lahaine.org
Bolivia :: 21/10/2014

Si yo fuera boliviana, votaría por Evo

Melisa Argento y Florencia Puente
No hay caminos lineales, y esta re-reelección expresa, en este contexto, un momento abierto que habilita la profundización de un proyecto político transformador

El triunfo electoral del pasado domingo 12 de octubre marca los rasgos distintivos de un gobierno que, a diferencia de otras expresiones progresistas en la región, consolida su proyecto hegemónico. Aunque se mantienen fuertes tensiones al interior del proceso, la re-elección de Evo Morales expresa un momento abierto que habilita la profundización de un proyecto político transformador en el que el MAS efectivamente pueda revitalizar la potencia de las luchas y resistencias que le dieron origen.

***

Lo que pasó el domingo en las urnas

Un rasgo que se evidencia de cara a la segunda vuelta electoral en Brasil resulta sintomático de las dificultades para sostener, luego de varias gestiones de gobierno, los proyectos políticos hegemónicos del “giro a la izquierda” en la región. Al Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, lamentablemente, no le ha resultado todo lo fácil que hubiera sido deseable conseguir una mayoría electoral. Este panorama no desentona con las alarmantes elecciones pasadas en Venezuela, o el duro golpe que sufrió Alianza País en Ecuador, con la derrota de las alcaldías más importantes en manos de una derecha tan reciclada como bizarra.

Bolivia es, en este contexto, un claro contra ejemplo –quizás junto al Uruguay, salvando las distancias– de una propuesta que se valida por tercera vez; es decir, que lejos de atravesar una crisis, aumenta su caudal electoral consolidando un proceso de expansión hegemónica. Los resultados augurados por las diversas encuestas fueron corroborados el domingo 12 de octubre por los bolivianos y bolivianas en las urnas, con un contundente triunfo de Evo Morales con alrededor del 60% de los votos (al momento de escribir este artículo aún faltaba concluir el cómputo oficial). Con ello Evo Morales gobernará hasta 2020 y será el presidente de Bolivia que más tiempo ocupó el Palacio Quemado, sede del gobierno en La Paz .

La distancia con la oposición fue de alrededor de 35 puntos. En el segundo lugar se ubicó el político y empresario cementero Samuel Doria Medina a la cabeza del frente Unidad Demócrata (centroderecha), que obtuvo alrededor del 25%, el ex presidente y reconocido neoliberal Jorge “Tuto” Quiroga (derecha conservadora) alcanzó alrededor del 10% en binomio con la indígena Tomasa Yarhui. Y a una significativa distancia se ubican Juan del Granado por el Movimiento sin Miedo (MSM-centroizquierda) y Fernando Vargas en el Partido Verde de Bolivia, con aproximadamente 3% para cada fuerza. En el caso de Vargas superó también las expectativas previstas con un 5% en La Paz que atrajo a sectores opuestos a la profundización de la apuesta nacional-desarrollista del gobierno.

La evidente fragmentación del bloque opositor se acompañó además de propuestas de campaña muy poco claras y algo pobres, y en el caso de Doria Medina del descrédito que ocasionaron las denuncias de Linera, quien se encargó de dar a conocer los vínculos de este funcionario con las privatizaciones en el gobierno de Paz Zamora. Así, en el seminario de fortalecimiento de ideología política por ejemplo, el actual vicepresidente relató las acciones de Doria Medina, y las ya más conocidas vinculaciones con las privatizaciones de Tuto Quiroga en estos tempranos 90.

El gran debate en las propuestas de los candidatos giró en torno al qué hacer con la distribución de la renta de hidrocarburos. Desde la oposición se le acusó al MAS de malgastar los recursos del boom de las materias primas, al tiempo que Doria Medina propuso la división de 50% de las ganancias para el estado y 50% para las empresas petroleras, lo cual generó la reacción de parte del MAS que lo acusó de querer desnacionalizar el gas en este país.

¿Pero por qué después de cerca de nueve años de gestión el gobierno de Evo Morales se consolida, mientras en el resto de los gobiernos caracterizados como “progresistas” no resulta tan clara la certeza de continuidad en el poder? Desde un enfoque bien institucional, seguramente algunos se verían tentados a argumentar que tiene que ver con los grados de articulación que han sabido construir las fuerzas opositoras por derecha, y en este sentido es claro que ni Tuto Quiroga ni Doria Medina lograron erigirse como “la” figura que Capriles resultó para la derecha venezolana. A su vez, y diferencia de otros países de la región (Venezuela, Ecuador, Uruguay) la oposición tampoco logró presentar figuras que aparecieran como renovadoras y pudieran disputarle las banderas del cambio a las izquierdas en el poder. Tanto Doria Medina como Quiroga están asociados a la vieja política y al periodo neoliberal.

