lahaine.org
Mundo :: 07/08/2008

Reseña del libro: Sol rojo: Viajes en territorio naxalita

Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
La siguiente es una reseña abreviada del libro Sol rojo: Viajes en territorio naxalita, por Sudeep Chakravarti (Penguin/Viking) del Partido Comunista de India (Maoísta). Boletín Informativo (No. 2, 10 de Mayo 2008). Las aclaraciones de la redacción están entre corchetes.

El movimiento maoísta de la India es uno de los movimientos revolucionarios más antiguos y más continuos del mundo contemporáneo. Atravesando cuatro décadas que empiezan con la primera explosión violenta que sacudió la tierra en un diminuto pueblo en Naxalbari, ha llegado a ser parte de la tradición de algunas regiones del país. Se había alzado, como el fénix, siempre que las autoridades políticas habían enunciado confiadamente su muerte certera. Los altos oficiales de policía y jefes políticos una y otra vez se habían vanagloriado de haber “acabado con” la revolución, la cual afirmaron que había sido “importada desde el extranjero”. Aseguraron que la revolución maoísta es algo ajeno a las condiciones de la India de Ghandi, donde afirman, las personas no son propensas a los medios violentos. El último en esta larga lista de mentirosos, pensadores ilusos y viles propagandistas es Mahendra Karma [líder del Partido del Congreso en el estado de Orissa], quien declaró entre muchas fanfarronadas en Junio de 2005 que mataría indiscriminadamente a los maoístas dentro de un año a través de su campaña terrorista patrocinada por el estado bautizada salwa judum (campaña de paz). Cuando los gángsteres armados y los matones a sueldo del estado vestidos de caqui recibieron una paliza de los maoístas, esta costra del gran cartel feudal-imperialista-empresarial continuó ladrando durante los dos últimos años de que acabarían con los maoístas dentro de poco. Sin embargo, poniendo al descubierto todas estas mentiras y la repugnante bravuconería de los políticos mediocres y de los mandos policiales que gobiernan al país, la resistencia y el crecimiento del movimiento maoísta han sorprendido a muchos escépticos quienes ven al estado indio como una bestia omnipotente que puede apagar cualquier resistencia armada.

Sorprendentemente, dada la gran importancia internacional de la revolución en un extenso país como India – el segundo más poblado el mundo – muy pocos estudiosos han intentado cualquier investigación seria sobre este fenómeno social y hay pocos libros sobre esta prolongada insurgencia. Pero últimamente, algunos investigadores que pertenecen a diversas convicciones y los llamados organismos independientes han aportado de repente sus puntos de vista. Hay mucha menos objetividad y análisis realista en la mayoría de estos escritos. Muchos han empezado a retratar un cuadro espeluznante de un crecimiento rápido del “Terror Rojo” que se supone que mina las medidas de desarrollo emprendidas por el gobierno. Hablan de la propagación del movimiento maoísta a una velocidad alarmante en la mayoría de estados en India.

En Sol Rojo, publicado por Penguin (Viking) Books de India a principios de 2008, el autor Sudeep Chakravarti hace un intento por entender y plantear el fenómeno del movimiento maoísta en India. No es una historia del movimiento maoísta, como afirma el escritor, sino una bitácora que intenta comprender la otra India, como el mismo la bautiza. El lado positivo del libro es el esfuerzo del escritor por exponer las condiciones de la inmensa mayoría del pueblo - su agobiante pobreza, el insoportable endeudamiento, las horrorosas historias de su miseria y el desplazamiento por el llamado desarrollo – llevando a la indefensión extrema y los desgarradores suicidios. El escritor intenta enfocarse en el anhelo de la mayoría de los indios que han sido excluidos de todo esquema y modelo de desarrollo promocionados por las clases gobernantes indias como las grandes dádivas para los pobres. Sobretodo, el escritor ha sido competente al presentar de una forma lúcida el explosivo ambiente socio-económico que ocasionó, y continúa nutriendo al movimiento maoísta en India. Y como una bitácora, este aspecto a menudo se muestra enérgicamente en las conversaciones con personas de diferentes formas de vida. Lógicamente, él anticipa la inevitable popularización del movimiento maoísta a las áreas urbanas, puesto que las condiciones similares han empujado a la gran mayoría de los pobres de la ciudad a la indigencia absoluta.

Una buena denuncia de la campaña de terror patrocinada por el estado en Dandakaranya

La denuncia de la campaña terrorista patrocinada por el estado en Dandakaranya por medio de la llamada salwa judum se da a conocer intensamente en el libro. Es aquí donde se ve el mejor esfuerzo del escritor y expone audazmente la destrucción creada por las bandas vigilantes propiciadas por el estado junto con las fuerzas del gobierno central [Delhi] y de los gobiernos estatales. Hay algo de profundidad en la presentación del escritor sobre el movimiento en una de las regiones importantes de los maoístas. Describe vivamente el escenario de la guerra, la explosiva situación y las estrategias y planes del estado. Hasta donde va la descripción que hace el escritor del movimiento maoísta, ésta es la mejor parte en todo el libro. Después de esto, la exposición del movimiento en otras partes del libro es superficial y más, basada en habladurías.

En ninguno de los movimientos de otras regiones como Jharkhand, Bihar, Bengala Occidental, o Andhra Pradesh se da ningún análisis en profundidad. Esto refleja una deficiencia de interacción con los actores reales. Las conversaciones en el campo revolucionario, con tal personalidad como VV [Varavara Rao, destacado intelectual de Andhra Pradesh, acusado de mantener relaciones con el PCI (M)], también carecen de fuerza y análisis. La principal debilidad de la bitácora es que el escritor viajó más bien a lo largo de la periferia de la zona de guerra y apenas tuvo alguna interacción con los combatientes y líderes maoístas en cualquiera de estas regiones. No es claro si esto se hizo deliberadamente o si el escritor no halló oportunidad para conocer a los revolucionarios maoístas en el campo de batalla. Con los contactos indicados –y el escritor argumentó tener muchos contactos– por supuesto que no es difícil conocer a los cuadros clandestinos del PCI (Maoísta).

Están bien presentados los extractos del Reportaje de Investigación de un equipo de intelectuales demócratas publicado en los medios en diciembre de 2005 y del Reporte de abril de 2006 titulado “Cuando el estado hace una guerra contra su propio pueblo” [vea SNUMQG del 18 de Diciembre de 2006], la declaración de Mahendra Karma sobre el objetivo del salwa judum (“Si no cortas la fuente de la enfermedad, la enfermedad permanecerá. La fuente es el pueblo, los aldeanos”.), la presentación del texto íntegro de las instrucciones de D. L. Manhar, jefe de policía de Bijapur, por el radio a sus hombres grabado por los maoístas, la historia de un periodista local Kamlesh Paika, las conversaciones con K. R. Pisda, recaudador de Dantewara, el maltrato a periodistas en la forma más inmunda y salvaje por Alok Awasthi, el director suplente de la Junta Directiva de Relaciones Públicas de Chattisgarh, etc. También se cita extensamente el objetivo del salwa judum, como admitió el gobierno en el documento oficial.

La más terrorífica historia del desalojo y del incendio del pueblo de Darzo en Mizoram, por el ejército indio a principio de 1970 como parte del sórdido plan de reasentamiento de los pueblos, es muy pertinente en el contexto de la campaña salwa judum y el reasentamiento planeado de las tribus en Dantewara. La comparación con el Mizoram de los años setenta es un trabajo admirable.

En varias partes del libro, las actividades y puntos de vista de las dos fuerzas contrarias en este conflicto de clase presentan un fuerte contraste en las conversaciones con los revolucionarios, burócratas y oficiales de policía. Algunos de los comentarios de jefes políticos y altos mandos policiales hacen la lectura interesante y al mismo tiempo repugnante. Por ejemplo, el Ministro de Salud de Jharkhand, Bhanu Pratap Shahi, dice en una entrevista: “Una vasectomía en un pueblo dominado por los naxalitas significa menos potenciales camaradas… cuando se tienen muchas bocas que alimentar y muy poca comida para comer, usted puede convertirse en un naxalita. Todo lo que quiero es disminuir el número de bocas.”

El cínico comentario de un funcionario de inteligencia militar de cómo él y su equipo habían cercenado las cabezas de seis militantes, simplemente para espantar a sus compañeros islámicos y servir como una ofensa espiritual, hace de la lectura algo terrorífico. “Luego oímos que venían esos tipos de derechos humanos. Entonces, las volvimos a poner las cabezas en su sitio de alguna forma, suturadas bruscamente. No nos molestamos en emparejar la cabeza con el cuerpo.” Esa risa cínica del funcionario mientras narra este espantoso incidente muestra la común mentalidad sádica de la policía y las fuerzas de seguridad y militares, sea en Cachemira, el Noreste, Dandakaranya, Jharkhand, Andhra Pradesh o en cualquier lugar. Su solución planteada a la cuestión naxalita es categóricamente asesinato y represión fascista, a pesar de sus declaraciones ocasionales al contrario, sólo quieren calmar y quedar bien con los activistas de derechos civiles y los intelectuales liberales.

El Director General de la Policía de Chattisgarh, O. P. Rathor (quién murió de un ataque cardíaco en el Día del Anti-terrorismo) escupió veneno contra los naxalitas: “Una maldita molestia. No hay un problema socio-económico, más bien uno del orden público. Los bandidos de Khadi y Khaki son iguales con respecto a esto. El Marxismo, Leninismo o Maoísmo alrededor de ellos. Cuando yo era joven por lo menos percibí alguna ideología en los naxalitas. Pero estos tipos (ahora) no son sino matones y extorsionistas.” El Secretario Mayor Suplente (del Interior), del Gobierno de Chattisgarh, B. K. S. Ray, tiene la misma actitud y enfoque muy torpes hacia el movimiento naxalita. “Estas personas son sólo matones y extorsionistas. Por eso es que en Chattisgarh hay un movimiento popular espontáneo contra ellos - estas pueblos tribales están hartos de los naxalitas”, dice. Por qué los pueblos tribales no se cansaron de los naxalitas durante 25 años y por qué de repente se inconforman es algo que este burócrata arrogante nunca podrá captar o explicar. ¿Y por qué los pueblos tribales estarán enfadados con los naxalitas, aunque uno acepte los alegatos de los gobernantes de que son extorsionistas, pues estos pueblos tribales no tienen nada que perder y mucho que ganar? ¿Acaso no son sólo los grandes contratistas, burócratas, comerciantes e industriales, quienes han acumulado grandes propiedades a través de métodos primitivos de explotación de los pueblos tribales y saquean y roban a la región entera, los que actualmente temen a los maoístas y tratan de sofocarlos con todos los medios a su disposición? No es de extrañarse que este burócrata con una mentalidad de policía sólo pueda pensar como solución, en exterminar a los maoístas.

Se ha vuelto una costumbre para cada policía y para cada pez gordo político expresar sentimientos nostálgicos sobre el naxalita de antaño, como si realmente creyeran que en la época pasada los naxalitas eran honestos y ahora hubiesen empezado a fastidiar. Dicen que fueron más civilizados en el pasado pero que ahora predominan los elementos lumpenescos. El hecho es que hoy las clases oprimidas siguen a los naxalitas, y por esto, para las clases dominantes reaccionarias es cada vez más difícil reprimirlos. El cambio de la composición del movimiento naxalita muestra la madurez y la fuerza de la base popular del movimiento.

Influencia ideológica

Como es natural en una sociedad dividida en clases, la presentación del libro y las conclusiones que saca, están subordinadas a las limitaciones que determina [el punto de vista] de clase del autor, además de la ineludible influencia de los veredictos sobre el movimiento, a menudo repetidos por anteriores escritores de varias tendencias. No es fácil escaparse uno mismo de los grilletes de la ideología, la cultura y los valores dominantes inculcados durante mucho tiempo, que continúan reforzándose desde la niñez. Algunos comentarios del escritor hacen entender este punto. Por ejemplo, refiriéndose al discurso de VV en la cumbre de Tehelka en noviembre de 2006 en Delhi, el autor dice: “La democracia, con todos sus males, le permite este espacio público. Espero que comprenda la ironía de que el dogma y las instituciones antidemocráticas no tienen espacio para otros, no toleran el disentimiento. Mao no lo hizo. El florecimiento de las cien flores se convirtió en una profundísima tragedia. Quizá cuando los maoístas hablan sobre la Nueva India, más bien necesitan hablar sobre un maoísmo más amable - posiblemente un oxímoron - como lo han hecho sus colegas para la frágil paz de Nepal.” (pág. 292)

El autor también cita algunos casos de escarmiento dados a los informantes en Dandakaranya, Jharkhand y Orissa por el “temido Jan Adalat, o la Corte Popular, que no sino una farsa de tribunal” y concluye: “Estos actos son tan horripilantes y gratuitos, al igual que los actos de que los maoístas acusan a las fuerzas de seguridad del estado.”

Otro comentario o más bien conclusión del autor sin cualquier análisis dice así: “En Dantewada, la democracia está muy extinta, en ambos lados de la línea de batalla.” ¡Sorprendentemente, para sacar tal conclusión tan claramente sesgada, cita el juego de chor-policía (policías y ladrones), que juega los niños tribales! Los prejuicios ideológicos del autor también pueden verse en sus anodinas declaraciones sobre la sociedad post-revolucionaria del futuro y sobre la China maoísta. Dice: “¿Qué pasaría en India si en la India, la revolución tuviera éxito suficiente para imponer su huella más allá de las áreas tribales y de castas? Muy probablemente, una justicia instantánea, una vida dogmática y puritana, una descomposición post-revolucionaria al estilo soviético, unas inmensas marchas del Primero de Mayo.” Agrega: “Quizás el brutal control estatal al estilo chino y una repetición de la Revolución Cultural del propio Mao, que terminó matando y condenando a millones de no creyentes [en la revolución].” Concluye: “De la evidencia histórica disponible, puede que un estado maoísta haga poco más que revertir todas las victorias duramente ganadas de la India a pesar del fango de gran corrupción y la mentalidad muy estrecha de la administración.”

Huelga decir que este escritor, tal como cualquier otro sin los vivos vínculos con la vida de las masas oprimidas y del movimiento, también se ha vuelto una víctima de la influencia casi ineludible de los prejuicios ideológicos imperialistas y de las clases dominantes, en cuanto al camarada Mao y la Gran Revolución Cultural Proletaria de China, las sociedades post-revolucionarias y así sucesivamente. De las opiniones expresadas por el escritor, como la anterior, uno no puede sino llegar a la conclusión de que él prefiere el statu quo en lugar de un nuevo orden revolucionario donde, según él imagina, la libertad será la primera baja. Olvida que los maoístas también están aprendiendo de los experimentos socialistas del pasado y sin duda se empaparán de los aspectos positivos mientras que desecharán los negativos.

Algunos errores de hecho

Hay algunos errores de hecho en el libro, los cuales se podrían haber evitado con un poco más de atención y cuidado del escritor [aquí el crítico cita varios errores con respecto a la identificación de individuos, a asuntos organizativos y a cuestiones históricas].

Otro problema con la exposición es que varias argumentaciones se hacen con respecto a las actividades de los maoístas por algunos oficiales de policía y líderes políticos, mientras que no hay oportunidad para los anteriores de refutar estos juicios. Cuando un autor cita a estos oficiales, también será responsabilidad imprescindible obtener la respuesta de los maoístas. De otro modo, desinformaría y llegaría a imponer una gran injusticia al otro lado de la guerra. Por ejemplo, el superintendente de policía del distrito de Dantewada, Prabir Kumar Das, alega que los maoístas están en contra del desarrollo y no permiten perforar pozos en las aldeas de sus plazas fuertes. El escritor lo cita diciendo: “Cuando nosotros entramos en un área a 50 kilómetros de aquí, en lo más profundo, descubrimos que habían roto las bombas manuales. Inicialmente, pensamos que era para negarle agua a la policía. Después, cuando fuimos a las áreas donde no habíamos estado antes, allí también las bombas estaban rotas. Los aldeanos nos dijeron que los maoístas les pidieron que sólo bebieran de los pozos y otras fuentes de agua naturales.” La razón de los maoístas, por esto, se atribuye a que consideran los pozos perforados como una señal de opresión (!!) “Las bombas manuales fueron proporcionadas por el estado o las ONG financiadas por el estado; eran un símbolo de opresión, y por consiguiente prohibidas”, dice este señor.

Nada podría distar más de la verdad. Esto va contra el sentido común, que los mandos de policía de la India ni tienen. ¿Cómo pueden los maoístas sobrevivir si arruinan las bombas manuales (por lo menos la policía puede conseguir sus propias botellas de agua mineral)? Si el autor hubiera verificado los hechos recorriendo las áreas profundamente, habría sido muy útil para desenmascarar las maquinaciones intencionales del jefe policíaco. Y todo esto sólo justifica la brutal campaña de terror patrocinada por el estado en nombre de salwa judum con el pretexto de que los aldeanos están hartos de los esfuerzos maoístas para bloquear los proyectos de desarrollo y otros disparates.

El escritor llega a la conclusión de que el movimiento maoísta pronto abarcará las áreas urbanas y movilizará las inmensas masas de los que no tienen que viven en las condiciones más angustiosas en los cinturones de miseria y las fábricas. Dice, con razón, que todas las condiciones materiales para propiciar la expansión de los maoístas a las áreas urbanas existen allí. Incluye importantes secciones del documento del PCI (Maoísta), “Perspectiva de áreas urbanas”, como apéndice y extensas citas de este documento para demostrar cómo los maoístas surgirán como una fuerte fuerza urbana también.

El autor también intenta plantear sus propias teorías del campo, las ciudades, ciudades-estado, etc., que dice que caracterizarán el panorama social del país en el futuro. O, en otros términos, que India se dividirá progresivamente en dos partes: una parte habitada por los que tienen y otra por los que no tienen, con continuos roces entre las dos. Aunque la esencia de su tesis será la realidad que se desenvuelve —ya está surgiendo los señales de esta división con las múltiples autopistas rápidas, los multicines, los centros comerciales, los trenes bala, parques de diversiones, el alto costo de la educación, la vivienda y la salud, los recortes drásticos de los programas de bienestar social y así sucesivamente— el emergente panorama será de aguda lucha de clases con la inmensa mayoría de la población india trabada en enconadas luchas, armadas y desarmadas, contra la estructura explotadora, y la dictadura estatal fascista que se vuelve la norma. En esta cruel y enconada guerra de clases, seguramente el movimiento maoísta cobrará influencia y avanzará hacia la meta de la liberación de nuestro país de las garras de los merodeadores imperialistas, las decadentes fuerzas feudales y los grandes empresarios estafadores compradores.

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal