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En defensa de las Madres de la Plaza de Mayo
Willy Nocetti, Carlos Aznárez, Jose Mari Esparza, Hugo Salinas, Gustavo Ortiz, José Antonio Egido, Alizia Sturtze, Mikel Markez, María Torrellas, Alfonso Martinez Lizarduikoa... Y más firmas - Grupo de Apoyo a las Madres de Plaza de Mayo de Euskal Herria

Recientemente, en varios medios españoles hemos leído ataques a las Madres de Plaza de Mayo por su apoyo a las madres y familiares de los presos y presas vascas. Notas y opiniones típicas del permanente discurso único que hoy impera aquí y en todo el mundo.

En alguna de ellas, como la escrita por Martín Prieto en "El Mundo", el mismo que un buen día decidió «desaparecer» para tener una aventurilla amorosa y casi provocó el desmayo de Luis del Olmo y otros de sus cofrades tertulianos que denunciaron que «había sido secuestrado por los violentos», acusa a las Madres de ser prácticamente unas lelas, «erradas», y las denigra soezmente, con ese estilo surgido de las cloacas policiales que tanto le caracteriza.

En "La Estrella Digital" Alberto Piris la emprende duramente contra estas luchadoras por sus posiciones en cuanto al conflicto vasco, desenterrando lo dicho por ellas cuando el cierre del diario "Egin" y en apoyo a los dirigentes de la Mesa de HB detenidos, y unas declaraciones hechas recientemente en Canarias, donde manifestaron, a propósito de las últimas detenciones en Euskal Herria , que «el Estado español es fascista» .

Las Madres de Plaza de Mayo no son ni «despistadas» ni «seniles» por dar su respaldo a los familiares de los presos vascos y reclamar contra la dispersión. Son simplemente coherentes y revolucionarias, algo que a muchos «izquierdistas» europeos, muy preocupados en conservar su status y comodidad «primermundista», les da en el hígado. Ellas nunca han dejado de apoyar a ningún movimiento u organización de familiares de la represión estatal en cualquier parte del planeta. Hace 23 años que defienden la memoria de los luchadores ­sus 30.000 hijos e hijas­ en Argentina. Y lo hacen dejando claro que no se trataba de «inocentes» como pretenden algunos que intentan desvirtuar la historia, sino de «combatientes revolucionarios, de guerrilleros, de trabajadores antiburocráticos, de estudiantes que no estaban dispuestos a someterse al capitalismo». Esos orgullosos pañuelos blancos estuvieron también junto a las madres de los presos chilenos cuando la criminal policía de Pinochet los torturaba, pero también ahora en que los «socialistas» y «demócratas» los siguen vejando y condenando a detenciones indefinidas.

Acercaron su voz solidaria a las madres de los 5.000 presos y presas políticas en Perú, aislados, golpeados, gaseados y confinados en prisiones de exterminio. Reclamaron por los prisioneros políticos bolivianos, mexicanos y colombianos a los que la prepotencia derechista pretende quebrar en las mazmorras de sus respectivos países. Han estado junto a las mujeres yugoeslavas cuando la OTAN ­ésa a la que muchos «progres» europeos apoyaron para que aniquile a la población civil de Belgrado­ bombardeaba los puentes, las fábricas y los colegios con absoluta impunidad. Se han ofrecido a volver a Palestina para poner sus cuerpos del lado de los luchadores de la Intifada contra el Estado fascista israelí que tanto conmueve al «defensor del pueblo español», el sionista Múgica Herzog.

Las Madres de Plaza de Mayo, a las que no les interesan los homenajes ni los monumentos, mucho menos el dinero con que las pretenden hacer callar los genocidas argentinos y sus cómplices, han sido siempre todo lo contrario de lo que son los políticos hipócritas de aquí y de allá.

Apoyaron a los trabajadores del diario "Egin" cuando el juez Baltasar Garzón ­el de la Audiencia Nacional franquista y convalidador de las torturas a militantes vascos­ decidió cerrarlo cumpliendo órdenes del Estado fascista español. Y lo hicieron cuando la gran mayoría de los que cantan loas a la libertad de expresión se callaron la boca desvergonzadamente. Y apoyaron y apoyan a las madres y familiares de los presos y presas vascas. Porque no tienen compromisos con nadie y mucho menos con los cómplices de que en el Estado español se siga torturando, apaleando y deteniendo como en la época de Franco. Esto no quiere decir que respaldan «la muerte», los «asesinatos»; muy por el contrario, siempre han apostado a la vida y lo han demostrado en todos sus actos. Son precisamente todo lo contrario de los mercaderes del horror que gobiernan nuestros países, son el lado opuesto de esos que venden armas para que se maten los pueblos, de esos que viven elucubrando técnicas represivas y construyendo cárceles para encerrar a los que no piensan como ellos. ¿De qué muerte estamos hablando si aquí los únicos que mueren por millones en el mundo, de hambre, de desempleo, de violencia militar y paramilitar, son los oprimidos, los ninguneados, los eternamente postergados?

Frente a vuestra hipocresía y miserabilidad política las Madres de Plaza de Mayo se alinean con quienes han estado siempre. Con los revolucionarios, con los que luchan por la independencia, con los que se niegan a ser una colonia, con los que se enfrentan al capitalismo, con los que pelean por el socialismo ­el de los trabajadores y los oprimidos­, con los que están dispuestos a perder su vida y la libertad por defender principios e ideas.

Mientras tanto, ustedes, los defensores de este Occidente hecho a vuestra medida, sigan elucubrando sobre «despistes» o «senilidades». Tarde o temprano la lucha de los pueblos terminará pasando por encima de vuestras mentiras e infamias. Algún día, como los opresores, también ustedes tendrán que dar cuenta de esas defecciones, traiciones, complicidades y sobre todo, impunidad para atacar a los revolucionarios y quedar siempre bien con los poderosos de turno a los que halagan el oído. Ayer con Felipe González, el del GAL y los fondos reservados, hoy con Aznar, Mayor Oreja y el Borbón, mañana con quien sea. Las Madres ,en cambio, estarán siempre con los que no claudican y siguen, a pesar de las dificultades, dispuestos a tomar el cielo por asalto.

Pedimos a los compañeros y compañeras que se sientan solidarias con las Madres y su lucha, que les hagan llegar su solidaridad expresa frente a este nuevo ataque de los fascistas y sus aliados «progre-fascistas».

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