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Europa :: 14/07/2015

Syriza en el Gobierno: ¿hacia dónde va Grecia?

Stathis Kouvelakis / Alex Callinicos
Las posiciones de Syriza representan un momento terrible de retroceso para la izquierda y la clase trabajadora en Grecia y en el resto de Europa

En el marco del evento anual 'Marxism 2015: Ideas for revolution' se desarrolló un debate entre Stathis Kouvelakis, miembro de la dirección de Syriza y destacado militante de la Plataforma de Izquierda, y Alex Callinicos, dirigente del SWP (Socialist Workers Party) británico. Publicamos aquí la desgrabación traducida del debate.

 Stathis Kouvelakis: Camaradas, empezaré con esta cita mencionada en referencia a los trabajadores desocupados. Es verdad que llegamos a la final del campeonato de la lucha de clases, pero me temo que hemos perdido el partido, o al menos que hemos perdido este partido. Me gustaría venir aquí a traer noticias positivas, pero desafortunadamente no es este el caso. Como muchos de ustedes saben, el parlamento griego votó ayer la propuesta que será llevada mañana por parte del gobierno griego al Eurogrupo, y esta propuesta implica nada menos que un nuevo paquete de austeridad apenas modificado – y esto tal vez es más impactante – comparado con el paquete de austeridad propuesto por el señor Juncker unas semanas atrás, masivamente rechazado en el referendum por el 62% del pueblo griego el 5 de julio. Claramente, este es un desenlace completamente desastroso para un experimento político que dio esperanza a millones de personas luchando en Europa como en otras partes del mundo, según pienso uno de los experimentos más interesantes en décadas en la política de izquierda. Las consecuencias de esto serán por supuesto de gran alcance y en esta etapa impredecibles, tanto para la izquierda y la escena política en Grecia, como también más ampliamente en Europa. Y como todos saben, en casos como estos lo más importante para poder avanzar es analizar cómo llegamos a este punto, qué otros cursos de acción posibles había detrás de este resultado negativo. Antes de empezar, me gustaría hacer una observación metodológica sobre lo que, en mi opinión, no deberíamos hacer en estas circunstancias, qué no deberíamos hacer en vistas a ser capaces de abordar de manera productiva la situación difícil que tenemos que enfrentar. El primer error que creo que debemos evitar es repetir fórmulas predefinidas y certezas que han sido usadas en numerosas ocasiones en el pasado, algunas veces de manera justa, otras veces no tanto. Para ser más concreto, daré algunos ejemplos.

Déjenme comenzar con el primer tipo de análisis predefinido: ‘lo que hemos visto en Grecia no es sorprendente en ningún sentido, es la vieja historia del reformismo, el reformismo es la traición de la clase trabajadora. Nos han traicionado, punto final, nada nuevo, sigamos adelante’. Creo que las cosas son un poquito más complejas, ya que – sólo para hablar de Grecia – tuvimos reformismo, tuvimos al PASOK en el poder en los 80’s. De hecho, el PASOK dominó durante décadas la vida política en Grecia. Y el reformismo del PASOK no está asociado con algo negativo en la memoria del pueblo griego, al menos el PASOK del primer periodo. Es un partido que tomó medidas sociales generales, que promovió la democratización en la sociedad griega. Por supuesto que no se trataba de socialismo, pero significó una mejora muy concreta en la vida de millones de trabajadores. Lo que está en juego hoy no es en absoluto este tipo de reformismo. De lo que estamos hablando es de un partido de izquierda, llegando al poder con una agenda muy radical. Este es un punto general que debemos destacar en lo que refiere al sentido de la política reformista y social-demócrata hoy, no hace 50 o 70 años. En segundo lugar, la noción de traición en sí misma. No creo que se trate de una categoría política útil para entender los procesos políticos. Personalmente, creo que he estado suficientemente cerca de ese tipo específico de situaciones para decir que no es de mucha ayuda. La noción de traición implica que hay un tipo de plan preestablecido que se actualiza, que esta gente ha manipulado de alguna manera la opinión pública, a su propio partido, a los activistas, etc., para llegar al poder y entonces ahí traicionan a todo el mundo, porque ese era el plan, eso era lo que querían hacer. No creo en absoluto que sea esta la manera en que las cosas concretas suceden. Creo que lo que pasa en Grecia es el fracaso de una estrategia política, y cuando decimos que una estrategia política fracasa por completo, significa que al final de la historia nos encontramos solamente con opciones malas o desastrosas. Esta es la situación en la que nos encontramos ahora. El último error metodológico es un poco distinto. Creo que incluso si temas teóricos mucho más generales están en juego en esta situación, deberíamos empezar con el análisis concreto de la situación concreta. Déjenme ilustrar este punto. Tuvimos una discusión muy potente con Alex en febrero (ver: https://www.youtube.com/watch?v=FV2jCTBjlpQ) sobre la situación griega, y algunos de los puntos señalados por Alex en ese momento fueron los del Estado, el rol de los aparatos represivos y cómo deberíamos romper con ellos, y también el rol de las alianzas, y más específicamente sobre la participación del partido ANEL de los griegos independientes en el gobierno. Pienso que estos son por supuesto puntos muy importantes, pero no creo que sirvan para explicar lo que ha pasado ahora. No creo que la capitulación ante las demandas de los acreedores pueda ser explicada por la manera en que Syriza abordó o no abordó los temas de política de Defensa, o incluso los temas concernientes a los aparatos represivos del Estado, a pesar de que el historial del gobierno en ese sentido es muy problemático. Tampoco creo que el ANEL haya jugado un rol significante en alcanzar este punto en la negociación. De hecho, a pesar de que todos los diputados del ANEL votaron a favor de la propuesta, fueron muy reticentes respecto de la capitulación. Por supuesto que siguiendo sus propias razones y su propia lógica. Así que una vez más, pienso que la cuestión central es que necesitamos un análisis muy concreto de lo que estaba en juego estratégicamente aquí y ahora en la coyuntura griega, y no una reflexión general y de alguna manera superficial sobre el reformismo, la traición o este tipo de cosas.

