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La desventaja de ser timorense
Alizia Stürtze, publicado en GARA el 20 de Septiembre de 1999

Lo ha dicho la Casa Blanca y también su chico de los recados Sr. Solana: "No hay ninguna relación entre la situación en Kosovo y la de Timor Oriental". El resto de políticos, "intelectuales" y periodistas que, en defensa de los albano-kosovares, tan gran empeño pusieron en hacernos tragar esa aberración conceptual llamada "guerra humanitaria", tampoco ven contradicción alguna entre el ardor humanitario de Clinton ante la "barbarie serbia" y la "templanza" norteamericana ante esta fríamente calculada gran matanza de timorenses, arguyendo que "EEUU no es la policía del mundo". Yo también, por una vez, estoy de acuerdo: Kosovo y Timor Oriental no son efectivamente la misma cosa. Lo de Timor es muchísimo más grave.

Si la cosa va de número de cadáveres, huídos y refugiados, la balanza se inclina sangrientamente del lado de Timor. No en vano reconocen los observadores occidentales que otras misiones como la de Bosnia eran el paraíso en comparación con el infierno timorense. Si el asunto va de derechos de los pueblos, como sobre Kosovo proclamaron hasta los más acérrimos defensores de la España Una y Grande, convendría recordar que, mientras que los serbios han sido históricamente habitantes de Kosovo, Timor Oriental nunca ha sido indonesio, sino que fué invadido y conquistado a sangre y fuego por el ejército de Suharto en 1975 (200.000 muertos de una población de 850.000), con el total apoyo logístico australiano y estadounidense. Si, por el contrario, analizamos lo ocurrido en términos de realpolitik o de geoestrategia, tanto del dominante ejército indonesio como del Pentágono y sus agentes en la zona (Australia), comprobaremos que las piezas nos encajan mejor. Con el sangriento castigo infringido a los independentistas timorenses, el general Wiranto, hombre fuerte de las fuerzas armadas indonesias, pretende disuadir a otros territorios sometidos como Aceh o Papúa-Nueva Guinea donde la lucha independentista es también fuerte. En cuanto a Washington, sigue con lo suyo: defender sus intereses económicos en la zona y, sobre todo, mantener la hegemonía en el Sudeste asiático, una hegemonía que China le ha empezado a cuestionar. Situación que aprovechan los generales indonesios convertidos por cuestiones de geoestrategia en "estabilizadores necesarios" de la zona. Como se ve nada que tenga que ver con ese socorrido cajón de sastre que son los derechos humanos, de los que sólo hay que acordarse cuando conviene.

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