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Andalucía :: 12/06/2015

Reflexiones a mitad de camino hacia no se sabe dónde

Antonio Torres / Andalucia Comunista
Sorprende y extraña que en los análisis que han estado circulando estos días no se contemple la cuestión de la abstención, o si se contempla sea solo de pasada

Hace un año, el 25 de mayo de 2014, con la irrupción de Podemos tras las elecciones al parlamento europeo se abrió un periodo en el que todos los análisis parecían provisionales: los vaivenes, el juego de los medios de comunicación, las ambigüedades, las tácticas de unos y otros, y el hecho de encontrarnos en una situación desconocida desde prácticamente la muerte de Franco, condenaba los análisis a la provisionalidad más absoluta, o a estar al menos mutilados. Hoy, tras las elecciones municipales y en determinadas comunidades autónomas, parece estar pasando lo mismo: observamos toda una serie de análisis que tienen en la provisionalidad su nota característica, son reflexiones a mitad de camino, pero, ¿hacia dónde? La instalación de la “razón populista” de Podemos con sus “significantes flotantes y vacíos” hace que palabras como “cambio”, “democracia”, “unidad popular”, “transparencia”, o “casta”, por poner unos ejemplos, carezcan de significado o adquieran uno diferente en cada circunstancia.

Tengo la extraña sensación de encontrarme en un coche conducido por alguien que no conozco, sin saber a dónde voy, sin embargo, haciendo de la prudencia una bandera, tengo la imperiosa necesidad de saber a dónde vamos por si quiero llegar al final de trayecto o bajarme en un área de descanso a tomar café.

Las tendencias

Aun a riesgo de insistir, dada la provisionalidad en la que estamos debemos hablar de tendencias y también matizarlas porque dependiendo del análisis veremos que para algunos no hablamos de tendencias sino de hechos, otros, aun reconociendo la tendencia la exageran, etc.

La cuestión del bipartidismo. En este sentido es donde realmente estamos viviendo una tendencia que no un hecho, o si acaso podemos dejarlo en una instantánea del momento si se quiere, dicha instantánea nos indica que el bipartidismo (PP y PSOE) ha perdido un apoyo sustancial, pero eso no significa que esté derrotado en absoluto.  En lo que se refiere al PP la derrota ha sido especialmente dura en Madrid y en Valencia, auténticos bastiones del PP. Esperanza Aguirre ha visto su orgullo personal herido y con ella un sector importante del PP y de sus votantes no solo en Madrid, sino en el conjunto del Estado.
Mientras, en Valencia, el PP de la corrupción y la soberbia extremas ha visto crecer sorprendentemente a un Cormpomís que ha trabajado duramente durante años denunciando la corrupción y la prepotencia del PP valenciano.

En este sentido, cabe reflexionar sobre cómo el bipartidismo puede adquirir nuevos bríos, a pesar de su erosión. Un sector ultra del PP está agitando el fantasma del “peligro rojo”, aunque este sector, encabezado por Esperanza Aguirre, pueda  caerenel más espantoso de los ridículos, su mensaje puede calar en determinados sectores, además de recibir un considerable apoyo mediático. Ser ultra no significa ser imbécil y Esperanza Aguirre es buen ejemplo, ella representa a determinados sectores oligárquicos que quieren mano dura  y desean que la presente coyuntura sea de recuperación de ganancias y eso solo puede darse no solo manteniendo todas las leyes antiobreras y antipopulares, sino incluso endureciéndolas, además Esperanza Aguirre y los suyos (Fernández Díaz, etc.) están poniendo en cuestión a Rajoy y su equipo, que puede estar siendo contemplado por esos sectores oligárquicos como un pusilánime sin iniciativa; por su parte, Rajoy seguirá insistiendo en su mensaje de la recuperación, mientras otro sector del partido localizado en Castilla y Galiza le está instando a dejar los mensajes triunfalistas y a acometer determinados cambios aunque sean estéticos y a “acercarse más a la ciudadanía”.