Déjenme hacer entonces una breve recapitulación de la estrategia de Syriza. Syriza llegó al poder con un mandato popular en apariencia bastante claro y simple: romper con las política de austeridad y liberar al país de una deuda injusta e insostenible. Sus compromisos incluían lo que podemos denominar, según nuestra tradición, un programa transicional que era el programa de Thessalonikki. Un conjunto de objetivos sobre cómo romper completamente con la política de austeridad, tal como fue aplicada en Grecia de una manera realmente agresiva con los memorandums de los últimos 5 años. Esta estrategia se apoyaba en dos pilares. Por un lado, se basaba en una disociación de la cuestión de la deuda y la cuestión de la austeridad. En el caso de la deuda, se trataba de renegociar la deuda sobre el modelo de la conferencia de Londres de 1953 sobre la deuda alemana, pero sin excluir medidas unilaterales en caso de de que fracasaran las negociaciones, aunque por supuesto este punto fue dejado de lado, al menos en los discursos de este último periodo. En lo que refiere a la ruptura con el marco de la austeridad, la idea era que los compromisos del programa de Thessalonikki, que constituía un tipo de programa transicional mínimo, debía ser implementado independientemente del curso de las negociaciones con los acreedores de la Unión Europea. No es necesario decir que, como muchos sectores de la izquierda radical tanto adentro como afuera de Syriza advirtieron, esta estrategia se ha probado completamente irrealista e inviable. En lo que refiere a la deuda, estaba claro que los acreedores no aceptarían ninguna discusión, ni siquiera una mención, de la palabra cancelación. A lo sumo discutirían la reestructuración, que no implica ninguna solución real, ya que sólo alivia la carga de la deuda. E incluso la reestructuración llegaría sólo luego de la aceptación e implementación de un nuevo paquete de austeridad, es decir una vez que la continuidad del tipo de políticas que venían siendo aplicadas fuese garantizado en algún sentido.

En lo que refiere ahora a la implementación de las medidas anti-austeridad del programa de Thessalonikki, lo cual supuestamente ocurriría en cualquier caso, se probó completamente ilusorio, ya que todo el cálculo era que sólo observarían a un gobierno de izquierda llevando a la práctica sus políticas y dando por supuesto el ejemplo a toda Europa de que es posible romper con la austeridad. Claro que esta no es la manera en que las cosas sucedieron. Los sectores dominantes reaccionaron brutalmente e inmediatamente, de la manera más violenta que tenían a su disposición, con el arma del dinero, de la liquidez de la moneda. De hecho, sólo nueve días después de las elecciones del 25 de Enero, Mario Dragui, presidente del Banco Central Europeo, cortó el principal canal de provisión de liquidez de los bancos griegos. Desde ese momento en adelante el país ha sido sometido a una dieta severa en términos de liquidez, que se ha vuelto – como probablemente sepan – en un paro total diez días atrás, cuando el referendum fue anunciado. Las consecuencias de esta estrategia han sido absolutamente devastadoras para la economía, para el estado de las finanzas públicas, y más generalmente para el balance de fuerza entre el gobierno griego y la UE.

