar marítimo británico y luego el poder militar terrestre prusiano-alemán, decisivos ambos para entender el fortísimo contenido militarista de los nacionalismos francés y español.

3. Llegamos así a una cuestión realmente decisiva cual es que la formación histórica de Europa como espacio de acumulación extensiva e intensiva del capital, como cuna del capitalismo en cuanto modo de producción que llegaría a ser dominante a escala planetaria, esta formación ha impactado decisivamente sobre y contra nuestra realidad nacional por tres factores básicos: 3-1) entre los siglo XV-XVI Euskal Herria sufrió las crecientes presiones y ataques de los dos poderes imperiales decisivos en la Europa de entonces; 3-2) entre los siglos XVII-XVIII la decadencia del imperio de los Austria --"Reyno de las Españas"-- aumentó las presiones sobre Hegoalde y, simultáneamente, la centralización absolutista de los Borbones en el Reino de Francia presionó contra Iparralde, y ello en un período en el que la burguesía se lanzaba a conquistar el poder político que le correspondía al ser ya la clase social económicamente dominante, y 3-3) la derrota imperial del Estado español en el siglo XIX y su crisis estructural le llevó, como reacción desesperada, a compensar con la hipercentralización interna lo que perdía en el resto del planeta, mientras que el Estado francés, cada vez más presionado por el auge alemán y la potencia británica hacía lo mismo contra Iparralde.

4. De este modo, aunque por caminos diferentes en lo secundario pero idénticos en el fondo, la división y opresión nacional de Euskal Herria entre dos grandes Estados se dio en el mismo proceso de la formación de la Europa capitalista. Fueron las diferencias en los procesos de centralización burguesa en los Estados español y francés los que determinaron las diferencias en los ataques a Hegoalde y a Iparralde. Pero esas diferencias entre ambos Estados también estaban condicionadas por las diferentes posiciones que ocupaban en la economía internacional antes de los siglos XV-XVI y en la economía mundial a partir de del siglo XVII, y sobre todo del siglo XVIII, cuando ya el capitalismo comercial es capaz de sostener una auténtica "guerra mundial" en todos los continentes del planeta. Nada de lo que sucede en estos Estados y menos aún, nada de lo que nos sucede ahora a nosotros por las agresiones de estos Estados, es comprensible sin tener en cuenta esta decisiva base histórica.

5. Pero, por la misma lógica interna a la acumulación capitalista en cuanto modo de producción, tampoco entendemos nada de nuestro presente y de la división y opresión nacional que padecemos, si no tenemos en cuenta el comportamiento de las sucesivas clases dominantes vascas durante estos siglos. No sólo han sido las ansias imperialistas de ambos Estados exteriores las que nos han agredido desde fuera, que es cierto, sino también las sucesivas clases dominantes vascas han jugado cada vez más un papel negativo en nuestra tragedia. En Hegoalde, la invasión castellana de comienzos del siglo XIII mostró ya cómo las clases ricas se dividían entre la negociación con el invasor o la resistencia nacional, mientras el Estado navarro se debilitaba muy seriamente. Después, la invasión castellana de comienzos del siglo XVI del Estado navarro también mostró cómo su clase rica y propietaria se dividía entre independentistas vascos y colaboracionistas con el invasor. Con diferencias, otro tanto hay que decir con respecto al comportamiento de las clases ricas en Iparralde ante las invasiones inglesas y francesas hasta llegar a la fecha de 1789.

6. Comprender esta dialéctica entre agresiones extranjeras y divisiones internas causadas por los intereses socioeconómicos de las clases ricas vasca, es decisivo para una correcta visión de lo que es una lucha de emancipación nacional y social vasca. Del mismo modo que comprender la existencia anterior de una opresión patriarcal que se adapta y es adaptada, y cambiada pero reforzada por el capitalismo, es también decisivo para una lucha de liberación nacional, social y antipatriarcal euskaldun. La expansión de la economía burguesa con todas sus consecuencias fue así acelerando y agudizando la dialéctica entre, por un lado, los intereses de poder extranjeros y los de las clases ricas vascas por imponer una explotación económica asegurada por fuerzas represivas extranjeras y asentadas sobre la destrucción de las relaciones precapitalistas; por otro, entre los intereses ideológicos y culturales antieuskaldunes de esas clases cada vez más entrelazadas e interesadas en imponer el castellano y el francés como complejos lingüístico-culturales dominantes y oficiales, salvo muy honrosas excepciones; y, por último, entre los intereses de género del sexo masculino, independientemente de su clase social y nación de origen, para obtener un beneficio sexo-económico, afectivo, psicológica, etc., de la explotación de la mujer vasca.

7. Pues bien, a lo largo de los siglos XIX y XX tanto en los Estados ocupantes como en Euskal Herria y, como no, en Europa, se produjeron cambios que, además de surgir de las contradicciones ya vistas, también las reforzaron y ampliaron. En Euskal Herria se consumo a comienzos del siglo XIX el rompimiento territorial como efecto del asentamiento definitivo del Estado francés con las medidas napoleónicas, de modo que, para mediados de ese siglo, la frontera franco-española estaba ya sólidamente asentada. Más adelante, la necesidad de la burguesía francesa por recuperar su prestigio interno y externo le llevó a aumentar la desnacionalización vasca en Iparralde, proceso que se agudizó brutalmente tras 1871, con la derrota ante Alemania y que dio otro salto a comienzos del siglo XX y en especial en 1914-18. El imperialismo francés tuvo que sacar carne de cañón de todos los pueblos que oprimía desde Africa hasta el interior de Europa, desde senegaleses, marroquíes y argelinos hasta vascos, bretones, etc., para vencer al imperialismo alemán. Estas y otras contiendas explican además del esencial contenido militarista del nacionalismo francés, como hemos dicho, también la especialísima función de su sistema escolar y educativo, de su centralismo administrativo, de la prensa y de la iglesia, etc. A lo largo del siglo XX se han mantenido las mismas presiones desnacionalizadoras destinadas a asegurar la solidez interna y externa del imperialismo francés.

8. La evolución en la parte peninsular de Euskal Herria tuvo, sin embargo, una diferencia con respecto a la continental porque, a diferencia del capitalismo francés que nació y creció alrededor de París y en el norte de ese Estado, en el español el capitalismo tuvo desde sus inicios un esencial asentamiento periférico excepto en Madrid. Fue en Catalunya, y en Bizkaia y luego Gipuzkoa, donde el capitalismo se asentó definitivamente. De este modo, el Estado español, que arrastró durante todo el siglo XIX unas contradicciones irresolubles desde finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, se encontró a finales del siglo XIX y comienzos del XX con cuatro crisis estructurales que actualmente están más a presión que nunca antes. Son estas: 8-1) muy débil y desestructurada cohesión nacional española incapaz de formarse definitivamente como "Estado nación-burgués" clásico, comparado con los restantes Estados europeos; 8-2) a la vez, muy fuerte presencia activa de las naciones oprimidas, especialmente catalana y vasca, que se han centralizado gracias a su propio desarrollo capitalista, y tendencia al crecimiento identitario de la nación gallega, así como latencia y hasta emergencia de sentimientos fuertes en otros pueblos como el andaluz, castellano, canario, aragonés, asturiano, etc.; 8-3) azuzando todo ello, una atraso estructural insalvable del capitalismo español con respecto al europeo, de modo que la burguesía española no logra encontrar un tiempo de respiro y tranquilidad para resolver su debilidad nacional interna e integrar y disciplinar a las naciones oprimidas, y, 8-4) a la vez y como efecto y causa de lo anterior, una corrupción y clientelismo estructurales que dificulta sobre manera la racionalización tecno-económica y la legitimación del proyecto nacionalista español.

9. En síntesis, toda la política española del siglo XX, desde las medidas arancelarias y centralizadoras de su primera década, hasta las dos dictaduras --la de Primo de Rivera y la de Franco-- así como la semidictadura del general Berenguer y, por fin, la monarquía actual, han tenido de un modo u otro los objetivos diferentes en la forma pero esencialmente idénticos en el fondo de resolver esas cuatro quiebras históricas en beneficio exclusivo del hipercentralismo español. No hace falta que nos extendamos en cómo el PSOE intentó solucionar esas cuatro fallas sísmicas, y todos conocemos ahora como lo está haciendo por la brava y casi manu militari el PP: 9-1) lograr el salto del simple nacionalismo español al imperialismo racista interno, despreciativo de todo lo que no sea el españolismo más retrógrado; 9-2) reprimir e intentar desertizar cultural y lingüísticamente las identidades nacionales vasca y catalana e impedir que crezcan las emergentes; 9-3) recortar en lo posible el atraso tecno-económico mediante una brutal explotación de la fuerza de trabajo y también sacrificando y empobreciendo el capitalismo vasco y catalán para enriquecer el español y sobre todo madrileño, y haciendo más dependientes a los pueblos y culturas emergentes, y, 9-4) no luchar contra la corrupción y el clientelismo sino, a la par de ocultarlas con la censura de prensa, utilizarlas en la práctica para reforzar al centro español en contra de las naciones oprimidas, para sobornar a las fracciones más españolistas de las burguesías periféricas y pagar a los fieles servidores del Estado, así como aumentar el poder económico de las grandes familias del Estado.

10. Por su parte, el Estado francés se encuentra ante problemas internos no tan agudos como los españoles ya que, por un lado, su centralidad estato-nacional burguesa es más sólida y son mucho menos peligrosos los poderes socioeconómicos y culturales de las naciones periféricas oprimidas, como los vascos, bretones, occitanos, corsos... Esto da una clara tranquilidad de maniobra París comparado al enfurecido nerviosismo madrileño. Por otro lado, el capitalismo francés es muy superior al español y opta claramente a ser uno de los brazos del eje germano-galo, a la vez que dispone de recursos imperialista superiores a los del capitalismo español; y, por último, aunque la corrupción francesa también es apreciable, como lo es en todas las burguesías actuales por exigencias internas de las dificultades de la acumulación del capitalismo actual, tiene sin embargo más instrumentos internos de legitimación que los españoles. In embargo, también en el Estado francés se están lentamente agravando algunas fallas internas como, por ejemplo, la crisis económica, el aumento de las reivindicaciones nacionales y culturales, las dificultades de mantener el imperialismo francés sin el apoyo de la Unión Europea y el creciente y alarmante rechazo de las diferentes juventudes nacionales en ese Estado al servicio militar, con toda la importancia que esa institución criminal ha tenido y tiene en el nacionalismo francés.

11. En estas condiciones, el proceso de la Unión Europea beneficia más al Estado francés que al español precisamente porque las quiebras de fondo española que hemos analizado lastran y retrasan los intentos desesperados de Madrid por ponerse a la altura de los grandes Estados europeos. Tenemos que tener en cuenta, en primer lugar, que asistimos a un cambio en la jerarquía de poder dentro de Europa, un cambio que refuerza el desplazamiento hacia el Norte de la hegemonía, un proceso iniciado en el siglo XVI y que ha ido hundiendo progresivamente al Estado español; en segundo lugar, aunque este desplazamiento también ha afectado al Estado francés, éste ha dispuesto de más fuerzas para recuperarse; en tercer lugar, se trata sobre todos desde comienzos de la década de 1990 del siglo XX, de un desplazamiento también hacia el Este europeo y desde finales de esa misma década también hacia el Noroeste, es decir, hacia EEUU y Canadá integrando a Gran Bretaña, y también en este desplazamiento, el Estado español queda relegado pero no así el francés, y, en cuarto lugar, estos cambios van as u vez dentro de unas transformaciones tecno-económicas y administrativas para las que el capitalismo español no dispone apenas de recursos de avances sino al contrario, va quedándose más rezagado cada día. Estos cambios de fondo, que en realidad corresponden a la culminación de la cuarta reordenación interna del capitalismo europeo --la primera se consumó en el Tratado de Westfalia de mitad del siglo XVII, la segunda con el Congreso de Viena de 1815 y la tercera en los tratados entre la URSS y EEUU en 1944-45-- terminan desplazando el poder decisivo muy lejos del Sur europeo, del eje mediterráneo dominante hasta el siglo XVI, y está condenando al Estado español a la periferia del centro europeo, si no lo evita.