El MAS hacia la “luna llena”

El punto de bifurcación que el mismo Álvaro García Linera vaticinaba en 2008 como necesario para la resolución del empate catastrófico de fuerzas, se considera saldado en el momento en que con una sonrisa entre dientes y desde el Palacio Quemado, Evo afirma: “Ya no tenemos una media luna, ahora tenemos una luna llena”. Unos días antes, catapultado sobre los números de las encuestas y evidentemente emocionado por las multitudes que presenciaba el acierre de campaña en la ciudad de El Alto, el Evo interpelaba a los ciudadanos y ciudadanas en los programas televisivos paceños, pidiéndoles que asistieran masivamente a las urnas el domingo. “Bolivia es un país bien democrático, en las elecciones pasadas votó más de un 80%”, decía en las entrevistas.

¡Y es que Evo sabía que el triunfo era un hecho! Y sabía, también, que ya nadie podría decir ahora que su país no era un país democrático; esa frecuente y rara crítica de parte de los filo demócratas hacia las “nuevas democracias andinas” (Bolivia, Ecuador y Venezuela). Porque si hablamos estrictamente de los mecanismos de la democracia formal y procedimental, estos gobiernos resultaron los que más convocaron a elecciones vinculantes y referéndums en el transcurso de sus gestiones. ¿Es que quizás conviene reconocer ahora que los elementos procedimentales de la democracia representativa demuestran no ser excluyentes de regímenes que impulsan una expansión hegemónica? En todo caso, eso siempre ha sido así…

Pero el del domingo no solo ha sido un triunfo en términos numéricos, sino que los principales objetivos políticos podrían ser logrados: sostener la mayoría de dos tercios en el Congreso –aunque aún hay que esperar cifras oficiales, el MAS estaría cerca de conseguir los dos tercios de las bancadas– y ganar el departamento de Santa Cruz, lógico objetivo puesto que este territorio fue el escenario de la gran movilización contra el Gobierno y por la autonomía regional y política de la región de tierras bajas. Para lograrlo, como lo ha mencionado Pablo Stefanoni, el MAS debió pactar con parte del empresariado aceptando su “modelo de acumulación”, prometiendo obras de infraestructura que alentaran la producción agrícola de esta región, como ferrocarriles y represas, entre otras; un pacto que parece evidenciarse en la incorporación de figuras políticas al menos cuestionables de esta región y en las palabras del Alcalde de Santa Cruz.

El devenir del proyecto hegemónico

Tras la inminente continuidad política del MAS-ISPP en el poder, parecen incluirse, entonces, varios elementos de ruptura, cambio o transformación. Desde aquel Evo que llegaba en 2005 impulsado por el ciclo de resistencias antineoliberal más importante de Nuestra América, pasando por el “Evo cumple” de la campaña electoral de 2009, hasta llegar a “Con Evo, vamos bien” en 2014; hay varios pasajes que vamos a focalizar en: a) el carácter de la construcción contra-hegemónica y anti-neoliberal del MAS en la región y en la esfera global; b) el cambio de los interlocutores que se interpelan en cada campaña, y el consecuente desplazamiento de la tensión inherente al MAS entre movimiento – partido.

Sobre el primer punto, creemos que el objetivo principal del MAS durante su llegada en 2005, expresado en términos de “combatir el colonialismo externo y el interno”, implicó necesariamente atender a las demandas étnicas y clasistas expresadas por los movimientos sociales desde la guerra del agua del 2000 en adelante. A lo largo de su gestión, supondría también escuchar a los “frenos” de las fuerzas sociales que los preciados de la “accountability horizontal” tanto valoran: los “gasolinazos” fueron claros ejemplos desde un principio. A su vez, el profundo conflicto del TIPNIS –luego de apenas un año de su re-elección de 2009– puso de manifiesto las tensiones no resueltas entre dimensiones étnicas y clasistas vinculadas con la definición del modelo de desarrollo. Resulta insoslayable, sin embargo, que la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la recuperación del rol central y regulador del Estado en el control de los hidrocarburos, y la decisión de la Reforma Agraria en el marco de una fuerte redistribución de la renta gasífera, dan cuenta de que los objetivos de profunda democratización social estaban en la génesis del proyecto político.

