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Ecuador, Bolivia y Argentina: Lucha de masas y autoorganización (I)
Eduardo Molina

América Latina es escenario de profundos procesos de lucha de masas. Hace un poco más de un año, durante el verano del 2.000, una amplia oleada de lucha obreras, campesinas, indígenas y populares, con epicentro en la convulsionada Región Andina, pero que abarcó a otros países: Costa Rica, Paraguay, Argentina. Hoy una nueva ola de convulsiones políticas y movilización social ha comenzado a extenderse: el nuevo levantamiento indígena en Ecuador a principios de febrero; la crisis nacional de marzo y el paro de 24hrs. en Argentina; el paro general del 22 de marzo en Colombia; la incesante agitación en Bolivia que parece acercarse a una nueva erupción; los importantes paros petroleros, del acero y los maestros que marcan el fin de la paz social en Venezuela; la virtual agonía del gobierno y la masiva movilización campesina en Paraguay...

En algunos de los procesos más agudos surgieron formas novedosas de organización y métodos radicalizados de lucha: En Ecuador, sobre la base del gran levantamiento campesino e indígena del 21 de enero del 2.000 se conformó un Parlamento Popular. En Bolivia, en abril del año pasado, la Coordinadora por el Agua y la Vida centralizó la rebelión de Cochabamba y en septiembre un nuevo levantamiento campesino conmovió al país. En Argentina, los masivos paros generales y el ascendente movimiento de desocupados, generalizando el arma de los piquetes y cortes de ruta, mostraron la extensión de la protesta. Estas valiosas experiencias son dignas de la mayor atención: las masas comienzan a labrar con sus propias manos peldaños en la construcción de una subjetividad superior para el movimiento obrero y popular. El objetivo de esta nota es acercarnos, desde éste ángulo, a algunas de las experiencias más avanzadas, que ofrecen lecciones de una extraordinaria actualidad.

INTRODUCCIÓN

La cuestión fundamental de nuestra época es la del suj

eto social y político capaz de llevar a cabo una transformación radical de la sociedad. Para el marxismo revolucionario, la esencia de este problema radica en la preparación subjetiva del proletariado y sus aliados para hacer frente a las tareas que le plantea nuestra época: las tareas de la revolución obrera y socialista a escala mundial. Nuestro momento histórico se caracteriza por la contradicción extremadamente aguda entre la madurez de las condiciones objetivas el agotamiento de las posibilidades históricas del capitalismo y la polarización de la sociedad entre explotados y explotadores- y el retraso del factor subjetivo. Esto no es nuevo: la conciencia de la sociedad siempre queda rezagada con respecto a las condiciones objetivas del desarrollo, y esto lo vemos reflejado a escala gigantesca en el destino del proletariado podía escribir Trotsky hace ya muchos años1. Es ante las grandes convulsiones que sufre la humanidad periódicamente que, al quedar al desnudo la necesidad aguda, profunda e impostergable de efectuar un cambio en la estructura social el factor subjetivo puede revolucionarse y ponerse en línea con las necesidades históricas. Por supuesto, la visión marxista no entiende la subjetividad como un simple reflejo del desarrollo automático de las condiciones objetivas. El movimiento obrero y de masas necesita avanzar en su preparación material e ideológica durante las etapas anteriores a la revolución.

Hoy, sin embargo, el retraso de la conciencia respecto a la existencia es extremo, con una aguda crisis de la subjetividad del proletariado, en la que pesan gravosamente las secuelas de décadas de ofensiva burguesa-imperialista sobre la clase obrera internacional y el salto en la subordinación de las viejas organizaciones dirigentes al orden burgués. Los trabajadores tienen escasa confianza en sus propias fuerzas y del imaginario colectivo ha sido excluida la idea misma de un cambio social radical. En los sectores más conscientes y activos no son visibles la revolución social como perspectiva ni la colosal fuerza social y política que representa en potencia el proletariado. No hay corrientes marxistas revolucionarias con cierta influencia. Evidentemente, la renovación de la subjetividad de la clase obrera y sus aliados sociales será un proceso difícil, desigual y contradictorio, no estará exento de derrotas y fracasos, y cubrirá un período considerable. Por este camino, el movimiento obrero deberá avanzar en la reconstrucción en un sentido revolucionario del conjunto de sus organizaciones, sus métodos de acción y lógicas reivindicativas, su ideología y su conciencia, en la selección de una nueva dirección, que le coloquen en las mejores condiciones posibles para los futuros enfrentamientos decisivos de la lucha de clase. Desde el punto de vista de la lucha de clases, atravesamos una etapa preparatoria a nivel internacional, en la cual no predomina todavía el enfrentamiento abierto entre la revolución y la contrarrevolución2 (aunque van reuniéndose las condiciones materiales para una eclosión superior). La clase obrera no ocupa el centro de la escena política, no hay aún una amplia radicalización, y los procesos más agudos se dan más bien en los márgenes, en zonas de eslabones débiles del capitalismo mundial.

En la actual situación internacional se combinan: El agravamiento de las contradicciones económicas, sociales, políticas y culturales del capitalismo imperialista, que está en la base del proceso de deslegitimación social y pérdida de consenso de la dominación del gran capital. Una creciente tensión de la lucha de clases, que se está traduciendo en América Latina en la creciente movilización de masas, en la lucha de pueblos oprimidos como los palestinos, y en el retorno de la protesta social en Europa que señalan muchos analistas. La extensión del movimiento anticapitalista internacional, desde los países centrales, que muestra el despertar a la vida política y los pasos incipientes de radicalización de una nueva generación de vanguardia. Un proceso de reversión ideológica con la crisis del discurso neoliberal y la búsqueda de explicaciones profundas ala crisis de la humanidad. Estos elementos comienzan a brindar una base material más favorable para avanzar en la reconstitución de la subjetividad obrera, pues sólo a través de la más amplia experiencia en la lucha de clases podrá avanzarse: La acción política (...) proporciona a los obreros la educación para la revolución3 afirmaba el viejo Engels. Es en el proceso vivo de la lucha de clases, a través de la unificación de sus filas y su diferenciación política, como lo espontáneo, forma embrionaria de lo consciente, deviene consciente.4 Éste es el terreno, en suma, donde está planteada la lucha por recomponer la continuidad del marxismo revolucionario y dar pasos en la superación de la crisis histórica de dirección revolucionaria del proletariado.

A la luz de estas consideraciones generales ¿qué muestran las grandes luchas de masas a que hemos asistido en América Latina? Un rasgo de gran importancia es que algunas de sus expresiones más avanzadas muestran cómo, en los grandes procesos de movilización social, se hace sentir la necesidad de formas más amplias y democráticas de organización para la lucha y de métodos más radicales de acción. En estas tendencias se manifiesta la inclinación de las masas a tomar en sus propias manos los problemas más acuciantes, a encarar los grandes problemas nacionales, a liberarse de la sumisión a los mecanismos normales de dominación de la burguesía y su Estado. Estas experiencias apuntan hacia un enfrentamiento de clases mucho más desarrollado, de la autoorganización y la democracia directa para la lucha. De esta manera, las han comenzado a sembrar valiosos jalones todavía parciales, inacabados, confusos en sus ideas e ilusiones- en el camino de una recomposición progresiva de su subjetividad.

Sin embargo, es muy poca la atención política y la reflexión teórica que han recibido, y no sólo entre el mundo académico, sino entre los medios de izquierda. Además, la mayoría de los análisis sobre estos procesos de masas no profundizan en torno a las nuevas formas político-organizativas y sus métodos radicalizados. En cuanto al método, podemos esquematizar dos grandes líneas de interpretación: Una visión privilegia lo superestructural y concibe las acciones espontáneas de las masas como pasos primitivos o elementales de protesta, sin continuidad o perspectiva propias, que deberán dejar el lugar a formas más elevadas e institucionalizadas de lucha, entendido esto como el accionar sindical y reivindicativo, por un lado, y político -parlamentario o municipal, por otro. Esta concepción es funcional a las necesidades de las direcciones reformistas y populistas, cuya lógica es rearticular mediaciones que impidan una ruptura subversiva de las masas con el orden constituido. Otra visión, menos difundida, asigna una primacía unilateral a la espontaneidad. Se impacta de manera impresionista, tomando estas formas en sí mismas, como algo dado. Esta línea interpretativa es funcional a las concepciones autogestionarias, basistas (como se decía en los

70) , no dilucida sus contradicciones internas ni el papel de las direcciones existentes y es impotente para desarrollar su potencial subversivo. En contraste, el método marxista permite hacer un análisis concreto de estos fenómenos, penetrando en las relaciones internas, en sus contradicciones y su dinámica. Se trata, como decían Marx y Engels, de representaren el presente del movimiento, el futuro del movimiento5, es decir, de comprender estos fenómenos parciales en conexión con la totalidad del movimiento social en su perspectiva histórica. Trataremos de seguir esta guía metodológica. En este trabajo no pretendemos, por supuesto, abarcar el conjunto de la riquísima y compleja problemática del sujeto histórico6. Nos limitaremos a abordar algunas de las experiencias recientes en la región que consideramos particularmente significativas: Ecuador, Bolivia, Argentina. Consideramos como hilo conductor de este análisis tres aspectos: a) el carácter del enfrentamiento social y político; b) las formas organizativas novedosas y c) los métodos de acción utilizados; examinando algunas de sus enseñanzas fundamentales desde el punto de vista de una estrategia obrera independiente.

I- Procesos de lucha de masas en América Latina

Desde el último tercio de los 90, América Latina se ha convertido en un laboratorio de fenómenos sociales y políticos, al calor de la tendencia ascendente de la lucha de clases. En la base están las profundas transformaciones económicas y sociales que impuso la penetración imperialista durante la década pasada. En las alturas, la crisis política y la creciente inestabilidad que invade a la región, socavando a los regímenes políticos y llevando a la ingobernabilidad que temen tanto la burguesía y el imperialismo. Este es el terreno en que sectores avanzados de las masas latinoamericanas están realizando una importante acumulación de experiencias política y de lucha. Destacaremos algunos elementos de este proceso:

a) Crece el desgaste político de la democracia para ricos y de los mecanismos de dominación política de la burguesía. Mientras sea honda la crisis de los sistemas tradicionales de partidos, hay un fuerte desprestigio de los Parlamentos, la justicia y otras instituciones claves, a ojos de amplias capas sociales. Esta experiencia tiende a avanzar, a pesar del papel disolvente que juegan diversas mediaciones populistas o reformistas, desde el chavismo en Venezuela al PT en Brasil, desde Pachacutic en Ecuador al FSLN en Nicaragua, que se ubican para impedir una ruptura con la democracia formal.

b) Está en retroceso el discurso ideológico neoliberal, privatista y proimperialista que dominó en los 90. Y hay una acumulación de experiencia política en sectores de las masas que se vienen movilizando, que comprueban en la lucha sus propias fuerzas y comienzan a identificar al enemigo con más claridad en el imperialismo norteamericano, en el FMI, en el gran capital financiero, entre los grandes propietarios.

c) Hay un vasto y profundo proceso de emergencia de los oprimidos y una intensificación de la lucha de clases, que ha abierto situaciones prerrevolucionarias en varios países, como en Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay o Argentina, con levantamientos de rasgos semiinsurreccionales como los de Ecuador y Bolivia, y múltiples manifestaciones de protestasy movilización social. El campesinado y las masas indígenas del continente protagonizan un vasto ascenso desde México al país Mapuche, desde Colombia a Brasil, que ha fortalecido y renovado a poderosas organizaciones de masas, desde el MST brasileño a la CONAIE en Ecuador o la FNC en Paraguay. Hoy este proceso tiende a combinarse con luchas urbanas y obreras, como muestran los paros generales en Argentina y la agitación en las ciudades de Bolivia. Vastos sectores populares participan de este proceso, desde pequeños productores amenazados por la ruina, sin techo, a capas medias que se movilizan tras reclamos democráticos. Diversas luchas estudiantiles, desde México a Chile, muestran la inquietud en sectores de la nuevas generaciones.

d) La irrupción de un nuevo movimiento campesino e indígena ha sido el proceso sociopolítico más espectacular de los últimos años. Este movimiento, que muestra en sus grandes acciones su potencial y combatividad, está planteando la cuestión fundamental de la autodeterminación pone en el centro del debate nacional sobre la reforma agraria, la emergencia de la organización campesina de base, desarrollaron sus propias estructuras y líderes, y no debían nada a ningún partido. 7 Su ascenso se produce en respuesta a la brutal presión del gran capital y del imperialismo contra el territorio, las condiciones de vida y la cultura de las masas rurales. Este proceso está en la base de las ocupaciones de tierras en Brasil, de los grandes levantamientos en Ecuador y Bolivia, del fortalecimiento de las FARC en Colombia, de la lucha andina en defensa de la coca, de las multitudinarias manifestaciones que acompañaron el recorrido zapatista en México.

e) Un nuevo movimiento obrero comienza a dar sus primeros pasos al calor de estos procesos de movilización social y crisis política, si bien la clase obrera no ha entrado aún en escena como fuerza social autónoma, es parte de este proceso. Desde Costa Rica y Colombia hasta Argentina y Uruguay en los últimos doce meses se han registrado más de una docena de paros nacionales, así como centenares de huelgas, luchas de resistencia o movilizaciones parciales, mostrando las tendencias a su recuperación luego de años de duros golpes bajo la ofensiva capitalista.

f) Una nueva generación comienza a despertar a la vida política, en las luchas universitarias y estudiantiles como en México y Chile, en las movilizaciones democráticas como en Perú o Paraguay, o reflejando al movimiento juvenil anticapitalista internacional que irradia desde los países centrales. En ella, buscando respuestas profundas a la crisis general de la sociedad, se incuban los elementos de una nueva vanguardia queda sus primeros pasos hacia la radicalización política.

Tendencias avanzadas de la movilización

La movilización de masas tiende a la lucha política contra los programas neoliberales y los gobiernos que los administran, llevando al cuestionamiento de los regímenes de la democracia para ricos y del ordenamiento estatal. Esto se expresó abiertamente en los levantamientos en Ecuador y Bolivia y en la gran lucha contra el Combo energético en Costa Rica8. En las grandes acciones, que concitan la energía y espontaneidad de las masas, se expresan las tendencias a superar la fragmentación y dispersión en las filas de la clase obrera y de las masas pobres, así como a la convergencia del campo y la ciudad, planteando de hecho la necesidad de la alianza obrera y popular. En los levantamientos, rebeliones, bloqueos de caminos y enfrentamientos con las fuerzas represivas, en la lucha por el control del territorio que implican los bloqueos o en el embrión de autodefensa que son los piquetes, se manifiestan las tendencias a la guerra civil. Según una definición clásica del marxismo la guerra civil constituye una etapa determinada de la lucha de clases cuando ésta, al romper los marcos de la legalidad, llega a situarse en el plano de un enfrentamiento público y, en cierta medida físico, de las fuerzas en oposición9. Así se expresa la dinámica subversiva del orden vigente que tiende a tomar la movilización de masas y se inicia un entrenamiento militar valioso para las capas avanzadas. Es en estos procesos que han surgido las formas de organización más avanzadas y democráticas, frente único de las masas para la lucha, como los parlamentos en Ecuador y de la Coordinadora en Bolivia; o en los piquetes en Argentina. La extraordinaria lucha de los estudiantes de la UNAM, en México, que desde mediados del 99 mantuvo paralizada a la UNAM por más de diez meses se sostuvo en torno al CGH (Comité General de Huelga), entre otros ejemplos.10

Estas experiencias de organización, y en sus métodos de combate, son los elementos más avanzados. No hay tendencias a la independencia política, ni una vanguardia radicalizada con influencia, que tienda claramente a la revolución. Todo esto abre espacio en este período para el programa reformista de las mediaciones actuales. Sin embargo, sectores de masas han dado importantes pasos adelante en las reivindicaciones levantadas. Desde las demandas democráticas y de autodeterminación levantadas por el movimiento campesino e indígena de Ecuador y Bolivia, en el rechazo a las privatizaciones,c omo en Costa Rica, o en la progresiva demanda de ¡trabajo para todos! de sectores de desocupados en Argentina, o en el sentimiento antiimperialista, como muestra el repudio al Plan Colombia o las protestas contra el ALCA.

II. - Tres experiencias: Ecuador, Bolivia, Argentina

Dentro de la multiplicidad y riqueza de estos primeros ensayos del movimiento de masas, se expresan dos grandes vertientes:

a) al frente único sobre la base de las organizaciones existentes obreras, campesinas y populares- y mediante el acuerdo de las direcciones actuales (ante situaciones de crisis política aguda y protestas de masas). Es el caso de Ecuador y Bolivia, donde el principal protagonista en este período es el movimiento campesino y la intervención del proletariado es menor.

b) a la creación de organismos originales desde la base, en sectores no previamente organizados o cuando las organizaciones oficiales del movimiento obrero están en contra de la movilización. Es el caso de las principales experiencias del movimiento de desocupados en Argentina. Ambas vertientes no son excluyentes, al contrario, se combinan en el proceso vivo y cambiante.

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