Tláhuac: Se desborda la furia en el México profundo

Se dice que Tláhuac es el México bronco y profundo. Es una típica comunidad marginada del México semiurbano, ubicado en las fueras de la capital. Es una de las zonas más pobres del país: la población trabaja al día para subsistir. El sistema económico, el gobierno y la dominación estadounidense no les han dado nada ni hecho nada para ellos. Nadie nunca les preguntó si querían vivir en tales condiciones. Nunca tuvieron otra opción. Todo eso engendra una población con un carácter agresivo, desesperado y muy furioso, una furia interna ante la situación sin salida y un gran odio y resentimiento al sistema bajo el cual tienen que vivir.
A fines de noviembre de 2004, los moradores lincharon a tres policías: dos mordieron el polvo, uno sobrevivió. Las autoridades se acusaron mutuamente porque ninguna entidad policial, del nivel local al federal nacional, respondió a las llamadas de socorro ni acudió al rescate a tiempo. Luego, las autoridades dijeron que la comunidad estaba demasiado lejos como para poder acudir en menos de un par de horas. Los medios de comunicación estaban en el lugar de los hechos en cosa de una hora y transmitieron la escena en vivo a México y el resto del mundo.
Las autoridades inventaron una tras otra explicación de por qué los tres presuntos agentes "encubiertos" filmaban durante semanas fuera de una escuela en una comunidad de 1.500 habitantes, sin coordinación con la policía ni autoridades del rumbo. No fue el primer incidente en 2004 en que caen bajo ataque agentes policiales de la zona metropolitana. Se han informado de al menos otros dos incidentes, pero los agentes se salvaron. En los tres casos, los agentes filmaron a niños y mujeres que entraban y salían de las escuelas. Las explicaciones van desde "recabar evidencia acerca de vendedores de droga al menudeo" hasta "espiar a presuntos subversivos". Cualquiera que sea la verdad, lo que hacían los agentes policiales representa un ataque contra el pueblo, una forma de intimidar y controlar a las masas pobres y oprimidas.
Como las masas viven en tanta penuria y tal como es el carácter general de muchos mexicanos, desconfían de las autoridades, sobre todo de la policía, porque muchas veces los propios policías son secuestradores, violadores, abusadores de niños y pornógrafos, vendedores de droga, etc. Así que no es de sorprenderse que, en respuesta a los rumores de que los agentes habían secuestrado a unas niñas, la furia de las masas se desbordara contra las autoridades.
Una señora entrevistada en vivo en la televisión sintetizó los sentimientos de muchos moradores: no tuvo remordimiento y dijo que con razón la gente respondió a una amenaza. Otro morador dijo: "Tenemos miedo de la policía, que nos va a venir a molestar [Los que mataron a los policías] estaban defendiendo a nuestros hijos. Lo hicieron en defensa propia y no actuaron con malicia".
El linchamiento suscitó una vil campaña en los medios de comunicación y esferas políticas e incluso en algunas llamadas fuerzas de izquierda, que tacharon de ignorantes y salvajes a los moradores y lamentaron la pérdida que sufrieron los familiares de los policías. Pocas fuerzas reconocieron que la policía son parte del sistema de explotación y opresión de las tres montañas: el imperialismo, el capitalismo burocrático y los terratenientes feudales que oprimen al pueblo, y pocas admitieron que el mismo sistema que obliga a esta gente a vivir en esas condiciones es inimaginablemente salvaje y violento.
Las autoridades, desde el presidente Fox hacia abajo, echaron la culpa a los usos y costumbres de las comunidades indígenas. En muchos estados se reconoce esta tradición como un sistema de reglas y costumbres sociales en las pequeñas comunidades indígenas. Pero el linchamiento no ocurrió en una comunidad indígena.
Las autoridades también metieron montones de policías de toda clase a ver quién "incitó" el linchamiento y generaron un ambiente represivo general. El lema del día: cero tolerancia. Los moradores no quieren hablar con los medios de comunicación. Arrestaron a 29 personas, pero son chivos expiatorios. Un señor dijo: "[Los que mataron a los policías] merecen un castigo porque vivimos en un país civilizado. . . Si yo fuera padre de un niño robado, ¿qué haría?". Otro señaló: "¿De qué les sirvió pagarle 4 millones de dólares al estúpido de Giuliani?" (en referencia al contrato que firmaron el gobierno de la capital y la empresa de seguridad encabezada por el tristemente célebre fascista ex alcalde neoyorquino, para asesorar a la policía capitalina).
Han rodado cabezas. Aunque el principal policía que tenía la responsabilidad de responder al incidente (y que no hizo nada), de la Policía Federal Preventiva, la entidad en que trabajaban los tres agentes, es el principal responsable de lo que le pasó a los agentes, sigue campante en su puesto, con protección, pues es un íntimo aliado del presidente Fox. Despidieron al jefe de la policía capitalina y amenazaron con encarcelarlo. Han despedido o suspendido varios policías de alto nivel y agentes. Las autoridades federales pretendieron utilizar la situación para impedir que el alcalde capitalino, Andrés Manuel López Obrador, se postulara para la presidencia en 2006. AMLO es miembro del PRD (Partido de la Revolución Democrática, de efímeros tintes "izquierdosos"), cuyos colaboradores suelen llamarle el "Lula de México" (en referencia al reformista presidente brasileño "Lula" da Silva).
En la última década han aumentado los linchamientos ante la mayor desintegración del tejido social de México. La mayoría de los incidentes se dan en el campo y en muchos casos, no se registran oficialmente. Se concentran en diez estados: Oaxaca, Morelos, el estado de México, Guerrero, Tlaxcala, Puebla, Durango, Nayarit, Chiapas y el Distrito Federal. Todos, salvo el último en que se ubica la ciudad de México, tienen grandes zonas rurales.
El investigador Antonio Fuentes Díaz, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM y de la Universidad Autónoma de Puebla, elaboró el estudio "Linchamientos: fragmentación y respuesta en el México neoliberal". Sostiene que en gran medida los linchamientos se dan debido a la falta de atención oficial a las necesidades de amplios sectores de la ciudadanía. Señala algunas causas: las condiciones políticas y sociales en el país, la falta de empleo, el fracaso del sistema de justicia, el empobrecimiento y la reestructuración económica provocados por la integración del país al mercado mundial y el descontento que esos factores han generado en los últimos 20 años en los sectores más amolados de las masas de México y del mundo.
Según su estudio de 300 linchamientos en los últimos años, la mayor cantidad, 64, se dieron en la zona metropolitana de la ciudad de México, seguida de Chiapas (41), Oaxaca (36), el estado de México (32), Puebla (24) y Morelos (21). Dice que los linchamientos "son de esperarse" dada la pobreza y falta de atención del gobierno. Dijo: "Los linchamientos son una manifestación más de las respuestas sociales a la globalización y a los procesos de fragmentación social de México. . . Deben. . . interpretarse como actos de desesperación en contextos explosivos".
Un señor con quien hablamos mientras que esperaba en una interminable cola para levantar un acta ante las autoridades por el robo de sus documentos a fin de poder reemplazarlos, tuvo una opinión un poco diferente: "Esa gente de Tláhuac esté muy despierta y sabe precisamente lo que hicieron".