Así, la llegada del MAS –el “gobierno de los movimientos” como una democracia consolidada desde las bases, como un peligro a la hegemonía neoliberal en la región, dada su cercanía a las propuestas de construcción de “socialismo del siglo XXI” junto a la Venezuela chavista– fue “mal vista desde afuera” por el gobierno norteamericano, que dudaba en darle el reconocimiento de país soberano y el carácter de democrático. Ahora, es el mismo Fondo Monetario Internacional el primero en alabar los logros económicos de Bolivia. Consultado sobre este punto en la entrevista publicada por El País el pasado 4 de octubre, Evo se apresura en responder: “Las apreciaciones que hace este organismo me generan un poco de desconfianza… ¿será que estamos haciendo algo mal?”.

De igual forma, los indicadores internacionales corroboran pronósticos favorables principalmente para los sectores productivos y financieros del país, basados en estudios y balances macroeconómicos sobre el crecimiento del PBI boliviano. El consolidado Ministro de Economía, Luis Arce, también confirma el “vamos bien”, explicando que la expansión de la economía boliviana se situará este año en torno al 5,7%, tal como se estableció en el presupuesto y como eran las proyecciones anunciadas por la CEPAL en 2013. En su balance preliminar[1], el organismo había afirmado que durante ese año el crecimiento de la economía en el país andino superaba las estimaciones iniciales: se lograron niveles históricos de producción de gas natural y un aumento del consumo privado, el PIB creció, así, un 6,4%. Se auguraba sin embargo una merma hasta un 5,5% para este 2014, producida principalmente por los efectos de la inflación y de la disminución en los contratos de exportación de gas natural producto de la caída de los precios internacionales del petróleo. A su vez, días atrás Marcelo Lazcano afirmaba, en la prensa escrita paceña La Razón, que el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía boliviana liderará este año el crecimiento en América Latina[2].

En líneas generales, Bolivia mantiene un ritmo de crecimiento que en los tres años últimos llega a un promedio de 5,7% de acuerdo con el INE, y para el FMI este crecimiento se ubicará en segundo lugar en la región para 2015, entre otras cosas porque el próximo año se fortalecerá la producción industrial con el lanzamiento de la Planta de Urea y Amoníaco en Cochabamba.

Estos indicadores de una estabilidad macroeconómica constituyen la base de la expansión hegemónica del MAS, a la vez que contradicen la apuesta discursiva por la concreción de un giro hacia un “socialismo del Vivir Bien”, puesto que demuestran el consenso en torno a la profundización de un modelo de desarrollo basado en una fuerte industrialización y exportación de los recursos naturales –gas y litio mediante– como hacia la propuesta de convertirse en un país que lidere la comercialización energética en la región. Uno de los spots de campaña del MAS que proyecta la construcción de una “ciudadela de conocimiento y la tecnología”, a partir de la cooperación entre la universidad y las empresas privadas, es bien elocuente al intentar “complementar” estas dos perspectivas civilizatorias para profundizar el desarrollo y proclamar: “Un pueblo milenario con tecnología de avanzada es invencible”.

Las transformaciones en el país andino tienen impacto regional e internacional: parece sugerente que tanto Brasil como la Argentina ven en Bolivia un potencial y necesario complemento para hacer frente a la crisis energética de la región, a la vez que las más variopintas expresiones políticas valoran positivamente –y con similares argumentos– la estabilidad macroeconómica boliviana; sino, cómo se explica que un periódico como La Nación –¡La Nación!– emita días atrás un titular que reza “el hombre detrás del éxito de Evo Morales”, en referencia al ministro Arce.

En lo que respecta a la construcción de una efectiva integración económica y política de carácter regional, es necesario mencionar brevemente que los esfuerzos estuvieron orientados desde un primer momento hacia la consolidación de un bloque anti imperialista que pueda resistir los embates del capital trasnacional. Estos esfuerzos han sido deliberados en lo que respecta al rechazo de los tratados de libre comercio, el fomento de tratados bilaterales de inversión, la membrecía en el ALBA, la participación en UNASUR y en la CELAG, y el posible ingreso al Mercosur. La consolidación del eje Asia-Pacífico fue parte también de los objetivos de la política exterior de Bolivia: las relaciones comerciales entre este país y China se han tornado cada vez más fluidas; en lo inmediato, Bolivia ha sido sede de la cumbre del G77 más China.