Pero frente al mensaje del miedo o los mensajes triunfalistas del PP, la tendencia parece indicar que el bipartidismo puede adquirir nuevos bríos con el PSOE, más que con el PP. A pesar de una derrota sin paliativos, el PSOE de Pedro Sánchez  está sabiendo rentabilizar los resultados de las pasadas elecciones y proyectarse como la “opción de izquierdas” frente al PP, pero, no lo olvidemos, también frente a Podemos. Ante la deriva ultra de un sector del PP de Esperanza Aguirre y los mensajes triunfalistas que no están calando por parte de Rajoy y su equipo, el PSOE aparece como una opción a tener en cuenta por parte de determinados sectores de la gran oligarquía española para desactivar a Podemos, a las agrupaciones populares electorales (“unidad popular”), pero sobre todo a los movimientos sociales organizados. Para ello, es necesario que el PSOE capitalice las ansias populares de cambio y se postule claramente como la “opción de izquierdas” frente a una dirección de Podemos que erróneamente sigue concibiendo al eje izquierda-derecha como un “juego de trileros”.  Dado lo cambiante de la situación y teniendo en cuenta la importancia que para el PSOE tiene Andalucía, habrá que ver en este sentido las consecuencias del pacto con Ciudadanos que ha a permitido la investidura de Susana Díaz como Presidenta de la Junta.

Las candidaturas de “unidad popular”. Si algo se lleva repitiendo desde el pasado 24 de mayo hasta la saciedad es que allí donde han habido candidaturas de unidad popular los resultados han sido mejores que donde fundamentalmente IU y Podemos han concurrido por separado. Pero más allá de reflexiones abstractas sobre la “unidad”, convendría, como decía el viejo Lenin hacer un análisis concreto de la situación concreta. Lo primero que hay que destacar es el desprecio que en muchos casos se hace hacia actores que no son ni IU ni Podemos y que o bien no han participado o bien participando en dichas candidaturas se les ha ninguneado; están saliendo a luz numerosos artículos en los que se suele decir que “no sobra nadie”, pero en realidad todo lo que no sea Podemos e IU es considerado comparsa, como se suele decir.   Por otro lado, en cada candidatura han incurrido toda una serie de particularidades que la han hecho triunfar más allá de la prédica abstracta de la “unidad”; en Barcelonano se puede dudar del peso mediático y del prestigio como activistade Ada Colau, en Galiza las Mareas han recogido el trabajo electoral previo de AGE, que ha sido el núcleo fundamental de las Mareas, mucho más que Podemos, además de contar en el caso de Compostela con una persona de bastante peso en Galiza como es Martiño Noriega. En las elecciones municipales, especialmente en territorios donde no había elecciones autonómicas, en general, al electorado le ha costado identificar a Podemos con las candidaturas municipales de las que formaba parte en un mar de candidaturas de “sí se puede”, de “ahora”,  de “ganemos” o de “participa” que han confundido a una parte del electorado.

No se puede obviar el hecho de que a quien realmente ha beneficiado las candidaturas populares IU-Podemos ha sido a IU más que a Podemos, ya que en muchos casos sin esas candidaturas o bien IU no habría obtenido representación o de obtenerla habría sido testimonial.

En realidad, mucho más que achacar el éxito de esas candidaturas a la unidad entendida  como una sopa de siglas, tal y como se está haciendo erróneamente, las candidaturas exitosas han sido las que han tenido o bien una persona con un peso mediático o social determinado encabezando la lista, o bien un movimiento popular detrás relativamente organizado, o ambas cosas a la vez. En un interesante artículo en el que se analiza las diferentes candidaturas populares presentadas en la zona Sur de Madrid, se dice con bastante razón algo que puede ser aplicable más allá de esa zona en concreto:  “Y una última evidencia mirando a los ejemplos más cercanos en lo territorial, es que la diferencia en algunos casos de votos respecto a Podemos comunidad y en otros la irrupción más o menos tímida de Ciudadanos, nos da a entender que las candidaturas que se han asentado en procesos de largo recorrido, mediante procesos de cooperación, sin atropellos, y con una base conectada con las realidades cotidianas, han recogido mayores cuotas de éxito, imponiéndose en algunos casos como las primeras en su ciudad en número de votos” (“Un vistazo desde las afueras: el nudo de la zona Sur de Madrid tras el 24 M”, José Luís Mateos Murillo http://madrid.lahaine.org/un-vistazo-desde-las-afueras).  En este sentido, el que fuera miembro de la dirección estatal de Podemos, Juan Carlos Monedero decía recientemente de una manera un tanto enigmática: “Hay algunos estudios que ha hecho Podemos que invalidan que sea cierto que las candidaturas de unidad popular hayan sacado mejor resultado que Podemos, salvo algunos casos concretos y el caso más emblemático es Madrid. Las cuentas globales no dan para afirmaciones muy rotundas” (Entrevista a Juan Carlos Monedero http://www.eldiario.es/politica/Monedero-generales-Podemos-incorporase-Podemos_0_396510713.html) .

Los partidos del Régimen. No podemos confundir bipartidismo con partidos del régimen del que no solo forman parte PP y PSOE, sino más partidos, en general, todos aquellos que defienden la legitimidad del régimen español nacido de la muerte de Franco y de la Constitución de 1978. Aquí la cuestión se hace más difusa ya que, ¿hasta qué punto CiU o el PNV son o no son partidos del régimen? Lo son tanto en cuanto, dejando declaraciones o acciones puntuales, tanto CiU como PNV legitiman diariamente al régimen español en sus respectivos territorios.  La misma pregunta podríamos hacernos incluso sobre dos opciones en principio “rupturistas”, es decir, Podemos e Izquierda Unida; Podemos ha pasado de tener un discurso crítico con el régimen del 78 a no darle importancia a la cuestión del régimen,  dejando de cuestionar el marco político actual; por otro lado, en lo que se refiere a IU, su principal partido, el PCE, tuvo un papel crucial en la configuración del régimen actual y aunque de un tiempo a esta parte hayan surgido voces muy críticas dentro de IU con el régimen del 78, éstas no dejan de ser eso, solo voces carentes de la legitimidad que una autocrítica seria les habría dado ante los ojos de los pueblos del estado español, mientras que con esas voces también conviven otras claramente pro régimen.

Pero con quienes no puede caber ninguna duda sobre su adhesión al régimen del 78 es con Ciudadanos. El partido de Albert Rivera quizá no haya conseguido los resultados que se esperaban, fundamentalmente porque antes y durante la campaña electoral Ciudadanos apareció como un “partido muleta” sobre el que el PP podía apoyarse, quizá muchos votantes de derecha se lo pensaron mejor y prefirieron el original (PP) a la fotocopia (Ciudadanos). Sin embargo, a pesar de que según muchos análisis los resultados de Ciudadanos se han quedado cortos, lo cierto es que estos resultados no solo le están permitiendo ser la muleta del PP, sino también del PSOE, del bipartidismo, de los dos principales partidos del régimen español del 78. Aunque el partido de Albert Rivera pueda tener un incierto recorrido, tan incierto como el propio régimen quiera, la cuestión es que, de alguna manera, ha conseguido lo que pretendía: ser un actor importante en la estabilidad y gobernabilidad de las instituciones del régimen, así hemos visto, justo a la vez, como se ha apoyado al PP en Madrid y la investidura de Susana Díaz como Presidenta  de la Junta de Andalucía, mientras, como si fuera una herida que sangra a borbotones, no paran de salir a luz noticias relacionadas con la “Operación Púnica”  y “la Gürtel” o con los EREs y los cursos de formación.

Los pactos. En un artículo al respecto, el antropólogo andaluz, Isidoro Moreno resumía de esta manera la cuestión de los pactos: “Ésta es la encrucijada en que las dos almas no pueden seguir coexistiendo.
Cuál de ellas termine imponiéndose lo veremos pronto. Si se impone la opción de convertir la partida actualmente a dos (PP-PSOE) en un juego también a dos aunque en parejas (PP-Ciudadanos por una parte y PSOE-Podemos por otra) ello reflejará que ha ganado el alma reformista y Podemos se convertirá en una especie de IU bis. El dilema es aceptar la lógica del juego político existente, convirtiéndose en un jugador más con mayor o menor grado de influencia según sea su cuota de poder, o ser el medio de transmisión de la voz de los movimientos sociales alternativos y el fustigador de los vicios que surgen del propio funcionamiento del sistema con el objetivo de transformarlo en una democracia en la cual sea posible la participación real de la ciudadanía no sólo en las urnas cada cuatro años
” (“La encrucijada de Podemos, http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/2045848/la/encrucijada/podemos.html).

El peligro de Podemos está perfectamente resumido en las palabras de Isidoro Moreno, sin embargo, comprobamos como Izquierda Unida no quiere aprender de sus errores, Pedro Sánchez y Cayo Lara  han firmado un pacto en bloque que afectaría a 277 ayuntamientos para facilitar “gobiernos de progreso”. Ni que decir tiene que en esa táctica del PSOE de presentarse como “el partido de la izquierda” este pacto con IU le va a ser de gran ayuda al facilitarle esa imagen de “izquierdas” que necesita de cara a las elecciones generales de noviembre.

