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Pueblo palestino sí, pueblo vasco no
Roberto Delgado

¿Cómo puede ser que buena parte de la izquierda del estado español apoye a Marcos, denuncie la opresión del pueblo palestino y la explotación del FMI y BM a millones de personas? ¿Cómo puede ser que buena parte de la izquierda del estado español apoye la lucha de pueblos lejanos, y no sea capaz siquiera de percibir que en el continente europeo existe un conflicto, el vasco, que está poco a poco desestabilizando la armonía del euro y de los muros del norte?

Podemos analizar varias razones:

La detención de Pinochet en Londres por orden del juez Garzón produjo muchísima ilusión en la gente que llevaba años anhelando justicia. Además fue el primero de muchos otros juicios que tuvieron lugar en Latinoamérica, para esclarecer los oscuros años de las dictaduras. Pero además, supuso la legitimación de un país europeo a la hora de hacer justicia en el tercer mundo. "¡Garzón, amigo, el pueblo está contigo!" cantaba el pueblo chileno esperanzado en las manifestaciones antipinochetistas. Es decir, se estaba dando una situación que venía a ser algo así como que el juez que iba a juzgar las torturas a los esclavos, aun siendo nombrado por el emperador romano, iba a hacer justicia. Y esa justicia, como no podía ser de otra manera, nunca llegó. Pero la gente vio con buenos ojos la "valentía" de Garzón.

Por otro lado, las acciones violentas de ETA están produciendo odio en la izquierda, ya que estas acciones no son condenadas por un porcentaje alto de la población vasca.

Además, los medios de comunicación se han fortalecido enormemente en los últimos años. Copando todos los espacios de debate social, mostrando caras humanas o perversas dependiendo de las circunstancias y de los intereses. Hasta el punto de que llega a ser imposible saber qué ocurre realmente.

Esto nos lleva a olvidar algunas cosas de vital importancia que, además de ETA, también existen en Euskadi, como por ejemplo, una mayoría sindical nacionalista; una organización juvenil (Haika) socialista e internacionalista, que con 4.000 militantes viene a ser la agrupación juvenil de izquierdas más importante de Europa; una infraestructura social muy poderosa, con multitud de organismos que profundizan en la práctica de la desobediencia civil y asociaciones de vecinos que funcionan verdaderamente como tales; un espacio conquistado dentro del monopolio gubernamental en los medios de comunicación, con el diario Gara, que además de estar dentro de la prensa más leída en Euskadi, nació de una manera muy peculiar y poco conocida: Después de que Garzón ordenara el cierre del diario Egin, se hicieron colectas y diversas actividades en los pueblos y barrios del País Vasco durante cerca de un año, hasta reunir 1.000 millones de pesetas, lo que permitió la apertura de este nuevo diario. Algo insólito para la izquierda europea y para el propio gobierno del PP, que muy poco después de cerrar inconstitucionalmente un periódico, contempló con estupor cómo el pueblo creaba otro.

Los medios de comunicación del gobierno, de manera muy inteligente, centran las noticias sobre Euskadi en el conflicto violento. Y con los atentados de ETA, los medios acaban por no dejarnos ver el bosque. Acaban justificando la solución policial, las "garzonadas" de un juez que supuestamente se preocupa por encarcelar a los genocidas latinoamericanos; acaban fortaleciendo la imagen del PP, o en su defecto, acaban consiguiendo que nos olvidemos de lo que también pasa en Euskadi. Consiguen que no nos demos cuenta de que tanta operación policial y tanta garzonada no vienen por una cuestión de violencia. Si así fuera, veríamos todos los días a ejércitos de antidisturbios entrar y registrar a fondo los domicilios de los maltratan diariamente a sus mujeres o de los empresarios que no se preocupan lo suficiente por que no mueran tres obreros cada dos días en accidentes laborales.

Parece mentira que después de tanto echarle la culpa a los intereses económicos, en este caso no lo hagamos. Las gigantescas ganancias económicas de las empresas españolas, vascas y extranjeras en Euskadi están en peligro. La gente ha conquistado ya demasiados espacios de poder, y ni la legitimación de la democracia parlamentaria que supuso la Transición española, ni la caída de la ideología comunista de los noventa pudo mermar la lucha del pueblo vasco por el respeto a su cultura, y esta lucha se está volviendo a combinar, cada vez con más fuerza, con la lucha por una transformación política, social y económica. Debido a que la lógica de la Globalización lleva a que la defensa de una cultura no pueda ejercerse sin una perspectiva más amplia, una perspectiva anticapitalista y antiimperialista. Y estos procesos no son nuevos, se están dando también en las luchas populares de México, Bolivia, Brasil, Palestina, Kurdistán, etc, etc.

Los indígenas mexicanos y el pueblo palestino están poniendo en jaque al nuevo orden. El pueblo vasco también. No les dejemos solos. Salgamos a la calle a apoyarles de una vez.

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