12. La política europea del PP y de todos los partidos españoles es idéntica en el fondo aunque se aprecian diferencias secundarias que corresponden a opciones específicas de las diferentes fracciones de la burguesía española. Es idéntica en dos cuestiones esenciales como son, una, impedir la definitiva periferización del Estado y para ello aceptan desde IU hasta el PP, aunque con gestos diferentes, el sacrificio de las clases trabajadoras y de las masas inmigrantes, auténtica esclavitud moderna; y, otra, asegurar la continuidad del sistema constitucional y de simples descentralización administrativa regionalista --"Estado de las autonomías"-- para garantizar la fuerza interna del capitalismo español en su lucha por la supervivencia. Las diferencias sobre el grado de concesión a catalanes y vascos, y a la presencia de otras naciones y regiones en Bruselas y en la UE en general, son secundarias porque ninguna fuerza española opta en absoluto por un cambio cualitativo en el sistema constitucional, sino sólo por una cierta reforma que sirva como nuevo caramelo para las burguesías catalana y vasca, y con su arrastre, al resto de burguesías regionales. Se trataría, a la vez, de aumentar el acercamiento del capitalismo español al sistema euroalemán de desarrollo distanciándose algo más de la dependencia hacia el sistema del dólar-USA. Los intereses de la burguesía vasco y catalana pasan más por la primera línea que por la segunda. Pero también ésta tiene valores importantes como serían las fracciones menos desarrolladas de la tradicional burguesía española representada por el PP. No es sorprendente, en este sentido, la estrecha relación del PP con Berlusconi, con EEUU y con bastantes de las políticas de Gran Bretaña.

13. Vemos así, para concluir, que en el grado actual de desarrollo de la Unión Europea y del capitalismo mundial, es imposible separar totalmente la evolución de los Estados que nos oprimen, y que, a la vez, es imposible separar los actos de las diversas fracciones de la burguesía vasca de esa evolución cada vez más interrelacionada. Precisamente, y en contra de lo que pueda creerse erróneamente, estos cambios también suponen la apertura de nuevas alternativas y fuerzas para el proceso independentista abertzale porque, aunque no es este nuestro objetivo en este texto, es fácilmente demostrable la relación dialéctica entre el surgimiento y fortalecimiento del independentismo desde justo finales del siglo XIX en la convulsa y recién industrializada Bizkaia con los cambios y crisis posteriores del capitalismo en Hegoalde, de éste dentro de las crisis del Estado español, de ambos dentro de las crisis europeas y de todos ellos en los cambios mundiales. Salvo errores nuestros, de la izquierda abertzale, todo indica que estamos en mejores condiciones internas y externas que las existentes hace un siglo, hace setenta, hace cincuenta y hace treinta años para avanzar hacia nuestra construcción y liberación nacional. En contra del impresionismo derrotista que pueden resultar de análisis superficiales, precipitados y en absoluto históricos, un estudio de la situación y perspectivas plausibles de los Estados que nos oprimen y de la UE, nos confirma que, pese a todos los sacrificios y retrasos que podamos padecer como efecto de nuestros errores y de algunos aciertos enemigos, nos acercarnos cada vez más a nuestra Euskal Herria independiente, euskaldun, socialista y antipatriarcal.

EUSKAL HERRIA 2002/2/24

 
         
   
 

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