Por lo tanto, estaba absolutamente claro que alguna medida unilateral debía ser tomada, pero esto no sucedió. Cuando el gobierno griego decidió parar de pagar la deuda al FMI, a comienzos de junio, ya era demasiado tarde, las arcas públicas estaban ya vacías, y el gobierno ya había ingresado, desde la firma del acuerdo con la UE el 20 de febrero, en una espiral descendiente de concesiones, que llevan a otras concesiones, que llevan a otras concesiones, llevando a la desmovilización y la pasividad social, el punto más importante. Así que hubo una ilusión fundamental detrás de todo esto, que consistía en pensar que se podría obtener algo negociando con las instituciones europeas en ausencia de un plan b, ausencia cuyas consecuencias están siendo sentidas de manera muy fuerte y devastadora en este momento. El plan b, que implica una alternativa de lo que debería hacerse si las negociaciones llegaran a un punto muerto, tal como lo hicieron exactamente, y todos sabían que un plan b debía considerar como una opción la salida de la zona euro, fue puesto fuera de la mesa por la mayoría de la conducción del partido de gobierno, supuestamente como un signo de buena voluntad y buena fe hacia las instituciones europeas y con la perspectiva de negociar y de respetar las reglas del juego. Pero no hay reglas en ese juego, y aquí reside tal vez el corazón del problema. Hay algo que es como una especie de creencia en el sentido religioso o ideológico del término, por parte del gobierno y de la conducción en la naturaleza benevolente de las instituciones europeas y en la posibilidad de que giren positivamente hacia el escenario del buen euro, cambiando el balance de fuerzas en un país, si se toma ventaja de las contradicciones existentes y de un movimiento internacional de simpatía y solidaridad, sin romper con la zona euro. Esta ideología que es ahora compartida por la mayoría de las fuerzas de la izquierda radical europea – si me lo permiten, la ‘izquierda europeísta’ – está en la raíz del problema, y la derrota que estamos sufriendo en Grecia tiene que ver con el fracaso de esta estrategia. Estamos pagando el precio de esto, de internalizar esta ideología del europeísmo de izquierda, lo cual pienso – aunque esto está abierto al debate – debe ser considerado como un síntoma de una más profunda derrota ideológica de la izquierda tal como emergió luego de la derrota de las experiencias revolucionarios del S. XX.

Como conclusión intentaré dar algunos elementos, tantos como me sea posible, para responder a la pregunta que muchos de ustedes seguramente se hacen en este momento: ¿qué pasará? ¿Cuáles son las perspectivas? Creo que en lo que refiere al proyecto político de Syriza hemos alcanzado un punto de no retorno. Syriza como proyecto político no puede continuar de la manera en que lo hizo hasta ahora. Este es el momento de una ruptura decisiva. Como ustedes saben, en la votación de ayer en el parlamento, el gobierno perdió su propia mayoría con solo 145 diputados de su propia coalición de 162 que votaron a favor del acuerdo propuesto. Los 17 diputados de Syriza que no votaron el acuerdo cubren un rango de posiciones al interior del partido que va desde la presidenta del parlamento griego Zoe Konstantopoulou, algunas otras personalidades, al corazón de los diputados de la plataforma de izquierda. 15 diputados de la plataforma de izquierda votaron a favor del acuerdo propuesto en vistas a que el gobierno no pierda la mayoría, lo cual de todas formas sucedió, pero enviaron una declaración afirmando que se solidarizaban con aquellos que no votaron a favor, y que no aceptarían un paquete de austeridad como tal. La plataforma de izquierda ingresó una propuesta alternativa que implica otra forma de romper con la austeridad, que plantea la cuestión del ‘Grexit’ y la salida del euro en el centro de la discusión. La sociedad griega en estas últimas semanas vivió un momento extraordinario, que ahora lamentablemente parece demasiado lejano, pero no se ha desvanecido ni desaparecido. Se trata de la experiencia del referendum. El referendum fue una victoria popular, y es testigo de que grandes sectores de la sociedad griega de la clase trabajadora, en la juventud, en las clases populares, y en grandes sectores de la izquierda combativa están listos y preparados para dar una batalla. Este capital no debe ser desperdiciado, no debe perderse. Debe ser actualizado en un contexto mucho más difícil ahora, con un gobierno que sabemos que será lentamente digerido por la lógica de la administración del nuevo liberalismo. En el nivel político, creo que es absolutamente crucial reagrupar a todas las fuerzas que han aprendido las lecciones de lo que ha sucedido en vistas de abrir un nuevo camino para la izquierda radical griega y para las fuerzas del socialismo y la transformación social. Sólo quiero terminar con la siguiente frase. Ustedes probablemente sepan que yo trabajo y enseño como un teórico político, y que también trabajo sobre la teoría marxista. Un autor que es particularmente querido por mí, y central en mi trabajo, es el filósofo francés Jean-Paul Sartre. Sartre escribió: ‘Cada vez que he estado equivocado, fue por no haber sido lo suficientemente radical’. Comparto completamente lo que expresa esta cita. Pero radical, al menos para mí, no significa la repetición de las viejas recetas, sino como un compañero – en efecto, el orador del grupo parlamentario de Syriza, miembro prominente de la plataforma de izquierda, Athanasios Petrakos – dijo ayer: ‘abrir las alas a lo desconocido’. Gracias.

