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Sección de Alizia Stürtze

Euskara y riqueza identitaria
Alizia Stürtze, publicado en Gara el 25 de junio del 2001

Euskara, castellano e inglés... Ahora lo progre va de educar a los alumnos desde pequeños en el trilingüismo como mínimo, que para eso estamos en Europa, y somos más abiertos y modernos que nadie.

Curiosamente, hemos aceptado por aclamación este trilingüismo en la educación, sin intentar solucionar previamente una serie de problemas, básicos hasta desde la simple perspectiva de qué debe un pueblo como el nuestro entender por adquisición de un lenguaje.

Por ejemplo. Todavía está sin diagnosticar el empobrecimiento lexical y conceptual que padecen nuestros jóvenes en el lenguaje, su dificultad para expresar contenidos y matices, para desarrollar la propia identidad y transmitir la memoria histórica. El lenguaje es comunicación, diálogo y compromiso, postura ante el mundo. Por eso mismo, es peligroso para un sistema que, en palabras de Eduardo Galeano, necesita aislarnos para fragmentarnos, y así, dominarnos mejor y reducir las relaciones humanas al miedo, la desconfianza, la competencia y el consumo. Pues bien. El poder ha conseguido que el lenguaje que hoy manejan nuestros jóvenes sea un lenguaje vacío de contenido, que no sirve para comunicar sino para reproducir los valores del mercado y las pautas «culturales» de este neoliberalismo que ha convertido la vida cotidiana en un campo de batalla en el que todos somos enemigos, y en el que el habla es sólo una herramienta de eficacia y competitividad mercantiles.

No hay práctica educativa sin contenido, es decir, no hay práctica educativa neutra. Hoy que las políticas educativas están orientadas al mercado (hasta se pactan los contenidos y las carreras con la patronal), esto es más claro que nunca: la educación responde a los intereses de la clase en el poder. El aprendizaje de idiomas también. Uno puede conocer muchas lenguas y tener un universo mental estrecho y alienado. Saber decir en varios idiomas «quiero una Big Mac con lechuga» o «los valores de las eléctricas están en alza», en absoluto implica poseer un horizonte más amplio y rico. De hecho, puede ocurrir lo contrario.

En nuestro afán «competitivo», hemos olvidado lo que antes sabíamos: que el euskara sólo nos valdrá en la medida en que nos sirva para imaginar, expresar y transmitir un modo de vivir y una identidad propias, una memoria colectiva de resistencia, un deseo emancipatorio de pueblo trabajador oprimido, diferente y solidario. Esta debe seguir siendo nuestra prioridad primera: no ya enseñar a nuestros hijos a hablar superficialmente varios idiomas, sino educarlos identitariamente en euskara. Porque sólo a partir de la comunión profunda con la lengua y la cultura propias podrán acceder y enriquecerse a través de otros universos lingüistico-culturales.

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