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Medio Oriente :: 13/08/2014

Revolución y Guerra: "la cuestión oriental" y "la cuestión judía"

Ezequiel Espinosa
No se advierte que el sionismo no es una suerte de fascismo de exportación, sino –y dicho esto fanonianamente- la fase colonial del liberalismo

"(…) el culto común de los (…) Santos Lugares (…), simplemente oculta una batalla profana, no sólo de las naciones, sino de razas, (…) reproducida sin cesar, constantemente sofocada, pero nunca resuelta"
Karl Marx

La degeneración general de la denominada primavera árabe en una secuencia de guerras civiles, más o menos azuzadas y manipuladas por las potencias imperialistas encuadradas por los EEUU bajo el ejido de la OTAN; la sospechosa emergencia del movimiento político-militar denominado "Estado Islámico" que, con un despliegue transfronterizo, desestabiliza a propios y extraños en la región. La por demás ambigua contrarrevolución cívico-militar contra el gobierno de los "Hermanos Musulmanes" en Egipto y esa confusa guerra sectaria que asola a Libia, fueron configurando el telón de fondo para la nueva ofensiva Israelí sobre Gaza, con la excusa de "Hamas".

Pero así como cuando los EEUU y sus aliados fracasaron cuando pretendieron ganar a la opinión pública internacional a fin de legitimar una posible intervención militar en Siria, "El Estado Judío" cosechó, acaso como nunca antes, la condena pública mundial por la brutalidad de su ofensiva militar sobre Gaza, y por los efectos criminales que la misma ha tenido sobre su población civil. Pero quizás lo más significativo de este rechazo de la opinión pública internacional a la ofensiva israelí, es que la misma fue configurando una nueva masa crítica, no solamente sobre las recurrentes incursiones del ejército judío sobre territorio palestino, sino que, más todavía, sobre la propia situación histórico-política de los denominados "territorios ocupados", cuando no, sobre la génesis y el carácter del "Estado Judío" en cuanto tal.

Así las cosas, y más allá de los resultados estrictamente militares de esta última ofensiva sobre Gaza, cuando el gobierno israelí nos impelía a seguir "observando el Islam", el espíritu crítico de la opinión pública recayó sobre el sionismo, su trayectoria, actualidad y devenir. He aquí la gran derrota del "Estado Judío".

Hoy por hoy parece apreciarse con una claridad meridiana que el denominado "conflicto palestino" no es más que el nudo gordiano con el que desde Europa se ató a la antigua "cuestión judía" con la igualmente añeja "cuestión oriental". Se advierte, por tanto, que el sionismo no nació como un mero nacionalismo judío, sino que, también, como una fuerza del imperialismo europeo. Se aprecia, en suma, que "El Estado Judío" no es más que un retoño tardío y actualizado del viejo sistema colonial, constituido con el doble objetivo de sacarse de encima a [los restos de] la población judía de Europa, por una parte, y de implantar una colonia europea "libre" en el medio oriente y que desplazase a los musulmanes de "Los santos lugares", por la otra.

Y, sin embargo no se advierte que el sionismo no es una suerte de fascismo de exportación, sino –y dicho esto fanonianamente- la fase colonial del liberalismo. Que lo que suele denominarse genéricamente como corrientes fascistas o neonazis del sionismo -más allá de sus filiaciones fácticas y de sus semejanzas formales-, no son sino otra cosa que un sionismo de guerra.

Sin lugar a dudas, los sionistas de izquierda podrían –y de hecho lo hacen- buscar argumentos a favor de la colonización europea de la palestina en los propios escritos de Karl Marx, pues, al fin y al cabo, y tal y como es posible realizar analogías entre el nazismo y el sionismo de derechas, de igual manera, pueden advertirse similitudes entre el sionismo de izquierdas y el "marxismo ortodoxo" de la II Internacional, al menos en lo que al colonialismo respecta.

Sin embargo, la peculiaridad de este liberalismo colonial quizás se advierta más y mejor en la actitud y los juicios de Emmanuel Lévinas respecto del carácter histórico-político del "Estado Judío". El filósofo de la alteridad interpreta que, con el Estado de Israel, el sionismo lleva adelante "una tentativa de reunir la aceptación de ahora en más irreversible de la historia universal, y el mesianismo necesariamente particularista" del "Pueblo elegido". De esta manera, Lévinas presenta la génesis judeo-europea del sionismo como una dialéctica entre el "reconocimiento" del "pueblo judío" y la "colaboración" del mismo en la "historia universal".

El sionismo, en todo caso, representaría la fuerza histórico-política del "particularismo universalista" de un "pueblo elegido" cuya peculiaridad no radicaría en tener "derechos excepcionales" sino, más bien, "deberes excepcionales". Guiado por una ética de la responsabilidad más que de la libertad, el experimento sionista debía mostrarse abierto hacia "lo infinitamente otro", mas tal imperativo categórico caduca ante una situación de guerra. En un contexto bélico, no solamente se "suspende la moral", sino que "la alteridad toma otro carácter, allí, en la alteridad, puede aparecer un enemigo". En una guerra, el ser para el otro levinasiano se transforma en un ser para la muerte del otro, ahora devenido en enemigo. Y en este contexto, al parecer, un "mundo justo", puede tomar la forma de limpieza étnica, apartheid, campos de concentración de refugiados, etc.

Desde el 2008 a esta parte, y a partir de las cada vez más brutales ofensivas militares del "Estado Judío" sobre la franja de Gaza, se percibe en la opinión pública internacional una suerte de perplejidad respecto del carácter genocida de las políticas de Israel sobre la población árabe de la Palestina. Se intenta explicarlas en función de un irónico giro neonazi del sionismo, sin embargo, y más bien paradójicamente, es en la filosofía de la alteridad de Lévinas donde habría que situar el horizonte xenofóbico del sionismo.

Ya el propio Theodor Herzl concebía la colonización sionista de la Palestina como la constitución de un "baluarte" de la "civilización" europea frente a "la barbarie" oriental y, más recientemente, el historiador Benny Morris –sionista de izquierda- ha situado al sionismo como vanguardia occidental en la "guerra de civilizaciones". El mismo Lévinas, por su parte, había señalado que el levantamiento de las "masas subdesarrolladas afro-asiáticas" significaba no solamente una "amenaza" para el reencuentro del "pueblo elegido" con su "autenticidad" en la Palestina, sino también un "peligro" para todo "el mundo judeo-cristiano".

Para Lévinas, "lo infinitamente otro" del "prójimo" excluye la "extrañeza radical" de las masas "extranjeras" respecto del "mundo judeo-cristiano" (del que son expulsados los musulmanes), y su infiltración en el mismo, a través del "marxismo", es lo que denomina como "el peligro amarillo". La amenaza de los "sin rostro", el peligro de "los condenados de la tierra".

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