Alex Callinicos: Gracias Stathis por plantear los problemas con tanta claridad. Este es el segundo debate que tenemos. La primera vez fue en Febrero, justo después del primer enfrentamiento del gobierno de Syriza con el Eurogrupo, el Ministro de Finanzas de la Eurozona, y ahora estamos debatiendo luego de este terrible voto parlamentario de anoche. Hay una estrecha conexión entre estos dos momentos, ya que el acuerdo de Bruselas del 20 de Febrero fue el comienzo del proceso que hemos visto ahora completarse, con el gobierno de Syriza capitulando frente al programa de austeridad de la UE. Pienso que es muy importante aclarar que estoy tan descontento con esto como Stathis. Es un momento terrible de retroceso para la izquierda y la clase trabajadora en Grecia y en el resto de Europa. Más allá de las posiciones que podamos tomar en el debate, no hay nada para celebrar en esto. Pero creo que el hecho de que estemos hablando en un momento de retroceso, no altera el hecho de que lo que hemos visto en Grecia desde las elecciones en Enero, representa la experiencia más importante de la izquierda y del movimiento obrero en Europa desde la revolución portuguesa hace 40 años. Y ese fue el punto más álgido que la lucha de clases ha alcanzado en Europa, cuando vimos soldados y trabajadores marchando en las calles bajo banderas revolucionarias. Eso no ha pasado aún en Grecia, pero ese es el tipo de referencia de la que estamos hablando, y no deberíamos olvidar lo que pasó el domingo pasado. El domingo pasado fue un momento absolutamente increíble. Me gusta pensar que fue un momento gramsciano. Antonio Gramsci habló de la toma del poder por parte de la clase trabajadora a través de un largo proceso de ganar la hegemonía sobre grandes sectores de la sociedad afuera de la clase obrera. Eso es lo que representa el %62 de los votos en el referendum, representó a la clase obrera arrastrando a otros sectores de la sociedad: pequeños comerciantes, campesinos, etc., a rechazar la austeridad. Y no deberíamos olvidar eso. Uno de los puntos fundamentales – no estoy de acuerdo con Stathis en esto, más allá de cualquier cosa sobre estrategia o cuál es la mejor manera de ser radical – es la idea de que hemos visto jugarse el partido final (no soporto el fútbol, me aburre enormemente para ser honesto, así que no me gustan las metáforas futbolísticas). De todas formas, es fundamental comprender, dado lo que sucedió el domingo pasado, que este no es el final.

Ahora, quiero hacer algunas preguntas acerca de qué nos enseña esta experiencia extraordinaria. En primer lugar, ¿qué nos enseña a cerca de la Unión Europea? La mayoría en la izquierda, como Stathis dijo, piensa que la UE es una institución progresiva. Tsipras dijo que el chantaje no es parte de la tradición de la UE, que su tradición es la de la solidaridad y la democracia. Esto no tiene sentido. La UE es un poder imperialista disfuncional. Está demasiado eclipsada por sus antagonismos nacionales internos para funcionar coherentemente, de ahí la parálisis de los años anteriores, pero hemos visto que es capaz de imponer brutalmente, en particular sobre las economías más débiles de Europa. Entonces, cuando se trata de que el Socialist Workers Party está teniendo un debate sobre qué línea deberíamos tomar en torno al referendum que probablemente se de en este país el año próximo sobre la UE, realmente espero escuchar un argumento defendible para votar por el sí. Yo argumentaré que debemos decir OXI en ese referendum. La segunda lección es sobre el capitalismo, ya que muchos de los comentarios sostienen que los gobernantes de la UE están siendo irracionales: ‘esta gente está loca, no han leído a Keynes, no entienden sobre los niveles de deuda y cosas por el estilo’. Esto es un error. Los gobernantes de la UE están operando de acuerdo a la lógica del capital ¿De qué se trata la austeridad? Se trata de asegurar que el modelo económico del capitalismo dominante en Europa, el capitalismo alemán – una economía construida sobre grandes niveles de exportación, manteniendo la inflación baja; el Banco Central dirigiendo la economía de manera que mantenga altos niveles de exportación –, implica asegurar que nada que ponga en cuestión ese modelo puede suceder. Por eso están luchando con tanta fuerza. No se trata de maldad, ni de mala formación económica, ni nada por el estilo. Y el hecho de que el conflicto sea tan brutal y violento, refleja la brutalidad del tipo de competición que se da a nivel mundial. Estamos en un período histórico en el que el capitalismo está enfrentando grandes problemas (recuerden esos idiotas que dijeron que China salvaría al capitalismo mundial; miren ahora el mercado chino). El capitalismo enfrenta enormes problemas. Cada parte del sistema está luchando por mantener su posición contra las otras, y ¿quién paga por esto? La clase trabajadora. Y lo que intentan hacer los gobernantes de la UE es de asegurarse que la gente que pague más sean los sectores más débiles y menos organizados de la clase trabajadora en Europa. Veremos si funciona.

Ahora, el tercer punto, tiene que ver con la reforma o la revolución. Y Stathis dice que debemos deshacernos de las fórmulas preconcebidas. Por supuesto que eso es cierto en términos generales, pero también es cierto que el marxismo es una tradición teórica que busca incorporar y resumir la experiencia concentrada de los doscientos años pasados de la lucha de clases. Es cierto que la gente a veces habla de reformismo en un sentido muy estereotipado, pero hay toda una experiencia histórica del reformismo que necesitamos usar como un punto de referencia. El argumento de Stathis es que Syriza no puede ser visto como un partido reformista, como un partido reformista clásico, que no es como el PASOK – el partido histórico de la social-democracia en Grecia – que, dicho sea de paso, es completamente diferente de los partidos social-demócratas clásicos. El Primer Ministro de tipo Blair de Grecia, del PASOK – nunca recuerdo su nombre – el que a comienzos del año 2000 estuvo involucrado en la lucha contra la carrera armamentística bajo al dictadura militar, lo cual no tiene nada que ver con los líderes del Partido Laborista. Así que el PASOK era un tipo divertido de partido reformista. Voy a argumentar que Syriza representa el tipo de reformismo que vemos emerger en Europa en el momento actual, a la izquierda del social-liberalismo del SPD en Alemania, etc. Pero precisamente centrándose, como lo ha hecho Stathis, en la ilusión de Europa. Tiene razón sobre este punto. Si leen el tipo de cosas que dice Pablo Iglesias, líder de Podemos en el Estado español, verán que lo pone en términos de cómo debemos presentar una alternativa en el marco de la UE, un desafío a la austeridad en el interior de dicho marco. Este ha sido el proyecto reformista que tanto Syriza como Podemos están buscando, y ha sido comprobado hasta su destrucción en el caso de Grecia. En términos de retrocesos reformistas, esto es peor – pongamos por caso – que lo que Harold Wilson experimentó en su país a mediados de los ’60 o de los ’70, o Francia con Miterrand a principios de los ’80. Como Stathis dice, un proyecto de reformas muy moderado ha sido destruido, y en su lugar Syriza ha sido forzada a implementar el programa de reformas que se supone debía rechazar. No sólo fue elegida para rechazarlo, sino que hasta hace una semana estaba haciendo campaña para que la gente lo rechazara, teniendo éxito en persuadir al pueblo griego para que lo rechazara. Este es un retroceso masivo. No se trata de denunciar individuos, y ese tipo de cosas; eso es una pérdida de tiempo. Se trata de comprender la lógica de una estrategia que busca, en un momento de crisis profunda en la UE y el capitalismo en general, mejorar las condiciones de la gente trabajadora en los marcos del sistema, no siendo el marco más relevante de este sistema el estado nación sino la UE. Esta estrategia ha sido probada hasta su destrucción. Este abordaje ha sido minado por la experiencia.