¿Y qué pasa con la abstención?

Sorprende y extraña que en los análisis que han estado circulando estos días no se contemple la cuestión de la abstención, o si se contempla sea solo de pasada, y más cuando se está depositando implícita o explícitamente casi todas las esperanzas en una victoria electoral para las elecciones generales. La abstención en las elecciones municipales se ha situado en un 35,07%, solo un 1% menos que en 2011, un porcentaje que debería hacer pensar a los estrategas de la baza electoral, por otro lado, la suma de votos blancos y nulos da un poco más del 3%. Si la baza electoral es importante, ¿por qué nadie se plantea de cara a las elecciones generales rebajar ese porcentaje del 35% por lo menos un 5 o un 10%?

La organización del movimiento popular está pasando a un segundo plano

Ese está siendo quizá el mayor problema, el movimiento popular está a verlas venir, detrás de las iniciativas electorales, cuando debería ser al revés, es decir, las iniciativas electorales deberían estar detrás del movimiento popular.  Concretamente, estamos viendo como  muchas expresiones organizadas del movimiento popular están a la espera de las victorias de las candidaturas populares.Esto es especialmente grave cuando se ejerce poder institucional, porque sin un movimiento popular organizado nada, absolutamente nada, puede garantizar la utilización de unas instituciones que, no lo olvidemos, no son nuestras, en favor de los intereses populares. No se podría garantizar ni una gestión eficiente de los recursos públicos, ni  de entorpecer los intereses del gran capital, ni de más democracia y protagonismo popular, ni tampoco se podría garantizar, en definitiva, que los representantes populares no terminen gestionando contra el pueblo ni saqueando sus arcas, como ha pasado.

Por tanto, las candidaturas populares han de surgir de la organización y lucha del pueblo, siendo su apoyo, su bastón, en una lucha más global contra el régimen español del 78 y por la transformación social revolucionaria. Sin embargo, lo que estamos observando es una “autonomización” de las candidaturas populares respecto del movimiento popular organizado y todo ello a pesar de que en muchas de esas candidaturas participan activistas sociales. Quizá esa “escisión” ahora no sea muy apreciable, pero tal y como se está planteando la batalla electoral de aquí a las generales, se podrá observar mejor, a no ser que se le ponga remedio.

Mientras tanto, se está imponiendo por parte de terminados sectores la concepción de la “unidad popular” como mera aritmética electoral, es decir, un “dos más dos son cuatro” que no solo insulta a la inteligencia y falta a la realidad, sino que desprecia el papel rector que ha de tener el movimiento popular. En política electoral no siempre “dos más dos son cuatro”, no pocas veces hay sumas que restan y restas que suman, porque insistimos no se trata de sumar “tus votos y los míos”, no se trata de juntar “mis siglas y las tuyas”, sino de hacer protagonista el pueblo de los cambios.

Los otros

Dejando al margen a una UPyD que podemos ya dar prácticamente por desahuciada, contemplamos a una Izquierda Unida que se debate en el ser o no ser, si bien IU ha resisto en Andalucía y Asturies, por motivos muy particulares de ambos territorios, e incluso va a gobernar en Zamora, en el resto del Estado o bien ha desaparecido o bien su presencia queda en lo testimonial.  Análisis por separado merecería lo sucedido en Madrid que, sin duda, va a afectar al resto del Estado, ya que de alguna manera en Madrid se ha resuelto unilateralmente el dilema que afecta a Izquierda Unida. Con sus diferentes familias, todas ellas sin excepción nacidas del seno del propio PCE, sumidas en una feroz batalla en donde lo de menos es qué línea política seguir y lo que importa es el sillón que se va a ocupar, IU no tiene más remedio que acudir a una candidatura popular como tabla de salvación de cara a las elecciones generales, esa es la tarea que tiene Alberto Garzón en sus manos enfrentado, por un lado, a la Izquierda Abierta de Llamazares y, por otro, a Cayo Lara. La “unidad popular” es el clavo ardiendo al que IU se tiene que agarrar.

Entre los lugares comunes que existen en los diferentes análisis del 24 M se encuentran los batacazos de EH Bildu y, sobre todo, del BNG. Sin negar que para ambas formaciones los resultados han sido malos, especialmente para el BNG, existe una clara tendencia por parte de determinados medios, por supuesto radicados en Madrid y con una visión claramente españolista, de empeorar más allá de la realidad dichos resultados. En ambos casos, sin embargo, se han dado factores internos que explican esos resultados, el BNG aún sigue pagando sus errores del pasado, y aunque el giro a la izquierda y al soberanismo ha sido más que evidente, el trabajo de concienciación y de hacer ver esos cambios aún está pendiente, más allá del duro competidor electoral que son las Mareas, en las que no lo olvidemos están muy presentes quienes en su momento convirtieron al BNG en una organización electoralista, burocrática y rendida de los pies a la cabeza al régimen; pero a pesar de esos resultados, el BNG resiste en el interior gallego y en las localidad de tamaño medio como la única alternativa al bipartidismo español, además de hacerse fuerte en la ciudad de Pontevedra. Por su parte, una EH Bildu llena de temores, sin iniciativa, encerrada en una retórica nacional desligada de los problemas sociales y sin avances significativos tanto en el llamado “proceso de paz” como en el autogobierno vasco,  ha acabado perdiendo votos por la derecha, hacia el PNV, y por la izquierda, hacia las candidaturas populares impulsadas por Podemos; significativa ha sido la perdida de la alcaldía de Donosti  y la Diputación Foral de Gipuzkoa; pero por otro lado, EH Bildu probablemente se haga con la alcaldía de Pamplona y será clave dentro del complicado puzzle navarro, y a pesar de los errores, la izquierda abertzale es la izquierda hegemónica en EuskalHerria con diferencia.

Poco, muy poco, se dice de los espectaculares resultados de la CUP catalana. Cuadriplicar sus resultados y revalidar las mayorías obtenidas en el 2011, la entrada en Diputaciones Provinciales y en todas las capitales del Principat, y sobre todo, la entrada en el Ayuntamiento de Barcelona en una competencia feroz con la Barcelona en Comú de Ada Colau no merecen la atención de determinados medios de comunicación. En todo caso, las referencias a la CUP han sido para resaltar su carácter presuntamente “sectario” por no entrar a gestionar el Ayuntamiento de Barcelona junto a Ada Colau; reproches y más reproches que quieren negar la existencia de un creciente movimiento político que no reivindica la soberanía nacional en abstracto sino que la liga a una transformación social, y que quieren negar el valor de una alternativa política cocinada a “fuego lento”, al calor de un trabajo de organización y lucha popular y no al calor de las audiencias televisivas.

Conclusiones a mitad de camino: me quedo en Andalucía

Que estamos en una “segunda transición” ya poca gente lo niega, echándole al asunto un poco de sentido del humor, no tenemos más remedio que recomendar un video del conocido humorista de Dos Hermanas Manu Sánchez al respecto (https://www.youtube.com/watch?v=p6dVF0nsuV0)  como ejemplo de lo que estamos diciendo. Ya en la “primera transición” vimos como quienes prometían una ruptura con el régimen de terror franquista acabaron pactando su reforma a cambio de determinados cuotas de poder, o más bien de gestión, que no es lo mismo. Vimos el papel de los servicios de inteligencia y de cómo actuaron políticamente para reconducir la situación, un caso significativo, que no desde luego único, fue el del PSOE de Felipe González, prácticamente reconstruido por el SECED de Carrero Blanco. No quiero dar alas a ninguna teoría de la conspiración más o menos ocurrente, pero si  llamar la atención de que en una situación como la actual sería ingenuo no pensar que los servicios de inteligencia se van a estar quietecitos sin hacer nada y más cuando el FMI lo ha dejado caer: si el Estado español quiere crecer al 3,1%, como este mismo organismo ha previsto, tiene que haber “estabilidad política”, entendiéndose “estabilidad política” por un gobierno que acate sus recomendaciones: subir el IVA, acabar con la sanidad y la educación públicas, abaratamiento del despido, etc., y por supuesto, nada de “procesos destituyentes/constituyentes” ni nada de “derecho a decidir” y demás zarandajas que tan mal le sientan a los mercados.

En un Estado como el español con un ejército, cuerpos de policía, jueces y fiscales, etc., que en una parte considerable siguen siendo deudores del régimen franquista, sería ingenuo pensar que van a estar comiendo palomitas cómodamente en sus sillones mientras ven la película del desmantelamiento del régimen.

Ruptura democrática y perspectiva estratégica revolucionaria. En el actual marco legal de la Constitución española y de los Estatutos de Autonomía, no caben nuestros derechos por más que estén puestos negro sobre blanco en esos textos. El cuerpo legal nacido de la muerte de Franco y de la Constitución de 1978 no es neutro, son un arma en manos de la gran oligarquía española, de una élite orgullosa de su pasado franquista, ultranacionalista española, reaccionaria a más no poder, y por encima de todo, explotadora sin ningún tipo de escrúpulos. Pero ni siquiera acabar con el régimen español de 1978 nos dará de verdad todos nuestros derechos, el modo de producción capitalista no da para más, sus contradicciones se hacen cada vez más irresolubles y las recetas keynesianas tienen cada vez menos margen de aplicación y más en el Estado español como lo resume recientemente en un artículo el revolucionario vasco Iñaki Gil de San Vicente: ”Por otra parte, la cada vez más débil productividad del capitalismo español, de su decreciente acumulación de capital industrial, el retroceso apreciable ya en los años ´60 a pesar de los esfuerzos del Plan de Estabilización de 1959, este declive estalla en forma de crisis no por los altos salarios que, por serlo, frenarían los beneficios empresariales, las inversiones y el crecimiento, como dice la derecha; ni tampoco por los bajos salarios que, por serlo, frenarían un aumento del consumo y por tanto de la producción interna, tal cual creen los keynesianos del mundillo de IU y Podemos. La crisis es resultado de la dialéctica entre las leyes económicas endógenas: caída tendencial de la tasa media de beneficios, etc.; y las exógenas: burguesía indiferente a la tecnociencia, ineficiencia estatal, corrupción generalizada, etc. La crisis sistémica surge de las contradicciones irresolubles de la totalidad concreta llamada «España», formación económico-social que no ha podido constituirse en nación burguesa clásica” (“24 M y crisis internacional del nacionalismo español”,  http://www.lahaine.org/24-m-y-crisis-internacional). Hoy más que nunca tienen sentido aquellas palabras de Rosa Luxemburgo sobre reforma y revolución: “(…)las reformas y las rupturas, no son distintos métodos de progreso histórico que puedan elegirse libremente en el mostrador de la historia como cuando se eligen salchichas calientes o frías, se condicionan y complementan entre sí y al mismo tiempo se excluyen mutuamente”, por eso la estrategia revolucionaria debe necesariamente incorporar reformas, sin embargo, una estrategia de reformas descarta de plano la revolución; se trata, en definitiva, de algo tan prosaico como darle a las conquistas obreras y populares por mínimas y simbólicas que sean un enfoque, se trata de crear poder obrero y popular, esos soviets que tanto asustan, y con razón, a Esperanza Aguirre.  Esta cuestión, de nuevo, hace poner de relieve la necesidad del partido comunista marxista-leninista y de su hegemonía.

La cuestión de los marcos políticos se complican si tenemos en cuenta la pertenencia del Estado español a la Unión Europea y a la OTAN. El caso griego es paradigmático y pone a las claras que nuestros derechos más básicos no caben en esos marcos políticos, la UE, o político-militares, caso de la OTAN.

Andalucía es una “cuestión de Estado”, en ese sentido debemos entender el pacto alcanzado entre PSOE y Ciudadanos para la investidura de Susana Díaz como Presidenta de la Junta. Para la gran oligarquía española es necesario mantener a Andalucía en el subdesarrollo, la dependencia y la marginación, es decir, en la opresión nacional y semicolonial. Por eso, no se puede ni se debe entender un “cambio” que no ponga en cuestión la opresión nacional andaluza. A pesar de que no existe un movimiento nacional-popular andaluz de masas, a nadie se le escapa ni la situación de opresión de Andalucía ni la potencialidad de un movimiento popular de liberación. Este hecho topa con la mentalidad nacionalista española de importantes dirigentes del “cambio” en el Estado español, nos referimos a Podemos; ya se toparon con este hecho en las pasadas elecciones andaluzas, especialmente cuando su candidata, Teresa Rodríguez, asumió un discurso claramente andaluz, recorriendo las plazas de Andalucía con una verdiblanca atada a su muñeca, señalando los males históricos de Andalucía y recurriendo al “orgullo andaluz”, al orgullo del 4 de Diciembre de 1977 y del 28 de Febrero de 1980. Creo que no descubro nada si digo que a la dirección española de Podemos no le gustó la campaña desplegada por Teresa Rodríguez.

“Andalucía”, “4 de Diciembre”, “28 de Febrero”, “Blas Infante” o “García Caparrós” no son significantes vacíos, Ernesto Laclau no se inventó lo “nacional-popular” y si no me creen lean a Lenin a Gramsci a Mao o a José Carlos Mariátegui, o por qué no, al mismo Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante. El pueblo trabajador andaluz ha de ser protagonista de su “cambio” porque le va la vida en ello o es que ¿cabe algún “cambio” democrático que mantenga a Andalucía en la sumisión y la marginación? ¿cabe algún tipo de “cambio” democrático que no haga protagonistas a quienes sufren la sumisión y la marginación? Esto nos retrotrae a la Córdoba de 1933, a la discusión de aquel Estatuto de Autonomía que el fascismo español malogró, cuando el diputado socialista García Hidalgo protestó por el grito “¡Viva Andalucía libre!”, Blas Infante replicó: “¿qué quería usted que dijera, Viva Andalucía esclavizada?”.  No voy a cuestionarle a nadie su sentimiento de pertenencia nacional, si los dirigentes de Podemos se sienten orgullosos de ser españoles allá ellos, pero cuidado, si quieren democratizar  España no deberían permitir una Andalucía esclava, ni deberían negarle a ningún pueblo el derecho a la soberanía nacional. No, “Andalucía” no es un significante vacío para el pueblo trabajador, “Andalucía” no es otra cosa que tierra, trabajo, poder popular y libertad, Teresa Rodríguez lo sabe y por eso entró en las pasadas elecciones en la disputa de lo “simbólico andaluz”, de esos símbolos que el PSOE se ha venido apropiando y que le han permito junto con sus redes clientelares ser tanto un partido-régimen como un partido-país. Reconozcámoslo, el PA hace muchísimo tiempo que dejó de disputar nada a nadie, por otro lado, el SAT y la CUT si lo han conseguido, pero en momentos puntuales de lucha y nunca en el contexto de unas elecciones, quizá si en el 2012, tras la acción de Mercadona o a principios de 2014 tras su Congreso Nacional, hubiera tenido lugar la salida de IU el escenario político habría sido muy diferente; mientras, el resto de la izquierda soberanista fuera de la CUT ni ha podido ni ha sabido entrar en esa disputa.

La CUT ha conseguido 6 alcaldías por mayoría absoluta, 3 por mayoría simple y gracias a determinadas candidaturas se ha colado en grandes ciudades como Jaén o Sevilla, entre otras; según datos de la propia organización el número de concejales rondaría los 80 en todo el territorio andaluz.  En su comunicado de salida de Izquierda Unida, la Asamblea Nacional de la CUT decidió: ” (…)la salida de IU para poner en valor el propio proyecto de la CUT como fuerza andalucista, de izquierda anticapitalista, nacionalista y soberanista, ecologista y feminista, antiimperialista y antimilitarista”.  La CUT como referente político y el SAT como referente del movimiento obrero andaluz tienen la clave y la fuerza para poner la cuestión andaluza sobre la mesa: poder obrero y popular andaluz, darle la voz a nuestra gente, al pueblo trabajador andaluz y la capacidad de decisión. El reforzamiento del proyecto político propio de la CUT es la pieza clave para activar un movimiento nacional-popular de masas, plural, pero unificado entorno a la organización y lucha por los derechos de la Andalucía trabajadora.

El mismo día de la investidura de Susana Díaz varios medios de comunicación andaluces publican la noticia de que más de la mitad de los niños y niñas de Andalucía están en riesgo de pobreza o exclusión social, concretamente 834000 niños y niñas, según un informe hecho público por Unicef titulado “La infancia en Andalucía 2015” (http://elcorreoweb.es/andalucia/mas-de-la-mitad-de-los-ninos-en-andalucia-esta-en-riesgo-de-pobreza-o-exclusion-social-BF456223).
O soberanía para transformar la realidad o no tendremos futuro, por eso yo me bajo del coche del que hablaba al principio de este artículo y me quedo en Andalucía, con su gente trabajadora.

 

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