Evo cumplió, ahora vamos por MAS

En el cierre de campaña de 2009, a la sombra de una maqueta del satélite Tupac Katari que sobrevolaba los miles de personas presentes en El Alto, Evo reafirmaba sus principales propuestas de gobierno: desarrollo de infraestructura –carreteras y transporte para la integración nacional–, desarrollo tecnológico e industrialización energética. Coherente con estas promesas es el actual “Con Evo vamos bien”… Pero, ¿a quiénes les habla? La respuesta es compleja, pues si bien el MAS interpela con esta frase a “todos y todas”, pareciera que esta vez se presenta inclusiva de banqueros, empresarios, inversionistas, sector exportador, además de las organizaciones sociopolíticas, ciudadanas y ciudadanos… Porque, por un lado, Morales afirma que su propuesta política ha sido discutida con el actor político que le “interesa”: la Central Obrera Boliviana (COB), recientemente adherida, y que no piensa sentarse a discutirla con los “neoliberales”, dado que “ellos ya tienen su prensa”.

Así, si desde un primer momento el proyecto político del MAS lograba articular indigenismo, populismo y estatismo como tendencias contrapuestas no excluyentes bajo el liderazgo carismático de Evo, pero sobre todo por el acompañamiento de los movimientos sociales que justificaban el “mandar obedeciendo”; asistimos ahora a una campaña en la que la opción por el pragmatismo político es evidente. La interpelación a los movimientos y, fundamentalmente, a los movimientos indígenas campesinos surge más tenue a la luz de las propuestas de campaña, la fuerza dada a la industrialización y la referencia a la COB como el interlocutor más directo desde el gobierno.

Finalmente, este desplazamiento hacia la consolidación de un partido capaz de interpelar diferentes fuerzas políticas y sociales aparece como la posibilidad histórica de construir, desde el Estado, un cierre hegemónico basado en un reconocimiento de la estabilidad política del Gobierno que se expresó el pasado domingo.

Desafíos y contradicciones

Uno de los intelectuales más comprometidos con el pensamiento de este proceso político, que a su vez no deja de ser su vice comandante, se hace cargo de analizar las contradicciones del proceso político boliviano, apuntando las que él considera tensiones (las llama “creativas”) de esta última fase. Según su punto de vista, estaríamos ahora ante la quinta fase, que manifiesta tensiones propias de un proceso revolucionario que afronta problemas al interior del bloque popular. Esta etapa se caracteriza por la compleja relación entre Estado y movimientos sociales; la flexibilidad hegemónica frente a firmeza en el núcleo social; los intereses generales frente a los intereses particulares y privados; y el socialismo comunitario del Vivir Bien.

Pero el gran desafío es en rigor el de enfrentar los todavía muy elevados índices de pobreza y pobrezaextrema, que si bien variaron de un 63% en 2002 para el primer índice y un 40% para el segundo a una actualidad donde se ubican en 38% y 18% respectivamente, la pobreza en Bolivia continúa siendo la cuestión social por revertir. En este sentido programas sociales (aunque no suficientes) están orientados a ampliar la inclusión social como “Renta Dignidad” para la población de la tercera edad, y el bono Juancito Pinto enfocado hacia la reinserción escolar de niños y jóvenes.

El control, la regulación y la accesibilidad de los recursos naturales como el agua o el gas, hansido históricamente puntos clave en la sociedad boliviana. El próximo desafío que tendrá el gobierno es el de continuar con las políticas de incremento de la cobertura a los servicios básicos. Desde la nacionalización de los hidrocarburos en 2006, el país se transformó en un proveedor importante de gas natural en el cono sur, fundamentalmente para Brasil y la Argentina. Sin embargo, para Morales el desafío es lograr para los próximos años el autoabastecimiento energético para su propio país.

El escenario está planteado. Las tensiones enunciadas son la prueba de que no hay caminos lineales, y que esta re-reelección expresa, en este contexto, un momento abierto que habilita la profundización de un proyecto político transformador en el que el MAS efectivamente pueda revitalizar la potencia de las luchas y resistencias que le dieron origen. Este es el deseo que expresamos para lo que vendrá, y por lo cual apostamos cuando decimos que, efectivamente, si fuésemos bolivianas, votaríamos por Evo.

________________

Notas

[1] Disponible en www.cepal.org/publicaciones/xml/2/51822/BPE-Bolivia.pdf

[2] Miguel Lazcano, La Razón, La Paz, 8 de octubre de 2014 http://www.la-razon.com/economia/Informe-FMI-Bolivia-lider-crecimiento-region_0_2139986029.html

www.contrahegemoniaweb.com.ar

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal