Acción directa en la liberación animal

x Luciano Bonfico

Yo, por ejemplo -no sé ustedes- estoy de acuerdo con el enfoque legalista y con el principio que lo anima y que le da vida. ¿Cuál es ese principio? Bueno, creo que aquí vamos a estar de acuerdo todos: es el principio según el cual la educación juega, efectivamente, un rol principalísimo en la defensa de los derechos animales y en la difusión de los cimientos pilares de nuestro movimiento animalista activo. Hasta aquí todo muy lindo y todos de acuerdo.

Ahora, el problema surge cuando cotejamos los resultados buscados con los resultados obtenidos después de tantos años. Yo lo diría así, muchachos: como procedimiento, fantástico, irreprochable. Como logro... bueno, cada cual tendrá su opinión. La mía es que los logros obtenidos están bastante por debajo de lo que podríamos llamar éxito. Por lo pronto está llevando muchísimo tiempo. Mucho más del que suponíamos iba a requerir nuestro mensaje en surtir efecto. Además que nadie puede aseverar honestamente que la acumulación de contenidos educativos vertidos sobre la gente llegue a modificar algún día sus conductas especistas a nivel masivo. ¿Quién puede asegurar que ese supuesto cambio a largo plazo algún día se dé? Sí, los cimientos están bien puestos de la mano de la educación y difusión, pero, ¿y ahora qué?, si el terreno está bien abonado, si nuestras ideas son claras y están bien manifestadas, ¿no será la hora de llevarlas al campo de la acción? Claro que es más fácil decir : ¡no, si algún día va a llegar! Con lo cual uno queda eximido, gracias a ese recurso de optimismo a ultranza en el futuro, de mover un solo dedo en el presente.

Y hay que tener en cuenta que lo que hagamos nosotros no lo va a hacer nadie. Imaginemos estar en un campo de concentración y que solo un guardia se apiade de nosotros, el puede conseguir la llave y abrir nuestras prisiones si así lo desea, o esperar unos cuantos años a que los otros guardias tomen conciencia y decidan liberarnos... mientras tanto que nos acribillen, que nos torturen, que nos violen y que finalmente nos maten, hasta que los señores se pongan de acuerdo, ¿no? ¿es eso lo que queremos para las demás especies animales?, ¿que sean atormentadas por siglos y siglos mientras los humanos nos ponemos de acuerdo en cuáles métodos son efectivos y cuáles no para lograr su liberación? Ojo! Yo no estoy recomendando a nadie que lleve a cabo una acción directa, ni que sugiera a otros que lo hagan; lo que estoy tratando es de fijar un punto conceptual: tal cual están las cosas ahora no es suficiente.

Porque bien podría pasar que luego de miles de años de educación sobre este tema la gente siga maltratando animales y comiendo carne y ese cambio profundo de respeto a la vida, tan anhelado por nosotros, nunca llegue.

Una cosa es segura hoy por hoy: para los animales cautivos y que están siendo -mientras nosotros estamos aquí mismo reunidos- torturados, masacrados y despedazados, para ellos no hay tiempo. Eso está claro. Ahora, ¿Cuál sería la diferencia entre llevar a cabo una liberación directa y hacer una charla informativa? Bueno, la diferencia justamente es esa: la vida y la muerte de todos esos inocentes. Dirán ustedes es una diferencia numéricamente mínima, "¿qué hace un animal más, un animal menos?", sería como intentar limpiar un océano contamiado sacando gota por gota. Bueno, pero y si cada gota fuera una vida, ¿no valdría la pena haber salvado esas gotas? Claro, lo dramático podría ser que liberando animales a través de la acción directa otros animales ocupasen ese lugar y todo siguiera igual que antes. Pero veamos este ejemplo: van viajando en un tren y ven que están por violar a un niño, ¿acaso se quedaría n de brazos cruzados en vez de evitar la violación, creyendo que al impedirla el violador intentará hacerlo de nuevo y otros niños ocuparán el lugar del que fue salvado? Me animo a decir que la mayoría de nosotros evitará esa violación por cualquier medio que esté al alcance de nuestros manos, lo mismo lo traslado a los animales que están por ser violados en un laboratorio o en cualquiera de esos otros diabólicos lugares destinados para masacrar animales, una de dos: podemos pasar a la acción e intentar abrir sus jaulas o quedarnos debatiendo sobre la posiblidad de que otros animales ocuparán ese lugar, mientras millones están siendo t orturados en este momento.

El punto es este: toda injusticia en este mundo tiene una doble cara: por un lado la injusticia genérica contra cuyas causas uno lucha y cuyos efectos trata uno de erradicar modificando las circunstancias que posibilitan dicha injusticia; pero la otra cara es el hecho particular y cotidiano de quienes padecen d icha injusticia en carne propia. ¿Qué hay que hacer entonces con estas víctimas mientras modificamos las circunstancias genéricas que dan origen a la situación de injusticia? ¿Qué es luchar contra la droga? Es dos cosas: tratar, por un lado, de erradicar su proliferación y uso (no olvidemos que la mayoría de las drogas son testeadas en animales); pero por otro lado ayudar a los que ya son víctimas de esa proliferación injusta y criminal. Mi lema sería este: mientras educamos, salvemos; y mientras salvamos, eduquemos.

Es cierto, yo no discuto que la educación a largo plazo podría eventualmente llegar a liberar a millones de animales. Pero que alguien me diga cuáles han sido, concretamente, en los últimos 50 años las victorias objetivas (y llamo objetivas a las victorias que conllevan el beneficio de los animales y no el beneficio de la vanidad humana que los defiende) cuáles, digo, han sido las victorias objetivas en cuanto a modificación de actitudes especistas en las masas y en cuanto a disminución de los padecimientos brutales infligidos a los animales. ¿Cuáles? En lo que a mi concierne, tendríamos que contabilizar también entre los éxitos -además de la difusión de nuestro ideario animalista, que es muy importante- acciones de liberación animal llevadas a cabo por las células clandestinas integradas por activistas que no se limitan a emitir mensajes sino que pasan a los hechos crudos y actúan incluso a riesgo de su propia vida.

Entonces que quede claro que no me opongo a transitar ninguna vía encaminada al logro de un trato ético hacia los animales. Pero justamente porque no me opongo a transitar ninguna vía es que propongo transitarlas todas simultáneamente, cada una con sus distintas tácticas y estrategias pero con un mismo propósito de liberación animal y apoyar aquellas personas que están encarceladas por haber entregado su libertad para dársela a los demás. Y por Dios no empecemos a pelearnos y a dividirnos y a fo rmar grupos intestinos por no ponernos de acuerdo en cuestiones de caer en controversiales debates y argumentar "ad eternum". Aquí la cohesión es clave y la cohesión consiste en reconocernos dispuestos a combatir al especismo hasta sus últimas consecuencias. Aquí la cohesión consiste en acordar que la gente no tiene derecho de torturar, esclavizar, mutilar, o asesinar animales. Si lo hacen, sería bueno que nuestra cohesión les recuerde que toda acción provoca una reacción. De hecho, si los animales estuvieran en condiciones de defenderse, no cabe duda de que quienes los ultiman a diario tendrían que esforzarse en salvar sus propios pellejos. ¿O ustedes saben de algún caso en la Naturaleza de un animal que no prefiera matar a ser matado?

Tal y como están las cosas, los animales no pueden recurrir a nadie que no seamos aquellos que sentimos empáticamente la magnitud de su suplicio diario. Sin nuestra ayuda están abandonados. Yo no pienso darles la espalda. Espero que ustedes tampoco.

25/06/03

 
       

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