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Medio Oriente :: 12/12/2014

Qué puede significar la visita de Putin a Turquía

Ernesto Gómez Abascal
Las guerras que EEUU y sus aliados sionistas y occidentales han iniciado con carácter étnico o sectario, están provocando mucho daño a los países de la zona

La reciente visita del presidente ruso Vladimir Putin a Turquía, tiene un significado que no puede ser pasado por alto, especialmente cuando parece alentarse desde EEUU y sus aliados de la OTAN una nueva “Guerra Fría”. Debemos tener en cuenta además, que es evidente el propósito occidental de arrastrar a Rusia a un conflicto armado en sus fronteras o en las cercanías de estas. Para Moscú y para Ankara, las relaciones bilaterales tienen un contenido estratégico, tanto por su cercanía geográfica como por el volumen de intercambio comercial y económico.

A pesar de que el gobierno de Ankara ha estado jugando un papel negativo, dando aliento y apoyo desde un principio a la guerra sectaria y la introducción de grupos takfiries en territorio sirio y ha sido un factor fundamental en los intentos de derrocamiento del gobierno de Bashar Al Assad, posición contraria a los intereses rusos, desde Moscú se han cuidado en evitar la confrontación con su vecino otomano. Lejos de esto, el reciente viaje de Putin y las negociaciones sostenidas con el presidente Recep T. Erdogan, parecen estar dirigidas a lograr cierta distensión y un mayor entendimiento.

Aún siendo miembro de la OTAN, Turquía sufre la discriminación y el rechazo de la Unión Europea, con la cual tiene un viejo expediente de malas relaciones, la misma UE que ahora ha adoptado sanciones contra Rusia e incrementa la hostilidad hacia Moscú por el conflicto en Ucrania.

El gobierno turco ha entrado también en una abierta carrera de contradicciones con EEUU, cuyos dirigentes han tratado de presionarlo públicamente para que se sume a la guerra contra el EI y ofrezca facilidades a la coalición por ellos creada, para que su aviación opere desde los cercanos aeropuertos en su territorio. Washington también se ha negado a la solicitud del gobierno de Ankara de crear una zona de seguridad a lo largo de la frontera turca, así como a su demanda de dar prioridad a la lucha por derrocar al gobierno de Bashar Al Assad en lugar de hacerlo contra los terroristas del Estado Islámico.

Los complicados movimientos políticos, que tratan de aprovechar estas contradicciones, incluyeron nuevas ofertas de suministro de gas ruso a Turquía, país que recepciona actualmente de Rusia más del 50% de su consumo, unos 63 millones de metros cúbicos, ofreciéndoles un precio preferencial con una rebaja de un 6%, así como el establecimiento de nuevas vías para hacer llegar el energético a algunos países europeos a través de la frontera griega. Otros importantes intercambios comerciales fueron analizados, posiblemente en la búsqueda por parte de Rusia de eludir o reducir el impacto de las sanciones occidentales. (...) Debe tenerse en cuenta que Turquía es el segundo socio comercial de Rusia y también existe el compromiso, ya firmado con empresas de ese país, para la construcción de la primera central termonuclear en el país otomano.

Por otra parte, la flota rusa del Mar Negro, para acceder al Mediterráneo y después al Atlántico, necesariamente debe hacerlo a través de los estrechos turcos, cuyo tránsito pese a estar regulado por acuerdos internacionales, en última instancia es imposible hacerlo contra la voluntad del gobierno de Ankara. Ambos países se necesitan.

Antes de su viaje a Ankara, tanto Putin como el canciller ruso S. Lavrov, sostuvieron conversaciones en Sochi con Walid Mualem, vicepresidente y canciller sirio, donde se reiteraron la coincidencia de posiciones y el compromiso de Moscú de continuar apoyando la lucha contra el terrorismo y la búsqueda de una solución mediante un diálogo interno sin intervención extranjera. Ambas partes expresaron igualmente su apoyo a la propuesta del enviado especial de la ONU, Stepan di Misture, de comenzar una desescalada militar a partir de la ciudad de Alepo.

Es significativo que en sus últimos pronunciamientos, los dirigentes rusos, tanto Putin como Lavrov, a la vez que vienen reiterando su firmeza ante las provocaciones occidentales, también repiten la necesidad de acogerse a los principios de la legalidad internacional y a la solución de los conflictos a través de acuerdos adoptados por el Consejo de Seguridad de la ONU, que EEUU y sus aliados vienen menospreciando reiteradamente.

Por otra parte, y también en fecha reciente, los máximos dirigentes de Irán e Iraq a pesar de sus serias contradicciones con el gobierno de Ankara, han sostenido contactos con este, y la lucha contra el EI parece lograr ciertos avances, aunque todos reconocen la inefectividad de los ataques aéreos de la coalición, considerados ilegales por violar la soberanía siria.

Las fuerzas armadas sirias, después de casi cuatro años de guerra, han retomado la iniciativa y aunque el final del conflicto, según reconoce el propio presidente Bashar Al Assad, no está cercano, esto ha llevado a EEUU y sus aliados de la OTAN y de la región a reflexionar sobre la posible búsqueda de otras alternativas, ya que el riesgo que ofrece el apoyo a bandas de terroristas takfiries asesinas, -quienes pueden posteriormente emprenderla contra ellos mismos-, no les resulta de utilidad, más bien todo lo contrario, puede resultarles contraproducente. La imagen ofrecida por estos a través de los medios de información se ha proyectado muy negativamente sobre las alianzas que mantienen con socios del Golfo Árabe.

Otro conflicto que ha tomado auge y que tiene que ver con lo anterior, es el kurdo. La lucha por el control de la ciudad de Kobane, en la frontera sirio-turca, es solamente una pequeña muestra visible del problema mayor. El gobierno de Ankara no acepta el triunfo y la consolidación a lo largo de casi toda su frontera con Siria, de fuerzas kurdas que califica como terroristas, aliadas o integrantes del PKK. Debido a ello se ha negado a actuar enérgicamente contra el EI y lejos de esto, les ha facilitado apoyo, en otra contradicción con EEUU.

Sin embargo, no todos los kurdos mantienen la misma posición. EEUU e incluso el enclave sionista, han logrado importantes alianzas con organizaciones kurdas del norte iraquí, las cuales les han prestado sus servicios. La frontera de Turquía constituye la salida natural para el comercio con esta región, así como para el contrabando de petróleo. Ankara hace tiempo que lucra aprovechando su posición y aunque ello le provocaba problemas con el gobierno central de Bagdad, este parece que recientemente ha aceptado llegar a un acuerdo económico con los gobernantes kurdos de esta zona, que disfruta de autonomía.

Las guerras que EEUU, sus aliados sionistas y occidentales, así como sus agentes en la región, han logrado iniciar con carácter étnico o sectario, y buscando más divisiones y contradicciones, están provocando mucho daño y sufrimiento a los habitantes de la zona, pero también podría pasar cuenta a los que las iniciaron. Los pueblos ya no se pueden engañar fácilmente y no son carneros que se dejan llevar impunemente al matadero. La historia ha demostrado que quienes luchan, resisten, y se mantienen firmes, terminan triunfando. Ya veremos.

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