Lo importante es la cuestión del partido. La última vez que debatimos, Stathis expuso muy bien los elementos que hacen de Syriza un tipo de partido distintivo. La manera en que agrupa una coalición de diferentes secciones de la izquierda, incluyendo sectores de la izquierda revolucionaria, la manera en que desarrolló un contacto con los diferentes movimientos sociales que han sido muy poderosos en Grecia durante los últimos años. Esos aspectos de Syriza son muy precisos, pero luego de todo eso ¿qué vemos? Vemos a este partido probado en el gobierno en formas realmente muy clásicas, hasta llegar al voto parlamentario de la noche pasada. Por supuesto que creo que Syriza se ha mostrado como un proyecto extremadamente exitoso en términos electorales, pero ha fallado en el gobierno. La última vez que debatimos, Stathis habló de Antarsya, el frente de la izquierda anticapitalista, en el cual participan nuestros compañeros del SWP. Habló de que Antarsya había sido estratégicamente derrotada. Pero para ser honestos ¿qué podemos decir de Syriza hoy? ¿No ha sido estratégicamente derrotada? ¿Qué pasa con la plataforma de izquierda? No creo que la actuación de la plataforma de izquierda anoche sea nada de lo que podamos estar orgullosos. En una crisis como esta, la plataforma de izquierda ha tomado una posición que es muy crítica de la conducción de Syriza. Y tal como dijo Stathis, ha desarrollado una estrategia alternativa. Este tipo de criticismo es inefectivo a menos que se agregue – y esto implicaría una gran rebelión en el parlamento – no aceptar el chantaje, porque si se acepta la lógica de no dejar que caiga el gobierno, entonces se es el prisionero de las políticas de ese gobierno. Sé que a Stathis no le gustan las comparaciones con experiencias pasadas de partidos reformistas, pero cuando leo lo que hicieron los distintos diputados, no me recuerda más que a la izquierda laborista bajo el gobierno de Wilson y Callaghan en 1970. No es nada nuevo, lo hemos visto antes. Debía haber un voto concertado en contra del acuerdo, y luego los diputados deberían haber salido a las calles llamando a la oposición de las masas al acuerdo. Si la plataforma de izquierda quiere tener un futuro, entonces tiene que salir y unirse con los compañeros de Antarsya para construir un movimiento más amplio en contra de la austeridad y desafiar a este gobierno. Claro que no se trata de una cuestión subjetiva de bondad o maldad, pero Syriza ha traicionado a sus votantes. Ha traicionado a la gente que ha votado por ellos el domingo. Es más, según mi visión, toda la experiencia de Syriza ha justificado a aquellos que argumentan que es necesario construir una izquierda organizada, con un núcleo marxista de claridad teórica, que no actúa por sí misma en un aislamiento glorioso, sino que busca construir en coalición, en cooperación con otros sectores de la izquierda y es parte de un movimiento más amplio, pero que preserva una coherencia estratégica y teórica para actuar de manera independiente. Porque lo que pasa al interior de Syriza, es que ha perdido su habilidad de actuar de manera independiente. Es muy importante que retomen esa habilidad, y eso implica desafiar a este gobierno, romper con este gobierno, y salir a las calles.

Lo último que hemos aprendido de Grecia es acerca de la auto-emancipación. Quiero volver al referendum, porque no fue simplemente una votación ordinaria. Fue algo que tenía que ver con las profundidades de la sociedad griega, que involucraba – como dije – a la clase obrera arrastrando grandes sectores de la sociedad atrás de sí. Fue tan inesperado y tan rápido, que para ser honestos fue muy difícil para toda la izquierda organizar una campaña conjunta. Así que este fue un voto que las masas griegas organizaron por sí mismas. Esto demuestra algo muy profundo sobre la apuesta básica de una política revolucionaria. La apuesta básica de una política revolucionaria es que la clase trabajadora tiene la capacidad de organizarse a sí misma en vistas a su liberación. Tuvimos un pequeño vistazo de eso en Grecia el domingo pasado. Por eso no creo que se haya terminado. No creo que lo que ha hecho el gobierno simplemente desmovilizará y fragmentará todo lo que ha sucedido. Pienso que será muy difícil revertir el paso adelante que las masas griegas dieron el domingo. Eso es un problema para las clases dominantes griegas, es un problema para las clases dominantes europeas. Pero esa es nuestra esperanza. Por lo tanto, la cuestión crucial para la izquierda radical y revolucionaria – se encuentre adentro de Syriza, se encuentre adentro de Antarsya, o en cualquier sección más o menos – es juntarse y levantarse. Lo que me irrita de la plataforma de izquierda es que tenían legitimidad, pudieron haber dicho: ‘¡Somos la voz del OXI! ¡Hablamos por la mayoría! Eso es lo que tiene que hacer la izquierda en Grecia, y si lo hacen, entonces el juego está muy lejos de terminarse.

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Respuestas a los comentarios:

S.K: Compañeros, no dije que todo había terminado. No dije que hayamos perdido el partido final: no hay partido final en la lucha de clases. Pero hay retrocesos y derrotas. Hubiese sido muy fácil, tal vez loco, venir acá y decir: ‘plop (sic), se terminó’. Ustedes saben que soy miembro del comité central de Syriza, y me siento bien porque ustedes saben que hay muchas luchas por delante. Eso hubiese sido muy deshonesto. Obviamente, soy activo en la política socialista hace más de 35 años, y ciertamente este no es el final de mi participación personal, y por supuesto no es el final de la película. Pero debemos pensar seriamente en lo que ha sucedido, así que voy a dar algunos elementos breves acerca de los puntos que salieron en la discusión.

Primero, en lo que refiere al reformismo. Para resumir la manera en que veo las cosas – pueden o no estar de acuerdo con esto –, veo el reformismo como una clase de proyecto político coherente que buscar mejorar las condiciones de la clase trabajadora, y obtener logros materiales para dicha clase en los marcos del sistema capitalista. Es un tipo de compromiso con el capitalismo que es parcialmente, pero concretamente, favorable a la clase trabajadora. Es un proyecto que funcionó por muchas décadas en Europa, y en muchos otros lugares, por supuesto con sus propias limitaciones estructurales: no puede ir más allá del capitalismo. Sería estúpido pedirle a esos partidos que fueran más allá del sistema capitalista, ya que no es de lo que se trata su proyecto. Su proyecto es, para resumir, construir un Estado de bienestar y preservarlo. Se trata del reformismo histórico. Syriza no tiene el mismo tipo de cohesión. Puede gustarles o no, pero la identidad de Syriza es anticapitalista. Es un partido que busca destruir al capitalismo mediante la transición al socialismo, definiendo socialismo como la socialización de los medios de producción. Ahora, ustedes se preguntarán: ¿cuál es la relación entre esto y lo que está sucediendo ahora? Bueno, creo que aquí el análisis que se ha hecho es muy útil: hubo una contradicción interna en Syriza, y todavía hay una contradicción interna, que no puede encontrarse en los partidos reformistas típicos. La contradicción consiste en que de un lado Syriza es un partido que está anclado en los movimientos sociales, tiene objetivos de transformación social radical, ha jugado un rol positivo y progresivo en la lucha política y social en Grecia durante el último período. Y esta es la razón por la cual se convirtió en la expresión principal de la búsqueda de la gente de una alternativa a la situación actual. Porque quiero preguntarles: ¿qué significa exactamente tener razón en política? Puedo decir que desde el comienzo he escrito más de doscientos artículos desde el inicio de la crisis. Personalmente, siempre he sido muy claro sobre el hecho de que creo que no se puede romper con la austeridad en el marco de la UE, y no estuve solo al afirmar esto, sino que la totalidad de la plataforma de izquierda sostuvo esta posición ¿He tenido razón? No, porque esta línea no ha prevalecido al interior de mi propio partido. Así que les pregunto: por supuesto que los compañeros de Antarsya, que han sostenido las mismas posiciones, han tenido razón, digamos, analíticamente, pero ¿lo han estado políticamente? No, lo siento. Son ahora tan débiles como lo eran al comienzo de la crisis. Esta es para mí la prueba fundamental. Tenemos que entender concretamente qué está sucediendo, cuál es el balance concreto de las fuerzas, dado que de otra forma es muy fácil tener slogans muy bonitos, etc. Pero en una situación como esta necesitamos pensar qué va a suceder. Hay un peligro absoluto, por supuesto, que pienso que puede ser evitado. Mientras la conducción de Syriza, o al menos la mayoria, capitula frente a las demandas de los acreedores y de la UE, los fascistas pueden aparecer, no sólo en Grecia sino en Europa, como la única fuerza que de manera radical pelea contra el sistema existente, contra la austeridad, e incluso está a favor de salir del Euro. Es la posición de los fascistas en Francia, por ejemplo, con Marine Le Pen. Es crucial para la izquierda reagrupar sus fuerzas, y todos entienden que hay algo muy importante en juego para todas las fuerzas en Grecia que pelean del mismo lado. Pannos (alguien entre el público) mencionó la huelga de ADEDY, y podrá confirmar que en ADEDY casi todos los compañeros de Syriza en los gremios principales – y son muchos – siendo el más radical el de los docentes de nivel secundario, con la mayoría de Syriza. La mayoría de estos gremialistas son activistas de la plataforma de izquierda de Syriza, y más particularmente en ADEDY, y podemos estar seguros de que darán batalla. Así que tenemos muchas luchas por delante. Tenemos muchos elementos para una alternativa de izquierda en Grecia. Creo que el economista marxista Costas Lapavitsas y otros diputados de Syriza han producido un cuerpo de trabajo muy interesante, que de hecho constituye la base de la alternativa propuesta por la plataforma de izquierda en la situación actual. Por otro lado, agregaría que no podemos continuar de la manera en que lo hemos hecho hasta ahora. Ser tendencia al interior de un partido permite hacer ciertas cosas en determinadas situaciones, pero por supuesto pone ciertos límites a lo que se puede hacer. Estas no son cosas que puedan juzgarse de manera abstracta. Quiero decir a la gente tenemos que hacerlo mejor. Y lo que ciertamente diría en términos colectivos es que tenemos que hacerlo mejor en el futuro, retomando las lecciones de lo que ha pasado.

A.C: Claramente tenemos un desacuerdo con Stathis en torno a cómo caracterizar al reformismo. Stathis ofrece una distinción muy fina entre las políticas llevadas adelante por Syriza, que caracteriza como un partido anticapitalista, y el tipo de centro que implica construir un Estado de bienestar y reformas concretas que han caracterizado a la social-democracia. Yo no veo esa oposición. La Labour Left, desde 1940 hasta la derrota de 1980, tuvo una posición crítica frente al capitalismo. Planteaban una alternativa socialista. Uno de los libros principales de Tony Benn llevaba el nombre de ‘Arguments for socialism’, exponiendo la estrategia y el tipo de programa de reformas asociada al Labour Party en los ’70 y principios de los ’80, considerándolas una estrategia para el socialismo. Precisamente porque eran reformistas, a menudo eran muy poco claros acerca de lo que significaba el socialismo, si implicaba una diferencia cualitativa con el capitalismo o sólo una continuación del mismo mediante este tipo de reformas. Ya podemos ver esto en los debates que comienzan en el Partido Socialista Democrático de Alemania a principios del S. XX. Así que no veo la distinción que hace Stathis. Es cierto que Syriza proviene de luchas muy radicales y que ideológicamente está dominado por fuerzas que se ven a sí mismas como marxistas, en un grado sin precedentes en los tiempos recientes. Esto puede verse en los medios: ‘todos estos profesores marxistas, ¡no sabíamos que había tantos profesores marxistas en el mundo, y ahora son todos ministros de finanzas!’. Ideológicamente, Syriza es un partido mucho más duro que los partidos social-demócratas tradicionales. Pero más allá de esto, Stathis y Pannos están de acuerdo en que la estrategia de Syriza era la de salir de la austeridad en los marcos de y operando a través del compromiso con la UE. Para mí así es como se ve el reformismo. Esa es la forma concreta que toma el reformismo hoy en Europa, reformismo serio opuesto al social-liberalismo. Es completamente cierto que Stathis y Costas Lapavitsas han sido muy duros en criticar esas contradicciones, y pienso que es muy bueno que haya una izquierda en Syriza que haya desafiado a la conducción. Piensen qué deprimente sería si todos hubiesen dicho ‘sí’ a Tsipras. Pero ahora es el momento de la verdad. Y cuando Stathis dice ‘estar en lo correcto en términos intelectuales no significa que se tenga razón’, por supuesto que tiene razón, pero la política exitosa consiste en tomar un riesgo, en apostar, apostar a la historia ¿Qué hizo Lenin? Lenin apostó a la historia en 1917. Y creo que eso es lo que tiene que hacer la izquierda radical y revolucionaria en Grecia, no sólo la gente en Antarsya, sino también los compañeros que están adentro de Syriza que se oponen a este acuerdo terrible. Necesitan apostar a la historia, y tener la idea de que pueden ganar más allá de este retroceso. A pesar de que Stathis se movió del ‘final del partido’ hacia el ‘final de la película’ – una metáfora mucho mejor – por supuesto que no se ha terminado. Es un retroceso, y puede tener consecuencias muy dañinas. Ya se ha señalado: Golden Dawn votó en contra del acuerdo. Puede anticiparse un escenario de mayor empobrecimiento y desmoralización que fortalezca a Golden Dawn. Recuerden que más allá de lo que se apruebe en el parlamento griego, no significa que los bastardos en Bruselas y Berlín firmarán el acuerdo. Ellos podrían querer sacar a Grecia de la Eurozona en vistas a mostrar lo que sucede si se desafía a la UE. El acuerdo no ha sido hecho todavía. Pero si se hace, entonces mucha gente se sentirá aliviada, haciendo las cosas un poco más fáciles para el gobierno. No estoy diciendo: ¡Está todo claro, blablablá, la revolución! (sic). Pero creo que en algún sentido lo que hemos visto han sido los retrocesos en la lucha real. Ahora tenemos un gobierno de Syriza que se ha comprometido en implementar la austeridad. La implementación de dicha austeridad definirá el terreno de la lucha: privatizaciones, gente que no se podrá jubilar cuando esperaba, etc. Todas estas consecuencias explosivas en los lugares de trabajo, y dada la extensión de lo que hemos visto que es la clase trabajadora griega dirigiendo a la sociedad, los lugares de trabajo pueden ser el espacio en el cual se resuelva finalmente esta gran crisis. Creo que toda la izquierda radical en Grecia, sea cual sea su espacio de organización, deben dirigir su fuerza a que esas luchas lleven a la derrota de la austeridad.

Video: https://www.youtube.com/watch?t=10&v=1paxMRddO0M

Traducción: Valentín Huarte para Democracia Socialista

 

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