Esta terrible agonía de Izquierda Unida recuerda, un poco, aquella otra: Franco, noviembre de 1975.

Ha llegado la hora. Las empresas se tambalean y los caudales públicos, ágiles espadachines en defensa del honor mancillado del mercado, salen de las arcas gubernamentales.

Mientras el PSOE avanza creando bolsas de votos, las víctimas de 1936-1975, con su ley en el bolsillo, seguirán vagando por los desmontes. Si el partido socialista del 82 ignoró el asunto, pese a las reivindicaciones, apelando a la modernización, el actual -adaptado a las inflexibles reglas del mercado- ha entendido que potenciar una revisión descontextualizada facilita la afonía eterna

Entrevista a Belén Gopegui. "Me preocupa más la otra parte de la izquierda, la que está renunciando a las premisas mínimas que la convierten en izquierda, pero en lugar de pasarse a la derecha directamente, sigue utilizando la retórica de la izquierda, los gestos, los símbolos, y de ese modo le hace el trabajo sucio a la clase dominante"