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Mijail Bakunin: Esbozo de biografía intelectual (II)
Demetrio Velasco Criado

2. El Revolucionario

El segundo período, que va desde el año 1842 al 1849, es el de los años de amistad con los radicales alemanes, el de la agitación revolucionaria, el de las consecutivas expulsiones de diferentes países, el de la participación entusiasta en la revolución de febrero de 1848 en París, el de la pasión por la causa eslava, el de la participación en las revoluciones de 1848 de Praga y de mayo de 1849 en Dresde, el de su arresto, el de la doble condena a la pena capital por los alemanes y austriacos, el de la extradición a los gendarmes de Nicolás l.

Quiero subrayar en este período algunos hitos que juzgo son relevantes para comprender el pensamiento de Bakunin.

Llevado por su interés cada vez mayor por las cuestiones sociales se dedicó a la lectura de la literatura social y política de época. Le fascinó, sobre todo, el libro de Lorenz Stein, Die Sozialisten in Frankreich, del que dice en su Confesión:

"Este libro me reveló un nuevo universo en el que me precipité con todo el ardor y todo el fuego de un hombre que está muriendo de sed. Creí asistir al anuncio de una nueva gracia divina, tener la revelación de una nueva religión de la dignidad, de la elevación, de la felicidad, de la liberación de todo el género humano; me puse a leer las obras de los demócratas y de los socialistas franceses y leí ávidamente todo lo que pude conseguir en Dresde. Al conocer poco tiempo después a Amo/d Ruge,que editaba entonces la revista Die Deutschen Jahrbüche, revista que evolucionaba también en esa época de la literatura hacia la política, escribí para él un artículo filosófico y revolucionario titulado Die Parteien in Deutschland, que firmé con el seudónimo de Jules Elyzard".

La importancia de este artículo no está, como comenta Planty-Bonjour, en la novedad de lo que dice sobre el hegelianismo como filosfía de la praxis, ya que otros, como Bauer y el mismo Ruge, también lo hacían, sino que está en su intrépida lógica para sacar conclusiones de la nueva interpretación de Hegel.

Bakunin ha aprendido de Hegel que en la oposición, en la contradicción, el lado negativo, el que pone la dialéctica en movimiento, es más fundamental que el lado positivo; que la significación total y la fuerza irresistible del negativo es destruir el positivo.

Incluso afirmaría que, finalmente, el principio positivo no es nada o, más bien, no tiene valor más que en la medida en que él mismo es negativo. Extraordinaria mistificación lógica que anuncia el anarquismo de Bakunin. La negación es una relación negativa que no existe más que en la medida en que niega algo. El principio de lo positivo lleva en si el principio de su propia destrucción, porque en sí el positivo no es más que "reposo absoluto". En la medida en que es algo, en que contiene una cierta actividad, es decir, la exclusión de su contrario, el principio negativo, es negatividad. Lo positivo en Bakunin es, pues, más aniquilado y abolido que subsumido o superado. No hay verdadera Aufhebung (negación-superación) hegeliana.

A nivel político, su análisis, desde las categorías hegelianas de oposición y contradicción, le lleva a identificar la tesis con el partido conservador-reaccionario: que es la afirmación intransigente del positivo con la exclusión del negativo, al que se opone con todas sus fuerzas y al que ve como inconciliable con sus tesis. La antítesis es el partido revolucionario, que busca la destrucción del partido conservador sin conciliación posible, pues la verdad de éste está en su oposición a la revolución; en sí es quietud absoluta, positivo solamente frente al negativo, la absoluta inquietud. El partido conservador-conciliador cree poder aplicar la reconciliación, porque admite la existencia y la legitimidad de la contradicción. Pero la evidencia muestra que el reformismo no tiene sentido. La oposición no es equilibrio, sincretismo, sino un prevalecer del negativo.

Bakunin se definió por una revolución sin condiciones,por un radicalismo intransigente, que calificaría, a partir de ese momento, todas sus tomas de posición frente al cambio socio-político.

"Confiemos, pues. en el espíritu eterno, que no destruye y aniquila más que porque él es la fuente insondable y eternamente creadora de toda la vida. El placer de la destrucción es, al mismo tiempo, un placer creador".

Radicalismo básico que lo veremos manifestarse de diversas formas. Hasta ahora se había manifestado como huida fichteana de la realidad, en un primer momento; como reconciliación total con la realidad, después, y, finalmente, como divinización de la antítesis, de la insurrección destructora y disolvente.

Bakunin está, pues, aquí muy lejos de Hegel, ya que toda la obra del maestro alemán es una critica de esta afirmación inmediatista e indeterminada de la libertad. La hipóstasis bakuniana de la negatividad, que le llevaría a radicalizarse en la apología de la destrucción de las mediaciones institucionales o de las realidades absolutas, como Dios, el Estado, las Instituciones, para afirmar una pretendida libertad, hizo de Bakunin, más que un hegeliano, un "monstruo de la dialéctica", como lo calificó Proudhon.

En Suiza, donde se refugió junto con el mismo Ruge, tras la supresión de los Jahrbücher, motivada en parte por el articulo de Bakunin, conoció a Weitling por mediación de Herwegh. Weitling fue el primer comunista alemán. Bakunin quedó profundamente impresionado de él. Carr comenta del encuentro:

"Tras el contacto con Weitling, (1843), y tras leer su libro Garantías de la armonía y de la libertad, le decía a Ruge que Weitling pensaba como un "verdadero proletario" y le transcribia un párrafo que le llamó poderosamente la atención: "La sociedad perfecta carece de gobierno; sólo posee una administración. En ésta no existen leyes; sólo rigen las obligaciones. No existen en su seno los castigos; sólo se emplean medios de corrección".

Anthony Masters subraya la decisiva influencia de Weitling sobre Bakunin en tres áreas clave: fijando la atención de Bakunin en el mundo trabajador y en el proletariado; orientándole con su utopismo hacia el anarquismo (también Carr comenta que Bakunin veía ya en él el embrión del credo anarquista); finalmente, le hizo caer en la cuenta de la importancia de los grupos declassés de la sociedad para la conspiración revolucionaria. A pesar de todo, Bakunin escribió una serie de artículos en el Schweizerische Republicane en los que, tras afirmar que no era comunista, declaraba que no le gustaría vivir en una sociedad concebida según las teorías de Weitling, ya que ésta no sería una comunidad de hombres libres, sino un rebaño de animales viviendo bajo la coacción”.

Bakunin fue a París en 1844. Allí entró en contacto con muchas personalidades célebres, entre otros, Marx y Engels, así como numerosos franceses famosos que le presentaron a sus amigos polacos de exilio, con los que Bakunin luchó en contra del mismo zar”. Se hizo amigo íntimo de Proudhon, quien en aquellos momentos publicó su Filosofía de la Miseria. Ambos, durante noches enteras, discutían sobre filosofía, en especial sobre Hegel y, casi con toda seguridad también, sobre Feuerbach. En opinión de Masters, Bakunin habría introducido a Proudhon en Hegel. La impresión que le produjo Proudhon fue muy viva; muchos años más tarde lo describiría así, oponiéndole a Marx:

"Proudhon había comprendido y sentido la libertad mucho mejor que él. Proudhon, cuando no hacía doctrina, ni metafísica, tenía el verdadero instinto revolucionario...Es muy posible que Marx pueda elevarse teóricamente a un sistema todavía más racional de la libertad que Proudhon, pero le falta el instinto de Proudhon".

Como dice Nettlau, durante estos años (1844-1847), Bakunin no estaba alineado con ninguno de los grupos socialistas (fourieristas, cabetistas, marxistas), por considerarlos sectarios y no encontrar en ellos plasmada su propia concepción del socialismo. No cabe duda de que la influencia de Proudhon debió ser decisiva en este sentido. Su irreductible oposición al comunismo, su lucha contra el centralismo estatalista, su oposición al positivismo y al capitalismo, su anarquismo y federalismo, son posturas claves de Bakunin, que no se podrían explicar seguramente si no fuera por la influencia de Proudhon. Refiriéndose Bakunin a los años cuarenta, dice lo siguiente:

"Esta fue la época de la primera aparición de los libros y de las ideas de Proudhon, que contenían en germen – pido perdón por ello a M. Louis Blanc, su rival demasiado débil, así como a M. Marx, su envidioso antagonista – toda la Revolución social, incluida sobre todo la Comuna socialista, destructora del Estado. Pero quedaron ignorados por la mayoría de los lectores... Hubo, contra Proudhon, por parte de los representantes oficiales del republicanismo, como una conspiración de silencio".

Bien es verdad que el Proudhon de estos años que precedieron a la Revolución de 1848, no es todavía el Proudhon de la dialéctica polarizada entre Estado y Sociedad económica (1848-1852), ni el Proudhon radicalmente antiestatista, pero recordemos que Bakunin aún es un revolucionario sin filiación precisa (época paneslavista) y que volverá a encontrar a Proudhon en 1864, después del largo cautiverio. En cualquier caso, y a pesar de las no pocas críticas que Bakunin hizo a la incoherencia de su maestro”, se sintió continuador de la obra de Proudhon y así lo dijo explícitamente.

También el encuentro de Feuerbach, del que hablaremos más adelante, dejaría una gran impronta en Bakunin. Su antropologismo, la crítica del fenómeno creyente, de la religión, que durante el siglo XIX fue el modelo y fundamento de las otras críticas, hallaron un renovado eco en la obra de Bakunin.

Señalo también aquí el encuentro con la filosofía positiva de Comte de la que también daremos razón más adelante; el encuentro con M. Stirner, quien veía en Bakunin una personificación de sus teorías libertarias, "la cólera rebelde de Stirner", como diría Engels.

A finales de 1847, nadie preveía la inminente presencia de la Revolución y Bakunin, solicitado por los polacos de París, con motivo de la conmemoración de la revolución polaca de 1831, pronunció un discurso en el que presentó su programa revolucionario en favor de causa eslava. Más tarde, en otoño de 1848, resumió su pensamiento a este respecto en su famoso Llamamiento a los eslavos. Tras el discurso de París, tuvo que refugiarse en Bélgica donde le sorprendió la revolución.

La revolución de febrero de 1848 intentó llevar a cabo la labor de la revolución de 1789, interrumpida por la Restauración. Salió de las entrañas de París y se extendió en unos pocos días a Milán, Venecia, Viena, Berlín, etc. Bakunin volvió desde Bruselas a París en un azaroso viaje y vivió unas semanas febriles de entusiasmo revolucionario entre los milicianos y en las barricadas. Fueron semanas que quedarían grabadas en su memoria como "esa fiesta sin comienzo ni fin", que es preciso instaurar como norma de convivencia y que influiría en el imaginario de Bakunin a la hora de formular su paradigma revolucionario

Al gobierno francés, que había reemplazado a Luis Felipe, le mole taba la intransigencia revolucionaria de Bakunin y se congratuló de poder liberarse de él, ayudándole financieramente a marchar a Polonia para una misión ficticia. Todos los demócratas estaban de acuerdo en constatar que Rusia representaba el gran arsenal de la contrarrevolución y los más avanzados pensaban que la Europa regenerada debe hacerle la guerra. Bakunin planeó apoyarse en los polacos para lograr tal objetivo, pero ni siquiera llegaría a ese país. A medida en que iba atravesando Alemania se iba extendiendo la leyenda de sus conspiraciones e intrépida crueldad. Combatió en Praga, donde había participado en el Congreso eslavo, y en Berlín. Sus contactos con la emigración polaca, principalmente aristocrática y llena de simpatía por la democracia, aunque incapaz de asumir la posición procampesina y anticlerical de Bakunin, inspiraron sospechas. Se le acusó de ser un agente provocador ruso: acusación hábilmente urdida por la policía zarista y que circuló en los medios revolucionarios (¿con el apoyo de Marx?). Amenazado de extradición, se instaló en Anhalt donde comenzaría la redacción c de L' Appel aux slaves par un patriote russe, reclamando ya la revolución social y no sólo la política, si bien aquélla es una consecuencia necesaria de ésta. Afirmó además el abandono de cualquier alianza con la burguesía y el papel revolucionario del campesinado, enfrentándose a Marx.

Bakunin marchó a Dresde donde, junto a Wagner, resistió a las tropas prusianas encargadas de "restablecer el orden". Al caer la ciudad en sus manos, Bakunin huyó, pero en Chemnitz sería capturado y entregado a la policía. Condenado a muerte por las autoridades sajonas, fue enviado a Austria para otro proceso, en el que igualmente fue condenado a muerte en 1850. Le fue conmutada la pena por la de trabajos forzados a perpetuidad y, al final, le llegó la extradición a Rusia.

En la fortaleza Pedro y Pablo se terminaba la experiencia "burguesa" liberal-demócrata de Bakunin.

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