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Pepe, el oponente te tiene encañonado por debajo de la mesa

Creo que es la envidia, Pepe. Creo que sus mentes ovinas desprecian patológicamente cualquier cosa que les recuerde la dignidad de la que ellos carecen. Creo que el caso ya no es materia que pertenezca a la política sino a la sicología o, incluso, si me apuras, a la siquiatría; pues estos apóstoles negros de la libertad de expresión que van ciegos a por tu cabeza precisan de urgente medicación. Aquello que escribiera León Felipe de «Español, pudo más tu envidia que tu honor», les viene que ni pintado. Son lo que son.

Tú, Pepe, tienes la costumbre de ir siempre con la cara por delante y defendiendo aquello que se decía antes de que la verdad es revolucionaria. Si, eso se decía, pero cuando aquello, también se proclamaba que bajo los adoquines estaba la playa y resultó que lo que había eran cloacas y ratas. A una partida de tahures, Pepe, no se puede acudir como tú, con la baraja inmaculada y habiendo dejado el revólver a la entrada, sobre todo cuando el oponente te tiene encañonado por debajo de la mesa.

Esta guerra es muy sucia, Pepe, tanto que hasta hay quienes se tienen que pintar las manos de blanco para enmascarar las inmundicias que tocan, lo sucias que las tienen. Porque lo hacen por eso y no por otra cosa: como sepulcros blanqueados. Y en estos contextos no se puede ir blandiendo la honradez sin parapetos como haces tú. Ha quedado suficientemente demostrado que contra Euskal Herria todo vale, y máxime ahora que por mucho que los medios de difusión españoles traten de hacer ver lo contrario, este país va con decisión hacia su libertad. Cuando estaban perdiendo Cuba, Puerto Rico o Filipinas los periodistas españoles desarrollaban la misma sucia labor que ahora hacen sus homólogos.

Desde hace ya unos cuantos años, a algunos periodistas se les ha engordado demasiado el ego y la bolsa desde el poder español y han terminado creyéndose los cruzados de este autodenominado Estado de Derecho.

Tú, Pepe, has vuelto a cometer el error de pretender desenmascarar a estos nuevos sacerdotes del becerro de oro multimedia. Parafraseando a los cristianos, digamos que has entrado en el templo a latigazos y que harán todo lo posible por crucificarte. Y en eso están todos esos periodistas cobardes que gustan de tirar la piedra y esconder la mano, que se implican hasta los tuétanos en esta guerra al tiempo que se creen inmunes a las trágicas expresiones de este violento conflicto. Durante el más de un año en que callaron las armas por un lado, que no por el otro, se observó con claridad cómo en lugar de apostar por la resolución del contencioso hurgaron en las heridas, echaron sal sobre ellas y, donde no las había, hicieron todo lo posible para sajar nuevas. Son los perros de la guerra, Pepe, y no pueden vivir sin ella.

Y es que el manido tema de los tiros y la dinamita, por decirlo a modo de corrido, es evidente que no es más que la tapadera. Todos sabemos, Pepe, que lo que les preocupa verdaderamente, lo que les hace temblar, no es la violencia de respuesta sino la creciente marea soberanista que quieren detener como sea ya que preven que role a maremoto. Porque quien sostenga que los taldes de ETA establecen sus objetivos en relación a lo que pueda aparecer publicado en Ardi Beltza, o en la columna de Lapitz, o donde sea, o es que es tonto o asalariado del Ministerio del Interior. Si eso lo proclaman homínidos a quienes se les presume un cierto nivel intelectual, no cabe duda a las órdenes de quién trabajan y de qué tipo de babas se nutren.

Es de primaria que si se quiere saber quién es quién de cara a fijar objetivos militares no hace falta leer publicación abertzale alguna; basta con escuchar las radios, ver las televisiones o leer diarios y revistas españoles. No hace falta más. Y por si fuera poco, bastante más filón operativo hay, sin ir más lejos, en una guía de teléfonos utilizada con inteligencia.

ETA es como el mar de los vascos al que diariamente se echan miles de botellas con mensaje. Anónimos. Lo saben perfectamente, pero prefieren ponerte a ti en el disparadero porque la necedad y la impotencia siempre buscan un chivo expiatorio. Pero tranquilo, Pepe, que cuando cantan a coro lobos y borregos es que la oveja negra va bien.

Como dijera el hernaniarra Gabriel Celaya, hay que escribir contra corriente pero a favor del viento. Los vientos soplan a favor de Euskal Herria, pero cuidaros mucho todos aquellos que escribís contracorriente.

Fernando Alonso - Desde la prisión de la Mansilla
12 diciembre´00

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